Arte, Humanismo y Cirugía: La Ciencia del Barroco, el Método Científico, 1600-1740

Grandes Corrientes del Pensamiento

No sobra recordar que el pensamiento renacentista había comprometido sus armas en la crítica de las convicciones medievales.

En los decenios que dan fin a la primera mitad del siglo XVII, la síntesis de las dos grandes corrientes del pensamiento: empirismo y racionalismo, vinculadas con las operaciones lógicas de la inducción y deducción, dio origen a la constitución del método experimental. Su creación, no cabe duda, se cuenta entre las máximas hazañas del periodo barroco.

Concibiendo la experiencia a la vez como fuente de conocimiento y criterio de la verdad, el empirismo trata de convertir la observación sistemática en un instrumento idóneo para explorar y explotar a beneficio del hombre, el mundo de la materia; su tendencia utilitaria es clara, ajena a problemas metafísicos, confiere jerarquía a los conocimientos artesanales. En cambio, el racionalismo apela a la intuición, la claridad y la evidencia para construir los principios capaces de guiar la investigación, y acude a la matemática en búsqueda del orden legal de la naturaleza. El empirismo encontró a su codificador en Francis Bacon de Verulam (1561-1626), el racionalismo, en René Descartes (1596-1650) filósofo de gran prestigio. Ambas corrientes alcanzaron su confluencia en las investigaciones de Galileo Galilei (1564-1642), permitiéndole suministrar ejemplos clásicos del método experimental.

Ni la inducción baconiana, ni la deducción cartesiana por sí solas, son capaces de guiar al investigador. Galileo Galilei llegó a proporcionar, con sus investigaciones mecánicas, espléndidos ejemplos del método científico.

La Pintura Inmortal

Si repasamos la historia, recordamos que a finales de 1641 la ciudad de Ámsterdam era, entonces, el centro de la vida científica y cultural holandesa. El ambiente de interés por la anatomía normal y patológica lo encabezaba Nicolás Tulp (1593-1674), inmortalizado en el célebre cuadro “Lección de anatomía del Dr. Tulp” de Rembrandt, 1628.

En esta pintura inmortal la escena representa la correcta posición de la mano para la demostración del nervio; Rembrandt fue muy exigente con los detalles.

Rembrandt fue un artesano de las sombras: en sus pinturas los personajes emergen suavemente de la penumbra, dándole al entorno un toque de suspenso y de misterio.

Siglo XVIII, el Siglo de las Luces, la Ilustración

Los Pensadores Filósofos

La Pintura Inmortal

Cierto día preguntaron al gran escritor francés Paúl Valery en qué siglo le hubiera gustado vivir; sin dudar un instante, respondió: “En el siglo XVIII”. El siglo XVIII, en efecto, es un siglo apasionante.

Ahora bien, la cultura del siglo XVIII hace suya la interpretación visual del conocimiento, que desde Grecia había sido dominante.

Hay que decir que la cultura de la Ilustración no es excesivamente creadora. Sustancialmente vive de la herencia del siglo anterior, de los descubrimientos científicos, sobre todo filosóficos, del siglo XVII.

La innovación de la Ilustración –que es muy grande– no es propiamente intelectual, sino social.

Las ideas se mueven con talentos literarios como Voltaire, Diderot, Montesquieu, Rousseau, Feijoo y Cadalso. Se ha dado el nombre de filósofos a todos estos pensadores, y el de Siglo de las Luces a este siglo XVIII que fue iluminado por la inteligencia y el espíritu de grandes escritores y de grandes sabios.

La creencia básica del siglo XVIII es la creencia de la razón. Los enormes avances de la Ilustración desembocan en la revolución francesa de 1789.

El período de la Ilustración es, ciertamente, en muchos aspectos, una época que señala para la ciencia un instante de pausa; no se trata de un estancamiento, sino más bien, de un momento de descanso y meditación.

Esplendor de la Caricatura Médica

La caricatura médica tuvo su esplendor en los siglos XVIII y XIX.

William Hunter (1718-1783) asistió a las lecciones de anatomía de Alexander Monro en Londres; con su llegada y la de su hermano John, la cirugía inició su desarrollo en Londres sobre una base científica.

Puntualicemos que la mayor parte de los anatomistas del siglo XVIII fueron, en realidad, cirujanos anatomistas y el estar en posesión de una sólida base anatómica era, naturalmente, esencial para poder llevar a cabo intervenciones complicadas.

La Caricatura Médica

El Romanticismo, Siglo XIX (1800-1848)

Meditemos sobre este movimiento artístico, que se desarrolló desde finales del siglo XVIII hasta el primer tercio del siglo XIX, en el que prevalecen los principios de libertad y subjetividad, y la oposición a las reglas clásicas y al racionalismo filosófico.

Al fin del Romanticismo se consiguió el triunfo sobre el dolor. El dentista William Thomas Green Morton (1819-1868) empleó eficazmente la narcosis etérea en su quehacer diario. Consiguió realizar una eficaz demostración pública en el Massachussets General Hospital, decidiendo llevar al quirófano sus experiencias. Morton convenció al cirujano John Collins Warren (1778-1856), profesor de anatomía y cirugía en Boston, a operar un tumor benigno de cuello, a uno de sus pacientes bajo narcosis etérea. El buen éxito conseguido el 16 de octubre de 1846 consagró la fortuna del nuevo método.

Los Progresos de la Anatomía ante los ojos de la Pintura

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