Antonio María Barriga Villalba, El Multifacético

Doctor Pablo Gómez Martínez
Académico de Número

Esta sesión solemne que celebramos hoy, gracias a la obligante solicitud del cadémico Laurentino Muñoz, ha debido realizarse el año pasado, pero debido a múltiples inconvenientes y al congestionado calendario de las actividades de la Academia, ello no fue posible, por lo cual rogamos a los oyentes se sirvan disimular la tardanza de esta celebración.

Para la Academia Nacional de Medicina que ha conservado a través de los años una severa tradición de reconocimiento de los valores humanos, es especialmente grato rendir este homenaje de admiración a los ilustres hombres de ciencia que la honraron con sus ejecutorias ya los distinguidos miembros de la profesión médica que tuvieron su raigambre en ese maravilloso rincón de la patria: el departamento del Huila.

Aprovechando esta ocasión, vamos a colocar en la galería de los presidentes, los retratos de dos ilustres académicos: del miembro honorario profesor Antonio María Barriga Villalba y el del miembro de número doctor Arturo Arboleda.

El limitado tiempo de que dispongo, me impide hacer un relato detenido de la vida de Barriga Villalba, y un estudio crítico a fondo de su obra. Me limitaré con la venia de la audiencia, a destacar sólamente algunas realizaciones de sus actividades y de su dedicación a la docencia, pidiéndoles disculpas por las omisiones que pudieran tener estas pocas palabras.

Nació en Bogotá el día 9 de junio de 1894. Contrajo matrimonio con doña Luisa Del Diestro de cuya unión hubo tres hijos: Luis, Antonio y Fernando. Murió este año a la edad cumplida de 91 años, rodeado del amor y cariño de los suyos.

Hizo sus estudios secundarios en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, bajo la dirección del doctor Liborio Zerda, en donde recibió el título de bachiller. Por su dedicación, por sus dotes de inteligencia, fue nombrado colegial de número, posición reservada a muy pocos estudiantes sobresalientes del claustro.

Siguió sus estudios en el mismo plantel y se graduó de doctor en Filosofía y Letras con la tesis sobre ciencias naturales intitulada “El invento de Caldas”.

Su inclinación natural lo llevó a ser profesor de química, física y ciencias afines en varios establecimientos de la capital y de química en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, actividad a la cual me referiré en algunos momentos.

Desde su primera juventud dio muestras de su imaginación creativa y recordando la historia del Icaro inmortal, en los albores de 1909 diseñó un aparato para volar, al que después de varias experiencias calculó para el peso normal de un hombre; pero al ascender a las alturas se le rompieron las alas, ocasionando un lamentable y serio accidente.

Inventó el “Esfigmopneumógrafo”, aparato para medir el funcionamiento pulmonar, y otros pequeños para su laboratorio. Probando su eficacia con el correr de los años.

Fue director por más de cinco décadas de la Casa de Moneda de Bogotá y allí escribió su historia recopilada en tres valiosos volúmenes que son obra obligada de consulta de quienes quieran conocer las variaciones de nuestros medios de cambio. obra que complementa con otros escritos como son: Estudios sobre Evaluación Monetaria; Historia Numismática del País y Tratado Ilustrado de Numismática Colombiana.

Como escritor, Barriga Villalba se señala en grado sumo por sus conocimientos del léxico castellano, no menos que por la soltura y facilidad de su estilo, siempre claro y transparente y que sabía manejar con gran donaire, llevando el pensamiento a través de distintas cláusulas y períodos que se enlazaban unos con otros con sorprendente flexibilidad.

Su estilo es también muchas veces conceptuoso e irónico de quien ha sido sagaz observador de las cosas humanas. Además del castellano dominaba el inglés. el francés. el italiano, el latín y el griego clásico. Sus dilatados estudios lo llevan a escribir tópicos tan diversos como la botánica, zoología. mineralogía y antropología con igual propiedad y profundidad de conceptos.

Pero quizás, para mí una de sus más meritorias cualidades fue su labor docente. Quienes fuimos sus discípulos no podemos nunca olvidar su memoria. Dulce y severo, siempre estudioso y festivo, era a todas luces el verdadero tipo del maestro.

Quiero que me perdonéis una disgresión por el pasado, porque no creo que sea inútil evocar los buenos recuerdos y los altos ejemplos.

