Sordera Tragedia y Muerte de Ludwingvan, Causa de la enfermedad

El cabello de Beethoven se comparó con los de otras personas para establecer una correlación científica. Estos contenían concentraciones normales de plomo, y por el contrario, en el de Beethoven las concentraciones de plomo fueron excesivas.

Fue un descubrimiento sensacional que significaba que el cabello de Beethoven contenía una cantidad media de plomo 42 veces superior a la media de las muestras de control. Según Walsh, todo hacía pensar que Ludwig van Beethoven había muerto envenenado con una cantidad masiva de plomo, una intoxicación que probablemente se había iniciado muchos años atrás (1).

También se encontraron concentraciones excesivas en un hueso del cráneo, todo lo cual comprobó que el gran músico padeció una intoxicación plúmbica crónica muy severa (18). (Lea también: Sordera Tragedia y Muerte de Ludwingvan, Especulaciones etiológicas)

La comprobación de la intoxicación con plomo de Beethoven dejó sin fundamento todas las especulaciones sobre las diferentes enfermedades que distintos biógrafos le atribuyeron al organismo del compositor.

A manera de digresión, en la era moderna ya no es frecuente el envenenamiento por plomo como en la época de la vida del compositor.

Podría considerarse que la intoxicación era endémica en aquellos tiempos y la razón para afirmarlo es que los utensilios de cocina, las vajillas, las cañerías y muchas otras cosas contenían plomo. Inclusive al vino se le agregaba plomo para suavizar su sabor amargo, costumbre a la cual mucha gente se oponía debido a que se sabía que el consumo de vino con plomo provocaba ”cólicos”.

Los síntomas más comunes de la enfermedad, llamada “saturnismo”, corresponden a una sombría lista de los padecimientos que sufrió Beethoven durante todo su vida.

El contacto continuado con el plomo ocasiona problemas gastrointestinales intermitentes pero crónicos, que incluyen fuertes calambres abdominales, vómitos, estreñimiento o diarrea. Son comunes los ataques de gota, así como diferentes tipos de reumatismo, palidez, ictericia. También aparece la migraña, pérdida del apetito, irritabilidad, mala memoria y comportamiento imprevisible.

En la mayor parte de la bibliografía médica se mencionan otros síntomas que, por supuesto, no se dan en todos los casos, como las deficiencias visuales y una progresiva pérdida del oído originada por un daño permanente de los nervios ópticos y auditivos (1).

Con los hallazgos patológicos y químicos varias hipótesis adquieren validez. Fue evidente que el compositor, debido a la alta ingestión de vino combinado con plomo, sufrió una intoxicación con plomo y de allí los síntomas propios de esa intoxicación.

De acuerdo con los informes de la autopsia y los datos de los médicos que lo atendieron en vida, padeció una cirrosis; la misma pudo tener un origen alcohólico que le causó insuficiencia hepática, “coma hepático” y una pancreatitis que le causaron la muerte.

En los últimos días padeció de neumonía e insuficiencia cardiaca. En la autopsia se describen várices y un bazo aumentado de tamaño por hipertensión portal. Las varices al parecer no sangraron. La sordera fue producto de la intoxicación por plomo, la cual produjo una neuropatía del nervio auditivo. Sin embargo, aún se sigue discutiendo esta afirmación (1, 20,21).

Finalmente, con el estudio del ADN de los folículos se comprobó que los cabellos pertenecieron a Beethoven. Por fin, después de ciento setenta años varios actores históricos alcanzaron el sosiego ante el triunfo de la persistencia apoyados en la lealtad, el idealismo y la medicina moderna.

El espíritu de Ferdinand Hiller descansó tranquilo, ya que disipó las dudas de sus compañeros de París que no le concedían el crédito de ser poseedor de los cabellos del maestro. También su heredero Paúl Hiller, quien entregó el guardapelo al fabricante de marcos con la esperanza de que pudiera arreglarlo.

Así mismo, la procelosa aventura de los descendientes de Hiller en medio de la guerra y la persecución hitleriana desde Alemania a Dinamarca. Michelle Larsen descendiente de los Fremming vendió el 19 de abril de 1994 el guardapelo a la sucursal de Sotheby´s en Copenhague.

Michelle brevemente explicó que un refugiado judío que huía de los nazis le había dado a su padre, el médico Kay Alexander Fremming, en 1943 el guardapelo que contenía los cabellos de Beethoven” (1).

Ahora se tenía la absoluta certeza de que el preciado mechón de cabello que había efectuado aquel viaje inverosímil, transformando tantas vidas a su paso, para asombro y satisfacción de todos, sí era el cabello de Ludwig van Beethoven.

Podría decirse que el guardapelo con los cabellos de Beethoven quedaron indisolublemente unidos a los Hiller desde el momento que el joven Ferdinad cortó el mechón al cadáver del maestro. El guardapelo vivió una verdadera odisea atada al diáspora judía en razón a la situación de Alemania hitleriana que obligó a ese viaje inverosímil envuelto en el misterio.

A manera de addenda, otro melómano Paul Kaufman, un hombre de negocios californiano, heredó fragmentos del hueso parietal de Beethoven de un pariente y médico austriaco (18). Para estar seguro de que el fragmento realmente era del compositor, Kaufman lo envió a la Universidad de Münster en Alemania.

