Trastornos del Estado de Ánimo en Cien Años de Soledad

Ilustración Mediante un Caso Clínico

Álex González Grau1

Resumen

En la novela Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez, se describen de manera clara y precisa cuadros clínicos completos de una amplia y completa gama de enfermedades mentales, entre los que destacan especialmente diversas manifestaciones de trastornos del humor, la mayoría de ellos en miembros de la familia protagonista del relato. En este texto se ilustran los estados de ánimo presentes en Cien años de soledad mediante uno de los ejemplos más representativos (5). Los trastornos del estado de ánimo, también conocidos como trastornos del humor, hacen parte de las enfermedades crónicas más frecuentes dentro de la población general (1). El más endémico de ellos es el trastorno depresivo mayor, el cual puede llegar a afectar hasta al 25% de la población adulta (1,2,3). En general, los trastornos del estado de ánimo se clasifican como trastornos depresivos y trastornos bipolares según su presentación clínica. La herencia desempeña un papel esencial en la génesis de estos trastornos, pero no puede desconocerse ni subestimarse el papel del medio ambiente en su manifestación y evolución. En general, se acepta que los trastornos del estado de ánimo son un perfecto ejemplo acerca de cómo los trastornos mentales son la expresión de una serie de complejas interacciones que involucran la predisposición genética y el medioambiente en el que crezca cada individuo (4).

Palabras clave: Trastornos del ánimo, ánimo, literatura, medicina y literatura.

Abstract

In Garcia Marquez’s One hundred years of solitude, many distinct mental disorders are described by the author, being mood disorders most prominent, particularly in the leading characters. This paper illustrates mood disorders in One hundred years of solitude through discussing one of most outstanding examples of those (5). Mood disorders are among most frequent chronic mental disorders affecting general population (1). Most endemic mood disorder, major depressive disorder affects up to 25% of adult population (1,2,3). Mood disorders are classified as bipolar disorders or depressive disorders regarding clinical features. Inheritance plays a main role, but environmental factors cannot be ignored or underestimated in understanding both development and evolution of these disorders. It is recognized that mood disorders constitute a perfect example of how genetics and environment interact with each other in a complex fashion (4).

Key words: Mood disorders, mood, literature, medicine in literature.

Introducción

Los trastornos del estado de ánimo constituyen en conjunto las enfermedades psiquiátricas crónicas más frecuentes (1,2,6). Así mismo, hacen parte de las principales causas de enfermedad que afectan a la población general. El trastorno depresivo mayor es sin duda el de presentación más común; aqueja del 5% al 12% de los hombres y del 10% al 25% de las mujeres. El trastorno distímico, tipo de depresión leve, crónica e insidiosa, afecta alrededor del 4% de la población. Dentro del grupo de los trastornos bipolares, el trastorno bipolar I afecta al 1% de la población general, el bipolar II se da en aproximadamente el 0.5% y el trastorno ciclotímico en el 0.5% al 1.1% de la población (1,2,3,6).

Los trastornos del estado de ánimo pueden ser exclusivamente de características depresivas o presentar alternancia de síntomas depresivos y de síntomas maníacos. En el primer caso se denominan trastornos depresivos, mientras que en el segundo se conocen como bipolares. Los síntomas depresivos se refieren a aquellos cuadros clínicos caracterizados por estados de ánimo por debajo de lo normal; por ejemplo, tristeza; los síntomas maníacos se refieren a los estados de ánimo por encima de lo normal; por ejemplo, euforia (2,3,7). Los trastornos depresivos más importantes por su frecuencia e impacto sobre la salud son el trastorno depresivo mayor y el trastorno distímico. Los trastornos bipolares más relevantes son el trastorno bipolar I, el trastorno bipolar II y el trastorno ciclotímico (3,6,8).

El trastorno depresivo mayor se diagnostica cuando se presentan episodios depresivos mayores cuyo origen no está en una enfermedad médica o en la exposición a una sustancia de cualquier tipo, sea recreativa, medicamentosa o tóxica, ni se expresan como parte de otra enfermedad mental. Estos episodios, a su vez, se caracterizan principalmente por los siguientes síntomas, sin que ellos les sean exclusivos ni patognomónicos: tristeza, irritabilidad, pérdida del interés y del placer, aumento o disminución del apetito y del peso corporal, alteraciones del sueño, agitación o lentitud excesiva, fatiga o pérdida de energía, sentimientos de inutilidad o de culpa, dificultad para pensar, e ideas de muerte o de suicidio. La ansiedad es un síntoma muy frecuente en los trastornos depresivos, pero no se incluye entre los criterios diagnósticos; la ansiedad tiene su propio grupo de trastornos. Los episodios depresivos también pueden complicarse con alucinaciones, delirios y alteraciones motoras, entre otros síntomas. Los episodios depresivos mayores tienenuna duración mínima de 2 semanas, en promedio duran 6 a 13 meses en ausencia de tratamiento, y producen malestar y deterioro funcional evidentes. En la mayoría de los pacientes los episodios son recurrentes (2,3,7).

El trastorno distímico se caracteriza por síntomas depresivos leves, recurrentes, crónicos, los cuales se presentan la mayoría de los días durante al menos 2 años; consisten básicamente en los mismos síntomas del trastorno depresivo mayor, pero no se incluyen entre sus criterios las ideas de muerte ni de suicidio, la agitación ni la lentitud; se anotan, en cambio, las ideas de desesperanza.

