Inflamación Articular
SISTEMA DE SOPORTE DEL CUERPO
Introducción
La estructura corporal típica de cada organismo se debe en gran parte a la distribución de los diferentes segmentos y órganos y la presencia o ausencia de estructuras de protección, sostén o de movimiento, que faciliten su interacción con el ambiente en el que debe desenvolverse.
El desarrollo evolutivo llevó a que los organismos vertebrados tomaran ventajas notables para su supervivencia y crecimiento sobre los demás seres vivos. Los humanos hacen parte de este grupo de seres que se caracterizan por poseer un esqueleto óseo basado en una estructura principal de sostén conocida como la Columna vertebral que forma el eje del principal segmento del cuerpo (el tronco), al cual se unen de manera directa o indirecta los demás huesos que dan forma y soporte a las extremidades y al cráneo.
Curvatura normal de la columna
Los huesos son, entonces, los determinantes principales de la forma del cuerpo, y de su capacidad para resistir las lesiones externas y para mantener la postura o la posición erguida. Las estructuras óseas también son las responsables de la protección de los dedicados órganos internos, pues forman la cavidad o bóveda cerrada que protege el cerebro (el cráneo), lo mismo que la caja que rodea a las principales partes del aparato cardiovascular, respiratorio y digestivo (la caja torácica) y los órganos de la reproducción (la pelvis ósea).
La fortaleza que caracteriza los huesos es la responsable de esta función protectora y estabilizadora. Sin embargo, debido a que tiende a darse gran importancia a esta propiedad suelen apreciarse los huesos como estructuras rígidas y poco maleables, lo que viene a ser un grave error.
Así es un hueso normal
Es así como los huesos son la base para que las estructuras móviles del cuerpo, que son caso todas, puedan desplazarse sobre su eje y puedan desplazarnos y permitir la locomoción. A los huesos se anclan o inserta los músculos que desarrollan la fuerza y la gracia del movimiento. Además, los huesos no se mueven como un todo ni en una sola dirección, pues de esta manera la capacidad de desplazamiento y de construcción típica del desarrollo de las especies no sería posible.
Los movimientos finos, segmentarios y coordinados hacen necesario que pequeñas estructuras se desplacen de manera separada. Los huesos se conectan entre sí con otros, tanto en sus extremos como en sus porciones laterales, para comunicar o compartir el movimiento. Estos sitios de unión permiten el cambio de posición de los segmentos corporales necesarios para el movimiento y son las llamadas articulaciones.
El sistema óseo no sólo es el encargado del sostén sino de la locomoción del organismo y debe verse como una estructura maleable, adaptable y no sólo rígida sino flexible. El sistema o aparto osteoarticular (huesos y articulaciones) es entonces un conjunto muy especializado y la mayoría de las dolencias que lo afectan se deben a la inflamación de las articulaciones, que se denomina de manera general artritis. Para comprender estas enfermedades es necesario conocer de una manera más clara cuál es la estructura de las articulaciones.
¿Qué son y cómo funcionan las articulaciones?
Esquema de una articulación normal
Las articulaciones es el sitio en el que se unen o conectan dos o más huesos y que hace posible la realización de los movimientos. Los segmentos de los huesos que forman la articulación (generalmente los extremos) tienen una forma especializada y algunas características particulares que garantizan tanto la estabilidad como el movimiento y la resistencia de la estructura articular.
En primer lugar, los segmentos articulares de cada hueso deben encajar de una manera más o menos precisa el uno con el otro, ya sea porque ambos presenten una superficie lisa y lineal (caso en el que los ángulos y amplitud del movimiento serán más limitados) o porque mientras que el uno presenta una cavidad o arco, el otro aporta una terminación en forma de esfera o cabeza (lo que garantiza mayores arcos de movilidad).
Un ejemplo del primer tipo de articulación es la unión entre los huesos que forman la cavidad del cráneo, que aunque son estructuras diferentes entre sí se mantienen unidos y la movilidad es prácticamente inexistente. El mejor ejemplo de las articulaciones de alta movilidad –debido a su forma en esfera- es la articulación del hombro. La mayoría de las articulaciones poseen un diseño intermedio entre estos extremos, y de ello depende, al menos en parte, la amplitud de sus movimientos.
