Enfoque de la Obesidad a Través de la Historia
Estudiar la obesidad a través de la historia es una tarea apasionante. Indagar cómo el concepto de obesidad está presente desde los albores de la humanidad hasta nuestros días realizando un papel cambiante, unas veces como protagonistas, otras como figura representativa, ocasionalmente como una deidad…
Y casi siempre caracterizando figuras en el arte: formas de la pintura, tendencias de la escultura, personajes en la literatura, arquetipos de caricatura, de la moda, en las novelas y en muchas otras cosas más. Siempre la figurara del obeso o de la pasada de kilos aparece y reaparece a través de la historia.
Nosotros pensamos que es buena idea adscribir la obesidad a sus distintas expresiones a lo largo del tiempo y por ello creemos que el siguiente esquema puede ser válido.
Obesidad como necesidad
La primera simbolización del alimento como necesidad vital- es la manzana en el paraíso. El alimento, la ingesta en comida, son la primigenia representación de lo deseado, lo vital, lo importante. Lo que hizo luego seguramente que se peleasen Caín y Abel, que lo hicieran los agricultores contra los hacedores de rebaños.
Venus de Willendorf
Venus de Laussel
Y como era bien corta la vida sobre la Tierra en aquel entonces, la representación de lo más importante, la necesidad primera, de lo que representaba la vida y la supervivencia, era justamente la fertilidad, la perpetuación del hombre sobre la tierra, en otras palabras, la gravidez.
Por eso, la Venus de Willendorf, la de Lespugue, la de Laussel, son figuras maternales, obesas, con adiposidad mórbida. Obesidad como una representación clara, más que simbólica de una necesidad: que no se extinguiese la especie.
Como deidad
Es posible que en las grutas donde los cavernícolas del paleolítico se juntaban para protegerse de los fríos invernales, a la luz de las antorchas, se adorasen estas estatuillas, como un culto a la vida y a lo cotidiano: al fin y al cabo, la mujer era como una madre tierra, ella guardaba el sobrante de la cosecha y de la caza, disponía de todos los bienes, y encendía o apagaba el hogar según lo creyera necesario.
Pero los hombres requerían idealizar a la figura bienhechora, precisaban una diosa.
Los artistas encargados de inmortalizarla lo hicieron bien: Astarté – que tiene “mala prensa” en la Biblia es de carnes opulentas, generosas en los muslos, de talle estrecho, de apariencia erótica, como lo son también las yakshi, o “espíritus femeninos”, que aparecen en la muerte de Buda, o mejor en su entrada al Nirvana, donde también el escultor hace énfasis en el volumen de los muslos, haciendo una cabal reproducción de la obesidad femoroglútea.
Astarté
Bachué
En el altiplano de Bacatá, en el centro de Colombia, los chibchas recreaban a su diosa Bachué, con su esposo: aún niño pequeño entre sus brazos.
La figura de la diosa es compacta, maciza, como si la obesidad fuese una metáfora escultórica de grandeza, lo mismo que hace Miguel Angel en sus figuras que aún siendo femeninas tienen una contextura andrógina, y tal vez Rafael en la Sagrada Familia en su lienzo del Prado donde parecen fusionarse divinidad con corpulencia. Obesidad pues como idea de lo divino, lo importante, obesidad como paradigma de grandeza.
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Imagen de Pecado
La obesidad como imagen de pecado ha sido como una corriente que viene y se va. Se ha repetido en la historia muchas veces. La abundancia, lo pantagruélico, contra el ascetismo. La vida libidinosa, contra la castidad. El ayuno como pasaporte a la santidad. La gula según Dante merecía un castigo ejemplar.
Y para no incitar a las mentes honestas o en proceso de salir del exorcismo, las figuras para mostrar eran alargadas, delgadas, como las de Cranach, las jovencitas gráciles, esténicas del Bosco, en su Jardín de las Delicias. Esto demostraba y hacía docencia directa, que la obesidad era pecado.
Siempre hemos pensado, recorriendo el Toledo del Greco cómo hubiese pintado a su mujer ideal, alargada, perdiéndose en lo vertical; o luminosa con sus típicos tonos verdes. Sería capaz de crear una imagen de mujer obesa si el Conde de Orgaz lo solicitase. No, seguramente no. La obesidad es un pecado, contestaría…
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