Discurso de Apertura del Congreso en la Ceremonia de Inauguración
Quinta de San Pedro Alejandrino
Ya hace algún tiempo tuve un sueño, sueño que no fue un simple sueño, porque los sueños pueden ser realidades si uno se enamora de ellos y les va dando forma hasta convertirlos en una visión o compromiso al materializarlos. Fue cuando nos dimos cuenta que nuestra misión era realizar el primer Congreso Colombiano de Pediatría del nuevo milenio, durante los días 11 al 14 de octubre de 2001, en beneficio de nuestra sociedad, logrando de esta manera una actualización no solo en los avances de la ciencia y la tecnología de punta, sino volviendo a la humanización de nuestras vidas y atención en la consulta de los niños, uniendo de esta manera a todos los pediatras en la defensa de los derechos y los deberes de ese ser en desarrollo, producto de nuestro amor y nuestra razón de existir.
Luego nos dimos cuenta que ese sueño se convirtió en una realidad, cuando vimos que este bello paraíso llamado Santa Marta, ciudad que ha sabido conservar la elegancia de pasadas épocas románticas, es hoy punto de encuentro ideal para los más variados eventos y al mismo tiempo ciudad hospitalaria, que ofrece los más altos niveles de calidad y que dispensa en cualquier ocasión un trato acogedor a sus visitantes. Hoy queremos proyectarla no solo como ciudad turística, sino como la ciudad cultural, histórica y científica de Colombia y, creemos que lo hemos logrado al verlos a ustedes reunidos para dar inicio al mas grande de los eventos de la Sociedad Colombiana de Pediatría como es el (vigésimo segundo) Congreso de Pediatría, en su vigesima segunda edición.
A través de dos largos años de trabajo, con un equipo envidiable de colaboradores que sacrificaron tiempo son sus familias, horas de consultas e ingresos, para ponerlo a disposición de esta gran empresa, compromiso no solo de los pediatras de la ciudad, sino de las entidades gubernamentales y privadas de quienes obtuvimos siempre el interés de apoyarnos incondicionalmente.
Realizamos una serie de reuniones que se fueron haciendo importantes en la medida que fuimos un equipo que pensaba y que se movía convencido de la importancia de hacer un evento que lograra la integración de todas las personas que de una u otra forma estuvieran comprometidas con esta realidad y, de esta manera, le fuimos aportando día a día nuestras inquietudes y esperanzas con ejercicios de lluvias de ideas, de consultas y análisis de los anteriores congresos, de visitas a las universidades y hospitales de varias ciudades de Colombia, para sentir y palpar las necesidades y sugerencias de cada uno de nosotros y así saber qué y cómo queríamos que se desarrollara el congreso, de esta manera le fuimos dando forma a este sueño hasta convertirlo en una realidad, donde esperamos que nos sirva para hacer una evaluación de Dónde estamos, qué hemos hecho y qué estamos haciendo en nuestra consulta diaria y, por qué no en nuestras vidas. Donde podamos revisar, cuestionarnos y actualizar nuestros conocimientos para mejorar la calidad y eficiencia de la atención del ser más indefenso del universo, EL NIÑO.
Cuando este país se encuentra perdido en un océano de problemas y de incertidumbre como consecuencia de la pérdida de los valores, quisimos colocar nuestro grano de arena en este congreso al que le hemos dado identificación del sentir de cada uno de nosotros, armonizándolo con los ideales de una nueva Sociedad Colombiana de Pediatría y de su Presidente, al darle el toque de realidad Colombiana, por eso decidimos que el tema central fuera “EL PEDIATRA HUMANIZADO”.
Cuando realizamos nuestra misión y viajamos por toda Colombia, preguntando qué queríamos de este congreso, vimos que el sentir de cada uno de los miembros que conforma nuestra sociedad para la situación por la que están pasando nuestros niños, eso nos obligó a colocarle el nombre del pediatra humanizado, era el sentir de cada uno de nosotros que hemos visto que los valores y los derechos de nuestros niños se están violando día a día, al obligarlos al trabajo, al llevarlos a una guerra sin sentido, al negarle el derecho de una consulta médica Pediátrica, desmejorando la calidad y eficiencia en la atención, cuando delegan en el médico general la atención para ahorrar dineros en las instituciones, al ser objeto del maltrato y de la violencia intra familiar.
