Historia de los Castrati

Los Castrati

En Europa occidental, hubo presencia de eunucos en diferentes épocas y regiones. Fabricio de Aquapendente menciona a un cirujano que practicaba unas 200 castraciones anuales como parte de la cirugía para hernias. Otros, hacían la castración para curar la lepra, algo que obviamente no funcionaba. Ambrosio Pare, padre de la cirugía, ponía la voz en el cielo contra esta técnica que “acababa con la paz de los hogares”. Pablo de Egina también la criticaba, aunque ante la presión de hombres poderosos, igualmente la realizó (4).

La castración en niños por motivos musicales y religiosos para preservar una bella voz de soprano, empezó a realizarse en Huesca, España (siglo XII). Se ha culpado a personas de la Iglesia sobre esta práctica prohibida y considerada pecaminosa, acusándolos de hacerse los de “la vista gorda”, al contratar a los ya castrados para preservar la inversión económica en la educación musical de estos prepúberes.

Ante un mal ya hecho, el uso de su voz en los coros de la Capilla Sixtina y también en teatros de ópera, constituía una reparación del pecado por la alegría y bienestar generados a quienes los oían. Alguna encumbrada dama confesó una sensación orgásmica al oír un prolongado do de pecho de Farinelli, que podía mantenerlo por un minuto. Voces hasta de cuatro octavos se lograron, debido a que las cuerdas vocales no sufrían cambios, como en el sexo femenino, pero la capacidad pulmonar sí aumentaba notoriamente.

En el siglo XV aparece una nueva moda, la de los coros polifónicos que necesitan una combinación de voces femeninas y masculinas.

Las mujeres, sin embargo, no podían cantar en coros eclesiásticos y en su defecto, se incluían castrados y expertos en el ‘falsetto’. Hubo una serie de famosos cantantes “Los castrati,” como Senesino (utilizado por Haendel en 17 óperas suyas), Farnacias y Farinelli (recordado en una película), que entre otras cosas pasó una década en la corte de Felipe V de España porque su voz lo aliviaba de su depresión (Figura 2).

Ciertos sitios practicaban la castración (no emasculación) y llegó a practicarse la operación ilegalmente 4.000 veces al año, aunque la mayoría de estos orquidectomizados no lograban sobresalir en la música. También hubo en hospitales, “maestros de castrados” con salarios documentados, como el de Santa María Nueva.

Melinkow afirma que los castrati

Melinkow (21) afirma que “los castrati eran usualmente de alta estatura, con un tórax desproporcionadamente grande, laringe infantil, piernas largas y delgadas, y pies planos. La mayoría eran buenos mozos, con características faciales afeminadas. No tenían barba, pero sí cabello en abundancia. Su ginecomastia era a veces prominente; de caderas anchas, algo obesos, algunos tenían esteatopigia”.

Este mismo autor narra la historia amorosa heterosexual de algunos de ellos, que incluso lograron casarse, aunque el matrimonio les estaba prohibido. Tenducci, amigo del coqueto Casanova, le presentó a dos hijos que había tenido con la esposa. Al preguntarle cómo lo había logrado, el castrati  le dijo que disponía de un “tercer testículo”. Esta malformación denominada “triorquidia”, aunque existe, es sumamente rara, por lo que la veracidad de la afirmación queda en duda (20, 21).

África

Hemos mencionado la castración en esclavos subsaharianos que lograban sobrevivir durante su largo viaje para ser trasladados a países islámicos. Caso aparte es el de Yuti, en el cuerno del continente negro, pueblo en el que un joven que deseaba casarse, tenía que otorgarle a la novia los órganos genitales de algún extranjero, enemigo, o quien se dejara, como prueba de su capacidad de lucha y valentía.

La escogida conservaba ese recuerdo toda la vida. Esta extraña e inhumana práctica nos recuerda la de los sicarios colombianos que –para graduarse en la escuela de sicarios deben matar a alguien desconocido en la calle, y así poder demostrar su falta de miedo o de repugnancia para hacerlo en otros, ya que generalmente esto ocurre ante todo la primera vez (13). En una guerra entre italianos y etíopes en el siglo XIX, guerra que perdieron los primeros, miles de estos soldados europeos fueron castrados.

La secta religiosa de los Skoptsy (“castrados”)

En el siglo XVIII existió esta secta herética derivada de los Khlysty, escindidos de la religión ortodoxa rusa. Creían que Jesús había reencarnado por segunda vez en la Tierra, en la persona de un tal Selivanov, a quien consideraban el Cristo.

Para escapar de la sexualidad y conservar el celibato tanto de hombres como de mujeres, se procedía a quemar los testículos con un hierro candente (“bautismo de fuego”), mientras que a las mujeres se les mastectomizaba. Esto lo consideraban un sacramento. En su mejor época, llegaron a ser unos cien mil individuos. Aunque perseguidos y diezmados por los soviéticos, en el siglo XX persistían algunos del grupo, cuyas costumbres fueron descritas por Trotsky en uno de sus viajes a Rumania.

Este político menchevique tenía fama de ponerse siempre del lado de los perdedores, y terminó sus años asesinado en México por sus enemigos bolcheviques, con la ayuda del pintor Diego Rivera quien estaba furioso por la relación que tuvo el ruso con su mujer, la pintora Frida Kahlo, a quien se le asignan actividades bisexuales (4).

