“No Quiere Dormir a su Hora, y Da muy Malas Noches”
Al dormir al niño se cometen errores, y frente al problema de las “malas noches” reaccionan los padres equivocadamente.
Desde luego, estas dos cuestiones son difíciles de solucionar porque en ellas ya encontramos presente el factor individual o propio de cada niño. Para estos asuntos (y para otros semejantes) se debe recordar que “reglas para todos, sirven para nada”. Pero existen ciertos principios (no reglas concretas) que deben ser cumplidos, porque en muchos casos basta con cumplirlos para que el niño duerma a su hora y deje de dar malas noches. Si no ocurriera así, se impondría la consulta a un psiquiatra infantil o a un psicólogo competente.
Primero vamos a ver lo de dormir a hora fija.
1. ¿Le gustaría que la obligaran a dormir sin tener ganas?
Pues al niño tampoco le gusta. Usted responderá: “Pero, él tiene que dormir cuando lo pongan (o manden) a dormir”. Ahí está el error. El niño tiene que dormir el número de horas correspondiente a su edad; por lo tanto, primero hay que saber cuánto duerme al día y qué edad tiene. Si se le hace dormir más de lo correcto se “prepara” un futuro dormilón; si se le fuerza a dormir menos, se le irrita el sistema nervioso y se le ocasiona un grave daño.
Las horas señaladas en la tabla de sueño (aparece al final de este texto) deben tomarse no con exactitud, sino con aproximación, pues todos los niños no son iguales. El ser humano no es un reloj.
2. ¿Cuánto o a qué hora debe dormir el niño?
Este es otro asunto que también cambia con la edad; pero desde que el niño nace debe dormir toda la noche. Esto quiere decir que a ninguna edad se le ha de permitir que pase de noche lapsos estando despierto. La noche se hizo para dormir.
3. Sobre la hora.
La mejor hora para dormir un niño es… la del cese de la actividad familiar en la cercanía del niño, lo que debe ocurrir a la misma hora todos los días, más o menos.
4. El niño ¿sabe dormir, lo enseñaron bien a dormir?
Sepa usted que el aprendizaje del sueño debe ser realizado (como todo aprendizaje) en condiciones favorables; éstas son las más importantes:
a) Se debe poner a dormir al niño cuando haya ido perdiendo el interés por continuar despierto.
b) No se le ha de despabilar (quitar el sueño) cuando esté soñoliento.
c) No se le debe excitar, divertir o regañar poco antes de ponerlo a dormir.
d) Además, él debe estar cómodo, sin sufrir de calor ni de frío y sin ropa que le moleste. Echarle fresco en verano es eficaz.
e) Se le debe dar antes de dormir (y al dormirlo) seguridad y afecto.
F) Es muy recomendable dormir siempre al niño en el mismo lugar, en la misma posición, con los mismos canturreos y movimientos, y en la oscuridad o la penumbra.
g) Besarlo y acariciarlo demasiado lo pueden despabilar (hacer perder el sueño). (Lea También: “…Y Lo Hago Comer”)
5. El niño debe aprender a dormir con una “maestra” o con dos, y estas personas deben inspirarle seguridad, simpatía y afecto.
Por supuesto, estas reglas han de aplicarse con rigor al principio, cuando el bebito empieza a aprender a dormir, y pueden ser suavizadas cuando el “aprendiz” haya adelantado bastante. El niño debe saber dormirse, dormirse bien y solo, cuando ya hable y camine, y esto ocurrirá naturalmente si se le ha enseñado correctamente a dormir.
¡Ah! un consejo.
No lo acostumbre a dormir con luz. La retina de sus ojitos no se repone ni descansa. Puede crecer con vista débil. (Este precepto como otros no podrá ser cumplido después que el niño ha adquirido el miedo a la oscuridad y se ha habituado a que lo duerman con luz).
Si el niño da malas noches, lo indicado es buscar la causa y abstenerse de castigarlo. Si usted supiera, casi siempre la causa es producida por… usted, por el padre u otros familiares; o hablando mejor: por el ambiente que existe en la casa, por el trato que le dan al niño; por lo que no le dan o por lo que le dan en exceso.
No podría contar aquí todas las posibles causas del desvelo o insomnio infantil, porque haría demasiado largo y casuístico (estudio de casos) este epígrafe, pero puedo recordarles las más frecuentes:
- Nació con lo que se llama predisposición a la excitabilidad, o temperamento nervioso, y usted en vez de calmarlo lo excita más y más. Y nadie excitado puede conciliar el sueño. Ni los niños…(!)
- Directa o indirectamente le han metido miedo, o lo ha cogido de algo o por alguien.
- Se siente inseguro, desamparado. Su hogar tiene dentro algún factor de rechazo, de no aceptación gustosa y plena; de peligro…
- Ha unido (acondicionado) en su cabeza el dormir a algo desagradable y excitante; por ejemplo, dejar de estar al lado del padre o la madre, a quienes no se ve durante el día. O dejar de jugar con el primito, que va de visita precisamente por la noche… Estas causas adquieren más fuerza si está presente la primera.
- Tiene un problema personal. Sí, los niños pueden sufrir de conflictos que desvelan; por ejemplo, las riñas de los padres, que a veces presencian y a veces intuyen o sospechan.
- No me diga que los niños no piensan; dígame si tampoco sienten. Los niños sienten, sin darse lucidamente cuenta, pero sienten. Y piensan. (Esta idea ya se ha expresado y se va a volver a expresar varias veces más). Y esto se comprueba también con las regresiones de memoria bajo hipnosis.
- La alimentación abundante en azúcares y vitaminas, tomada poco antes de dormir.
- Causas patológicas, que pueden ser infecciosas o funcionales. Como ejemplo de estas últimas citamos el hipertiroidismo, gran enemigo del sueño. (Aumento de función de la glándula tiroidea y trastornos que origina, como taquicardia, temblor, adelgazamiento, excitabilidad, etc.)
Las causas apuntadas (y hay otras), son algunas de las que ocasionan las malas noches. Y se despierta el niño de madrugada porque fue forzado a dormir cuando no estaba en condiciones para dormir (a las seis o a las siete de la noche), y a las tres de la madrugada se despierta. ¿No le parece natural que así sea? ¿O cree usted que el sueño es algo que una vez “amarrado” no se suelta?
Falta algo muy importante: el niño duerme porque necesita reponer el desgaste que produce el vivir y crecer, y también el de jugar, correr, maniobrar, sudar… Lo primero (vivir y crecer físicamente) le ocurrirá al niño autorícelo o impídaselo usted. Pero lo segundo jugar, curiosear… gastar energías) puede ser disminuido o aumentado por los que lo gobiernan.
Y si usted no deja a su hijito vivir activamente, si lo obliga a estar gran parte del día inactivo… tendrá que dormir menos. ¿Es que duerme usted igual después de pasarse el día descansando que cuando regresa de una dura y larga faena? Aquí y en otros muchos puntos de la crianza de niños, cabría parafrasear un refrán conocido: “No exijas de los niños lo que no permitirías que te exigieran a ti”.
Si usted hace todo lo posible y lo hace sinceramente bien, y no tiene éxito, consulte al especialista.
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