Ciencia Ilustrada vs “Ciencia Irracional”

Intentemos mostrar ahora, cómo se construye una ciencia ilustrada “racional” por medio de la apropiación de los saberes locales considerados como “irracionales”.

Los criollos ilustrados tenían como propósito central establecer fronteras entre los saberes de los racionales y los irracionales, por medio de la utilización de un lenguaje universal europeo –marco de referencia Linneo, Buffón, no propio- que les permitía realizar traducciones, nombrar en otros códigos lo que la población local había hecho en términos que le eran cotidianos, familiares a su mundo.

El uso de un marco de referencia universal acentuaría aún más la división entre las razas, ya que por lo general las autoridades citadas acuden a jerarquías como centro/periferia o civilizado/bárbaro, para estudiar las sociedades, dando lugar a la imposición de ideas preconcebidas, sin tener en cuenta los detalles, las prácticas sociales de sujetos distintos a los de su raza-europea blanca, civilizada-. (Lea también: El criollo ilustrado y la ciencia moderna, Consideraciones finales)

El botánico español José Celestino Mutis en la presentación de su antídoto contra la disentería lo expresó de esta manera:

“Sin embargo de no ser este descubrimiento de la clase de aquellos que exalta la charlatanería y protege la preocupación del vulgo, antes bien al contrario, deducido de éstas meditaciones de un profesor envejecido en el ejercicio-práctico jamás interrumpido de 55 años”8.

El descubrimiento de un remedio y método curativo de la disentería es una facultad solo de personas doctas, instruidas, con capacidad para pensar, deducidas a partir de la práctica, la experimentación y observación continua. Veamos qué contiene el específico para las disenterías descubierto por Mutis y cuál es la dosificación:

“Cusparia: dos onzas
Ypecacuhana: una dragma
Opio-crudo: media dragma

Desde tres hasta ocho granos según la edad del paciente, tomándola cada dos horas en las primeras 24, desatando los polvos en algunas cucharadas de un ligero caldo de pollo, o de agua de arroz”9.

Las plantas que hacen parte de la composición del especifico contra la disentería son conocidas por el común de la población, pero no así el proceso de traducción que han sufrido, el lenguaje en que se da a conocer y la dosifi cación recomendada hace alusión a otra realidad.

El uso de pesas y medidas, el manejo del tiempo, hacen referencia a otro tipo de racionalidad que ha procesado de manera diferente una realidad que no es extraña a la población local, que cotidianamente acude a la vegetación para curar sus males.

En este sentido, los llamados saberes alternos tradicionales o populares poseen su propia lógica para construir conocimiento, tienen su propia racionalidad que no es admitida por quienes pretenden establecer un control sobre sus cuerpos y saberes, empleando un lenguaje distinto que sirve como medio de división entre los criollos y el resto de la población. Sobre el uso de las plantas para combatir ciertas enfermedades, el ilustrado Diego Martín Tanco dice:

“Solamente los empíricos y médicos rutinarios ignoran que el exacto conocimiento de las causas y naturaleza de cualquier enfermedad, indica los medicamentos con que se ha de combatir…los antiguos arrastrados por la manía de purgar llevaron el delirio hasta el extremo de imaginarse específicos con que pretendían atraer y precipitar de los intestinos este o aquel humor superabundante.

Por fortuna algunos modernos ilustrados por la experiencia y el estudio de la psicología, han explicado la acción de los purgantes de un modo satisfactorio. El médico instruido usará según estos lo exijan del Ruibarbo, Maná, Sen, Jalapa, Mechoacán, Gasia, Tamarindo, Crémor-tártaro, Sal vegetal y de la Magnesia”10.

La apropiación de los conocimientos locales en materia de plantas medicinales se materializó en el lento proceso de traducción en otro lenguaje, de renombrar lo nombrado, práctica científica que resultó útil para los ilustrados en su propósito de toma de poder, que se manifiesta en la diferenciación, exclusión y expropiación del otro y sus conocimientos -diferentes razas indio negro- y la construcción de un nuevo sujeto portador de conocimientos legítimo, “el criollo”*.

