Unidades de Cuidado Intensivo, el Test de Aldrette

La Sala de Recuperación y la UCI. Un paciente que sale de cirugía, especialmente las cirugías cerebrales o de pulmón y corazón o cirugías prolongadas, debe pasar a la Sala de Recuperación y permanecer allí hasta que se despierte y demuestre que está estabilizado.

Esta es la norma universal. Con el Test de Aldrette, que es llevado por la enfermera o el médico, puede el anestesiólogo y el cirujano llegar al convencimiento que un 10/10 lo autoriza para enviar el paciente a su pabellón o habitación con órdenes específicas.

Si el paciente no despierta en el trascurso de un tiempo prudencial en la Sala de Recuperación, se debe pedir los exámenes de control como una escanografía cerebral, exámenes de laboratorio y llegar a un diagnóstico.

Si hay necesidad de enviar de nuevo el paciente a la sala de cirugía, de aquí debiera pasar a una exploración quirúrgica. Pero qué se gana con enviar el paciente a la UCI entubado, sin haberlo recuperado totalmente? Quizá solo un ahorro del tiempo del anestesiólogo, que le pertenece en realidad al paciente.

Es sabido que un tubo dejado después del plazo prudencial es causa de infección casi seguramente. Y el médico tratante deja que su paciente vaya a ser controlado por médicos que no saben qué cirugía se hizo y qué complicaciones hubo.

El Intensivista trata síntomas y signos, pero no sabe qué técnica quirúrgica se hizo y qué posibles complicaciones inmediatas puede el paciente presentar. (Lea también: Unidades de Cuidado Intensivo ¿Ayuda, o Exceso que Castiga al Sistema de Salud?)

Muchas veces la UCI es una manera de descargar el cirujano u otros especialistas su responsabilidad en otros, mientras va a sus deberes de consultorio u otros menesteres. Sería mil veces mejor dejar despertar completamente el paciente bajo su control y el del anestesiólogo y luego irse tranquilo a la casa.

Algo similar sucede con los pacientes médicos que son enviados a la UCI para el tratamiento de una hemorragia cerebral sin explicar muchas veces al intensivista los pormenores del diagnóstico, con el cual el intensivista no está familiarizado (1,3).

La situación australiana (1). Teniendo en cuenta probablemente los conceptos anteriores, Australia ha implantado el sistema de atención de las urgencias en la cama del pabellón del paciente.

El Prof. Pinski relata que allí se ha introducido un método de atención de las emergencias que surgen en los pabellones, organizando un equipo humano entre el médico de turno y la enfermera, entrenados adecuadamente, que acude cuando hay una emergencia.

Ellos transportan el monitor y el ventilador (que los hay ahora portátiles y pequeños) y equipos de entubación para montar inmediatamente una unidad de cuidado especial en la cama del paciente. Si hay precisas indicaciones, el paciente puede ir a la UCI, si no, seguirá en su cama con la atención debida.

En esta forma, el ahorro de dinero es enorme y la atención del paciente muy bueno, porque aumenta la autoestima de quienes lo manejan en su cama al demostrar su solvencia de conocimientos. Y, nos preguntamos, qué diferencia habría, si se trata al borde de su cama? Pero tendencias similares existen en Suiza y otros países.

Un cálculo de ahorro al sistema de salud. Si seguimos los conceptos del Prof. Pinski y transpolamos sus conceptos a Colombia, podemos hacer un pequeño pero trascendente análisis.

Si nosotros iniciamos un control minucioso de los criterios para recibir un paciente en la UCI, de los cuales hay seis verdaderamente valederos (falla respiratoria aguda central o periférica, Shock de cualquier origen, cuadro de isquemia aguda cerebral, poli trauma con shock, postoperatios con signos vitales inestables y status convulsivus) y organizamos la atención del resto de pacientes fuera de la unidad, solo entrarían a la UCI 330 pacientes aproximadamente de los 1000 diariamente.

El costo no sería de 365 mil millones anualmente, sino de 120 mil millones. Tremenda diferencia que facilitaría la inversión de dinero en la prevención y curación de muchas enfermedades actualmente son precariamente consideradas.

Además, las EPS y los entes territoriales podrían pagar cumplidamente a los hospitales y médicos y hasta podrían bajarse las cuotas a los afiliados y el Estado tendría más dinero para la atención de comunidades deprivadas. Además, habría más camas libres en las UCI y más tranquilidad de EPS, hospitales, médicos y Estado.

Conclusión

Si se controlara, mediante una vigilancia muy estricto y protocolos severos el ingreso de pacientes a las unidades de cuidado intensivo, siguiendo las investigaciones del Profesor Michael Pinski de Pittsburgh, solo entrarían a este tipo de tratamiento, la tercera parte de los pacientes que actualmente se reciben, dando un ahorro al sistema de salud, con cálculo muy aproximado, de 240 mil millones de pesos. Dinero que podría utilizarse en otros campos de la salud y mejoramiento de las condiciones de los colombianos.

Se propone que para usar las unidades de Cuidado Intensivo, haya un estricto protocolo para evitar que los pacientes que no ameriten este servicio, sean tratados en los pisos, de acuerdo con el manejo que otros países hacen, especialmente Australia.

Resultados

1. Fandiño F J. Silvenius H. World wide disparities in epilepsy treatment. Epilepsia. 1995; supl.3:28-37.
2. Mayer S. Rincon F Treatment of intracerebral haemorrhage. Lancet neurol 2005; 4::662-672.
3. Pinski M. Intensive Care Unit. Conferencia en el Congreso de Medicina Crítica. Bogotá.2010.
4. Restrepo J. Hemorragia intracerebral espontánea: Aspectos útiles en la práctica diaria. En: Guía Neurológica 8. Ed. Germán Enrique Pérez. Asociación Colombiana de neurología.2007; 1989-195.

Correspondencia

Recibido para evaluación: 20 de noviembre de 2010
Aceptado para publicación: 3 de diciembre de 2010

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