Por ello creo que este congreso cumple su misión, si hacemos que nazca desde aquí una gran cruzada por la humanización y logremos que las instituciones prestadoras de salud, el gobierno y los actores de la guerra los coloquen en el sitio que deben estar y eso solo se logra respetando los derechos y deberes de nuestros niños.
La Sociedad Colombiana de Pediatría siempre ha querido resaltar la vocación y dedicación de los pediatras que hayan contribuido al desarrollo de programas en beneficio de los niños de Colombia, quisimos que el Congreso llevara el nombre de un Médico Pediatra que se ha dedicado en cuerpo y alma a la atención en salud de la infancia; los organizadores estuvimos de acuerdo que debería ser un hijo de nuestra región que llenara los siguientes aspectos en el trabajo y en su vida personal, como el esfuerzo y la abnegación en la atención, el trato afectuoso con los pacientes, que conservara una relación humanitaria hacia los padres o familiares, su devoción a la actualización y al compartir sus conocimientos con los alumnos y colegas, en procura de mejorar la calidad de la atención en salud, además fuera un ejemplo de vida. “LAS ALTURAS QUE LOS GRANDES HOMBRES ALCANZARON Y CONSERVARON NO FUERON CONQUISTADAS EN SÚBITO VUELO, SINO QUE MIENTRAS SUS COMPAÑEROS DORMÍAN, ELLOS DE NOCHE, TREPABAN AFANOSAMENTE” (Longflow).
Quiero hacer mención primero, de otras personas que se merecían este honor y derecho como el Dr. Marco Dannon, pediatra endocrinólogo, embajador de los médicos colombianos que han querido trasladarse a los EE.UU. en busca de una actualización o de un futuro mejor, quien siempre ha estado muy vinculado con todos nosotros, hoy jefe de Educación Médica del Miami Children´s Hospital de la ciudad del Miami, pero finalmente nos decidimos por el Dr. Efraim Bonilla Arciniegas, Pediatra y Cirujano Pediatra, de la U. Nacional y profesor del Hospital de la Misericordia, oriundo de Santa Marta, orgullo de nuestra región, padre y orientador de los pediatras de Colombia, él se convirtió como en una institución para cada uno de nosotros que lo conocemos y encontramos en él la persona íntegra, desinteresada y amante de los niños, dedicada a su profesión. La persona de quien nos sentimos orgullosos por ser sus coterráneos, por haber dejado muy en alto nuestra región, la persona que todos amamos, gracias Profesor.
Hoy cuando sabemos que los honores y reconocimientos se deben y se merecen en vida, es el momento para que de una manera sincera y en la persona del Dr. Efraim Bonilla Arciniegas, les hagamos un reconocimiento a todos y a cada uno de los Pediatras que le han dedicado su vida a la atención de los niños de Colombia.
Sería largo mencionar a cada una de estas personas que se merecen este reconocimiento, pero si quisimos que cada una de las salas de las conferencias en el Centro de Convenciones llevara el nombre de los pediatras que hicieron y aportaron todo de si por la salud de los niños samarios durante largos años de dedicación que fueron el Dr. Abraham Correa, el Dr. Arturo Bermúdez, el Dr. Bichara Zableth, el Dr. Pedro Jiménez y el Dr. Fajid Atía.
Quiero para terminar agradecerle a la SCP, a su Junta y a su Presidente, haber tenido la confianza al entregarnos esta responsabilidad y agradecerle a las empresas que hoy nos acompañan que creyeron en nosotros, a nuestros pacientes y esposas que siempre nos apoyaron
LUIS EDUARDO ABELLO G.
Discurso Inaugural
Después de días de infinita tristeza por la desolación y amargura de la patria que vivió para servirla y adorarla, a la sombra de estos tamarindos, exhaló su último suspiro el libertador de América Simón Bolívar, el 17 de diciembre de 1830.
