Fisiología Circulatoria
Cuando se habla de William Harvey, debemos recordar también al ilustre precursor hispano Miguel Serveto (1511-1553).Descubrió la circulación pulmonar en el Siglo XVI, fue a la pira en Ginebra condenado por Calvino. Miguel Serveto nació en Villanueva de Sigena, un pueblito de Huesca. Hijo de Antón Serveto Meller, notario en Villanueva de Sigena (Huesca) y de Catalina Conesa Zaporta. Posiblemente hizo sus primeras letras en Zaragoza y más tarde ingresó a estudiar leyes en la Universidad de Tolosa. Viajó a Estrasburgo en donde publicó su libro “Chrstianismi Restitutio, De Trinitatis Erroribus” (1531).En este tratado describe la Circulación pulmonar, en contra de las ideas de Galeno. Serveto afirmó que la sangre entra en los pulmones por la arteria pulmonar, se oxigena y regresa al corazón por la vena pulmonar. Poco después estudió medicina en la Universidad de París, uno de sus maestros fue Jacobo Silvio y uno de sus condiscípulos Andrés Vesalio. Se afirma que practicó medicina en Avignon entre 1538 y 1554 y en Viena entre 1541 y 1553. En este año decidió viajar a Francia pero fue privado de la libertad en Lyon. Se pudo escapar, pero cuando iba para Italia fue aprehendido en Ginebra, juzgado como hereje por Calvino y condenado a la hoguera con todos sus libros. El Padre Feijoo trata el tema del descubrimiento de la circulación de la sangre y señala que Francisco de la Reina en su obra de veterinaria, impresa en Burgos en casa de Felipe de la Junta en 1564, estableció que “de manera, que la sangre anda en torno y en rueda por todos los miembros, excluye toda duda”. Indica el Padre Feijoo que Guillermo Herveo (William Harvey) hizo la publicación conocida en 1657. Andrés Cesalpino, el famoso médico italiano publicó su libro en 1593. Comenta el Padre Feijoo: “Pero, no es admirable, padre reverendísimo que sólo dos ejemplares del libro del Albéitar de la Reina, que se salvaron de las injurias del tiempo, se haya conservado la memoria de este feliz descubrimiento…? Verdaderamente no hay voces con que ponderar la negligencia, el descuido y aun la insensibilidad de nuestros españoles en orden a todo aquello que puede dar algún lustre al ingenio literario de la nación, siendo cosa reprehensible esta negligencia respecto a los inventos útiles, en todos tiempos tan gloriosos, que los antiguos gentiles elevaron a los inventores a la esfera de deidades”. Concluye el jesuita diciendo: “Invidia hseret in vícino”
Canet J: Universidad de Valencia, comunicación personal 2004. / Gómez González J: compumedicina.com / Miguel Serveto https://www.ciudadtudela.com/historia/serveto/
Jaime Gómez-González, MD (Jupiter, Florida)
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