Las superficies de los huesos, sin embargo, no pueden ponerse en contacto de manera directa una con la otra pues la fricción y la transmisión de la presión lesionarían estas estructuras. Para facilitar los movimientos y favorecer el deslizamiento sin desgaste significativo, cada extremo óseo está cubierto con una variedad especial de cartílago (el cartílago articular) que amortigua la transmisión de las fuerzas al hueso. Tampoco los cartílagos se relacionan entre sí de manera directa y están separados por una estrecha cavidad, la cavidad articular, una especie de bolsa o espacio delgado en la que se localiza un líquido que nutre y lubrica a manera de “aceite” la cavidad y que se conoce como líquido sinovial.
Las delicadas relaciones entre cada componente de una articulación se mantienen gracias a que alrededor de ella y conectando los dos huesos existe una capa más gruesa de tejidos muy resistentes que rodea completamente la articulación, formando la cápsula articular, que mantiene en su sitio todas las estructuras antes descritas. Este es un mecanismo adicional de protección contra las lesiones de la articulación.
Finalmente, la amplitud del movimiento de una articulación está determinada por una serie de estructuras fibrosas conocidas como ligamentos; que conectan la cápsula de la articulación con los músculos y tendones vecinos.
Mecanismos de protección de la integridad articular
El sistema osteoarticular es el responsable de la locomoción de los seres humanos, del sostén y movimiento del cuerpo. Por esto, cada vez que se desplaza un segmento del cuerpo o se mueve una articulación se está haciendo una exigencia importante a una o varia articulaciones; que deben soportarlo y amortiguarlo evitando su deterioro, para garantizar que la capacidad de movimiento persista.
El entrenamiento moderado fortalece el sistema de soporte
Los mismos componentes de la estructura articular antes señalados son los encargos de proteger la articulación. El cartílago articular es el primero y más importante de estos mecanismos; siendo capaz de regenerarse reparando las pequeñas lesiones que sufre de manera continua. La membrana sinovial que separa los dos cartílagos articulares cumple un papel fundamental en la nutrición del cartílago, además de producir el “aceite” articular, y proteger el cartílago.
La cápsula articular cumple un papel clave para el mantenimiento de las relaciones y la posición de los huesos que forman la articulación. Los huesos, por su parte, también son estructuras muy vivas que están en continua remodelación; formando y reabsorbiendo diferentes segmentos en respuesta al estrés mecánico y a las exigencias del esfuerzo. De hecho, es más probable que el hueso se desintegre y que pierda su estructura cuando existe inmovilidad que cuando se le mantiene en ejercicio moderado.
Movimientos normales de las articulaciones |
Arcos de movimiento de las manos |
La forma de los extremos óseos que hacen parte de la articulación, la cápsula articular y la relación de éstos con los músculos y tendones; determinan la dirección en que puede moverse una articulación y la amplitud del ángulo que puede formar al movilizarse.
La forma de los extremos óseos explica por qué la articulación del hombro; por ejemplo, tiene tanta movilidad, pues sus componentes semejan uno una esfera; y el otro una amplia cavidad en la que la esfera pueda girar en diferentes direcciones.
Por su parte, otra articulación de forma similar es la de la cadera, lo que en teoría debería facilitar numerosos arcos de motilidad; pero como hay numerosos músculos y ligamentos rodeando la cápsula fibrosa de la articulación de manera muy fuerte; ésta disminuye los arcos que podría utilizar y, en cambio, gana en resistencia y estabilidad.
Algo diferente sucede con las articulaciones del codo y la muñeca, que semejan una fuelle, que puede moverse casi en una sola dirección. Sin embargo, sirven como punto de apoyo para la fuerza que debe desarrollar la mano y el resto del brazo, en general; pues permiten la inserción de numerosos músculos y tendones alrededor suyo.
Manifestaciones de daño articular
Cuando una articulación funciona de manera óptima y sus componentes se encuentran completamente normales; el movimiento a pesar de ser un acto voluntario apenas si es percibido de manera consciente. Esto significa que si no hay ningún problema articular, usar las articulaciones es un acto del que no nos damos cuenta.
Por el contrario, cuando estas estructuras se lesionan la persona comienza a darse cuenta; y de manera nada agradable, de que ha movido alguna parte de su cuerpo. Esta sensación desagradable es el dolor e identifica la presencia de un daño a la estructura articular; por una lesión reciente o porque el mismo movimiento, es este preciso instante, está generando alteraciones en la articulación.
La más conocida de las causas de daño a una articulación es el mismo esfuerzo físico. Aunque, como se describió antes, el diseño de la articulación permite soportar un trabajo de gran intensidad; cuando se piensa emprender un esfuerzo de mayor exigencia que la normal; hay que ir acostumbrando o amoldando poco a poco al organismo (y a las articulaciones como parte de él) a este estrés; para lo cual se recomiendan tanto el entrenamiento progresivo como el calentamiento.
Si se exige un esfuerzo fuera de lo corriente a la estructura articular se afecta el cartílago articular, que pierde su capacidad para amortiguar el peso.
La siguiente vez que se necesite que la articulación soporte peso o venza una resistencia el dolor será mayor; pues el cartílago tiene muy poca capacidad de curación y pierde la relación con los demás componentes de la articulación; soporte peso o venza una resistencia el dolor será mayor; pues el cartílago tiene muy poca capacidad de curación y pierde la relación con los demás componentes de la articulación; que son las que se encargan de mantenerlo sano y bien nutrido.
Aún más, buena parte de los nuevos esfuerzos serán transmitidos de manera directa (sin el acolchonamiento que permitía el cartílago); a la membrana sinovial que se encargaba de la lubricación del espacio de la articulación, la que se irá destruyendo y con ella; más adelante, el mismo hueso que constituye la articulación y que debían proteger.
El esfuerzo o el apoyo en posiciones anormales también pueden alterar la cápsula articular; lo que lleva a que cada uno de los extremos de los huesos que conforman la articulación no mantengan su relación normal; pudiendo desarrollarse las esguinces y luxaciones, como las que se presentan con tanta frecuencia entre los deportistas.
Otra causa muy comentada de lesión de la articulación es la enfermedad que comienza en el interior de la misma estructura; por ejemplo en la membrana sinovial, que al perder su capacidad para nutrir, lubricar y disminuir la fricción; favorece el daño del hueso y disminuye la capacidad de la articulación para funcionar normalmente.
Esta anormalidad aparece en diferentes enfermedades y se debe a daño inflamatorio; es decir causado por las mismas células de defensa del organismo, que determinan atacando a las articulaciones. Como estas enfermedades inflamatorias osteoarticulares son tan frecuentes e importantes; es útil repasar algunas de las razones que llevan su aparición.
MANIFESTACIONES DE LAS ENFERMEDADES ARTICULARES
Inflamación articular, ¿qué es y cómo se produce?
No solo el daño por traumatismo mecánicos y mal uso pueden afectar a las articulaciones. En muchas ocasiones la estructura articular puede ser blanco de infecciones (por virus y bacterias); en forma similar a lo que ocurre en otras partes del organismo.
Estos gérmenes o microorganismos pueden destruir uno o todos los componentes de la articulación si su avance no es detenido a tiempo. De esta función se encargan las células de defensa del organismo; de las cuales las más importantes son las que se conocen como glóbulos blancos de sangre.
Estas células se trasladan al sitio donde la infección ha comenzado; y hacen uso de las numerosas armas que poseen en su interior para destruir a los gérmenes infectantes. Los glóbulos blancos, entonces; liberar una gran cantidad de sustancias conocidas como enzimas que son capaces de liquidar al microorganismo.
Por otra parte algunas de las células de este tipo se especializan en producir otras sustancias que funcionan como mensajes de alta velocidad; que se transmiten a los demás compañeros de su equipo; ya sea que se encuentren en vecindad o alejados del sitio de la lesión.
Se trata de una forma muy eficiente de atraer nuevas compañeras para participar en la defensa; y así acelerar el control de la infección o del estímulo dañino inicial.
En ocasiones las células de defensa
pueden atacar la articulación
Estas sustancias mensajeras son claves para el desarrollo de la manifestación de lucha contra la agresión o lesión externa; (que, como ya vimos, puede deberse a trauma, infección u otras causas). Cuando el organismo lucha para controlar agentes dañinos; se producen un mecanismo de defensa que se conoce como inflamación.
Un órgano que presenta inflamación tiene algunas características que casi nunca están ausentes; el dolor, la presencia de calor en el mismo sitio y el enrojecimiento de esta zona. Todos estos cambios se deben a la intensa actividad; que desarrollan los mecanismos de defensa del organismo en su lucha contra el agresor.
Sustancias mensajeras de la inflamación
De las sustancias químicas que sirven como señales en clave para el organismo y como mensaje para reclutar nuevos guardianes; para dominar al agresor externo se destacan unas conocidas como prostaglandinas; que participan casi en todos los cambios característicos de la inflamación.
Por ejemplo, las prostaglandinas libertadas en el sitio de ataque se ponen en contacto con las fibras nerviosas (nervios); y llevan el mensaje de que alguna anormalidad se ha presentado en una zona del cuerpo.
Este mensaje se manifiesta como dolor y obliga al sistema nervioso a retirar o mover el miembro afectado; (si se trata de daño producido por calor, frío o por un golpe o lesión externa); y también lleva a que todo el organismo se ponga en alerta y trabaje de manera acelerada; (por ello aparece sudoración y la circulación y el corazón se aceleran para trabajar con mayor eficiencia).
Las prostaglandinas contribuyen
a generar dolor e inflamación
En el sitio donde ha comenzado el daño las prostaglandinas favorecen la salida desde el torrente sanguíneo de otras células de defensa; y con ellas viajan también elementos de la sangre como proteínas y líquido.
Esta salida hacia los tejidos de los componentes que normalmente viajan en la sangre; es la razón por la que aparece hinchazon o aumento del volumen del órgano inflamado. Esta alteración también es causada por las prostaglandinas.
Como hay calor, hinchazón y dolor, el sitio inflamado tiende a mantenerse en reposo y a disminuir su actividad; lo que lleva a limitación funcional en el órgano afectado.
La inflamación no puede verse apenas como la forma como el organismo lucha para erradicar el daño externo o interno. La inflamación pretende, a la vez, reparar o recuperar el órgano lesionado. Las mismas células que buscan destruir al atacante son capaces de liberar otras sustancias; que sirven como base o cimiento para la formación de nuevo del tejido donde se había presentado la agresión. Pero para ello deben existir algunas células especializadas en liberar mensajes (otras sustancias químicas); que ordenen cambiar la función y virar hacia la reparación, minimizando el ataque y el daño. Cuando no se producen estas señales de control se perpetúa la inflamación y se hace crónica; y puede ocurrir más daño por las mismas células de defensa que la que el germen o agente externo inicial podría haber causado inicialmente.
Si la inflamación no se controla pueden destruirse algunos de los componentes de la articulación y las fuerzas que se aplican a otras áreas; llevan a que se pierdan las elegantes y precisas relaciones que mantienen la función articular y aparece deformidad articular; como la que caracteriza a las enfermedades articulares crónicas no controladas.
Como puede verse, las prostaglandinas participan en numerosos pasos responsables de la inflamación. Por esto una de las mejores posibilidades para limitar el daño continuado a las articulaciones; es disminuir la producción de prostaglandinas.
Para la producción de esta sustancia el organismo cuenta con enzimas conocidas como ciclooxigenasas que se encuentran en todos los tejidos. En el estómago se producen prostaglandinas que protegen de la acidez misma de los ácidos y allí la ciclooxigensas encargada recibe el nombre de tipo I.
En articulación predomina el subtipo de ciclooxigenasa de tipo II. (COX-2), y limitar la función de esta enzima es una de las estrategias; para el daño producido por la inflamación sea menor y la reparación se lleve a cabo de manera eficiente.
Los antiinflamatorios deben bloquear las prostaglandinas “malas” para evitar la inflamación y el dolor
¿Cómo se reconoce la inflamación?
Componentes de la inflamación
Todos los cambios antes anotados se presentan en una articulación lesionada que presenta inflamación. El calor y el enrojecimiento o rubor se deben a la intensa actividad y gasto de energía; que ocurren en la batalla entre el agresor y las defensas del organismo.
La hinchazón o aumento aparente de volumen son ocasionadas por el acumulo de estas células de defensa; y de las demás sustancias que se han liberado a partir de la sangre. El dolor es la consecuencia del aumentado de presión en la articulación (donde se han acumulado estas células); y en gran parte es el responsable de que aparezca disminución de la función o limitación, que en el caso de la articulación lleva a rigidez.
En situaciones de más larga evolución en las que los fenómenos de inflamación se mantienen sin control; (como si el organismo no reconociera las señales para detenerse y termina lesionando los propios tejidos); se pierden algunos componentes de la articulación y esta se deforma; lo que impide aún más la función y, en general, limita la actividad diaria y la calidad de vida del afectado.
¿Qué es la artritis?
Todo el conjunto de alteraciones aquí mencionadas se conjugan para causar la llamada artritis. Este término es derivado de dos palabras griegas artros (articulación) e itis (inflamación); y su aparición no es más sino un anuncio de que algo anda mal en esta importante estructura.
La forma como se presenta la artritis es bien conocida, sin embargo, deben hacerse algunas precisiones. Una cosa es la inflamación y otra el dolor articular aislado. En el primer caso, además de encontrarse dolorosa la articulación, la piel que la rodea aparece enrojecida y hay hinchazón.
Para la segunda situación aunque la articulación puede doler, no es posible encontrar inflamación, los médicos denominan a esta situación artralgia (articulación dolorosa). Y en algunas situaciones esta fase inicial puede estar seguida de la aparición de una verdadera artritis; pero en la gran mayoría de situaciones se trata de un proceso transitorio en mejora sin ninguna intervención.
Enfermedades que causan artritis
Como ya se mencionó, la función de las articulaciones es permitir la movilidad de los diferentes segmentos corporales. Para este fin están dotadas de arcos de movimiento limitados de acuerdo con el tipo de articulaciones.
Cuando los arcos de movimiento son sobrepasados o la articulación es forzada a hacer una función que la sobrecarga; pueden sobrevenir alteraciones del tipo de la artritis. Sin embargo esta no es la única causa de artritis. Existen enfermedades que surgen de manera espontánea y cuya manifestación principal es la inflamación articular.
Unas son más graves que otras. Unas tienen curación mientras otras deben ser tratadas o controladas, pero nunca desaparecerán.
A manera de ejemplo enfermedades como la gota alterar con gran selectividad las articulaciones; mientras que otras enfermedades cuya manifestación principal se encuentra en la piel, pueden afectar de forma secundaria a las articulaciones. En estos muchos de estos casos el tratamiento de las demás manifestaciones de la enfermedad puede conducir a mejoría del daño de la articulación.
Algunas articulaciones que pueden verse afectadas por las articulaciones
Por tales razones es muy importante estar atentos a todos los síntomas que acompañan a la aparición de la inflamación articular.
Las más importantes clases de artritis serán, entonces el objeto de nuestro siguiente fascículo.
Continúe con nosotros el recorrido por el sistema musculoesquelético y entérese de lo que usted puede hacer para contribuir a recuperarse a su artritis.
La armonía del movimiento depende de unas articulaciones sanas
TRATAMIENTO
Como evitar o disminuir el dolor
A lo largo de nuestro viaje por el sistema osteoarticular y sus enfermedades; hemos insistido en que la inflamación y el dolor son sus manifestaciones más frecuentes. Sin embargo, el dolor ocupa el primer lugar dentro de las molestias que impiden realizar nuestras actividades normales.
En algunos casos puede ser tan intenso que no sólo limita la acción sino que se convierte en una verdadera e insoportable tortura. Por tal motivo el hombre ha tratado a lo largo de su evolución; de desarrollar estrategias que permitan controlado de manera casi total.
En la actualidad se cuenta con medicamentos de gran potencia para disminuir el dolor. Sin embargo, el paciente con artritis requiere no sólo esto sino un verdadero cambio de actitud frente a su enfermedad; ya que muy posiblemente deberá convivir con ella.
De esta forma, el ambiente psicológico que rodea al enfermo, su alimentación, la realización de ejercicio recreativo, la fisioterapia; y el uso de medicamentos deberán unirse en un conjunto que llevará a una mejor calidad de vida para el afectado.
Disminución del daño articular
Tanto el sobre uso como el desuso del sistema musculoesquelético tienen consecuencias funestas. Por un lado, una articulación sometida a gran presión puede presentar desgaste, inflamación e incluso ruptura de algunas de sus estructuras.
De otra parte, la inmovilidad o el desuso lleva a que los tejidos vivos que componen la articulación no tengan estímulo para nutrirse, crecer y fortalecerse; llevando a un estado denominado atrofia, en el cual no sólo se altera la función sino que hay debilidad manifiesta.
Para disminuir o prevenir el daño de nuestras articulaciones debemos entonces revisar nuestras actividades; y determinar cuales de ellas no ponen en peligro de sufrir daño articular. Existen indicaciones precisas para quienes tienen oficios que sobre cargan algunas articulaciones.
Por ejemplo quienes permanecen de pie deben, periódicamente, descansar el peso de su cuerpo en uno u otro pie; permitiendo que una de las articulaciones se relaje. También es útil colocar una butaca o un objeto que permita mantener un pie más elevado que otro; para que la articulación de la cadera no reciba un exceso de presión.
Restablecimiento de la función normal
Reposo
Cuando se ha sufrido un daño agudo por exceso de trabajo articular, la primer forma de alivio del dolor es el reposo. Mantener la articulación inmóvil durante un período corto de tiempo permitirá que la inflamación y el dolor disminuyan. Sin embargo, el reposo no puede prolongarse porque se convertirá en una conducta desfavorable. Siempre siga las instrucciones que su médico le indique.
Calor
La colocación de calor local es una de las herramientas más efectivas para mitigar el dolor. El calor aumenta la circulación de la sangre permitiendo que mayor cantidad de nutrientes de oxígeno lleguen a los tejidos. Además relaja los músculos que casi siempre se encuentran contraidos luego de un trauma.
Por tales motivos, los médicos recomiendan con frecuencia el uso de calor local; mediante la aplicación de toallas húmedas, compresas calientes, botellas de agua caliente, duchas o baños térmicos; o dispositivos especialmente diseñados con este objetivo.
En general el calor húmedo parece ser más efectivo que el seco, pues tiene mayor capacidad para penetrar al interior de las articulaciones. El médico o en algunos casos el fisioterapeuta recomendará la frecuencia y la clase de calor a utilizar; el cual, sin embargo, no deberá exceder los 20 minutos por aplicación.
Frío
Cuando las articulaciones están inflamadas, calientes y son muy dolorosas, el frío es una alternativa excelente. Su aplicación produce una sensación de anestesia que disminuye la percepción del dolor. Igualmente contribuye a desinflamar los tejidos.
A pesar de su eficacia muchos pacientes prefieren la aplicación de calor y no la de frío. El tiempo de aplicación de este último debe ser limitado pues un exceso puede conducir a quemaduras de la piel.
Hidroterapia
Se refiere al alivio de los síntomas dolorosos mediante la inmersión o flotación en agua caliente, generalmente. Durante la flotación la presión que se ejerce sobre las articulaciones disminuye marcadamente; en tanto que se pueden realizar ejercicios simples diseñados para estirar las articulaciones y para mejorar la resistencia muscular.
