Apoyos a la Innovación en la Región

Sistema Administrativo Nacional de Competitividad e Innovación

C. 

Algunos estudios recientes (BID, 2016) si bien confirman que las empresas de la región presentan un mejor desempeño innovador en la medida en que invierten en I+D. Destacan también otros factores que generan un buen clima para la innovación.

Se destaca en particular las capacidades y características delas propias empresas (tamaño, diversificación de productos e inversión fija) como determinantes para los resultados de la innovación en la región.

Lo anterior implica una alta heterogeneidad. Sin embargo, se identifica que, si una empresa cambia o mejora sus procesos de producción. Por ejemplo, a través de un proceso de certificación, es más probable que realice actividades de capacitación.

El entrenamiento los trabajadores es un complemento importante a la I+D y por ende refuerza la innovación. Lo mismo sucede con la incorporación de tecnologías por parte de la empresa. Particularmente con la importación de maquinaria y equipos y el uso de banda ancha.

Otro factor determinante en incorporar la innovación en las empresas tiene que ver con la institucionalidad de fomento y la generación de ambientes propicios para involucrar a distintos actores. En lo que se denomina los Sistemas Nacionales de Innovación.

El objetivo final de estos sistemas es incorporar la innovación en las estrategias de negocios de las empresas, contar con el financiamiento adecuado y también con el capital humano necesario para realizar actividades que den como resultados innovaciones que permitan dar saltos en competitividad.

Si bien en los últimos años se ha avanzado en la instalación de estos sistemas en la región, una de sus principales deficiencias es la falta de articulación de los actores. Particularmente con aquellas instituciones dedicadas a apoyar a las pymes. De hecho, no es posible identificar claramente a programas de innovación destinados a las pymes (Dini y otros, 2014).

Una debilidad de los programas de fomento a la innovación en la región:

Es que no tienen una larga permanencia y —en parte tal vez por la misma razón— no cuentan con evaluaciones que permitan guiar de buena manera la definición de políticas. En general, aquellos programas que incluyen una planificación de mediano plazo son desarrollados por grupos organizados de empresas e instituciones. Que son parte de una definición estratégica mayor y que incorporan a distintos actores de la cadena (Diniy otros, 2014).

Otro tipo de dificultades está relacionado con el limitado acceso a estos programas por parte delas pymes.

Este problema se suele abordar ampliando la difusión e información sobre las postulaciones y apoyando a las empresas mediante consultores que colaboran con la elaboración de los proyectos. Sin embargo, no siempre se logra un mayor acceso y menos aún mejorar la capacidad de la empresa en la elaboración de las iniciativas.

De hecho, suelen ser las grandes empresas las que más utilizan los apoyos públicos orientados a la innovación. Siendo al mismo tiempo las que tienden a participar simultáneamente en varios programas distintos, lo que potencia sus resultados (BID, 2016).

(Lea También: Innovación y Empresas Exportadoras)

Por estas razones, la OCDE propone que para mejorar la capacidad de innovar y por ende la productividad en la región:

Se requiere de un enfoque coordinado e inclusivo, con especial atención en la creación de empresas y en las necesidades de las pymes. En promedio, las brechas de productividad innovación entre pymes y grandes firmas son mayores en la región que en los países de la OCDE.

Se identifica en particular la necesidad de mejorar el acceso a los recursos financieros, facilitar los flujos de conocimiento y tecnología entre institutos de investigación y pequeños empresarios. Invertir en conocimiento e infraestructura tecnológica para pymes y fomentar el aprovechamiento de los resultados de la investigación pública entre las pequeñas empresas (OCDE, 2016).

No obstante, lo anterior, destacan entre los tipos de iniciativas que se desarrollan en la región una serie de esfuerzos relacionados con plataformas de apoyo a los emprendedores. Algunas de las que incluyen opciones de financiamiento de los denominados capitales semilla y/o de riesgo, e inversionistas ángeles.

Algunas observaciones indican que es necesario involucrar en estas iniciativas no sólo apoyos financieros sino también programas de entrenamiento. Además de incubadoras y/o aceleradoras de negocios (BID, 2016).

