La Lactancia de un bebé mayorcito
Claude Didierjean Jouveau
Traducido y adaptado del artículo
«Allaiter un grand»
Publicado en Allaiter aujourd´hui
Octubre – Diciembre de 1998
Publicación de La Leche League France
Al revisar la literatura que hay sobre lactancia, ya sea ella médica o psicológica, parecería que hay una edad imperativa para el destete más allá de la cual sería, por decir lo menos, inútil y lo peor, dañino para el niño continuar amamantándolo.
Las razones invocadas para esta limitación pueden ser nutricionales (después de tal edad la leche materna no alimenta o es insuficiente), o psicológicas (riesgo de fusión patológica que impediría al niño madurar).
El límite varía según los autores: 3 meses para unos, 6 para otros, 9 meses y hasta 12 para los más audaces… Pero siempre parece haber un límite que no se debe sobrepasar bajo ningún pretexto.
No obstante, sabemos muy bien que anteriormente los niños eran amamantados hasta los 2, 3 ó 4 años. En muchas culturas tenían acceso al seno hasta edades bien avanzadas: hasta los 12 años en algunas civilizaciones precolombinas1 y entre los esquimales.
Aún en la actualidad, la edad del destete varía enormemente según el lugar. En Africa, Asia y América Latina, aunque desafortunadamente la frecuencia y duración de la lactancia disminuyen dramáticamente, es todavía corriente ver niños2 de uno o dos años amamantar del seno de su madre. Aún en Occidente, países como Australia y Suecia se distinguen por una duración promedio de la lactancia que sobrepasa los 3 meses, período más frecuente en muchos países llamados desarrollados.
¿Por qué continuar?
La respuesta más sencilla a esta pregunta, es otra pregunta: ¿por qué parar? Si uno habla con madres que amamantan o han amamantado bebés mayorcitos, muchas dicen que si continuaron con la lactancia fue porque realmente no vieron razón para suspenderla y que el destete se dio poco a poco, día tras día, sin un plan pre-establecido.
Ventajas para la salud del niño
De hecho, las investigaciones médicas, cuando se interesan en el tema, muestran que verdaderamente hay un impacto nutricional cuando se amamanta después del año de edad.
Contrario a lo que se lee a menudo, durante todo el tiempo que dure la lactancia, la leche materna continúa siendo un alimento de importancia fundamental al aportar grasas, proteínas, calcio y vitaminas3.
En los países del Tercer Mundo la lactancia prolongada ha sido asociada a menudo con retardos en el crecimiento. Dos estudios recientes (uno publicado por Orstom con base en la observación de 4.500 jóvenes senegaleses durante siete años; el otro con niños peruanos)4 muestran que lo contrario es lo verdadero: no es la cantidad de leche materna ingerida lo que induce malnutrición, sino que la desnutrición explica la prolongación de la lactancia. De hecho, en los estratos económicos desfavorecidos, donde los alimentos complementarios son de calidad mediocre, la leche materna representa para los niños mayores de un año, la fuente primordial de energía, de proteínas y de nutrientes de gran valor.
Un estudio realizado con más de 2000 niños chinos ha mostrado también que la talla y el peso de aquellos amamantados durante más tiempo eran más grandes (62% habían sido amamantados más de 12 meses y 53% solo recibieron sus primeros sólidos después de haber cumplido 12 meses de edad)5.
Los factores inmunológicos también continúan presentes para proteger al niño. Se ha mostrado que su concentración aumenta en la leche materna a medida que el niño crece y amamantan menos6.
Adicionalmente, en la medida que la introducción de los productos lácteos y otros alérgenos corrientes a la dieta del niño se retarda, es menor el riesgo de reacciones alérgicas.
Veamos algunos ejemplos escogidos entre muchos. Un estudio se interesó en la tasa sérica del colesterol (ligado con la aparición de enfermedades cardio-vasculares ulteriores), entre mil adolescentes suecos. La tasa era más elevada entre aquellos que habían sido amamantados menos de seis meses7.
Otro estudio mostró que el riesgo de problemas de lenguaje era significativamente más bajo entre los niños que habían sido amamantados al menos 9 meses8. Esto es igualmente válido para problemas de maloclusión.
