Sección Editorial: Programa por la Excelencia en la Formación Profesional

Cada día se hace más notoria y operante en los estratos docentes, científicos, académicos y técnicos, la tendencia a procurar la excelencia en todos los campos y actividades humanas, fenómeno consecuente al perfeccionismo y a la competividad reinantes.

Por ello, lo que conduzca a obtener esta finalidad, es bienvenido y digno de apoyo, en cuanto tienda a la formación humanística y ética, al desarrollo de valores y a la estructuración humana integral, en beneficio directo de quienes hayan de disfrutar de un óptimo desempeño de los profesionales formados con tal criterio, quienes estarían capacitados, además, para fundar nuevas empresas generadoras de prosperidad y empleo.

En 1990 surgió en la ciudad de Barranquilla, por iniciativa del entonces Presidente de Monómeros Colombo-Venezolanos, un “Programa por la Excelencia de la Formación Profesional” (PEP), inicialmente “dirigido a estudiantes de últimos semestres de carrera, sobresalientes por su desempeño universitario, su potencial de liderazgo y por su alta motivación hacia el desarrollo del ser humano y de la sociedad”.

Posteriormente se desarrolló el Programa de Seguimiento, dirigido a los profesionales que hayan efectuado el “PEP – Universitarios”, orientado a la formación continua en las áreas ya señaladas de humanismo, ética, desarrollo de valores y estructuración humana integral; conformación de Redes de Profesionales organizadas por grupos de interés específico; y formación de Banco de Profesionales para promover la oferta de estos profesionales cualificados a las empresas vinculadas al Programa -PEP.

Los conceptos emitidos por nuestros principales líderes empresariales, son definitivamente alentadores y convincentes con relación a los logros obtenidos en los 10 años de desarrollo y funcionamiento del PEP, cuyo propio fundador, Hernando Celedón Manotas, cree que si en el pasado hubiéramos sido dirigidos por un grupo de personas formadas bajo los auspicios de nuestra filosofía, tendríamos paz en este momento, porque el profesional PEP se fundamenta en valores de convivencia humana con espíritu comunitario, que le preocupa el resto de la comunidad y no solamente él, y que no abriga un desmedido ánimo de lucro que conduce a la corrupción en todas sus formas y matices.

Así la paz es alcanzable si se tiene en cuenta que el conflicto armado no es la problemática exclusiva que agrede y atrofia al país, sino la crisis de los valores humanos.

Son numerosos y muy explícitos los conceptos de otros destacados dirigentes empresariales, participes y defensores del PEP. Para no extendernos en ello, tan solo se describe aquí el comentario del conocido lider empresarial antioqueño, Nicanor Restrepo: “Los universitarios y profesionales que se forman en el PEP, reciben formación en ética y valores, con lo cual coinciden con un propósito de vida, que para todos es muy importante, luchar para que la realidad colombiana sea mejor, para que este país progrese a través de un proceso de crear y desarrollar”.

A la prestación de servicios de salud, asimilada por la Ley 100 a una empresa que debe estar orientada a promover calidad, economía y excelencia en un sistema de administración eficiente y honesto, no siempre bien logrado hasta el momento, sí que le sería benéfica una amplia afiliación al PEP a través de las Facultades de Medicina, de las EPSs y las IPSs, con miras a disfrutar de los beneficios de que ya gozan cerca de 59 empresas colombianas vinculadas exitosamente al novedoso Programa.

Joaquín Silva Silva, MD.
Editor

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