En particular, el apoyo a emprendimientos tecnológicos (start-ups) está recién comenzando y cuenta con un gran espacio de crecimiento.

Entre los principales desafíos que enfrentan los programas con esta orientación están la falta de financiamiento, las brechas de capacidad y conocimiento tecnológico. Las capacidades de gestión empresarial y la ausencia de entornos institucionales adecuados (CEPAL, 2016).

También destacan el impulso a la generación de conocimiento científico a través de la creación de centros de excelencia, generales o especializados en algunos sectores, particularmente el agrícola.

Al analizar los centros tecnológicos de la región, que destacan por su desempeño, se identifica como factor de éxito la densidad de actores en un territorio particular;. La presencia de empresas líderes cercanas a la frontera tecnológica internacional; y la exposición a una fuerte presión competitiva, donde predominan estrategias basadas en calidad y diferenciación productiva (Dini, 2017).

En esta descripción cabe entonces la colaboración entre grandes empresas y pymes, particularmente si hacen frente a los mercados internacionales.

La innovación en el área agrícola es un aspecto destacado, particularmente en varios países de clima tropical húmedo, que es la zona agroecológica predominante en América Latina y el Caribe.

En estas zonas se han generado capacidades internas, en asociación con otros países con características similares. Para generar innovaciones adaptadas a sus contextos y necesidades a partir del avance técnico internacional.

Normalmente es necesario realizar adaptaciones y proporcionar servicios de extensión que difundan estas tecnologías entre los agricultores. El incremento de la productividad agrícola en la región es también, junto a otras razones. Resultado de un esfuerzo innovador de redes de innovación nacionales, regionales e internacionales (CEPAL, 2016).

En Centroamérica son las cadenas agro productivas las que muestran una mayor solidez en innovación y concentran una parte importante de la capacidad tecnológica y productiva de sus países.

Los indicadores sectoriales ubican a la subregión en una mejor posición relativa frente a grandes países latinoamericanos como el Brasil y México,. Lo que también ilustra la importancia y las capacidades tecnológicas del sector agroproductivo centroamericano.

En términos generales, sin embargo, la mayoría de las pymes venden a nivel local. Pues no están en condiciones de cumplir con las exigencias que establecen los mercados internacionales (normas de inocuidad, tiempos de entrega y estándares de calidad, entre otras).

Los empresarios no suelen ser sensibles a la cultura de la innovación como un mecanismo para mejorar su competitividad; y las relaciones entre empresas o con las universidades, que apunten a la creación de conocimiento a través de programas de investigación conjuntos, son muy débiles (Padilla, 2013).

En esa misma línea se ha destacado la aparición de servicios intensivos en conocimiento ( Knowledge Intensive Services , KIS) alrededor de sectores vinculados a los recursos naturales. Como por ejemplo la producción de salmones en Chile. Si bien la explotación a gran escala de recursos naturales la realizan grandes empresas. Existen pymes proveedoras que se hacen cargo de soluciones tecnológicas a nivel local.

La tecnología de punta se importa desde los centros de investigación y desarrollo de las empresas multinacionales; y las adaptaciones, mantenciones y a veces futuros desarrollos se realizan a nivel local.

De esta manera, hay grupos de empresas de menor tamaño integradas a cadenas de valor de industrias extractivas. Las que aportan valor agregado y, en no pocos casos, exportan sus servicios.

En estas empresas se desempeñan trabajadores con altos niveles de calificación (con frecuencia ingenieros e investigadores), y generan conocimiento formalizado y comercializable a través de patentes (Navarro, 2016).

Existe aún una gran brecha en relación a la adopción por parte de las empresas de tecnologías limpias y modelos productivos más sostenibles. El desafío de mejorar la sostenibilidad ambiental requiere de cambios tecnológicos y nuevos ciclos de innovación.

Aunque estos procesos pueden ser difíciles de implementar, especialmente para las pymes. Se considera que las innovaciones  ambientales pueden transformarse en activos competitivos. Por lo que la problemática ambiental abre una gran oportunidad para una transformación tecnológica y productiva (CEPAL, 2016).

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