Según el estudio de Saarinen et Kajosaari, los jóvenes que son amamantados menos de un mes o que no lo son, a los 17 años presentan manifestaciones alérgicas en una proporción del 54%, contra el 8% de aquellos que fueron amamantados más de seis meses.
…Y de la madre
La lactancia prolongada también representa ventajas para la madre. La pérdida de peso, el período de amenorrea, la protección contra el cáncer del seno, el cáncer del útero, la osteoporosis… se cuentan entre los más importantes efectos de la lactancia prolongada.
En lo que se refiere al cáncer del útero, por ejemplo, un estudio realizado en 1995 demostró que las mujeres que amamantaron más de 72 meses en total habían disminuido su riesgo en 75% comparadas con aquellas que amamantaron entre 1 y 22 meses. Amamantar más de 12 meses por cada embarazo disminuiría el riesgo a más de la mitad, comparado a una lactancia que dure entre cero y tres meses9.
En cuanto al cáncer del seno, el riesgo se reduciría a dos terceras partes para las mujeres que hayan amamantado en total seis años o más10.
Ventajas psicológicas
Los beneficios psicológicos de la lactancia prolongada han sido mucho menos explorados. Desafortunadamente, es más frecuente encontrar escritos sobre los riesgos de esta práctica.
Basta escuchar a las madres de niños amamantados (y cuando ellos hablen, escucharlos a ellos mismos!), para conocer esos beneficios.
Es evidente que la necesidad de succión persiste hasta bien entrado el primer año de vida. Basta con mirar el gran número de niños que chupan su dedo, un chupo de entretención, toman biberón, más allá de la edad en la que los niños normalmente se destetan del seno de su madre! ¿Por qué esa indulgencia divertida con el niño que chupa la esquina de su cobija y en cambio la mirada escandalizada para el que viene a reconfortarse en el seno de su madre? Evidentemente, el primero es considerado como más “autónomo” ya que se desenvuelve solo, satisfaciéndose con un objeto en lugar de hacerlo a través de una relación con otro ser humano…
Está también el consuelo. Cuando se está enfermo, triste, cuando se ha golpeado con la esquina de la mesa, qué maravilloso poder consolarse arrunchado en el seno de mamá!
Y cuando mamá trabaja y no la hemos visto durante el día, que buen momento para los dos ese reencuentro que proporciona la lactancia11.
¿Por Qué es tan Problemático a Veces?
Hacer algo que no está contemplado en la norma cultural de la sociedad en la cual se vive, nunca es agradable. Esto, por dos razones principales.
En primer lugar, por la falta de modelos a los cuales referirse. ¿Dónde encontrar otras madres que vivan o hayan vivido la misma experiencia? ¿Con quien compartir las alegrías, pero también sus inquietudes e interrogantes sin ser catalogada como madre abusiva y que fomenta el apego de su bebé?
Afortunadamente existen las reuniones de la Liga de La Leche que en muchas partes son uno de los pocos lugares donde la lactancia de los bebés mayorcitos es reconocida y sostenida.
En efecto, y es la segunda razón del malestar de estas madres, hacer algo que se salga de las normas implica ser estigmatizada por todas las autoridades, ya sean médicas, sociales o psicológicas.
Si se queja a sus allegados o a su médico de estar fatigada, ¿qué piensan que va a tener como respuesta? ¡Deje de amamantar!
Si el niño no tolera separase de su madre tanto como lo hace su pequeño vecino, se dirá que es anormal y que la causa es la lactancia12.
Entonces, ¿Cómo Disfrutar una Lactancia Prolongada?
Para vivir una lactancia prolongada serena, se pueden hacer algunas cosas mientras que otras se deben evitar.
En primer lugar, y en la medida de lo posible, es importante no escuchar los comentarios negativos. Definitivamente es más fácil decir que hacer, especialmente si se trata de su mejor amiga o de su madre a quien ve tres veces a la semana…
Otra manera de no dejarse atrapar por comentarios desagradables, es ser discreta con la lactancia prolongada. A medida que el bebé crece, es posible hacer con él pequeños tratos como: “No amamantamos más donde la abuelita o donde la tía Clara, o fuera de la casa”.
