Apología del Profesional Desconocido
Henry García Alzate M.v.z.
El profesional desconocido, que inspira los siguientes comentarios, representa a quienes han ejercido con esmero y vocación la medicina veterinaria, la zootecnia, y cuya labor no ha sido reconocida y exaltada en sus justas proporciones. Estos profesionales han contribuido en forma decisiva, a edificar, paso a paso, el desarrollo de las industrias animales, que constituyen uno de los soportes básicos de la nutrición y del bienestar de los colombianos, en especial de los campesinos de escasos recursos, que derivan gran parte de su sustento, de la vaca lechera, del cerdo, de la oveja, de las gallinas y otras especies, casi siempre nativas.
En el campo de la salud pública, sobresale la acción de los médicos veterinarios que se han dedicado a la vigilancia epidemiológica, a la prevención de enfermedades transmisibles al hombre, y a la inspección sanitaria de productos de consumo y de plantas procesadoras de alimentos. Estas medidas, además de preservar la salud, han logrado, como en el caso de la rabia, de la brucelosis, de la encefalomielitis equina, de la tuberculosis y de otras zoonosis, salvar incontables vidas humanas y animales.
En términos generales, la medicina veterinaria y la zootecnia, se han orientado básicamente, a los servicios de asistencia técnica, que se vienen prestando en el contexto nacional.
De esta manera, han participado activamente, en el mejoramiento sanitario y en el manejo productivo de los animales y de las explotaciones pecuarias. Intervienen en la planificación, en el control y en la orientación técnica de los créditos que están soportados en proyectos de producción. Igualmente, son responsables de los programas de asistencia técnica y de transferencia de tecnología, de entidades adscritas al Ministerio de Agricultura, de los gremios de la producción agropecuaria, de las empresas productoras y distribuidoras de insumos para el campo, y de las Unidades Municipales de Asistencia Técnica UMATAS, que cubren la mayoría del territorio colombiano. Su actividad va de la mano, principalmente, con los pequeños productores pecuarios, a los que asisten y orientan dentro de conceptos avanzados de su profesión, sin menosprecio de conocimientos ancestrales que también han demostrado su eficacia, frente a las condiciones particulares del entorno tropical. Así mismo, son líderes comunitarios en veredas y pueblos olvidados, donde por fuerza de las circunstancias, y ante la carencia de los profesionales competentes, han tenido, incluso, que atender personas enfermas o heridas y en algunos casos emergencias sanitarias de la población.
Para el ejercicio de su profesión en el campo, no disponen de equipos modernos, de la informática, de recursos de diagnóstico, de textos de consulta, ni de otros medios avanzados que faciliten su labor. Con sus conocimientos universitarios, un fonendoscopio, un maletín con instrumental básico y drogas de emergencia, enfrentan su trabajo, con su sentido común, su conocimiento del medio, su instinto recursivo y sobre todo con deseo de servicio y voluntad a toda prueba.
Los profesionales, no han estado exentos de los riesgos que conlleva el trabajo en el campo: transportes difíciles, jornadas extenuantes, exposición a enfermedades y plagas tropicales y, en ocasiones, víctimas injustas y anónimas, de situaciones de violencia suficientemente conocidas. A pesar de los riesgos y dificultades, que han exigido una gran dosis de audacia y de valor civil, han podido generar una fecunda labor que el país debe reconocer en su real dimensión. Existe un indicador confiable de la forma como los profesionales del ramo, han jalonado el desarrollo pecuario nacional. Y, es precisamente su participación, en calidad de ejecutores del programa de control de la fiebre aftosa. Este esfuerzo paciente y constante, después de más de cuarenta años, logró su objetivo, el 29 de mayo de 2001, cuando la Oficina Internacional de Epizootias OIE, declaró libre de fiebre aftosa, la zona norte del país, donde se concentra la mayor parte del ganado de carne. Los principales gestores operativos de este triunfo fueron, en primer término, los médicos veterinarios de la campaña, en cuyas manos estará también el mantenimiento del control sanitario de la zona libre, la expansión del control de la fiebre aftosa al resto del país y la participación, junto con los zootecnistas, en el desarrollo de una infraestructura de producción que satisfaga las necesidades de los consumidores del exterior. Los propósitos mencionados, se traducirán en el fortalecimiento de la economía y en la generación de nuevas fuentes de empleo.
Dentro de una visión prospectiva para el siglo XXI, los profesionales de las áreas de la medicina veterinaria y de la zootecnia, estarán llamados a preservar y desarrollar nuestras fortalezas ecológicas, con especial énfasis en la biodiversidad, que es la materia prima genética de origen animal o vegetal, susceptible de ser utilizada de diversas formas, para garantizar el éxito de la biotecnología y el beneficio de la humanidad. Vale la pena destacar la nueva actitud, que ya se vislumbra, con relación al entorno ecológico y al desarrollo sostenible, que promueven en buena hora, varias facultades del país.
Por todo lo expresado, los profesionales mencionados, conforman un valioso patrimonio humano y una esperanza cierta para el futuro.
El médico veterinario zootecnista Germán García Cardona, destacado escultor, en un gesto de la gentileza que le es característica, donará a ACOVEZ una obra en bronce, en honor y como reconocimiento al profesional desconocido.
Tomado del libro en producción: “Medicina Veterinaria y Zootecnia. Trayectoria durante el siglo XX y perspectivas para el siglo XXI”
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