Personaje, Carlos Alberto Garzón Fortich

Carlos Alberto Garzón Fortich

Entre los 65 Médicos más Destacados del Mundo. Lleva 62 Años Ejerciendo La Profesión, Ayudando A Quienes Sufren la Enfermedad de la Lepra.

Textos: Margarita Suárez
Carlos Alberto Garzón Fortich - MédicoInvestigación: María Fernanda Gutiérrez

Al médico dermatólogo Carlos Alberto Garzón Fortich lo abordamos en su amplia y acogedora casona en Cartagena, donde reside con su esposa y su hijo menor, rodeados del estilo caribeño característico de esta región del país.

Lo buscamos para hablar de su designación como uno de los 65 mejores médicos del mundo que le hiciera la Asociación Médica Mundial a través de la publicación “Médicos dedicados del mundo”; obviamente, con un personaje de su talante se termina hablando de muchas cosas.

La publicación señala en uno de sus apartes que: “Estos médicos fueron seleccionados por sus compañeros debido a sus características personales y profesionales, así como por sus muestras de humanismo y de gran cuidado de los valores fundamentales de la medicina”.

También el libro resalta que sus historias muestran cómo el esfuerzo humano y la devoción profesional pueden surgir por encima de los conflictos que afectan al mundo.

En el caso del médico Garzón, su labor social ha estado encaminada principalmente a ayudar a los enfermos de lepra.

Y precisamente el título de su acápite dice: Dermatólogo destacado por su lucha contra el estigma de la lepra.

Antes, el doctor Garzón obtuvo otros reconocimientos como “La Cruz Labian”, “La Cruz Jorge Bejarano”, “La Confraternización Leonística”, “El Botón de Oro” y últimamente, la más alta condecoración médica del gobierno y de la Federación Médica Colombiana que es “La Cruz de Esculapio”.

Reconocimiento LA CUZ LABIAN al Dr. Carlos Alberto Garzon

Estudios

Con el sosiego y tranquilidad que dan 84 años de edad -de ellos 62 dedicados a la medicina- a personas que han cumplido con creces en su labor profesional y humanitaria, nos cuenta que nació en San Marcos, en ese entonces Bolívar, hoy Sucre, y que lo llevaron de un año para Bogotá, por lo cual conoció San Marcos a los 17 años de edad, cuando fue de paseo.

En Bogotá estudió en el Colegio Antonio Nariño, donde “no había castigos, lo enseñaban a uno a ser bueno por ser bueno, y a conocer lo malo para no hacerlo”, dice.

Una vez concluido el bachillerato pasó a estudiar medicina en la Universidad Nacional en Bogotá. Cuando terminó viajó a los Estados Unidos y a Bello Horizonte, Brasil, a especializarse en dermatología. Después se fue a Cartagena para trabajar allí.

Familia

Su padre Alberto Garzón Beltrán, muy aficionado a la medicina, inició estudios en esta profesión pero no los terminó. Sin embargo, Garzón Fortich pertenece a familia de médicos; su bisabuelo, su abuelo y sus tíos lo fueron y, según afirma, “influyeron mucho en mi orientación”.

Su madre María América Fortich, nacida en Chinú, Córdoba, se dedicó al hogar. A su esposa, Hereyda González, la conoció porque su padre sufría una alergia y lo atendió en su casa de Ovejas, Sucre.

Después de examinarlo, vio un retrato en la pared y le preguntó de quién era. El paciente, Julio González, dijo que era su hija y cuando el médico comentó que le parecía bonita y quería conocerla, de inmediato la mandó a llamar.

Hereyda también sufría de alergia pero no creía en los médicos, porque había consultado varios y ninguno la había curado. Así que su primera reacción fue pensar que la iban a auscultar y contestó que no quería ver más dermatólogos.

“Finalmente no se qué le picó y se acercó, después me comentó que en ese momento no gustó de mí porque yo era muy flaco. Lo cierto es que con amor le controlé no solo su alergia sino también una tensión emocional que sufría”, recuerda.

De esta unión hay tres hijos, el mayor Carlos Alberto es ortopedista, con especialización en cirugía de mano; le sigue la única mujer María Margarita, cosmetóloga, quien tiene en Cartagena un centro de estética; el menor, Álvaro Eduardo, está estudiando economía.

El Doctor Garzón con su esposa Hereyda y sus hijos: Maria Margarita, Cosmetóloga y Carlos Alberto, Ortopedista. El menor Alvaro Eduardo es estudiante de Economía.

La dermatologíaDr. Garzon con su familia

Cuando estudiaba dermatología lo llevaron a Agua de Dios, en una visita reglamentaria para conocer los enfermos. “Allá me di cuenta del gran sufrimiento de esos pacientes.

Primero, por el enclaustramiento, estaban controlados con policía y no les permitían salir de ese lugar, lo cual era un golpe psicológico profundo, y segundo, por el difícil ambiente; por falta de sensibilidad se quemaban, también perdían partes de sus dedos, no como dice la gente que se les caen; nooo, ese es un trastorno neurológico y vascular que va haciendo retraer los dedos de las extremidades hasta el punto que se veían manos con las uñas al nivel del metacarpo”.

