Carcinoma de Hipofaringe
Madrid, España. La infiltración del esófago cervical y la histología ganglionar positiva son factores independientes en el pronóstico de carcinoma de hipo faringe, informaron otorrino-laringólogos del Hospital Universitario La Paz. El estudio –publicado en la revista colombiana Actas de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (2003. 31 No. 2) por E. Morera, A. Gómez y colaboradores fue de tipo retrospectivo sobre los factores relacionados con el control local y regional, la supervivencia específica y la supervivencia global en los pacientes intervenidos por carcinoma epidermoide de hipo faringe entre los años 1984 y 1998. Tras realizar el análisis estadístico, la presencia de un estadio ganglionar N3 clínico, el compromiso del esófago cervical, la radicalidad de la cirugía sobre el tumor primario o la necesidad de reconstrucciones complejas de la vía digestiva superior no se mostraron como factores pronósticos independientes.
El cáncer de hipo faringe representa del 12 al 15% de los carcinomas epidermoides de cabeza y cuello, caracterizándose por ser uno de los de peor pronóstico, con una sobrevida a cinco años del 10 al 35% según la serie que se consulte. El mal pronóstico lo da su presentación en estadios avanzados, su diseminación linfática y sub-mucosa, la infiltración de estructuras cervicales adyacentes y su asociación a metástasis a distancia, situaciones que se observan frecuentemente. En los casos de buen control mediante el tratamiento inicial, el mal estado general y la alta incidencia de segundos tumores primarios hacen que la supervivencia global a cinco años se vea seriamente disminuida. El tratamiento usual del carcinoma de hipo faringe es la cirugía seguida de radioterapia postoperatoria. Como la cirugía debe ser amplia, muchas veces se requiere la utilización de colgajos para el cierre. Terapias alternativas son la resección trans-oral con láser CO2 o de protocolos de conservación de órgano por combinación de quimioterapia y radioterapia, con rescate quirúrgico; se prefiere así la calidad de vida en vez de pretender la curación, que en las últimas tres décadas no ha mejorado.
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