Revista de Gastroenterología: Carta al Editor, Volumen XIV Nº 2

Medellín, marzo 1o de 1999
Doctor
Jaime Alvarado
Santafé de Bogotá
Estimado Jaime:
He cerrado mi consultorio y puse un aviso anunciándolo en la prensa de esta ciudad en los términos que verás en la carta adjunta, lo que ha causado un revuelo en este pueblo.
Los periódicos de acá no han querido publicar la carta, pese a que la Academia de Medicina de Medellín lo ha pedido, pues consideró por unanimidad que era una radiografía de lo que está sucediendo a los médicos.
Te ruego el favor, si lo estimas del caso, divulgarla entre los miembros de la Sociedad de Gastroenterología.
Afectísimo
TOMÁS QUEVEDO

CARTA ABIERTA A MIS COLEGAS

Deseo explicar las razones que tuve para publicar un aviso en estos días en el periódico “El Colombiano” en que informaba a mi clientela y a mis colegas que había cerrado el consultorio “pues la ley 100 ha dejado en un estado lamentable al gremio médico y a la salud”, porque he recibido múltiples llamadas de muchos colegas dizque para felicitarme por haber tenido el valor de decir lo que todos los médicos piensan pero no lo hacen por temor de perder las insignificantes entradas que reciben por su trabajo, pero que necesitan para medio sobrevivir.
Da grima pensar hasta qué nivel ha descendido el cuerpo médico colombiano que era el mas respetable y respetado.
En todas las poblaciones y ciudades del país los tres personajes más acatados y en quienes confiaban los pobladores eran el Alcalde, el Cura, y el Médico. Hoy el alcalde es secuestrado o asesinado, el cura ha perdido su poder terrenal, no ha sabido conservarlo, y el médico es un empleadillo forzado, a quien se le exige todo por una mísera remuneración, digna de un peluquero o un albañil. A éste se le dice que si no pega cincuenta ladrillos en una hora lo reemplazarán por otro trabajador que está en la fila de los desocupados. Y al médico le dicen lo mismo si no se somete a atender cuatro pacientes o más por hora, pagándole una cantidad igual a la que gana un peluquero por una motilada. Estilistas los llaman ahora.
La ley 100, dicen los que la crearon y defienden, que no son médicos, tiene un fin maravilloso, llevar la salud a toda la población, y eso es cierto. ¿Pero qué ha pasado en realidad? ¿Cómo se ha aplicado? El país no tiene en este momento ni la infraestructura ni el dinero para que esto sea una realidad. Entonces se ha querido resolver el problema aplicando la ley a costillas de los médicos y que éstos subsidien la salud de la comunidad, violando inclusive la ley 23 de 1981 que dicta normas sobre la ética médica que en su numeral 7, declarado exequible por la Corte Constitucional, dice: “Es entendido que el trabajo o servicio del médico sólo beneficiará a él y a quien lo reciba. Nunca a terceras personas que pretendan explotarlo comercial o políticamente”. Sin embargo se han fijado los honorarios arbitrariamente y si las sociedades científicas intentan hacerlo, como es lo lógico, se les aplican multas millonarias como ya ha ocurrido y es de conocimiento público.
En cambio si pueden hacerlo las entidades de medicina prepagada, las IPS, las EPS y todas las demás que intervienen en estos menesteres, quienes se quedan con un buen porcentaje de los honorarios del médico y se enriquecen con ellos. Riñen con la ética al limitar el tiempo para la atención del paciente a un cuarto de hora que es apenas suficiente para un mínimo interrogatorio y no alcanza ni siquiera para un examen superficial. Se limita también la clase y el número de los exámenes complementarios necesarios para llegar a un diagnóstico correcto y a un tratamiento adecuado, y además no se pueden formular determinadas drogas por no estar dentro de las autorizadas o por elevado costo. ¿Quiénes son los que sufren las consecuencias fuera de los médicos? Los pacientes a los que se les hace creer que están recibiendo una buena atención, pero a los cuales tampoco se les permite escoger el médico que desean o en el que tienen confianza. Pero lo malo del caso no es sólo esto, sino que el médico, violentando su conciencia, tiene que someterse a estos atropellos si no quiere perder su trabajo.
La Academia de Medicina de Medellín por boca de su Presidente doctor Carlos Santiago Uribe ha dicho que la ley 100 debe cambiarse por una “que consulte las necesidades económicas de los médicos, pero sobre todo una ley que le brinde a nuestros pacientes una medicina moderna, sólida, desarrollada, en contacto con el mundo”.
Hace 43 años el doctor Hernando Martínez Rueda, médico bogotano, humanista y poeta, ya fallecido, escribió a un amigo una carta que se difundió clandestinamente por el país, estábamos bajo la dictadura, y que hoy puede llamarse PROFETICA. Decía en algunos de sus apartes:
“La semejanza de la prostitución con la medicina es impresionante en la historia. Ambas fueron. Se dice, las dos profesiones mas antiguas. Al principio fueron privadas. Luego en Babilonia el Estado descubrió la prostitución (la medicina estaba atrasada y producía poco) y organizó una especie de servicio social obligatorio en el que tomaban parte todas las mujeres sin excepción y debían ejercer la prostitución antes de recibir el diploma de señoras, es decir antes de poderse casar (algo así como la medicina rural de hoy). Más tarde ambas profesiones fueron de esclavos, y los ricos compraban un buen griego especializado en fracturas, lo mismo que una hermosa egipcia o persa especializada en otras cosas. Excepcionalmente, algunos genios de la medicina, como Hipócrates y de la prostitución como Aspasia, adquirieron gran renombre e influencia y debido a ello estas profesiones tuvieron cierta respetabilidad y entonces los Estados, suponiendo que estas gentes ganaban mucho y vivían muy contentos, resolvieron intervenir y reglamentar, y comenzaron los exámenes para los médicos y las prostitutas, los registros, las condiciones para ejercer y la expedición de diplomas y carnets. A pesar de esto el público nunca se convenció bien de que estos oficios eran muy honrosos. Tolstoi hablando de un médico francés muy acreditado en el siglo pasado en San Petersburgo, dice que era tan grande su prestigio, que lo recibían en las casas no como un médico sino como un “igual”.