La distinción

El haber sido escogido como uno de los 65 médicos más solidarios del mundo es para el doctor Garzón un honor muy grande.

El día que le comunicaron la designación recordó que su padre siempre le había dicho que en el ejercicio de su profesión fuera humano por encima de todo, y a sus hijos les dijo con mucha satisfacción: “Creo que he cumplido una labor de enseñanza, de entrega”. Una distinción muy merecida, pues lo tuvieron en cuenta por la humanidad demostrada en el ejercicio de la medicina y en el campo leonístico, donde también el lema es servir.

En el leonismo ha sido socio, presidente de club, vice-gobernador general, gobernador de distrito y consejero internacional. Cuando estaba activo asistía a todas las convenciones mundiales que se iban presentando. “Este reconocimiento es un estímulo para seguir adelante”, afirma.

Carlos Alberto Garzón Fortich

En su labor de ayuda a los enfermos de lepra ha trabajado en todos los frentes. Comenzó como quinto enfermero médico del dispensario dermatológico de Bucaramanga con funciones en Bogotá. “Me vinculé para ver cómo vivían en las casas los niños sanos hijos de enfermos y cuidar que se cumpliera el programa de atención”.

Después fue médico auxiliar de contratación en el Lazareto de Santander, de ahí pasó a médico director del Lazareto de Caño del Oro, Cartagena, luego fue director en Agua de Dios, y después jefe de la campaña anti-leprosa nacional.

Enfermos del Lazareto de Caño del Oro a Agua de Dios

Lideró el traslado de los enfermos del Lazareto de Caño del Oro a Agua de Dios. “En el año 1950, viendo la dificultad de atención al enfermo porque no había agua potable –se trasladaba en bongos que a veces se dañaban y se formaba un problema sanitario-, empecé mi labor para trasladar el Lazareto y finalmente lo conseguí en 1951.

Trasladamos 450 enfermos en una línea aérea, a la cual tuvimos que conseguirle un permiso especial para que posteriormente no fuera la gente a rechazarla por haber transportado enfermos de lepra.

Se coordinó la salida del Lazareto en lanchas y por radio nos comunicábamos con los aviones, los enfermos llegaban a la punta de la pista e inmediatamente los subíamos al avión y se iban, acompañados de médicos, enfermeras y sacerdotes”.

La enfermedad

En el Congreso Mundial de Expertos contra la Lepra en Bello Horizonte, (Brasil), en el que el doctor Garzón Fortich representó a Colombia, expuso su idea de quitarle el nombre de dispensarios antileprosos a los centros donde llevaban los enfermos de lepra y bautizarlos dispensarios dermatológicos.

“Así todo el que tuviera problemas de piel iba sin la tara de ser un enfermo de lepra y eso nos servía para poder hacer diagnósticos precoces”.

Afirma que la lepra es curable cuando se diagnostica a tiempo y que es una de las enfermedades menos contagiosas. “La lepra es contagiosa siempre y cuando se reúnan una serie de factores indispensables.

El paciente tiene que tener una predisposición especial para adquirir la enfermedad. Tener contacto íntimo permanente con personas que tengan bacilos, que sean vacciníferos, no sólo bacilíferos sino activos bacilíferos. Factores que muy raras veces se pueden conseguir”.

Sin embargo, le preocupa que el número de enfermos en Colombia puede aumentar debido a que no se trata adecuadamente a los pacientes, no hay labor preventiva y, además, no hay campañas anti-lepra.

“Vamos a tener un índice alto; los enfermos en los diferentes centros leprógenos de Colombia han aumentado, tal vez las estadísticas no se revelen pero si han aumentado los casos.

Hoy en día les dan pastillas, eso no es tratar un enfermo. Nosotros tratábamos la lesión, su problema psicológico, le ayudábamos en su vida, lo rehabilitábamos, si tenía trastornos en las mano,s se las corregíamos quirúrgicamente, poníamos la férulas, le hacíamos fisioterapia, era completo; eso no se está haciendo hoy”.

Humanidad

Finalmente el doctor Garzón afirma que lo más importante en el ejercicio profesional es tener en cuenta al ser humano.

“La humanidad lo acompaña a uno para ser bueno, para estimularse en el estudio, para consagrarse y tratar de conseguir lo mejor para los pacientes, sin tener en cuenta la raza, el sexo, la orientación religiosa, eso para mí es lo mejor.

Todo médico puede ser humano y esa humanidad lo lleva a conseguir que el paciente crea en él.

Hay que escuchar al paciente, el médico es un confesor productivo, porque el paciente sale de ahí no sólo con su modificación de la lesión de piel, sino con la fe y la confianza en el profesional”.

Es precisamente su forma de ver y ejercer la medicina lo que lo llevó a formar parte del privilegiado grupo de 65 médicos, que como lo resalta la Asociación Médica Mundial, “encarnan de manera más sobresaliente los valores tradicionales de la medicina: humanismo, ética y ciencia”.

Fotos: María Camila González

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