El trastorno bipolar I se caracteriza por la presencia de episodios maníacos que alternan con episodios depresivos, aunque aproximadamente el 10% de las personas afectadas presentan exclusivamente síntomas maníacos. Los episodios maníacos se manifiestan principalmente a través de la presencia de los siguientes hallazgos clínicos: ánimo eufórico, irritabilidad, aumento de la autoestima (lo que puede llegar a expresarse a través de delirios de grandiosidad), disminución de la necesidad de dormir, locuacidad, fuga de ideas o sensación de que las ideas aumentan, tendencia a distraerse fácilmente, aumento de la actividad intencionada o agitación psicomotora, e implicación excesiva en actividades placenteras con alto potencial para producir consecuencias graves (por ejemplo, despilfarros, promiscuidad sexual, uso de alcohol u otras sustancias recreativas, etc.). Estos episodios tienen una duración de al menos una semana, y en promedio de unos tres meses en ausencia de tratamiento. Los episodios maníacos suelen acompañarse de síntomas psicóticos, como alucinaciones y delirios. En la mayoría de los casos los episodios repiten. Es el más grave de los trastornos bipolares (2,3,8,9).

El trastorno bipolar II se caracteriza por la alternancia de episodios depresivos mayores con episodios hipomaníacos. Los episodios hipomaníacos presentan los mismos síntomas que los maníacos, pero son de menor severidad, duración y repercusión sobre el funcionamiento del individuo (2,3,8,9).

El trastorno ciclotímico se caracteriza por la presentación de episodios depresivos leves que se suceden con episodios hipomaníacos y con períodos de normalidad, durante un período de al menos dos años de enfermedad. Sin embargo, los intervalos asintomáticos no deben ser superiores a dos meses (8,9).

Como se ha mencionado, algunos trastornos del ánimo pueden complicarse con síntomas psicóticos y con síntomas motores. Los síntomas psicóticos por excelencia son los delirios y las alucinaciones. Un delirio es básicamente una creencia errónea irreducible a pesar de la evidencia presentada en contra. Una alucinación es en esencia una respuesta perceptiva sin un estímulo sensorial que la desencadene. Pueden ser visuales, auditivas, olfatorias, gustativas o táctiles, entre otras. Las alucinaciones y los delirios pueden ser, según su contenido, congruentes o no congruentes con el estado de ánimo. Serán congruentes con el estado de ánimo en un paciente deprimido aquellos delirios de culpa, ruina, desesperanza y muerte, entre otros.

En un paciente maníaco, por el contrario, serán congruentes con el ánimo los delirios de grandiosidad o de poder, por ejemplo. Se aplica el mismo concepto a las alucinaciones; una voz que le diga a un deprimido que debe suicidarse guarda relación con el estado de ánimo, así como una que le diga a un maníaco que es el príncipe de Inglaterra. Los delirios y las alucinaciones no congruentes no guardan relación con el estado de ánimo, suelen ser extravagantes (poco probables de ocurrir en la vida real) y se relacionan con peor pronóstico. Los síntomas motores o catatónicos van del extremo de la inhibición al de la agitación, pasando por peculiaridades de los movimientos voluntarios (2,3,7,8).

Aunque no se han dilucidado completamente la etiología ni la fisiopatología de los trastornos del estado de ánimo, es ampliamente reconocido el papel que juega la genética y su transmisión familiar (4,13,15,16,17). En general se puede hablar de dos grandes grupos de factores involucrados. En una cara de la moneda están los factores biológicos, entre ellos los genes. En la otra se hallan los factores psicosociales, como las pérdidas afectivas y el estrés severo, por citar dos ejemplos. En el caso de los trastornos del humor, puede aceptarse que probablemente no se hereda la enfermedad como tal sino la predisposición a padecerla.

En dado caso, serían los estresores psicosociales los responsables de desencadenar el padecimiento en aquellas personas que hayan heredado dicha propensión. La vida determinará finalmente que se presente la enfermedad o no, pero se necesita una carga genética que lo permita. La presentación de la enfermedad dependerá, por tanto, de la interacción de factores intrínsecos al individuo y de lo que su existencia le depare (18,20).

Los antecedentes familiares de trastornos del estado de ánimo son más frecuentes en las personas afectadas de trastornos bipolares que en las que sufren de trastorno depresivo mayor. De igual manera, será más alta la probabilidad de que se presenten trastornos del humor en la descendencia de alguien afectado por un trastorno bipolar que en aquella del que padece un trastorno depresivo (4,10,11).

En la novela Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez, se describen de manera clara y precisa cuadros clínicos completos de diversas manifestaciones de enfermedades mentales, entre los que llaman la atención, por su frecuencia y gravedad, los trastornos del estado de ánimo, la mayoría de los cuales se encuentran en miembros de la familia Buendía, protagonistas de la obra. En ellos encontramos, a su vez, diversos tipos de alteraciones del humor, desde trastornos depresivos hasta bipolares, y de menor a mayor severidad en ambos casos. En este artículo se ilustra mediante un caso clínico la presencia de trastornos del estado de ánimo en la familia Buendía. Para este fin se ha seleccionado la biografía de uno de los personajes principales. Se trata de José Arcadio Buendía, cónyuge de Úrsula Iguarán, fundador de Macondo y generador de la estirpe que llevará su apellido hasta la destrucción del pueblo (5).

Debe aclararse que deliberadamente se omite anotar al pie o citar con el número de las páginas de referencia de Cien años de soledad. Este ensayo va dirigido de manera principal, pero no exclusiva, a quienes hayan leído la obra, pues sólo con una visión de todo el contexto puede apreciarse realmente lo sugerido por el autor de este estudio. Además, aunque parezca paradójico, tampoco sería práctico para el lector.


1 MD, Psiquiatra, Universidad de Cartagena.

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