Allí lo estudiaron mediante la comparación del ADN mitocondrial con muestras del cabello de Beethoven, en poder de la Beethoven Society y también analizados por William Walsh y sus colegas con la Fuente Avanzada de Fotones.

Los fragmentos de hueso de Beethoven también se examinaron con los rayos X de la Fuente Avanzada de Fotones del Laboratorio Nacional de Argonne. También fue examinada una muestra de control de un fragmento de hueso del mismo período histórico.

“La investigación dio por resultado que había grandes cantidades de plomo en el hueso parietal de Beethoven, comparado con el de control”. Resumen de William Walsh, científico principal del Centro de Tratamiento Pfeiffer en Warrenville, Illinois, y director del Proyecto de Investigación sobre Beethoven” (18).

Homenaje póstumo

El 29 de marzo se celebraron los funerales que, a diferencia de los de Mozart que fueron sencillos y casi anónimos, los de Ludwig van Beethoven representaron un acontecimiento indescriptible en la ciudad de Viena.

Asistieron más de veinte mil personas queinvadieron la calle Schwarzspanier; el cortejo fúnebre duró 90 minutos en recorrer cuatro manzanas hasta la iglesia de la Trinidad de los Minoritas. Llevaron el féretro ocho maestros de capilla, entre ellos Johann Hummel, muchos músicos importantes y un coro de la Real Opera de la Corte que cantó el Miserere del compositor.

Detrás del féretro iban Gerhard von Breuning y su padre, Stephan, Johann Beethoven, Johanna van Beethoven (1,20). Tras la misa de réquiem que se celebró en la iglesia, se puso el ataúd en una carroza fúnebre tirada por cuatro caballos negros, seguida de doscientos coches de caballos que se dirigieron al cementerio parroquial en el barrio de Wahring.

Alli el actor Heinrich Anschuûtz pronunció la siguiente oración: “Los que nos hemos reunido aquí, junto a la tumba del difunto, representamos en cierto sentido a toda una nación que ha venido a llorar la muerte de una persona célebre que fue la mitad de lo que nos quedaba del esplendor artístico de nuestra patria.

El héroe de la poesía en lengua alemana (Goethe) sigue vivo y ojalá él disfrute de larga vida. Pero el último maestro de voz resonante, la graciosa boca por la que la música hablaba ha dejado de existir; y nos hallamos aquí, llorando por las cuerdas rotas de un instrumento que ha quedado en silencio” (1,3,7,12,13).

El poeta e historiador Johann Sporschild escribió en un periódico una nota en la cual describía al músico y entre otras cosas decía: “los ciudadanos de la acogedora ciudad de Viena ya no podrán ver nunca más a Beethoven caminando a toda prisa por la calle con sus pasos firmes, que parecían no tocar el suelo, antes de desaparecer tras una esquina con la velocidad de un relámpago. Tampoco podrán ya susurrarse unos a otros, henchidos de un orgullo benévolo e indulgente: ¡has visto era Beethoven! (1,2,13,17).

Bibliografía

1. Martin R. El Cabello de Beethoven.Ediciones B,S.A.,2000 Bailen, 84-08009 Barcelona.
2. Pérez Arteaga J.L. Los Grandes Compositores. Enciclopedia Salvat. Salvat Ediciones. Arrieta 25,31000. Pamplona (Pág 2-92).
3. Rodríguez M.Berta. Beethoven. Edimat Libros, S.A. 28500. Arganda del Rey, Madrid. España.
4. Scout Marion M.Beethoven. Salvat Editores, S.A, Mallorca 41-49. Barcelona. 1985.
5. Ludwig E. Beethoven (Vida de un Conquistador).Editorial Losada S. A, Buenos Aires, 1952.
6. Berlioz H. Beethoven. Espasa Calpe, S.A., Madrid, 1950.
7. Basile M. Beethoven. (Protagonistas de la Civilización) Circulo de Lectores, S.A. Valencia 344, Barcelona.1980.
8. Brown P. Ludwig van Beethoven. Editora Cinco S. A. Bogotá, 1993.
9. Carrasca A. Beethoven. Alianza Editorial SA. Madrid, 1995.
10. Hamburger M. Beethoven. Letters, Journals and Conversations. Jonathan Cape. London, 1951.
11. Forbes E (editor). Thayer´s Life of Beethoven. Princeton University Press. Princeton, 1970.
12. Penella M. Beethoven. Grandes Protagonistas de la Humanidad. Editora Cinco SA. Bogotá, 1985.
13. Rolland R. Vida de Beethoven. Editorial Losada SA. Buenos Aires, 1967.
14. Steinitzer M. Semblanza de Beethoven.Fondo de Cultura Económica. México D.F, 1997.
15. Tyson A. Seleced Letters of Beethoven. Macmillan. New York, 1967.
16. Solomon M. Beethoven. Javier Vergara Editor SA. Buenos Aires,1983.
17. Tovey DF. Beethoven. Oxford University Press. Oxford, 1965.
18. Kaufman P. www.soloCiencia.com. 2007.
19. García G.J. La sordera de Beethoven. Medicina (Bogotá) 2002 (Agosto) Vol. 24. No2 (59):32-35.
20. Palmer D. Beethoven. Música Maestro. (Video) 1991.
21. Mai FMM.Beethoven’s terminal illness and death. J R Coll Phys. Edinburgh 2006; 36:258-63.
22. Schweisheimer W. Beethoven’s physicians. The Musical Quartely 1945; XXXI: 289-98.

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