Reseñas Bibliográficas, Presentación del Libro “Lecciones de Historia de la Medicina”
Por el Académico Juan Mendoza-Vegs
Esta segunda edición de las Lecciones es corrección y novedad sobre las lecciones que aparecieron hace ya 14 años, en 1989, y que editó el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario primordialmente para texto de los alumnos de su Facultad de Medicina.
Desde aquella época, siguiendo los dictados de Arnold Toynbee, gran historiador británico, se intentó una mirada a la historia de la medicina que saliera de lo anecdótico, que saliera de las listas de nombres y de figuras célebres y de acontecimientos, para tratar de mostrar a los estudiantes y a los lectores benévolos la relación entre lo que pensó la humanidad en determinados momentos sobre el fenómeno que hoy en castellano llamamos enfermedad y lo que fue en general la vida humana en esos momentos.
Por supuesto, para evitar la aridez de un texto absolutamente desprovisto de anécdotas, traté de conservar también algo de los nombres, algo de las fechas y quizás mucho de las pequeñas historias alrededor de los grandes personajes de la historia de la medicina.
Comencé imaginando al hombre primitivo, al grupo humano más elemental, allá cuando comenzaron a pararse en las patas de atrás y a usar las de adelante para hacer cosas y me pareció que no estaba descaminado el pensar que en ese momento uno de los miembros del grupo, hombre o mujer, con un poco más de brillo en los ojos, con un poco más de inteligencia que los demás, tuvo la habilidad y tuvo el buen juicio para enfrentarse a un accidente, para tomar quizás el miembro fracturado de una accidentado e inmovilizarlo y así quitar el dolor.
Y se hizo entonces acreedor a que los miembros del grupo y los de otros grupos con los que hiciera contacto volvieran, hacia ese miembro más inteligente, los ojos cada vez que aparecía el fenómeno de enfermedad, incluyendo el momento en que quisieron preguntarle ¿ésto por qué ocurre? (Ver: Reseñas Bibliográficas, Comentario a la Presentación del Libro“Los Versos Melánicos”)
A partir de ese momento planteo a lo largo de estas páginas, ha pasado la humanidad por varias mentalidades médicas; la primera, la mentalidad mágica, la enfermedad tiene causa sobrenatural, quizás los espíritus y luego los dioses y se cura y se enfrenta con medidas que toquen a lo sobrenatural en la ínfima medida en que tal cosa puede hacer un Ser Humano, entonces inventa el Ser Humano las palabras mágicas que son después oración y mucho, mucho más tarde misas de Palestrina, de Mozart.
Inventa también el vestido mágico que luego veremos evolucionar hacia vestiduras riquísimas, inventa la máscara para ocultar su fisonomía humana, la danza mágica y termina inventando los medicamentos a fuerza de buscar algo desagradable para meter dentro del Ser Humano enfermo y sacar, por desagrado, el espíritu que lo está afectando.
Viene luego la mentalidad teckné, en la que al impulso del milagro griego los seres humanos empiezan a considerar la enfermedad como algo no sobrenatural sino totalmente natural y la asignan al desequilibrio de los humores que presuntamente forman el cuerpo humano, el cuerpo del microcosmos dentro delmacrocosmos universal.
Pero en esa mentalidad tecné, que en cierta forma es la que hoy tenemos, hay por supuesto nuevas mentalidades que van desarrollándose a medida que la mentalidad humoralista -que es la primera de esta serie- pierde vigencia.
Y en el Renacimiento se empieza a pensar, con mecanicismo a considerar que el Ser Humano, mecanismo complejísimo dentro del más grande y más complejo mecanismo del cosmos, tiene que cumplir leyes de la física en las cuales la forma de los objetos corresponde a su función; y entonces en la mentalidad anatomopatológica, la forma de los órganos es la que dice si están funcionando bien o no y el órgano enfermo pierde su función pero obtiene inmenso poderío la cirugía que es la parte del tratamiento que busca corregir la forma anormal de los órganos enfermos.
Pero luego viene la comprobación de que hay enfermedades sin alteración de la forma de los órganos y entonces aparece la mentalidad fisiopatológica en que la enfermedad es alteración de la función; y luego, ya en el siglo XIX se comprueba que la idea de Hazaro Spallanzani y de Atanasius Kircher es cierta y que hay unos seres infinitamente pequeños que son capaces de meterse en el cuerpo humano y provocar enfermedad y entonces aparece la mentalidad etiopatológica.
Todas ellas, infortunadamente, van haciendo del ser humano un objeto anátomo- físico-químico en el cual ocurre la enfermedad que es contra la cual debe luchar el médico; esa conversión llega al extremo en el comienzo del siglo XX, cuando alguien se atreve a decir que el tiempo que el médico gasta en hablar con un enfermo es valiosísimo tiempo perdido para lo que verdaderamente importa, que es el diagnóstico y el tratamiento.
Esa frase es el colmo de la deshumanización; por fortuna, al terminar el siglo XX surge la más reciente de estas mentalidades, que sin negar las otras, pero complementándolas y sacándolas de la deshumanización, vuelve a introducir la persona humana en el campo de la medicina, vuelve a obligar a la medicina a mirar el ser humano como un todo y es la mentalidad antropológica.
Ese es, en muy breve resumen, este libro, estas lecciones que en realidad serían más bien destinadas a los estudiantes, a los jóvenes, a los que todavía no saben tanto como los honorables Académicos.
Espero, sin embargo, que esté escrito con el cuidado y con el grano de sal que permita que ustedes, Honorables Académicos, lo lean como un buen divertimento.
Falta en esta edición segunda una parte que no quisimos incluir, la parte que en la primera edición trata de cuestiones de Colombia, de sucesos de la medicina colombiana; la hemos quitado para tratar de hacer un nuevo libro con esos momentos de la medicina colombiana.
En ese nuevo libro creo que podemos poner un par de ilustraciones que tienen que ver con nuestro agasajado de hoy, el Profesor Di Doménico, algo en lo que el Profesor Di Doménico tiene muchísimo mérito y es el Consejo de Educación Médica Continua que entre 1980 y 1983 hizo la labor que ahora se está proponiendo: hacer educación continua y en 2003 recertificación, sólo que en aquella época era voluntaria.
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