Otros Investigadores de la Tiroides

Caleb Hillier ParryHipertiroidismo

Y del hipertiroidismo ¿qué? Aunque se ha sugerido que la primera mención de bocio exoftálmico se debe al médico persa Sayyid Ismail Al-Jurjani –aparecida hace ocho siglos en el Tesoro del Shah, considerado el más famoso diccionario médico de aquella época- en realidad el cuadro clínico fue descrito por primera vez en el mundo occidental por Caleb Hillier Parry (1755-1822) en 1785, pero informado en su colección póstuma de investigaciones en 1825.

Este inglés describió ocho mujeres con bocio, taquicardia, palpitaciones, cuatro de ellas con cardiomegalia, y una además con una aparente fibrilación auricular. Además, este británico –coleccionista de fósiles y amigo personal de Jenner, el de la vacuna de viruela- hizo importantes estudios sobre la causa de la angina de pecho, y en colecciones publicadas póstumamente se incluyen –además de enfermos con bocio tóxico- casos de megacolon congénito y de hemiatrofia facial, esta última enfermedad conocida como en síndrome de Parry-Romberg.

(Lea También: Enfermedades Endocrinas en El Siglo Diecinueve)

Flajani y Testa también hicieron descripciones de la enfermedad en los inicios del siglo XVIII:

Pero los epónimos –y por tanto el crédito- reconocieron los informes en 1835 del irlandés Robert James Graves (1797-1853) y de Karl Adolph von Basedow in 1840. Graves fue el líder de la escuela de diagnóstico médico de Dublin que hacía énfasis en la observación clínica, lo que favoreció el desarrollo de la semiología y de la medicina interna. El irlandés –quien describió cuatro casos de tirotoxicosis que presentaban continuas y violentas palpitaciones- fue un gran viajero, y llegó a dominar varios idiomas.

Fue un gran propulsor de la docencia al pie del enfermo, involucró a los estudiantes de últimos años en el diagnóstico y manejo de los pacientes de salas hospitalarias –precursores de los actuales internos- e insistió en seguir diariamente la evolución del paciente, para anotar la historia natural de la enfermedad y el efecto de las intervenciones terapéuticas. Como gran observador que era, no se separaba de su estetoscopio para escuchar los ruidos del organismo –particularmente los cardiacos- e insistía en el examen del pulso, midiendo con reloj pulsera la frecuencia de pulsaciones.

Aunque se acostumbraba suspender la alimentación en los pacientes con fiebre como la tifoidea, el prefería darles líquido y administrarles alimentos. Sus presentaciones y conferencias clínicas fueron famosas, en una época en que la medicina se enseñaba casi exclusivamente por medio de conferencias magistrales de tipo dogmático, sin ninguna participación de los estudiantes. Por supuesto no enseñó en latín sino en inglés.

En uno de sus viajes conoció al pintor Turner, con quien realizó varios cuadros de su propia producción.

Entre sus discípulos estuvieron Richard Townsend y William Stokes, habiendo dirigido con este último una revista médica en Dublín.

Después de que George Murray en 1891 informara sobre su exitoso tratamiento intramuscular de extracto de tiroides ovino en un paciente severamente hipotiroideo, varios intentaron la vía oral dando la glándula cruda, o –para quitarle su desagradable sabor- con pan y mantequilla, en forma de emparedado, e incluso ligeramente frito.

Aunque posteriormente se podría fabricar comercialmente el tiroides desecado en tabletas, ya para 1898 Sir William Osler –a la sazón jefe de medicina interna del Hospital John Hopkins- dijo que era un verdadero triunfo el haber logrado restaurar la calidad de vida de víctimas desesperanzadas del mixedema.

En el caribe latino, el médico cubano Carlos Finlay –descubridor del agente transmisor de la fiebre amarilla- publicó en una revista médica habanera un comunicado sobre un caso de bocio exoftálmico visto por él en Matanzas en 1862, de una negra partera de treinta y siete años llamada Inés Sosa (pues en aquella época a los pacientes se les llamaba por su nombre) de cuyos síntomas hizo el sabio una exhaustiva descripción.

