Presentación del Libro: Identidad Sexual, Comentario: Académico Dr. Jaime Eduardo Bernal Villegas

Esta obra requiere de un estudio de los fenómenos mentales y por lo tanto de la profundización en los dinamismos psíquicos conocidos por el psicoanálisis, además, de lo que en la historia de la humanidad ha quedado plasmado en la mitología; algunos textos están dirigidos más a especialistas, como a los psicoanalistas y/o a los genetistas, pues son ellos los que podrán comprender mejor la maraña psíquica y molecular compleja.

Espero que esta obra pueda ser útil para muchos filósofos, antropólogos, sexólogos, psicólogos, neuropsiquiatras, psicoanalistas, religiosos, médicos, estudiantes, educadores, legisladores, investigadores, sexólogos, sociólogos y a todas aquellas personas que deseen respuestas sobre la identidad sexual y de sus múltiples relaciones con las diferentes ciencias que determinan las acciones humanas.

Muchos puntos son elaborados en extensión y profundidad, algunos no, y aún más deberían ser considerados en forma más sistemática con disecciones transversales y sagitales, macro y micropuntuales. Dejo para otros esa labor. (Lea también: Reseñas Bibliográficas: Presentación del Libro, Identidad Sexual)

En algún momento el lector podrá sentir y encontrar un campo apasionante, y otras que está en la aridez científica de la física, de la química, de la biología e inmunología y genética; sin embargo sugiero al estudiante dejarse ir en los textos especializados y luego encontrarse con conceptos humanísticos o filosóficos, los cuales permiten comprender al ser humano en la dimensión compleja y multidisciplinaria.

El pretende atraer la atención del auditorio sobre un centro, la sexualidad cuya perspectiva bio-psicosocial comprende los cromosomas XX de la mujer y XY del hombre en su conjunción heterosexual y la homosexual.

Cada lector de esta obra será un partícipe y poseedor de cierto grado de credibilidad, duda e incertidumbre en este pensamiento. Si bien todo puede ser llevado a la razón esto tiene su sin razón que no comprendemos porque no todo está definido.

Comentario
Académico Dr. Jaime Eduardo Bernal Villegas

Está tratada tan profunda la materia en el libro que lo único que podría es ponerle un poquito de sal y pimienta en el contexto evolutivo y mostrar cómo el tema resulta no solo importante sino coyuntural a la historia evolutiva de la especie.

La comparación entre diversas especies, tan en boga hoy en día con la genómica comparativa, no nos ofrece aún comparación sensata sobre las razones para la reproducción sexual y mucho menos sobre las muy diversas y complejas formas de cortejo y apareamiento que se encuentran en la naturaleza, ni sobre las razones para la exclusiva existencia de dos tipos de gametos en la mayoría de los eucariotas, ni para la presencia de hermafroditismo en casi todas las flores.

Y menos aún, para explicar la razón por la cual son casi siempre los machos los que compiten por las hembras y no al revés.

La mayoría de las plantas son hermafroditas, cada flor es bisexual en sí misma, con algunas excepciones notables, el roble, por ejemplo, es hermafrodita pero produce flores macho y flores hembra y otra serie de plantas que utilizan estrategias reproductivas de este tipo.

La longevidad de las plantas es la mayor del planeta; hay plantas milenarias que superar con creces a cualquier otro de los reinos de la naturaleza. El 90% de las especies de pájaros son monógamas y siempre se creyó que ésta era de tipo sexual o sea que escogían su pareja y se iban con ella hasta la muerte.

Hoy en día se sabe, por estudios genéticos, que es más social muy parecida a la monogamia del Homo sapiens sapiens, que en muchos casos incluso es serial, monogamia por una sola estación reproductiva y cambia de pareja en la siguiente estación.

Los anfibios tienen sexos separados y son determinados por los cromosomas sexuales y sin embargo se puede cambiar el género de acuerdo a la temperatura, incubación de los huevos. El principio básico de la sexualidad es la capacidad de combinación de genomas, es la producción de diversidad.