Durante el proceso de traducción no podían perderse de vista las referencias a autoridades europeas, pues ellas aportaban las bases sólidas para construir una ciencia universal. Diego Martín Tanco, uno de los criollos lo manifestó a través del Semanario en estas palabras:

“Los que no saben más lengua que la nativa son los que han enseñado los pocos remedios que tenemos. Un infeliz indio de Loxa enseño a los Doctores y a toda Europa que la corteza de su Quinquina curaba las calenturas intermitentes: después se le pusieron nombres sabios, tomados de la lengua que habló Platón, Dioscórides, o Plinio: se hicieron muchos volúmenes y hoy hacemos lo que hizo el indio de Loxa, ponérmele a este remedio un poco de frase científica, y preséntela al público con toda la máscara pomposa de términos que no podemos enunciar”11.

Los criollos debían emplear un lenguaje y método universal para presentar sus descubrimientos, que los diferenciara del utilizado por la población “lega”. Por lo que hicieron uso del método científico del momento cuya base era observar, clasificar, experimentar y describir como la única posibilidad para acceder a un conocimiento verdadero.

La aplicación de este método por parte de los criollos, los conduciría a ver en los otros sujetos- indios y negros que ejercían el oficio de yerbatero, curandero, comadrona etc.- y sus formas para acceder al conocimiento, un saber no experto, irracional e ignorante.

En esta dirección el historiador Santiago Castro12 anota cómo la elite neogranadina construía una representación en la que todo el conocimiento proveniente de Europa era visto como esencialmente superior al conocimiento producido y transmitido empíricamente por los nativos de América y África.

Al no estar provistos de un lenguaje capaz de comunicar ideas abstractas y universales, el conocimiento indígena carecía de toda validez epistemológica. Proceso que es evidente en la manera de representar la medicina tradicional indígena, específicamente sus conocimientos en materia de plantas medicinales.

En efecto, el conocimiento indígena es visto como mecánico, y reclama la figura de un experto para ser interpretado de otra forma y de esa manera constituirse en universal y útil a la sociedad. Por ello no es de extrañarnos los intentos de los criollos ilustrados de aplicar el método científico dominante en el momento a los diferentes tipos de saberes.

Dentro de los intereses de los criollos estaba traducir los saberes locales en materia de conocimientos sobre serpientes por medio de la clasificación -nombrar científicamente estos animales-. El proceso de traducción y apropiación según Callon, sociólogo de la ciencia, debe ser entendido en términos de “traducir es desplazar, es expresar en un lenguaje propio lo que otros dicen o hacen, es hacer de uno mismo el portavoz”13.La aplicación del método se inicia con la traducción y apropiación de los conocimientos del “otro”, incluyendo en primer lugar las entrevistas de los criollos a la población local en materia de serpientes:

“He tenido particular cuidado de preguntar, tanto a los que han sido picados de culebras y tuvieron la fortuna de escapar, como a los que asistieron y cuidaron a aquellos que fueron víctimas de tan desgraciado accidente”14.

Después de las averiguaciones Jorge Tadeo Lozano dice:

“Tales son los pocos hechos que he podido averiguar con certeza, entresacándolos de mil fábulas, patrañas y preocupaciones que los disfrazaban en las relaciones de todos aquellos que he examinado sobre la materia; pero a pesar de su corto número pueden deducirse de ellos algunas consecuencias muy importantes, tanto para descubrir la naturaleza de los venenos de cada especie de serpientes, como para discernir los remedios más adecuados para curar sus efectos”15.

Para Tadeo el conocimiento racional no era posible dentro de la población india o negra de la Nueva Granada, pues por lo general nadie procura ponerse en estado de hacer tal discernimiento en lo que respecta a los conocimientos sobre la llamada culebra:

“Culebra nombre que en estas provincia se da a todo género de serpientes, sin más examen la condenan a muerte y acaso se privan de mil ventajas que pudieran sacar de aquel reptil”16.