Aún, si se continúa amamantando en público, hay maneras de hacerlo discretamente, con la condición de vestirse adecuadamente. En la parte superior del tronco usar una camiseta, blusa o algo que se pueda levantar, ayudará más que una vestido completo que se debe desabotonar. Y adoptar con el niño un código no comprensible para el resto de la gente que él pueda usar cuando quiera amamantar.
No se trata de esconderse. Si usted está suficientemente segura de sí misma, es bueno no esconderse para amamantar a un bebé que ya camina. Es la manera, además, de que este gesto se vuelva de nuevo natural algún día en nuestra sociedad. Con seguridad es más claro para el niño que no comprende por qué esta actividad tan gratificante debe realizarse en la clandestinidad.
¿Usted Dijo Autonomía?
Pero la verdadera revolución que permitirá disfrutar la lactancia de un bebé grandecito y el tipo de maternidad que ello significa, es liberarse de la visión demasiado extendida en la actualidad y que sobrevaloriza “la autonomía” precoz del niño: entre más rápido haga las cosas (caminar, hablar, ir al baño, separarse de su madre), será mejor.
Es necesario decir que esta autonomía no es natural, que el niño de dos años no está en capacidad de ser autónomo y que los que han sido empujados demasiado pronto lejos del nido corren el riesgo de nunca saber volar bien.
Un niño que no se deja ser dependiente el tiempo necesario, está finalmente obligado a atenderse a sí mismo y desarrollar lo que los sicólogos llaman “falso yo”. En efecto, el verdadero yo, el sentimiento de ser sí mismo, una persona independiente, no se desarrolla si el niño ha tenido la oportunidad de tener un tiempo de ilusión de omnipotencia sobre su medio, la impresión de que era su voluntad la que hacía suceder las cosas…
Es sin duda difícil de entender, sobretodo si se trata del primer hijo y uno ve otros niños de la misma edad menos “pegados” a su madre. ¿Cómo creer, y más si no se ha vivido, que esos niños apegados se volverán verdaderamente autónomos, independientes, curiosos del mundo y la vida?13.
De la Necesidad al Deseo
No obstante, no se trata de amamantar un niño de 3 años igual que se hace con un bebé de 3 semanas. Y en ese punto está tal vez la parte más difícil: saber hacer evolucionar la relación de lactancia de acuerdo con la edad del niño. El bebé recién nacido tiene necesidad que su madre responda sin demora a su demanda, mientras que para un bebé más grande, la demanda para amamantar obedece a factores múltiples: evidentemente hambre, pero también consuelo después que se ha caído, tranquilidad en un momento de tensión o de fatiga, una manera de calmar su enojo, etc. Corresponde a la madre juzgar cada situación para responder a esta demanda que no siempre está al nivel de la necesidad, sino que cada vez responde más al deseo. Y el deseo, es bien sabido, no debe satisfacerse ni inmediata ni totalmente. Porque un deseo satisfecho en su totalidad, colma al niño y le impide ver más lejos…
En estos momentos la madre puede proponer cosas diferentes a la lactada: jugar, leer, comer un pedazo de queso, ir al parque…
Esta evolución de la relación de lactancia es evidentemente, cuando se trata del primer hijo, complicada por la dificultad de saber dónde y cómo poner límites, y no solo en lo que se refiere a la lactancia!
La condición indispensable es que la lactancia no sea un “tapa bocas” (se pone el seno como quien pone un chupo de entretención), lo cual a la larga le impide expresarse y para la madre es convierte en una pesada carga dándole la impresión de estar «parasitada» y reducida al seno para su pequeño.
Es también la condición indispensable para que la madre no se convierta en ese ser todopoderoso y omnipresente que excluye al padre totalmente y no deja ningún espacio entre el seno y el niño.
Hacia una Nueva Maternidad
Muchas madres de niños de 2 y 3 años sienten la impresión de estar oprimidas, no soportan esa proximidad con el niño, esa dependencia recíproca, esas jornadas con él.
No es necesariamente su estilo de maternidad lo que está sobre la mesa. Es que la sociedad no se ha organizado para ayudar a esas madres. Fuera del circuito “normal” (trabajo fuera de casa y guardería para el niño), la madre depende completamente de sí misma, sin estructuras de descanso, sin oportunidades de apoyo que le podrían permitir encontrar otras madres con niños en situaciones similares y eventualmente tomar un respiro de tiempo en tiempo.