“Mas tarde debido a los adelantos de la ciencia médica (muchos de los cuales hay que agradecer a personas que no eran médicos, como Pasteur), a las películas del doctor Kildere, y a los artículos de Selecciones, la medicina se rodeó de una atmósfera romántica, lo mismo que se le dio un encanto poético a la prostitución bajo la influencia de la “Dama de las camelias”, de “Naná” y en general de los novelistas del siglo XIX.
Pero hoy el Estado ha vuelto a descubrir que no hay tal romanticismo ni apostolado en estas profesiones. Y que habiendo pasado de moda la esclavitud individual, hay necesidad de controlarlas por medio de una esclavitud estatal a la cual se le puede poner el nombre de sensibilidad social. Los médicos deben ejercer en nombre y por delegación del Estado”.
“Lo malo de todo esto es que hay personas que ya por herencia, ya por afición, o por vicio o por otras circunstancias sociales se sienten o sentirán atraídos a ejercer la profesión de médicos. Estos desgraciados dentro de pocos años serán vistos en horas nocturnas, en los barrios especiales de donde no los dejan salir las autoridades de higiene, pálidos, flacos y mal vestidos, acercarse a los peatones trasnochados y decirles en voz baja para que no los oiga el policía: ¿Quiere usted que le recete? Se habrá cumplido el ciclo histórico y la medicina habrá vuelto al lugar que le corresponde”.
Hasta aquí el doctor Martínez. Parece que estamos llegando a esto gracias a la ley 100.
No soy el único médico que ha cerrado su consultorio, somos muchos, y nos seguirán mas. Muchos están manejando taxi o desempeñando oficios diferentes a los que corresponden a una persona que estudió 22 años para ser médico, pero lo hacen para poder sobrevivir con sus familias.
Y los usuarios de la salud, como se les llama ahora, todos los días mas mal atendidos. Filas desde las 4 de la mañana para tratar de conseguir una cita con el médico, y meses esperando un turno para una cirugía que si no se hace oportunamente puede llevarlo a la muerte. El 40% de la atención, lo ha declarado el Gerente del ISS, ha sido obligada por tutelas a las que es necesario recurrir para obtener un tratamiento. Con razón se les llama pacientes.
Si no se reforma esta ley y se aplica como debe ser, vamos a terminar como dicen los versos de la canción de las “Acacias”: “Se marcharon unos muertos y otros vivos que tenían muerta el alma”.
TOMAS QUEVEDO G.
Cali, Mayo 7 de 1999
Doctor
ALBERTO RODRIGUEZ V.
Director – Editor
Revista Colombiana dc Gastroenterología
Santafé de Bogotá
Apreciado Doctor:
Con el fin de dirigirme a la sección Cartas al Editor de la Revista de la cual Usted es el Director-Editor, me permito hacer los siguientes comentarios con relación al artículo “La evidencia en gastroenterología” publicado en el Vol. XIV, No. 1, en la página 9.
Con muy poca frecuencia, al revisar la literatura médica, se encuentran artículos, como en este caso, que carezcan de una razón o motivación para publicarlo. No me refiero a la interpretación del artículo, sino al mensaje o conclusiones de los autores. En otras palabras, será acaso la razón, en este caso, el dejar en el ámbito, la inquietud de la existencia del método descrito por ellos?. Si lo es así, tendré que aceptarlo, pues la revista tiene su Consejo editorial, pero no lo comparto.
Por otro lado, y en acuerdo casi total con el Doctor Luis Alberto Angel, más que como un editorial, yo solicitaría a los autores las respuestas que conlleva el segundo interrogante que plantea el Doctor Angel en donde dice que, la práctica de esta metodología es exigente en numerosos aspectos como educación, tecnología, recursos, accesibilidad y renovabilidad de los equipos.
Sin el deseo de repetir el análisis que sobre estos aspectos hace en el editorial el Dr. Angel, debo manifestar que lo que él dice, es la única realidad en cuanto a la enseñanza y práctica de la medicina existe actualmente en Colombia. Sí se están formando médicos con las características que inducen los autores del artículo, sin temor a equivocarme, creo que no es cierto y si acaso lo fuera, estarían formándose dentro de un contexto muy diferente al de la salud en Colombia en especial en el último quinquenio de este siglo.
Quizás en postgrado, existan algunas escuelas que permitan este tipo de formación, aunque lo dudo, pues al menos, en la escuela donde están vinculados los autores, que es la misma donde yo trabajé durante 23 años, no se tienen los recursos humanos ni físicos para ofrecerla, tal vez, los deseos e intenciones. Igual discusión ha generado en nuestra escuela el Aprendizaje basado en el problema en Educación Médica, el cual considero más aplicable, pero no es motivo de comentar en esta comunicación.
Como también lo dice el Dr. Angel, son las sociedades científicas quienes en asocio con las Universidades y entidades como ASCOFAME las que deberían en forma conjunta liderar estos aspectos, situación que desde hace diez años se viene planteando y que sólamente se queda, de forma repetitiva, en las campañas por los manejos directivos de algunas de ellas, sin que en la realidad se observe progreso alguno.
Cordialmente,
ARMANDO VERNAZA GUZMAN
Profesor Titular Jubilado
Departamento de Cirugía
Universidad del Valle
Miembro Sociedad Colombiana
de Gastroenterología
Cali, Junio 22 de 1999
Doctor
ALBERTO RODRIGUEZ V.
Director – Editor
Revista Colombiana de Gastroenterología
Santa fe de Bogotá
Sr. Editor:
Hemos recibido copia de la carta que el Dr. Armando Vernaza Guzmán le envió. Le agradecemos su interés en el artículo y esperamos que lo expresado en ella por el Doctor Vernaza y por el Editor invitado en el pasado número de la revista avive la polémica y el interés por la medicina basada en la evidencia.
Atentamente,
José Humberto Arango Ch., MD.
Eduardo de Lima Le Franc MD.