“Los campesinos zafios que ignoran el modo de explicarse y carecen de criterio para despreciar patrañas y preocupaciones en que quedan como anegadas sus noticias, saben más y tienen más experiencia en esta materia que los hombres instruidos que pudieran hablar con facilidad y discernimiento”17.

El conocimiento que poseen las razas inferiores es irracional y mecánico, así lo ratifica Jorge Tadeo: “De los charlatanes curanderos que se gobiernan por una simple rutina, y que en cualquier caso echan mano de un ejército de remedios que aplican en poción, o en apósito o de entrambos modos.

De la primera clase son el aceite, el aguardiente de caña con pólvora, la polygala senega, que vulgarmente se llama ruchica, y es bastante eficaz contra el veneno de la cascabel, la fruta del burro (especie de ubaria), muchas aristoloquias, algunas solaneas, entre las cuales es muy celebrado el tabaco (nicotina), que se aplica sobre la herida, y otras varias plantas que tienen crédito distinto en cada provincia”18.

Jorge Tadeo concluye al respecto:”Todos los remedios hasta aquí indicados son puramente mecánicos, como que solo se dirigen a impedir el curso de la sangre envenenada, o a evitar que el veneno se introduzca en el cuerpo”.

Según los criollos los conocimientos sobre el uso de plantas en algunas enfermedades y los conocimientos de serpientes, sus venenos y contravenenos reposan en manos de personas no expertas limitadas para clasificar las serpientes y deducir adecuadamente los remedios específicos para cada veneno de serpiente. En esta medida, los remedios populares utilizados son ineficaces, pues se desconoce la serpiente y su clasificación universal, al igual que su veneno:

“De la falta de este discernimiento, y de la casi total ignorancia de los efectos que causa el veneno de cada especie de culebras, resulta la multitud de antídotos con frecuencia impotentes, y sin embargo tan celebrados en diversas poblaciones; y también se deduce la necesidad que hay de que muchas personas inteligentes tomen a su cargo esta materia, la examinen con su escrupulosa imparcialidad, y fijen la opinión pública sobre el modo de ocurrir a los accidentes que ocasionan estos venenos para que así disminuya el número de víctimas que perecen por la falta de verdadero auxilio”19.

“Una negra que fue picada por una taya en la hacienda de Bajamón se le aplicó el Guaco por dentro y por fuera en porciones muy considerables y que, a pesar de las decantadas virtudes de este específico murió miserablemente a las treinta horas de haberle sucedido aquella desgracia”20.

El uso de autoridades, lenguaje y métodos universales hacen de los criollos personas expertas, dotadas de autoridad científica para opinar sobre cualquier tema, en especial sobre el uso de plantas medicinales, conocimiento que manejan los saberes alternos pero que no portan, según la opinión del criollo, las facultades para dar a conocer lo que saben*.

“Y para que todas partes haya alguna uniformidad en el orden de observar, después de compendiar lo que he podido averiguar acerca de los venenos y de decir algo de las contras que comúnmente se usan a las inmediaciones de Santa Fé de Bogotá, expondré mis conjeturas sobre esta materia, formalizaré el plan de observaciones que creo deben hacerse y yo pienso practicar”21.

No obstante, al esfuerzo de los criollos por construir una ciencia ilustrada durante el siglo XIX, por medio de la clasificación de saberes y el uso de un lenguaje moderno y universal, que tenía por marco de referencia a Europa, gran parte del cuerpo social seguía creyendo y utilizando los viejos esquemas de prácticas y representaciones sobre la enfermedad y la terapéutica que poseían los grupos sociales expropiados-indígenas y negros- pese a la pérdida de actualidad desde el punto de vista médico de dicho sistema.