También ahora vivimos tiempos difíciles. Pesan aun sobre nuestras conciencias y nuestras espaldas los vergonzosos índices de mortalidad que asuelan vastas regiones de nuestro país.
Desde hace muchos años nuestro país está recorriendo una pendiente de decadencia que parece interminable.
Esta decadencia no es solamente económica, abarca todas las áreas de la vida ciudadana y tal vez una de sus manifestaciones mas conspicuas es que no hay o resulta extremadamente difícil lograr acuerdos sociales y políticos sólidos, estables y duraderos que concílien las ideas e intereses de grandes grupos de colombianos.
Como consecuencia natural de este proceso, se instala en la sociedad civil una sensanción de desazón y desaliento.
El componente melancólico de nuestra naturaleza colombiana se ve alimentado por una realidad que la acompaña y los pediatras no escapamos a esa realidad. Nuestra tarea de bregar por la salud infantil tiene como común denominador este escenario y es en estas condiciones en las que se cumple nuestro trabajo.
Nos afectan veloces y profundos cambios en el ejercicio profesional. Muchos de ellos interfieren en la relación médico-paciente y afectan la dignidad del trabajo médico, trastocando así los fundamentos mismos de la medicina, entendida como el enfoque solidario de la salud de una comunidad.
Las principales instituciones del estado se desacreditan y otras de menor magnitud están vacías de contenido y cuando las instituciones llamadas de primer orden en el país están en crisis, entonces cobran una enorme importancia las instituciones intermedias, donde podemos encontrar una interacción con nuestros pares, lugar de intercambio y de reafirmación de nuestra propia identidad profesional. Es en Sociedades intermedias como la Sociedad Colombiana de Pediatría donde, en momentos de crisis, podemos continuar trabajando con un sentido más trascendente, acompañados en una tarea solidaria.
Es la Sociedad Colombiana de Pediatría el agente de cambio de la realidad social, comunitaria y humanística; tiene en la enseñanza a la comunidad uno de sus prioritarios objetivos, ser portadora de mensajes de solidaridad, convivencia y amor, actualizar sus propósitos con ánimo de educar a la familia, base de la Sociedad y constituirse en paradigma de fe en Colombia, para conseguir con el esfuerzo de todos, la redención y el alivio de todas las inequidades por las que atraviesa nuestro país.
Es esa la razón de ser de nuestra cruzada por “El Buen trato a la infancia, proyecto de paz que hemos realizado en todas las ciudades del país”. Es ese nuestro empeño por la educación a la comunidad, otro de nuestros importantes objetivos.
Contamos ya con un ejército de padres de familia, educadores y pediatras, que dan lecciones de ternura, tolerancia, amistad y amor para que en un futuro gocemos de líderes capaces de orientar y ser gestores y protagonistas de su propia historia, con capacidad de construir la patria solidaria, participativa, con gobernantes y dirigentes honestos, que puedan ofrecer un lugar donde sea posible vivir en paz.
“Es la ignorancia un peso muerto en el camino de los pueblos o individuos hacia el desenvolvimiento de sus propias esencias” Simón Bolívar. Y concluía: “hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados constituyen las repúblicas” “Si estos hombres no existen, ¿qué esperamos para formarlos?” “la educación popular debe ser el cuidado primogénito de amor paternal del Congreso. Moral y luces son los polos de una república: moral y luces son nuestras primeras necesidades”. “¿Qué significa para el estado la educación popular, la salud pública, la cultura y, en fin, la atención que nos alivie del malestar social permanente y galopante?.” “La salud de una república depende de la moral que por la educación adquieren sus ciudadanos en su infancia” Simón Bolívar.
En consecuencia, los pediatras asumimos que nuestra tarea ya no se oriente sólo a la reducción de la enfermedad y las muertes infantiles. Su objetivo más amplio y desafiante es el de garantizar el desarrollo integral del ser humano, para lograr que el niño llegue a ser un adulto capaz de insertarse positivamente en una sociedad cada vez más con mayor grado de exigencia y competitividad.
