Rescate de una Tripulación

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Rescate de una tripulación
La Obra

Las regatas oceánicas son un deporte muy especial, sólo visto por los espectadores en las largadas, porque luego los barcos luchan solitarios entre cielo yagua observados solamente por albatros, delfineos y ballenas durante todo el recorrido, en el que afrontan múltiples peripecias, incluído el naufragio superado algunas veces con éxito como fue el caso histórico del velero finlandés MARTELLA representado magistralmente en esta acuarela de un médico pintor.

Se aprecia el casco invertido, a flote, sin quilla, en el que sólo se observan la hélice y el timón. En efecto al desprenderse la quilla del casco, el peso de la arboladura del velero, provocó una vuelta de campana que apenas dio tiempo para que la tripulación capitaneada por el gran regatista suizo Pierre Fehlman, ganara el casco flotante, mientras otros dos veleros amigos, el MERIT, y el CHARLES JOURDAN con sus enormes mástiles vinieran en su auxilio, logrando el rescate de los náufragos.

Los hechos ocurrieron entre Nueva Zelandia y el Uruguay, a 350 millas al sur de Punta del Este, cuando el velero cumplía su 41 etapa de la 51 regata Whitbread alrededor del mundo, en 1990.

La imaginación del artista plasmó el cuadro multicolor en el que se mezclan la belleza del paisaje marino con sus enormes montañas de agua azul verdosa, espejo del cielo azul parcialmente cubierto por nubes blancas y grises que parecen observar atentas las maniobras de salvamento, y la actividad diligente técnica y casi heroica de los intrépidos marineros, unos como rescatadores y otros como rescatados; todo esto realizado después de haber cumplido agotadoras jornadas en una labor esencialmente deportiva en la que la velocidad es prioritaria a la comodidad personal, que obliga a permanecer. durante un mes en el mar con alimentación racionada, sin bebidas alcohólicas, empapados de agua helada y sudor, cansados, estresados, soportando frío o calor, pero siempre alerta a las maniobras y cambios de velas que son el motor de la nave.

Todas estas consideraciones y un sinnúmero de episodios y aventuras increíbles se evocan en esta bella acuarela de Raúl Carlos Praderi.

El Autor

Nacido en Montevideo en 1927, el doctor Raúl C. Praderi ofrece a la consideración de quienes lo conocen, múltiples facetas interesantes como médico y cirujano destacado internacionalmente, profesor de cirugía de la Facultad de Medicina de Montevideo, autor de numerosos trabajos científicos, conferencista invitado, en foros y congresos médicos internacionales, incluído el de la Sociedad Colombiana de Cirugía, consultor extranjero de nuestra Revista CIRUGÍA en representación de la República del Uruguay, y tantos más títulos y dignidades adquiridos a través de muchos años de un brillante ejercicio profesional.

Pero esta vez queremos resaltar otras dos facetas de su personalidad: el deportista y el pintor. Sostiene que la pintura es su segunda profesión; siempre ha dibujado barcos, pero comenzó a pintar en forma asidua desde 1982 y 2 años más tarde realizó su primera exposición personal en el Yatch Club Uruguayo del puerto del Buceo, y desde entonces fue discípulo del gran acuarelista Esteban Garino, compatriota suyo. Ha realizado cuatro exposiciones más sobre el mismo tema de los yates en las cuales ha recibido menciones por óleos y acuarelas de excelente factura.

Ultimamente publicó una carpeta de ocho láminas a todo color, representativas de otras tantas acuarelas, una de las cuales es la de nuestra portada de hoy.

El profesor Praderi se ha caracterizado, además, como un virtuoso deportista náutico. Ya en la década de los años 40’s integró las tripulaciones de diversos barcos de la clase 6 metros Intemacional, y en 1950 ganó el campeonato uruguayo de Yatching para timoneles en clase “U”.

Ha sido un activo Yatchman con lucida participación en numerosas regatas de crucero y tríangulo en el Río de la Plata y el Atlántico Sur ..

Sea esta la ocasión para desearle a tan distinguido cirujano, pintor y deportista náutico, que sus actividades profesionales, artísticas y deportivas, sigan disfrutando de un mar en bonanza con viento en popa permanente.

J. SILVA, MD.

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