Las nuevas generaciones. a las cuales yo pertenezco y las que nos vienen empujando en el camino, no deben olvidar ni en sus actos. ni en sus propósitos, ni en sus ambiciones, el ejemplo de eso que para mí fue la edad de oro de la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional y que constituye uno de los episodios más profundos y sinceramente gratos de mi vida de estudiante en los claustros del Parque de los Mártires.

Fue allí donde tuve la fortuna de tener como profesor a Antonio María Barriga Villalba, quien sumado a aquella pléyade de grandes hombres entre los cuales recuerdo. como si fuera ayer, a Luis María Rivas Merizalde a Eustacio Álvarez, Eduardo Lleras, Julio Manrique, Alfonso Esguerra, Julio Aparicio.

Federico Lleras, Eliseo Montaña y Gabriel Camero para no citar sino a los catedráticos de las ciencias básicas y que constituían un espléndido conjunto de hombres sobrios, discretos, pulcros que añadían a sus vastas dotes intelectuales virtudes de caballerosidad y señorío y que imprimieron en todas las generaciones que durante años discurrieron por los claustros universitarios.

Un sello imborrable de dignidad y nobleza en el cumplimiento del deber; cuyo recuerdo tengo siempre vivo por su infinita bondad y que Junto con los altísimos exponentes de mis profesores de clínica, evocan días pasados de grandeza y orgullo para la ciencia médica colombiana y alimentan con su ejemplo a las juventudes de hoy. (Lea: El Profesor Maximiliano Rueda Galvis primer Psiquiatra Colombiano – (1886 – 1944))

Al volver la vista hacia el pasado no puedo menos de decir que esa grande influencia moral, esa influencia científica ese regalo de la suerte que me deparó el destino constituyeron los pilares fundamentales de mi vida profesional y una de las mejores contribuciones en la formación de mi personalidad y el temple de mi espíritu.

En el año de 1938. Barriga Villalba es elegido miembro de número de la Academia Nacional de Medicina en donde presentó su trabajo El Régimen Dietético del Pueblo de Bogotá, estudio que complementa años más tarde con El Problema de la Nutrición en Nuestro Pueblo.

En el año de 1956 Barriga Villalba es elegido vicepresidente de la Academia la cual escuchó con singular atención sus presentaciones sobre el estudio de la viscosidad de la sangre. y luego otro sobre la física arterial.

En el silencio del laboratorio, investiga la composición de las aguas termales del país; el borrachero, cacao sabanero; la circulación de la sangre en las alturas; el trabajo del corazón en Bogotá; fisiología matemática y muchos otros entre los cuales se encuentra su contribución al estudio de las esmeraldas de Colombia.

En el año de 1973 fue nombrado miembro honorario de la corporación a la cual sirvió durante 35 años, con el más grande interés abnegación y entusiasmo.

Entre los honores y sociedades a que perteneció y que enaltecen su vida, se encuentran: condecoración de la Cruz de Boyacá; el premio Javier Conde Barriga de Madrid; Miembro de la Real Academia de Ciencias de España; Miembro de la Academia de Ciencias de Colombia; de la Sociedad de Cardiología (Miembro Fundador); Miembro y Fundador de la Sociedad Colombiana de Física; Miembro de la Sociedad Colombiana de Medicina y Ciencias Naturales; de la Real Academia Hispanoamericana; de la Sociedad Numismática de Colombia y de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas.

Señoras y señores: nada es más grato y reconfortante para el espíritu que recordar una vida tan meritoria como la de Barriga Villalba. Su tarea en la universidad fue ardua y difícil; la transformación moral e intelectual del primer centro de educación médica en la época en que le tocó actuar, era difícil; pero él supo afrontar el problema con sencillez y valor con aquella autoridad que sólo pueden dar la experiencia y el sentimiento honrado de su propio valer.

Defendió el desarrollo científico que exige que se conceda cada día una importancia mayor a las ciencias físicas. químicas y biológicas y hasta el último momento vivió el progreso acelerado que han recibido las ciencias de la salud en los tiempos contemporáneos.

No fueron para él desconocidas las nuevas tecnologías que van desde la biología celular a la cibernética; desde el desarrollo de la inmunobiología a la ingeniería genética; dé la inseminación artificial a la clonación del hombre.

Para la Academia Nacional de Medicina es un rito de amor y de justicia el colocar en la galería de sus hijos ilustres la efigie del académico Antonio María Barriga Villalba, filósofo, lingüista, químico, físico, biólogo, investigador y humanista. para que las generaciones venideras recuerden sus virtudes e imiten su ejemplo.

Muchas gracias.

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