Es la educación la dinamizadora de procesos sociales y armónicos, unidad por excelencia para contribuir a la formación de hombres capaces de construir proyectos de vida autónoma y de participar en propuestas colectivas en busca del bien común.
Se percibe la necesidad de optimizar el ejercicio profesional, adecuándolo inteligentemente a las necesidades del niño, de la salud pública y de la población a la que siempre los pediatras respondimos con la más comprometida de las actitudes en el eje de atención basado en la relación médico-paciente-familia.
Será ineludible, entonces, completar una orientación y capacitación en aspectos que hacen ese primer nivel, como son las recientemente incorporadas modalidades de atención, como la promoción y el abordaje de la problemática familiar en sus nuevas dimensiones sociales, los derechos y los deberes de los niños, el manejo de la patología crónica prolongada, el enfoque poblacional y epidemiológico de enfermedades, el enfoque poblacional y epidemiológico de enfermedades prevalentes y/o emergentes, técnicas comunicacionales, redes de transferencias, educación para la salud, detección y orientación en violencia familiar y extrafamiliar, adopción, avances de medicina anticipatoria, prevención de accidentes y medicina basada en la evidencia, entre muchas otras temáticas.
En el contexto descrito, es deseable que nuestra sociedad como organización que busca la excelencia de sus miembros, en respuesta a la cambiante realidad, y sensibilizada por sus implícitos desafíos, promueva un proceso de capacitación en ese campo, con el convencimiento de que estará contribuyendo a cubrir necesidades impostergables en la formación de profesionales más competentes para el sublime arte de la medicina del niño y el adolescente.
Somos conscientes de que los pediatras generales del primer nivel de atención, atenderán principalmente cerca de sus pacientes y no desde grandes instituciones asistenciales. Ante ello la Sociedad Colombiana de Pediatría ha implementado programas de educación continua, orientados a la actualización pediátrica, independientemente del lugar y estructura donde los pediatras desarrollan sus actividades. Son ejemplo de ello el Programa de Educación Continua en Pediatría “PRECOP”, conjunto de actividades educativas emprendidas por la Sociedad Colombiana de Pediatría y sus Regionales, que tienen como objetivo aportar en forma continua y programada, eventos formativos (espacios académicos y material educativo), a los pediatras y a los médicos generales en lo que respecta a pediatría, que contribuyen a actualizar y mantener sus conocimientos, actitudes y habilidades para un mejor desempeño en el área profesional.
Para el futuro cercano, se desarrollarán redes de comunicación que permitirán, a muy bajo costo, las teleconferencias con transferencia de imágenes y gráficos entre profesionales de distintos puntos del país.
Igualmente hemos tendido puentes de unión, verdaderas alianzas, con la Academia Americana de Pediatría y la Sociedad Argentina de Pediatría. Creamos lazos de unión permanentes con las diferentes filiales, regionales que aportarán sus ideas y propuestas para el desarrollo armónico e integral de la Sociedad Colombiana de Pediatría en todo el territorio colombiano.
Entre tanto crecen los problemas de salud del pueblo colombiano, con la muy conocida Ley 100 y sus decretos reglamentarios, con el afán mercantilista de un sistema que arrasa con todo lo que en salud se había hecho.
La crisis crónica de los hospitales y clínicas públicas y privadas, su atraso tecnológico, la escasez de insumos y las degradantes condiciones de atención de los pacientes, ya no generan ruido, ni animan las protestas ni conmueven a las clases dirigentes.
Hay un mercado de salud, en donde prima lo económico. Es esta una promoción financiera en donde los médicos llevan la peor parte de este ejercicio caótico, implantado para que unos intermediarios privados, so pretexto de ofrecer salud, solo ofrezcan una deshumanizada atención, en donde no existe relación médico-paciente y donde es mas importante cantidad que calidad, rentabilidad financiera antes que la vida y la salud de un pueblo que ya paga sus tributos por la violencia, la intolerancia, por el desempleo y por el hambre.