SIGLO XIX: APORTES DEL REINO UNIDO AL CONOCIMIENTO DE LAS GLÁNDULAS DE SECRECIÓN INTERNA

1815 Caleb Parry describe una enfermedad tiro-cardiaca

1816 Clarke hace una vaga descripción de tetania en niños

1835 Robert Graves informa unos casos de bocio con palpitaciones, tres años después otro caso, esta vez con exoftalmos. A él y a Parry les llama particularmente la atención la hiperactividad cardiaca

1836 A.T. King presentó cierta evidencia de una secreción interna de la tiroides

1840 Gulliver informó la existencia de cuerpos esfenoidales –gránulos cromafines- en la vena suprarrenal

1849 Thomas Addison publicó los primeros casos de insuficiencia suprarrenal crónica

1850 Richard Owen describe las paratiroides de un rinoceronte

1854 William Stokes describió varios casos de hipertiroidismo

1857 Peters identificó la acetona en la orina de los diabéticos

1865 Ogle, Pitnam y Dickinson informan el caso de una niña de tres años con pubertad precoz, debida a un carcinoma suprarrenal.

1866 Arnold describe la zona glomerular de la corteza suprarrenal

1869 Cheadle insiste en un factor hereditario en el hipertiroidismo, recomienda uso de tintura de yodo para tratar el hipertiroidismo, así sus efectos sean transitorios.

1872 Watson realiza primera tiroidectomía parcial para bocio tóxico

1873 William Gull –en una sola tarde- presenta casos de mixedema del adulto y de anorexia nerviosa. Él y Addison describieron también el xantoma de los diabéticos (hiperlipémicos).

1875 William Ord informa cinco casos más de hipotiroidismo del adulto, uno con necropsia

1876 Baber encuentra células parafoliculares en sus estudios de tiroides

1883 Semon considera que los casos de Gull son por insuficiencia tiroidea

1884 Schiff observó que los injertos de tiroides en animales tiroidectomizados son beneficiosos

1884 Weil informa diabetes insípida heredada en un gran número de casos- de varias generaciones- en una sola familia

1884 Cooke informa un segundo caso de pubertad precoz

1886 Víctor Horsley hizo las primeras hipofisectomías experimentales; también asignó como funciones de la tiroides, la regulación del metabolismo de mucina y la de órganos hematopoyéticos

1891 George Murray informa que inyectó periódicamente extractos glicerinados tiroideos de oveja en un paciente hipotiroideo que vivió veintiocho años con este tratamiento.

1892 Mackensie y Fox –en Inglaterra- y Howitz en Dinamarca, inician tratamientos para hipotiroideos por vía oral con buenos resultados y reconocen los síntomas de la sobredosis. Se desmenuzaba tiroides fresco de oveja –obtenido en la carnicería- en pequeñas cantidades de brandy o jugo de carne, preparación con muy mal sabor. Trece años antes Mackensie y Nettleship habían hecho preparaciones histológicas de las retinas diabéticas, encontrando microaneurismas; este último describió la retinopatía proliferativa.

1893 Caton y Paul, realizan hipofisectomía parcial a un acromegálico

1895 Oliver y Schafer: acción vasopresora de los extractos pituitarios, hacen preparados suprarrenales y les encuentran un efecto vasoconstrictor

1895 Magnus-Levy comprueba que la administración de tiroides aumenta el consumo de oxígeno, por medidas del cambio gaseoso

1896 Heape observó menstruaciones anovulatorias

1897 John Beard, de la Universidad de Edimburgo sugirió que la ovulación era suprimida en mamíferos con la preñez avanzada y que el cuerpo lùteo desempeñaba una función necesaria en esta supresión. Durante las siguientes dos décadas varios investigadores dilucidaron la función del cuerpo lùteo y en general del ovario.

1898 Howell vio el efecto presor de extracto de hipófisis posterior.

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