Desde el punto de vista genético existe un atractivo interesante del conflicto entre sexos. Hasta hace poco tiempo pensábamos que la mitad de los genes transmitidos por los padres y la mitad que transmiten las madres los hijos eran genes de igualdad de oportunidades, que jugaban el mismo papel, hoy en día sabemos que no, que desde las gónadas de los padres, uno de ellos está impreso para apagarse desde el momento de la fecundación hasta el resto de la vida, los que recuerdan siempre quién era el progenitor que se los entregó.

En experimentos con ratones a los que se les saca genes se ha visto que cuando se suprimen los genes paternos por ejemplo, se reduce el área de la placenta, pero cuando se suprimen los genes maternos aumenta el área de la placenta o sea los genes paternos buscan una mejor adaptación y nutrición del feto con lo cual garantiza el padre una mayor probabilidad de transmisión de sus genes a las siguientes generaciones, en cambio, la madre busca preservar recursos maternos para futuros eventos reproductivos.

La determinación sexual en todas las especies se da por cromosomas y en todos los mamíferos los machos son XY. En las mariposas las XY son las hembras. Los cromosomas XY evolucionaron de un autosoma en los últimos 300 millones de años.

El X tiene la capacidad como todos los demás cromosomas de recombinarse con su otro X. Hace 40 años se describió que las mujeres que tienen dos cromosomas XX inactivan uno de ellos en cada una de sus células para que no hubiera una doble dosis de información genética contenida en X y siempre se pensó que se inactivaba todo el cromosoma y hoy se sabe que no todos los genes se inactivan, las mujeres tienen de 15 a 25 % más genes activos del cromosoma X que el hombre lo cual hace pensar que hay mayor diversidad genética en las mujeres que en los hombres, el Y en cambio no tiene con quien recombinarse, pero algunos genes del Y se ha visto que recombinan con segmentos del mismo Y, con secuencias palindrómicas, la decadencia del Y continúa. Hay muchas razones para la inseguridad.

Vana pues fue mi idea de poder adobar con datos biológicos la mirada de Guillermo a la problemática de la identidad sexual, a pesar de que no se me escapa el hecho de ser esta una tendencia en algunos movimientos que creen que a la generación de tolerancia social puede esperarse por la simple existencia de conductas homosexuales en alguna otra especie.

Volví entonces sobre la relación entre los genes y la mente humana; en su más amplia expresión: la relación entre genoma y cultura; al fin de cuentas somos la única especie en el planeta que trasmite a su descendencia dos herencias: los genes y el acervo de conocimientos que hoy nos permite, por primera vez en la historia humana, intervenir con ellos en nuestra propia estructura biológica.

¿Será el comportamiento humano el resultado de la expresión de nuestros genes?. ¿Podemos esperar que los avances en genómica permitan modelar nuestro comportamiento y hacernos más altruistas o más inteligentes?. ¿Se podrá esperar que en el futuro un homosexual pueda hacerse heterosexual mediante unos pocos cambios en sus genes?.

La genética del comportamiento la inició Galton, incluso antes de que se acuñara el término genética; y desde entonces ha tenido el más tortuoso recorrido. Y hoy, cuando ya entramos en la era post-genómica, es más claro que el comportamiento humano es la resultante de la compleja interacción entre el genoma y el ambiente, tan estrecha relación que Lewontin ha llegado a sugerir que ese mutuo interjuego de ambos factores es tan estrecho que casi podría decirse que el ambiente entra a formar parte del genoma. Definir entonces cuál de los dos es más determinante, depende exclusivamente de la orilla en que se pare el observador.

El autor del libro “Identidad Sexual” maneja con propiedad tan diversos temas; el libro es muy valioso a especialistas de muy distintas ramas que se tocan con la problemática de la sexualidad y su lectura sigue igualmente ilustradora para educadores y todos aquellos que ayudan a los jóvenes a forjar su propia imagen y a definir su rol sexual.

Finalmente, en el más amplio sentido antropológico filosófico, la sexualidad no es un accidente; acontecemos como hombres o como mujeres; parafraseando a Julián Marías, la vida humana es de hecho, de manera estable y permanente, una realidad sexuada, condición que es determinante capital y una de las formas radicales de instalación de la estructura empírica del ser humano.

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