 

Nota del Editor

La sección de cartas al editor cumple con uno de los objetivos más importantes de la revista como es el intercambiar conceptos y opiniones, por lo que agradezco al Dr. Vernaza por darnos a conocer sus inquietudes y motivarnos a reafirmar el criterio con el cual publicamos el artículo de los Doctores Arango y De Lima.
El editorial del presente número nos ilustra sobre las enormes ventajas como también las limitaciones de la Medicina basada en la evidencia (MBE), en los ambientes médicos de todo el mundo es cada vez más común hablar sobre la evidencia que soporta toda nuestra práctica médica. Hay que admitir que el método no es perfecto, pero si parece ser hasta el momento la mejor alternativa para justificar ética, científica, económica y legalmente nuestro ejercicio diario.
Aunque el ejercicio de MBE exige tecnología y recursos técnicos el principal requisito es el recurso humano y en este aspecto no tenemos diferencias sustanciales con otros países que nos impidan alcanzar la motivación y el entrenamiento necesarios. El método es relativamente nuevo para todos y es nuestro deber como docentes conocerlo, aprenderlo y enseñarlo.
Entre los múltiples beneficios que ofrece la práctica de la MBE está el racionalizar la utilización de recursos diagnósticos y terapéuticos, un aspecto que es realmente importante cuando formamos médicos que van a ejercer en un medio como el nuestro.
Por estas razones, fue que consideramos importante en el comité editorial la publicación del artículo en mención, considerando que es un buen ejemplo de cómo se deben plantear inquietudes sobre algunas conductas médicas y cómo resolverlas usando el método de la MBE y con los recursos que están a nuestro alcance.
Finalmente, estoy de acuerdo con su afirmación de que las sociedades científicas en asocio con las Universidades deben liderar la difusión de estos nuevos aspectos, y es así como en este número de la revista, publicamos las primeras guías de manejo basadas en la evidencia, realizadas por miembros de nuestra sociedad, muchos de ellos profesores universitarios, que aún sin ser expertos en este método se motivaron para recibir instrucción y realizar el ejercicio cuyo resultado con agrado estamos publicando.
COMITÉ EDITORIAL TCG

 

CLIC AQUÍ Y DÉJANOS TU COMENTARIO

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *