Editorial: Los 10 Trabajos Más Respetados

Dentro de los 10 trabajos más respetados en los EE. UU. se encuentran los de los doctores en medicina con el 27 % de los votos, seguidos de los soldados con 18.6%, los educadores con el 16.4% y los bomberos con el 9.7%. De acuerdo con la encuesta a la pregunta de “¿qué hace que un trabajo sea respetable?”, la respuesta es hacer cosas como las siguientes en su trabajo diario:

• Ayudar al futuro de los niños.
• Salvar vidas.
• Ayudar a curar a la gente enferma.
• Hacer cosas para que avance la civilización.
• Servir a otros.
• Llevar una gran responsabilidad.
• Sostener compañías unidas.
• Estimular la economía.
• Arriesgar sus vidas para salvar a otros.
• Ser autosuficiente.

Y el autor se pregunta (sic): So,where are the lawyers?1.

Evidentemente, leyendo la lista anterior nos damos cuenta que, por mucho, el médico ejecuta la gran mayoría de esas actividades en su quehacer diario. En EE. UU. todavía es reconocido por la comunidad en general, por los gobernantes en particular y por los legisladores, que el médico es el profesional que logra que una comunidad avance. Dos cosas son, a mi parecer, imprescindibles para que el ser humano transite por esta vida con un poco de satisfacción, seguridad y productibilidad: el trabajo y la salud. Pero sin dudas, si no hay salud, aun habiendo trabajo, no hay futuro. Por lo tanto, la salud es primordial como motor de todo en la civilización: la ciencia, la tecnología, la economía, y en general todas las actividades de la humanidad, incluyendo el amor.

Entonces ¿por qué en nuestro medio y en otros el acoso al médico por los legisladores, apoyados en los abogados, los economistas y los “vivos con ganas de enriquecerse”, hace que los jóvenes no quieran entregar su vida a la medicina y los que lo hacen se sientan arrepentidos de haberlo hecho? Precisamente porque al médico no se le reconoce el mérito de lo que hace ni en su posición en la sociedad, ni en su retribución económica.

Las compañías de seguros médicos de responsabilidad civil, los abogados especialistas en defender (y atacar) a los médicos demandados, están en correría alertando a los médicos de lo que deben hacer para evitar que pierdan sus demandas. Lógicamente una de las soluciones es tener un buen seguro y abogados que sepan del asunto. También y secundariamente, hacer una muy buena historia clínica, hacer firmar consentimientos informados con detallada lista de las posibles complicaciones, ser muy cautos y precavidos en lo que dicen delante del paciente; no ocurrírsele decir en frente del paciente que está seguro de algo con relación a su tratamiento (porque de pronto no sale) y mucho menos considerar que el paciente le va a agradecer lo que está haciendo por él, porque “para eso le está pagando” (con una boleta con tarifa POS o SOAT).

No hay duda que esto es otra razón por la cual los muchachos no quieren estudiar medicina, además de lo comentado en un editorial anterior con relación a la falta de libertad del médico para ejercer la profesión, debido a la presión de las EPS en los tratamientos, la justificación de los diagnósticos con artículos de Chocrane2. No sé cuántos médicos están en la misma situación, pero mis dos hijos (hombre y mujer) al tiempo de decidir qué carrera escoger me respondieron al unísono, al preguntarles qué iban a estudiar, “que no sabemos aún qué estudiar, pero lo que sí sabemos es que no vamos a estudiar medicina”.

¿De quién es la culpa y qué podemos hacer al respecto? Pues, creo que la culpabilidad es multifactorial.

Primero, la descomposición social y el cambio de los valores al posicionar el dinero como uno de los parámetros de éxito profesional (no el conocimiento). Segundo, el arribismo del médico, que apenas sale de la facultad se endeuda para comprar carro tipo “burbuja”, casa con piscina, y finca; obviamente, tiene que trabajar 24 horas y al precio que le ofrezcan: la experiencia nos dice que las entidades contratadoras de médicos ponen el precio porque si uno no acepta, hay 3 o más que se la pelean.

Tercero, los empresarios esclavistas (dentro de ellos hay algunos médicos) que quieren enriquecerse haciendo trabajar al médico para ganar ellos (y allí están los economistas, administradores de empresa y obviamente los abogados), que quieren que las instituciones sigan funcionando con el mínimo de presupuesto, recortando el salario de los profesionales de la salud. Lógicamente la solución no es cerrar las escuelas de medicina (tampoco abrir más) ni decirle a los hijos que no estudien medicina si les gusta como carrera, ni ponerse en la onda del ansia desaforada por el dinero, o la vía del oropel, ni convertirnos en empresarios de médicos necesitados. Hay que organizarse, apoyar efectivamente las instituciones que luchan para acabar esas aberraciones en la profesión, enseñar ética en las facultades de medicina, enseñarle a los padres a que enseñen valores a sus hijos y una buena dosis de autoestima y coraje.

Referencias

1.  Robert Modugno MD, MBA, FACOG. Marietta, GA. salary.com (de marzo del 2006). The Top Ten Most Respected Jobs
2. Gómez T. El profesionalismo médico en nuestro medio. Rev. Col. Menop. 2005; 11: 311. Gustavo Gómez Tabares Editor Jefe

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