Los médicos, sus sociedades y asociaciones nunca son llamados para tener acciones protagónicas en la planeación, legislación y en la implementación de lo relativo a la salud y a la seguridad social, aunque debieran ser los interlocutores válidos no ignora dos por los gobiernos, con capacidad de impactar en el poder, para reorientarlo hacia políticas con fundamentación ética, con eficiente participación, concertación y acción propositiva para el beneficio de la salud de un pueblo y la dignidad de un cuerpo médico. La salud es algo demasiado importante como para dejarla en manos de empresas cuyo fin es el lucro.
En este sentido, la Sociedad Colombiana de Pediatría reclama su natural derecho a representar a la niñez y la familia incluyendo el Instituto Colombiana de Bienestar Familiar (ICBF) y su participación en la mesa de negociaciones por la paz (Comité temático por la paz), propuesta que ha recibido el apoyo de la mayoría de las sociedades pediátricas del mundo.
Tenemos la preparación, la sensibilidad y capacidad que nos confieren 84 años al servicio de la niñez colombiana. Asistimos a los pozos, en el Caguán, para protestar por el secuestro y la vinculación de los niños en los conflictos armados, como complemento a nuestra solicitud permanente y justa de ser los representantes calificados de la niñez colombiana.
En resumen somos promotores del cumplimiento de los derechos del niño. Es imperioso velar continuamente por el mantenimiento de los principios éticos y humanísticos de la profesión médica y de nuestro pueblo. Ellos que son los que implican una actitud solidaria, comprensiva y afectuosa en el cuidado de los pacientes y serán sin duda los que mantendrán los valores esenciales de nuestra profesión.
El interés superior del niño/a debe ser el principio fundamental que guíe a todas las instituciones, servicios y entidades responsables del cuidado y protección de la niñez. Para ejecutar acciones y hacer seguimiento efectivo en aras del interés superior de los niños, sus voces deben ser escuchadas en todos los asuntos que afectan su bienestar. Esto se facilita mediante la existencia de una participación efectiva y profunda al interior de una sociedad que promueva compartir el poder en el proceso de toma de decisiones.
En la actualidad los derechos infantiles se reconocen ampliamente en todo el mundo. Pero a pesar de la teoría, la práctica sigue siendo aún un gran reto. Los objetivos establecidos en la cumbre de 1989 so bre los derechos del niño, todavía están lejos de ser cumplidos. Producto de esto, millones de niños sufren a diario abandono, explotación y abandono inconcebibles. Esperamos resultados de las discusiones con los gobiernos en la Sesión Especial de la Asamblea General sobre la niñez que se realizó en septiembre pasado.
En este contexto nos adherimos a la declaración de Montevideo del 2 de diciembre de 2000, al afirmar la adhesión a los principios y propósitos consagrados en la Convención Internacional de los Derechos del Niño, aprobados por la Asamblea General de la Naciones Unidas en el entendido que estos principios son esenciales para permitir el pleno y armonioso de la personalidad del niño/a y adolescente y quiero destacar la importancia de que los Congresos de Pediatría tomen como tema central los derechos del niño y la humanización de la pediatría.
Debemos expresar nuestro homenaje al Dr. Efraim Bonilla Arciniegas, médico insigne, colombiano intachable de esta hermosa región del Magdalena y aprovecho la oportunidad para, en nombre de todos, expresar nuestro sentimiento de pesar por la pérdida reciente de su querida esposa, Señora Alba Luz Barros de Bonilla (qepd).
Quiero agradecer a los profesores invitados que, dejando sus compromisos personales, nos han venido a acompañar y ofrecer sus experiencias y conocimientos en beneficio de nuestra pediatría; al Dr. Luis Eduardo Abello, presidente del XXII Congreso Colombiano de Pediatría, a los Presidentes de las Regionales y a la Junta Directiva Nacional, artífice de la transformación de una sociedad que adquiere, ahora sí, posicionamiento y presentación para ser tenida como interlocutora válida en la defensa de la niñez, adolescencia y la familia, y a todos ustedes compañeros y amigos.
Quiero terminar con las palabras de nuestro libertador Simón Bolívar: “El futuro se construye día a día – construyamos el futuro ya”.
JORGE LOAIZA CORREA
Presidente
Sociedad Colombiana de Pediatría
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