El niño de 2-3 años (y aún más pequeño) no está hecho para vivir todo el día pegado a su madre. Y la madre no está para pasar el día solamente con su hijo, sin la compañía y la conversación de otros adultos.
El niño debe poder ir y venir, tener compañeros de juego, actividades libres (no siempre programadas por adultos) y la posibilidad de regresar de tiempo en tiempo donde su madre, su “punto de partida”, recargar energía y retomar su camino de nuevo14.
Tal parece que esto es una utopía. Esperamos que se extienda este nuevo estilo de maternidad, padres e hijos se beneficiarán.-
Bibliografía
1 Guzmán M. Prácticas médicas en la América Antigua. Ediciones Euroamericanas Mex, DF. 1985.
2 En todo el artículo bambin significa bebé que ya camina (se suprime).
3 No es pertinente en español ni en América
4 Marquis GS, et al. Association of breastfeeding and stunting in Peruvian toddlers: an example of reverse causality. International Journal of Epidemiology 1997; 26: 349-56.
5 Tarem D, Cheng J. A positive association between extended breastfeeding and nutritional status in rural Hubei province, People´s Republic of China. Am J Clin Nutr 1993; 58: 862-7.
6 Goldman AS, et al. Inmunologic components in human milk during the second year of lactation. Acta Paediatr Scand 1983; 722: 133-4.
7 Bergstrom E, Hernell O, Persson LA, Vessby B. Serum lipids in adolescents are related to family history, infant feeding and physical growth. Artherosclerosis 1995; 117:1-13.
8 Tomblin JB, et al. Epidemiology of specific language impairment: prenatal and perinatal risk factors. J Commun Disord 1997; 30:325-44.
9 Rosemblatt KA, Thomas DB. Who collaborative study of neoplasia and steroid contraception. Prolonged lactation and endometrial cancer. International Journal of Epidemiology 1995; 24: 499-503.
10 Layde DM, et al. The independant association of parity, age at full term pregnancy and duration of breastfeeding with the risk of cancer. Journal of Clinical Epidemiology 1989; 42: 763-73.
12 Fergusson DM, et al. Breastfeeding and subsequent social adjustment in six-to-eight years old children. J Child Psychol Psychiatr Allied Discip 1987; 28: 378-86.
13 Lowen: Comentarios sobre la lactancia materna de niños mayorcitos.
14 Es un comentario que no tiene lugar en América.
15 Dettwyler KA. Breastfeeding, biocultural perspectives. Ed Aldine de Gruyter 1995.
16 Diaz S, Herreros C, Schiappacasse. Breastfeeding duration and growth of fully breastfed infants in a poor urban Chilean population. Am J Clin Nut 1995; 62: 371-6.
17 Ferragu C. Lorsque l´enfant tète. Relation de proximité et autonomie.Une image de la petite enfance. Memoire en Sciences de l´Education. Université de Rennes 2 1993.
18 Greiner T. Sustained breastfeeding, complementation and care. Se puede consultar en www.geocities.com/HotSprings/Spa/3156.
19 Grummer -Strawn LM. Does prolonged breastfeeding impair child growth? A critical review. Pediatrics 1993; 91: 766-71.
20 Hills Bonczyk S, Tromickzak KR, Avery MD, et al. Women´s experiences with breasfeeding longer than 12 months. Birth 1994; 21: 206-12.
21 Kendall-Trackett KA. The social consequences of long term breastfeeding. Journal of Human Lactation 1995; 11: 179-83.
22 Rohde JE, Tangermann RH, et al. Breastfeeding beyond 12 months. Lancet 1988; 2: 1016.
23 Saarinen UM, Kajosaari M. Breastfeeding as prophylaxis against atopic disease: prospective follow up study until 17 years old. Lancet, 21 Octubre 1995.
24 Waletzky LR. Breastfeeding and weaning. Some psychological considerations. Primary Care 1979; 6: 341-55.
25 Whitehead RG. The human weaning process. Pediatr 1975; 75: 189-93.
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