Evidencia entre el Tabaquismo y el Desarrollo del Cáncer de Pulmón
Modelos animales y citopatología
Esta fue una segunda línea de experimentación clave para demarcar la evidencia entre el tabaquismo y el desarrollo del cáncer de pulmón (13). En 1900, se demostró que el “jugo de tabaco” causaba cáncer en animales de laboratorio, evento que permitió generar diversas hipótesis entre los investigadores siendo el más activo en este ámbito el intrépido Ángel H.
Roffo, director fundador del Instituto de Medicina Experimental para el Estudio y Tratamiento del Cáncer de Argentina. Quien en 1931 demostró que el humo condensado de la destilación destructiva del tabaco podía causar tumores al untar el cabello depilado en la piel de conejos (14).
Roffo en la década de 1930 y principios de la de 1940 publicó docenas de artículos (principalmente en alemán y español) que implicaban al tabaquismo en la génesis del cáncer. Lo que provocó el apoyo entusiasta del Instituto de Salud Pública de Alemania. Pero también el ridículo de la industria tabacalera.
Los fabricantes de tabaco alemanes establecieron una revista completa, Chronica Nicotiana, y una “academia” científica. La Academia Nicotiana Internationalis, para apuntalar las fortunas del tabaco, entonces bajo el asedio de los activistas (15).
En 1953, se prestó mucha atención a los estudios de Ernst Wynder, Evarts Graham y Adele Croninger:
Mostraban que se podían generar neoplasias al depositar alquitrán de humo de cigarrillo en el dorso de ratones (Figura 4) (16). La revista Life dedicó varias páginas a la historia, y citó la conclusión de Graham de que el caso contra el tabaco ahora se había probado “más allá de toda duda” (17).
La confianza pública en el tabaco se vio sacudida y los precios de las acciones de los fabricantes de cigarrillos estadounidenses se desplomaron. Los fabricantes de tabaco vieron este nuevo problema sanitario como una amenaza para su sustento y decidieron organizar una respuesta.
El 14 de diciembre de 1953, en el Plaza Hotel de Manhattan, los directores ejecutivos de los seis mayores fabricantes de tabaco de EE. UU. (Todos menos Liggett) se reunieron para planificar una respuesta.
El resultado fue un plan de gran alcance para refutar la evidencia acumulada, utilizando anuncios y libros blancos, comunicados de prensa y charlas corporativas con escritores de divulgación científica y periodistas.
El apoyo a la ciencia (favorable a la industria) fue una parte vital de esta empresa: los fabricantes de cigarrillos pidieron más investigación para resolver una supuesta controversia y se propusieron tranquilizar al público.
Esa campaña fue en general un éxito, a juzgar por el hecho de que el consumo per cápita se recuperó de su caída en 1953. De hecho, el consumo de cigarrillos en los Estados Unidos continuaría creciendo durante las décadas de 1960 y 1970. Alcanzando un máximo de aproximadamente 630 mil millones de cigarrillos en 1982.
Una tercera línea de evidencia de la relación entre el cáncer y el cigarrillo provino de la patología celular.
En la década de 1930, los patólogos habían comenzado a notar la capacidad del humo del cigarrillo para causar ciliastasis. El amortiguamiento de las estructuras diminutas en forma de látigo o pelos que recubren las vías respiratorias superiores. Estructuras que se sabe son responsables de expulsar contaminantes particulados de los pulmones (18).
Al parecer, la ciliasis podría hacer que el humo del cigarrillo quedara atrapado en los pulmones, provocando cáncer.
Los patólogos también comenzaron a explorar si el daño del tabaquismo se podía discernir a nivel de la célula. Anderson C. Hilding confirmó en 1956 que los fumadores estaban experimentando ciliastasis pulmonar. Pero también que los cilios estaban siendo dañados precisamente en aquellas partes del pulmón donde era más probable que se desarrollaran neoplasias (19).
En paralelo, Oscar Auerbach mostró (a partir de estudios de autopsias) que en las células preneoplásicas se podían detectar arquitecturales y nucleares. Incluso en los que habían muerto por otras causas (Figura 5) (20).
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La siguiente línea de evidencia para amplificar la naciente investigación relacionada con el cáncer de pulmón surgió del descubrimiento de sustancias químicas cancerígenas en el humo del cigarrillo.
