Revisan las Directrices para la determinación de la Muerte Cerebral

Muerte Cerebral

Determinar la muerte cerebral es un proceso complejo que requiere de docenas de pruebas para asegurar que los médicos lleguen a la conclusión correcta.

Con ese objetivo en mente, la American Academy of Neurology emitió nuevas directrices, una actualización de las que se escribieron por primera vez hace quince años, que conllevan que los médicos realicen un prolongado examen, lo que incluye seguir una lista de comprobación paso por paso de unas 25 pruebas y criterios que deben cumplirse antes de que se pueda considerar que una persona ha sufrido muerte cerebral.

El objetivo de las directrices es eliminar la incertidumbre y variabilidad entre los médicos en su procedimiento para declarar la muerte cerebral. Investigaciones anteriores han encontrado que esto es un problema, afirmó el coautor de las directrices, el Dr. Panayiotis Varelas, director del Servicio de atención neurológica intensiva del Hospital Henry Ford, en Detroit.

Según la Ley de determinación uniforme de la muerte de EE. UU., la muerte cerebral ocurre cuando una persona deja de respirar de forma permanente, el corazón deja de latir, y cesan “todas las funciones del cerebro completo, incluso el tallo cerebral”.

Aunque nadie se mostraba en desacuerdo con esa descripción, un estudio de 2008 que incluyó a 41 de los principales hospitales del país, encontró una variabilidad generalizada y preocupante en la manera en que médicos y hospitales determinaban quién cumplía con los criterios, comentó Varelas, coautor de la revisión de 2008.

Por ejemplo, una temperatura corporal baja o hipotermia puede provocar que una persona parezca sufrir de muerte cerebral, de manera que hay que calentar los cuerpos antes de que se pueda tomar una determinación, explicó Varela. Pero los hospitales del estudio de 2008 tenían once “temperaturas objetivo” distintas que variaban en varios grados, y no había consenso sobre qué temperatura era la óptima para obtener el mejor diagnóstico, dijo.

Las directrices actualizadas han resuelto este tipo de detalles, y aparecen en la edición del 8 de junio de la revista Neurology.

“Incluso los mejores hospitales de EE. UU. mostraban esa tremenda variabilidad en sus políticas”, lamentó Varelas. “Un muere porque el corazón o los pulmones dejan de funcionar, o porque se sufre de muerte cerebral. Las dos primeras cosas son fáciles de determinar. Si no hay pulso, uno está muerto. Si no hay respiración, uno está muerto. Pero la muerte cerebral es mucho más compleja”.

Las nuevas directrices se desarrollaron en base a una revisión de todos los estudios sobre la muerte cerebral publicados entre 1995 y 2009.

Según las directrices, hay tres señales importantes de muerte cerebral: un coma con una causa conocida; la ausencia de reflejos en el tallo cerebral; y la detención permanente de la respiración.

De vez en cuando, informes noticiosos hablan de un paciente en un coma a largo plazo que se ha despertado como de milagro, o de alguien que está en estado vegetativo pero que parece tener una vida interna, apuntó Varelas. Uno de los ejemplos mejor conocidos es el de Terri Schiavo en Florida, que convirtió en rivales a los padres y al marido de la mujer. Schiavo murió en 2005 a los 41 años de edad, dos semanas después de que se eliminara un tubo de alimentación que la había mantenido con vida durante más de una década.

Pero no se debe confundir la muerte cerebral con otras afecciones, como un estado vegetativo persistente o un estado de conciencia mínima, donde sigue habiendo cierta actividad cerebral limitada.

“No encontramos informes creíbles de alguien que tuviera muerte cerebral que se despertara y sobreviviera”, señaló Varelas.

Añadió que las nuevas directrices no tienen nada que ver con esos casos tan publicitados

La muerte cerebral puede resultar de una lesión cerebral traumática grave, un accidente cerebrovascular o la falta de oxígeno tras un paro cardiaco. Alrededor de 90 por ciento de las donaciones de órganos provienen de personas que han sido declaradas con muerte cerebral, comentó Varelas.

El Dr. James Bernat, profesor de neurología y medicina de la Facultad de medicina de la Dartmouth, dijo que las nuevas directrices ayudarán a eliminar parte de la variabilidad en la forma en que los médicos determinan la muerte cerebral.

“El estudio de 2008 reveló variaciones más bien sorprendentes y preocupantes en la determinación de la muerte cerebral, y en algunos casos había prácticas que evidentemente eran erróneas”, apuntó Bernat.

El principal riesgo es declarar la muerte cerebral en un paciente que en realidad no la sufre, advirtió Bernat.

“Los autores de este [nuevo] estudio son expertos en su campo, y han llevado a cabo una revisión basada en evidencia y fidedigna”, aseguró Bernat. “Dicen la forma en que se debe hacer. La meta es mejorar la uniformidad y calidad de la práctica neurológica”.

FUENTES: Panayiotis Varelas, M.D., Ph.D., director of the Neuro-Intensive Care Service at Henry Ford Hospital, Detroit; James Bernat, M.D., professor of neurology and medicine, Dartmouth Medical School, Hanover, N.H., and former chairman, American Academy of Neurology ethics, law and humanities committee; June 8, 2010, Neurology

HealthDay

CLIC AQUÍ Y DÉJANOS TU COMENTARIO

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *