Editorial: Diversas alternativas de Tratamiento para la Hiperplasia Prostática Benigna
En el presente número, contamos una vez más con la valiosa colaboración del Doctor Edgar Velasco, Miembro Emérito de la Sociedad Colombiana de Urología, quien hace una revisión acerca de las diversas alternativas de tratamiento para la Hiperplasia Prostática Benigna, matizada con la experiencia obtenida por él a lo largo de su extenso ejercicio profesional.
Los adelantos obtenidos en el tratamiento de la H-P-B durante el transcurso del siglo XX fueron innumerables, si se tiene en cuenta desde que el estadounidense Eugene Fuller en 1985 y el irlandés Peter
Freyer en 1900 publicaron las primeras descripciones de la enucleación supra-púbica completa y deliberada del adenoma prostático. Las técnicas descritas por ellos se diferenciaron solamente por mínimas variaciones, lo que permite atribuirle a ambos el mérito de ser los iniciadores de la era de la prostatectomía para la H-P-B que hoy conocemos.
Más notables aún, son los avances de la cirugía transuretral. Iniciándose el siglo XX, Nitze inventó el endoscopio y Hertz descubrió lo corriente eléctrica de alta frecuencia; lo que le permitió a Hugh Young en los Estados Unidos, describir la técnica denominada Cold Punch para producir un canal transuretral a través de la próstata obstructiva.
Posteriormente se introdujo el efecto de la diatermia monopolar bajo el agua y de la electrocoagulación. Entre 1926 y 1931 se incorporaron la visión directa endoscópica y las asas de tungsteno, para que surgiera el precursor del resectoscopio de hoy, el cual se conoció como resectoscopío de Stern – Mc Carty.
Se destacan también los ingentes esfuerzos realizados por los cirujanos de entonces, para obtener la pericia suficiente y disminuir la morbi-mortalidad del procedimiento, que fue considerablemente alta hasta mediados del siglo pasado.
El progreso obtenido en la calidad de los lentes, de los cables coaxiales para transmisión de la luz por fibra óptica y de los líquidos de irrigación; han disminuido notablemente las complicaciones intra y postoperatorias. Al mismo tiempo han facilitado tanto la enseñaza como el aprendizaje de la técnica, hasta convertirla en el patrón de oro, con el que se deben comparar las nuevas modalidades de tratamiento que se desarrollaron a partir de la década de los 90.
Participa además el doctor Antonio Lomanto, reconocido ginecólogo y Miembro de la Sociedad Colombiana de Urología, con un análisis crítico de las técnicas anti-incontinencia más usadas hasta finalizado el siglo XX. Espero que en próximas ediciones podamos contar con el análisis respectivo de las técnicas de cabestrillo tradicionalmente descritas para la incontinencia tipo III, pero que desde hace pocos años se describen para estados menos severos.
Otros temas diversos complementan este número, los cuales espero, llenen las expectativas de los urólogos nacionales y sean motivo de crítica, con el fin de constituir ésta revista en un foro abierto para el libre intercambio de conceptos.
Quiero darle la bienvenida al doctor Carlos Alberto Rodríguez Ibarra, Miembro de Número de la S.C.U, por su vinculación a “Urología Colombiana” como Editor Asociado. Por la valiosa colaboración que nos ha de prestar, le agradezco de antemano en nombre del Comité Editorial y de la Junta Directiva.
Por último, aprovecho para invitar a los urólogos y residentes del país, a participar en el próximo Congreso Nacional que tendrá lugar en la ciudad de Santa Marta, el próximo mes de septiembre. Del intercambio de experiencias que en este tipo de eventos se producen se nutre nuestra revista.
José Miguel Silva Herrera
Director.
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