Diseño para Nuestra Portada de la Revista Colombiana de Cirugía Volumen 142

Tango, Gustavo ArroyoLA OBRA

Oleo sobre tela de 38 x 46. Representa una pareja de baile disfrutando de esa distracción ancestral definida alguna vez por el Libertador Simón Bolívar como la poesía del movimiento, que ha sido frecuente medio para iniciar o reafirmar amistades entre un hombre y una mujer, propiciar declaraciones de amor bajo la inspiración de una melodía estimulante o revivir viejos amores y, en todos los casos, favorecer una actividad gimnástica de efectos saludables tanto físicos como mentales y afectivos.

El tango como danza y como canto, aunque de origen incierto, alcanzó su mayor notoriedad y desarrollo en su melodía y arraigo popular, en Río de la Plata. Las primeras interpretaciones tanto musicales como coreográficas, florecieron en Argentina y Uruguay a principios del siglo XX.

Aunque en su inicio no gozó de buena reputación social, el tango fue conquistando todos los estratos sociales en las naciones mencionadas y luego en Europa después de la I Guerra Mundial; fue así como logró una enorme popularidad en los restaurantes parisienses de Montmartre, en las salas de baile y en los espectáculos de variedades de todo el mundo.

Carlos Gardel, arquetipo del intérprete inigualable del tango cantado, le dio un impulso inusitado a este género musical cuyo auge hubiese sido aún mayor si la tragedia no hubiera cegado prematuramente su vida.

EL AUTOR

El médico uruguayo, especializado en medicina interna, diabetes, farmacología y terapéutica, doctor Gustavo Arroyo, nacido en Montevideo donde se hizo médico y ejerce su profesión, nos ha enviado el óleo “Tango”, como una muestra de su prolífica producción pictórica.

Impulsado por su temperamento de artista innato, el doctor Arroyo se ha preocupado por cultivar la afición artística al lado de su carrera profesional, mediante una educación continuada en el Uruguay y en algunas naciones americanas y europeas, guiado por destacados maestros de las artes plásticas.

Ha participado exitosamente en múltiples exposiciones individuales y colectivas en Montevideo y en otras ciudades importantes. Sobre este médico-pintor se han emitido juicios autorizados como el del eminente profesor W. Nadal en los siguientes términos: “Arroyo es un pintor espontáneo; deja transitar el pincel que capta los impulsos de su intelecto en una neta labor expresionista.

Su personalidad de profesional analítico y ordenado cuenta en la elección del tema y el inicio de la obra; luego se suelta en la resolución de su pintura dejando asomar su interior… Todo es resuelto con una pintura de mancha simple, fuerte y vigorosa donde logra la conjunción plástica plena en matices de colores entremezclados, que forman la unidad tonal que caracteriza su obra.

Elige para el desarrollo de su pintura, temas auténticamente montevideanos, como el Candombe y el Tango; los personajes representados adquieren el protagonismo en la escena y salen del estatismo del cuadro para adquirir el movimiento y la atmósfera necesaria que requiere el tema; todo resuelto con absoluta simplicidad.”

No podría lanzarse juicio más justo sobre el autor de la obra comentada.

J. Silva, M.D.

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