Los hidrocarburos aromáticos policíclicos se habían identificado como componentes cancerígenos del alquitrán de hulla en la década de 1930, y entonces surgió la pregunta: ¿podría haber compuestos similares en el humo del cigarrillo? Angel Roffo en Argentina fue el primero en identificar los hidrocarburos aromáticos policíclicos en el humo de los cigarrillos a partir de sus firmas espectrográficas distintivas, y durante un tiempo al menos su voz fue la más autorizada en este ámbito (21).
En 1947, en un informe interno a la compañía Lorillard, los fabricantes de cigarrillos Old Gold. John B Fishel de la Universidad Estatal de Ohio reconoció la presencia de benzopireno cancerígeno en los alquitranes de tabaco. Citando a Roffo como autoridad (22).
Los laboratorios de la industria tabacalera llevaron a cabo sus propias investigaciones, Brown y Williamson identificaron el benzopireno en el humo del cigarrillo en 1952, y al final de la década los fabricantes de cigarrillos habían caracterizado varias docenas de carcinógenos en el humo del mismo. Incluidos el arsénico, el cromo, el níquel y un verdadero zoológico de hidrocarburos aromáticos policíclicos (criseno, metilcolantreno, dibenzantraceno, dibenzacrideno, etc.).
Como dijo el director de investigación de Philip Morris, Helmut Wakeham, en 1961. Se encontraron carcinógenos en “prácticamente todas las clases de compuestos del humo de los cigarrillos”.
La confluencia de estas diversas formas de evidencia, desde las epidemiológicas, hasta los experimentos con animales, observación clínica y análisis químico, combinadas con la evidencia cada vez menor de explicaciones alternativas. Llevó a las autoridades médicas y de salud de todo el mundo a reconocer públicamente un vínculo entre el consumo de tabaco y la creciente ola de cáncer de pulmón.
La Junta Directiva Nacional de la American Cancer Society anunció en 1954, sin disentimiento, que “la evidencia actualmente disponible indica una asociación entre el tabaquismo. E año, la Public Health Cancer Association recomendó dejar de fumar como una forma de prevenir el cáncer, y las autoridades contra el cáncer en Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca y los Países Bajos llegaron a conclusiones similares.
Las autoridades del Reino Unido se sumaron, al igual que la Sociedad Conjunta de Tuberculosis de Gran Bretaña y el Departamento Nacional de Salud y Bienestar de Canadá.
Los escépticos se convirtieron y la atención médica global inició el arduo cuestionamiento para los siguientes 50 años, ¿qué haremos entonces al respecto?
El cigarrillo es el artefacto más mortífero en la historia de la civilización humana (23).
Las tasas de consumo están cayendo en la mayoría de los países más avanzados económicamente. Pero siguen siendo altas o incluso están aumentando en muchas partes del mundo.
En China, el consumo de cigarrillos ha aumentado de 500.000 millones en 1980 en más de cuatro veces en 2010, y aún no está claro si el consumo ha alcanzado su punto máximo.
China fabrica ahora alrededor de 2.4 billones de cigarrillos/año, cerca del 40% del total mundial. El consumo se ha visto facilitado por la introducción de máquinas de de cigarrillos de ultra alta velocidad.
La fábrica de cigarrillos Yuxi de Hongta, por ejemplo, produce más de 90 mil millones de cigarrillos al año, utilizando 52 máquinas de fabricación de cigarrillos Molins de alta velocidad. Las modernas máquinas para fabricar cigarrillos producen tasas de hasta 20.000 unidades por minuto, lo que ayuda a explicar la dramática caída de los costos de fabricación durante el último siglo.
Las fábricas de cigarrillos hoy producen muertes a un ritmo más rápido y más económico que cualquier forma anterior de fabricación industrial. Si los cigarrillos causan 1 cáncer de pulmón por cada 3 o 4 millones consumidos (24). Esto significa que fábricas como estas, son responsables de generar 25.000 a 30.000 muertes/ año por cáncer de pulmón.
Y aproximadamente el doble de esa cantidad por otras enfermedades (25). La Figura 6 resume los principales cambios directos y paralelos relacionados con la inflamación crónica generada por tabaco a nivel pulmonar.
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