En este sentido, se podría decir que coexistían aún para el siglo XIX dos sistemas de representación y prácticas sociales, así lo dejan ver las continuas quejas presentadas por la Academia de Medicina de Medellín ya al final del siglo XIX:

“Sobre los yerbateros. Todo se debe en gran parte al analfabetismo que reina en nuestras montañas, de ahí que se pregone la fama del curandero y se vuelva la morada de este, escondida en lo más abrupto y riscoso, tan visitada como una piscina o una fuente milagrosa de Lourdes, mientras que en la población el hábil cirujano, el discípulo aprovechado de Esculapio, tiene que conformarse con el reducido sueldo que le paga el municipio. Es necesario cortar de raíz estos males, hay que educar, enseñarle el modo de defenderse de esos vampiros peligrosos que sugestionan porque la causalidad obrí en determinado paciente o la misma naturaleza, se encargí de sobreponerse a la enfermedad. De estas curaciones prodigiosas hacen alarde cliente y yerbatero. La misión del farmacéutico es muy sagrada debe hacerlo entrar en razón y recomendarle ir al médico. Debemos unirnos contra la corriente avasalladora de los tegua”22.

Podríamos concluir que son dos formas de clasificación, dos formas de ver el mundo que entran en conflicto en el momento en que los intereses de un grupo se manifiesta sobre lo real, es decir, la manera de representar la ciencia médica enfermedad, método terapéutico y paciente por parte de los criollos ilustrados.

Es pertinente señalar que la ciencia moderna se va consolidando lentamente desde diferentes superficies emergentes, representadas no solo en las prácticas científicas, sino también en las leyes emitidas por el Estado que respaldan el ejercicio de la nueva ciencia, las sociedades científicas, revistas científicas, las escuelas, los laboratorios, hospitales y demás instituciones modernas que hacían parte de la nueva estructura emergente.

De la misma forma en que se construye la ciencia moderna, los nuevos sujetos, los criollos ilustrados se configuran lentamente como un grupo cultural, con fuertes vínculos entre sus miembros y dotado de formas de identidad construidas principalmente alrededor de su actividad de naturalistas y de una teoría que habían asumido no solamente como una forma de trabajo en un campo específico del saber, sino como un principio de homogeneización y un emblema de su nueva identidad23.

Las prácticas científicas son formas específicas de control social, en este caso control sobre la población, incluidos sus conocimientos, pues para los criollos ilustrados deben existir rasgos que los separen, los distinga del resto de la población.

Una mejor manera de establecer esa distinción es despojando a la población local de sus conocimientos y constituirse como sujetos portadores de autoridad y representantes de la nueva ciencia “moderna”. Autores como Mauricio Nieto24 señalan que para entender el proceso de construir sujetos dotados de autoridad científica y política es necesario que de manera simultánea aparezcan en escena “los otros”, aquellos que están vetados como agentes del orden y que serán objetos del mismo.

En este sentido, se construyen clasificaciones relacionadas con las características de las distintas razas que componen a la Nueva Granada y en general a América, agrupando a unos bajo la categoría de civilizados y a otros como bárbaros, clasificación que también se aplica a sus conocimientos, divididos en racionales e irracionales.

De esta manera, la ciencia moderna de los criollos se construye a partir de la negación e invalidación de los sujetos portadores de una ciencia distinta -negros indios-, estableciendo fronteras entre lo racional/irracional, visión dicotómica que a mi juicio ha seguido alimentando en un presente la exclusión y expropiación de los saberes del otro.


* El texto de Anthony Marx nos invita a reflexionar sobre los procesos que han dado lugar a la construcción de los Estados modernos, dejando planteada la posibilidad de modificar las posibles formas de construir la nación, a partir de la comprensión de cómo lo hemos hecho. Marx enfatiza en la relación raza y nación y las formas de exclusión que se institucionalizan bajo esta relación, pero en el proceso de construcción de la nación existen otros elementos como la música, las ciencias entre otros, asociados a la identidad de la raza, que hacen evidente los procesos de inclusión y exclusión racial. El autor del libro nos lleva a reflexionar sobre el lugar de las razas en la sociedad, y de cómo su construcción depende del lugar y el periodo histórico.

* Un trabajo que muestra el proceso de apropiación y traducción de los saberes locales por parte del imperio español durante el siglo XVIII, es el de Mauricio Nieto: Remedios para el imperio. Historia natural y apropiación del nuevo mundo. (2000).Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia.

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