La temperatura del agua deberá ser de 32º a 38º centígrados, realizándose secciones de cerca de media hora. Algunos prefieren realizar la hidroterapia en aguas que contienen minerales como azufre; sin embargo, desde el punto de vista médico no se han demostrado claramente las ventajas de esta última condición.
Ejercicio Físico
Recreativo
El ejercicio no sólo es benéfico para los pacientes con problemas articulares. Es también una fuente de alergia, esparcimiento y salud cardiovascular y psicológica. Los enfermos con artritis puede realizar ejercicio de tipo recreativo o con objetivos terapéuticos, con el fin de mejorar su condición de vida.
El ejercicio debe hacerse de manera regular, con disciplina pero sin excesos. La caminata diaria, trotar, montar en bicicleta, nadar o practicar otros deportes de forma suave; y de acuerdo con las recomendaciones de su médico hará que se sienta mejor.
Terapéutico
Algunos ejercicios de estiramiento para las manos
Siempre se deberá iniciar bajo la guía de un profesional terapeuta o de su médico. Esta forma de tratamiento está dirigida a disminuir el dolor y controlar la inflamación, para finalmente conservar la función articular y prevenir las deformidades.
Como norma general el ejercicio debe realizarse a la misma hora todos los días; en el momento en que el cuerpo se encuentre más descansado o cuando los síntomas dolorosos y la rigidez no sean una limitante. Siempre se iniciará con un período de calentamiento que permite adaptar los músculos y articulaciones a la actividad que va a comenzar. Nunca intente realizar ejercicio en exceso como para probar su resistencia porque puede poner en peligro sus articulaciones.
Existen ejercicios de estiramiento encaminados a disminuir la rigidez, incrementar la flexibilidad y mantener el movimiento normal de las articulaciones. La manera de realizar estos ejercicios es identificar el arco norma del movimiento de la articulación; llevando la parte móvil hasta el máximo mediante un movimiento suave y sostenido.
Ejercicios de fortalecimiento
Estos ejercicios se deben realizar bajo la dirección del médico o el terapeuta; quien establecerá las articulaciones para las cuales son adecuados así como la intensidad y periodicidad de los mismos.
Aunque el progreso puede ser lento, estos ejercicios son especialmente útiles para pacientes con artritis reumatoidea quienes de esta manera preservarán la función articular. No deben utilizarse en momentos en que la articulación se encuentre hinchada y dolorosa.
Existen ejercicios de fortalecimiento que buscan hacer más fuertes las articulaciones mediante movimientos que se realizan venciendo alguna fuerza o presión. Aquí pueden utilizarse ayudas como pesas o bandas elásticas que darán resistencia al movimiento articular. El levantamiento de las extremidades y otros segmentos corporales contra la gravedad también es un ejercicio de fortalecimiento.
Cómo evitar alteraciones permanentes
Las secuelas o alteraciones permanentes de las articulaciones son más frecuentes en los pacientes que afectó la artritis reumatoidea. Como vimos antes esta enfermedad afecta principalmente las articulaciones pequeñas, las cuales se vuelven muy susceptibles incluso a traumas mínimos y a las actividades ordinarias. Por tales razones los afectados por esta artritis deben recondicionarse aprendiendo a utilizar las articulaciones más grandes para realizar sus actividades diarias.
Así por ejemplo, al cargar un bolso o una maleta no es adecuado llevar la manija apretada con los dedos empuñados; sino que se debe cargar en el pliegue que se forma al flexionar el codo. Coger un pocillo por la oreja es también un error, en cambio se debe cargar como si no tuviera asa; es decir, ambas manos deben rodear todo el cuerpo del pocillo para que las articulaciones más pequeñas no intervengan.
Finalmente, la mejor forma de evitar la progresión de la enfermedad articulares es seguir los consejos que su médico le da; en cuanto a actividades diarias, ejercicio, alimentación, cambios en el estilo de vida y toma de medicamentos.
CLIC AQUÍ Y DÉJANOS TU COMENTARIO