Trotsky se interesó por estos escopticos:

Que eran exiliados rusos durante la Guerra contra “el turco”. A estos últimos, el inglés Lawrence los sacaría de Arabia durante la Primera Guerra. Regresando a Trotsky, observó que la región que habitaban dichos castrados, ellos y los de su área de influencia, presentaban un aspecto triste, rutinario y francamente aburrido. Encontró el eslavo que el altruismo, el amor, los hechos interesantes y agradables de la vida, los generaba la actividad sexual. Sin libido, sin atracción entre los sexos, todo se tornaba gris.

Las castraciones entre los Skopsy eran verdaderas emasculaciones (llamadas “Gran Sello”, cuando se cortaban tanto los testículos como el pene) pero en otros casos se retiraban sólo las gónadas (o “Pequeño Sello”), lo que a veces permitiría una actividad sexual limitada. De hecho, después de varias décadas de existencia, a los miembros de esta secta se les permitía primero tener uno o dos hijos para luego ser castrados.

Wilson (12) menciona tres grupos de investigadores que practicaron en Rumania estudios en la secta Skopsy. Pittard hizo medidas antropométricas en 30 de ellos, notando que eran más altos que el común de la gente. Otros (Tandler, Grosz, Koch) hicieron estudios similares, realizando en algunos eunucos estudios radiológicos de cráneo.

Eunucos en la India

En la India existe un tercer sexo oficial, que figura incluso en sus pasaportes. Son los denominados “Jihras“, que en realidad son una heterogénea mezcla de individuos que constituyen una cierta casta y son utilizados en algunos ritos religiosos (4). Las características, desde el punto de vista endocrino, son descritas por Kaira (14). Dominque Lapierre da pinceladas de algunos de estos personajes que habitaban en un barrio miserable de Calcuta, donde un sacerdote católico presta sus servicios.

La novela (y la correspondiente película) se titulan “La ciudad de la alegría”. Estos personajes de apariencia trasvestista son estigmatizados, socialmente marginalizados, empobrecidos y humillados en forma permanente. Reaccionan de manera violenta ante personal e instalaciones de salud, ya que con frecuencia los discriminan o los tratan despectivamente. Con frecuencia, son vigilados por la policía y los vecinos, de modo que no tienen conciencia de sus derechos. No interactúan con otros grupos, sino solo entre ellos.

Tienen entonces un parecido con los “sin casa” (homeless) y desechables encontrados en el continente Americano (4). Los Jihras, emasculados en la niñez, no son atraídos sexualmente hacia ningún sexo, pero a menudo son utilizados en prostitución homosexual pasiva. La incidencia de seropositividad para VIH es mayor en este grupo (29).

Eunucos en Corea

Durante el reinado de la dinastía Chosun en Corea (1392- 1910), hubo jóvenes que se castraron para tener acceso a una vida privilegiada en el palacio y estar al servicio de mujeres bellas, sin riesgo alguno (querían poder, ¿para no poder?). Estos empleados eunucos podían casarse, formar hogar y adoptar hijos, autorización que no tenían los eunucos chinos. De los eunucos de Corea se ha mencionado que son longevos (30), aunque esto se ha cuestionado (31).

En el primer estudio, Min, Lee y Park encontraron que los eunucos históricos de esta zona vivían de 14 a 19 años más que los varones intactos de clase social similar (30). Hamilton y Mestler estudiaron los efectos de la orquidectomía en la expectativa de vida de retardados mentales y encontraron que éstos vivían 13 años más, si la operación se realizaba en edad prepuberal, algo menos en los castrados posteriormente (32). Otra revisión (33) coincide en este punto.

En algunas especies de animales se ha demostrado que la castración prolonga su vida, pero estos resultados no se pueden extrapolar a los humanos. La testosterona se ha visto involucrada en la enfermedad coronaria y se dice que los calvos (en relación con su testosterona) tienen mayor tendencia a desarrollar hiperlipidemias. Siempre ha surgido la pregunta de por qué (como grupo) las mujeres viven más que los hombres.

Los castrati italianos

Aunque los castrati italianos vivieron igual que sus congéneres comunes (20,21), Gem afirma que la ausencia de testosterona protege al mejorar el sistema inmune, ya que los eunucos morían mucho menos de infecciones como la tuberculosis (33). Ha habido complicaciones cardiovasculares en pacientes con cáncer de próstata con medicamentos que bloquean la producción de andrógenos, pero estos tratamientos se hacen en pacientes de mayor edad.

Los eunucos de la actualidad

Además de los Jihras, actualmente existen eunucos en África y en Pakistán, pero no forman un grupo importante. El término actual “eunuco” o “eunucoide” se aplica a pacientes con hipogonadismo primario o secundario, como los que tienen los síndromes de Klinefelter, Pascualini, Kallmann, Noonan. El vocablo también se aplica a los que genéticamente presentan una deficiencia de 5alfareductasa, una enzima que transforma intraprostáticamente a la testosterona en la más potente dihidrotestosterona, esto es, la hormona tisular que juega un papel importante en el cáncer de próstata, no propiamente la testosterona circulante (34). Existen además los transgeneristas, que se someten a cirugías de cambio de sexo y los que se automutilan. Sobre estos grupos se está obteniendo bastante información, aunque este tema no se tratara en el presente artículo (35-44).

Referencias

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Recibido: 25 de abril de 2019
Aceptado: 29 de mayo de 2019
Correspondencia:
Alfredo Jácome Roca
ajacomeroca@gmail.com

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