Editorial: El profesionalismo médico en nuestro medio

London Zosia Kmietowicz.

Medical professionalism is under threat, say eight in 10 aspiring British doctors BMJ 2005; 331: 1292 (3 December), i: 10.1136/bmj.331.7528.1292-f

Mi opinión personal es que la ley 100 en nuestro medio, y que ahora según los entendidos está siendo acosada para copiarla en muchos otros países del globo terráqueo, no es una mala ley.

Definitivamente ha aumentado la cobertura en salud y ha ampliado a muchos más colombianos la posibilidad de tener acceso a la salud, no solo de cuidado primario sino, y aun en mayor proporción, a la atención de eventos catastróficos. La pregunta es a qué costo.

La tan mencionada ley ha cambiado la práctica de la salud en nuestro país. También ha cambiado la actitud de los médicos hacia su profesión y la de los pacientes hacia sus prestadores de salud. Y ha llenado la imaginación de los abogados, los economistas, los administradores de empresa y en general todos los que quieren hacer dinero con la salud y prestación de servicios en salud, para conseguir su propósito.

Pero lo más triste de todo es que los médicos y el demás personal de salud (enfermeras, terapistas, etc.) son la base de este “negocio” y obviamente se han convertido (muchos de ellos) en trabajadores inconformes y que han tenido (penosamente) que desviar el objetivo principal por la cual escogieron estudiar la carrera de medicina.

En una noticia extra del British Medical Journal of Medicine en diciembre1, ocho de cada diez aspirantes a doctores dicen que el profesionalismo médico está amenazado y que esto se debe a las altas expectativas del público en su desempeño, pero concomitantemente a la pérdida de autonomía profesional por presión de los múltiples objetivos (la mayoría no de atención médica) de los servicios prestadores de salud.

Hay que ver la tristeza de muchos médicos jóvenes que atienden en las EPS cuando se refieren a lo que pueden o no pueden hacerle o formularle al paciente, debido a que la EPS lo cubre o no. Se nota la nostalgia de la pérdida de profesionalismo porque las circunstancias lo exigen, no porque ellos lo quieran o estén formados en la universidad para ello.

Pero esto también ha desatado algo que se convierte en un círculo vicioso para la práctica de la profesión. Ya no es raro ni escaso que un médico (a veces no tan joven) quiera ofrecerle a como de lugar los servicios a la EPS, con las tarifas de la EPS, como quiera la EPS (quien pone las condiciones de “lo toma o lo deja”), y en los paciente que la EPS considere necesario (no el médico). Y esto ya raya en la falta de ética profesional con los colegas. Porque traslada la competencia –neoliberalismo salvaje– a una profesión que con profesionalismo (no es redundancia) debe practicarse con las mejores medidas de entrenamiento, conocimiento científico, seguridad, y equipo adecuado que difícilmente se puede lograr cuando lo que se mide es bajos costos.

En el artículo en referencia los entrevistados dicen que, tristemente, el profesionalismo médico ha llegado al punto, de que muchos de ellos han decidido que puede ser mejor abandonar la medicina. Y si por allá llueve por aquí no escampa.

Bueno, cuando uno ha trajinado tantos años en la medicina y ya no tiene tiempo de cambiar su profesionalismo y objetivo por el cual escogió esta profesión, no deja de sentir pena y nostalgia por nuestros médicos jóvenes, muchos de ellos nuestros alumnos y en algunos no pocos casos, nuestros hijos, y obviamente, quisiéramos que esto no solo no fuera así, si no que no tendiera a empeorar.

¿Cómo decirle a los que están sufriendo esta condición que no entren al juego, si de ellos depende una familia? Pero lo que sí es cierto es que lo que les está pasando a los británicos nos debe estar pasando en los aspirantes de las carreras de la salud. Escogerla es llegar resignados (con excepciones provocadas por algunos profesionales con carácter decidido) a ser trabajadores de uno o grupos de empresarios, muchos de ellos salpicados de la más cruda contaminación política y sin mucho porvenir de aplicar su independencia de buen criterio médico, porque les pagan para que se haga lo que ya está reglamentado por los patrones.

Gustavo Gómez Tabares
Editor Jefe

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