Editorial: ¿Quién Primero?
La discusión sobre quién debe figurar primero en una publicación es muy frecuente. Sin embargo, no existe una respuesta clara al respecto. Y si no hay claridad en relación al primer autor, mucho menos la hay en relación a quienes deben ser coautores y en que orden deben aparecer en el manuscrito.
Las razones de esta falta de claridad son múltiples. La primera, tal vez está ligada al hecho de no saber con exactitud para qué investigamos1. La segunda, a la renovada importancia que se ha dado a las publicaciones como método de evaluación de la actividad académica2. La tercera, a la falta de conocimiento sobre la responsabilidad que implica ser autor o coautor de un trabajo3. La cuarta, que se relaciona en parte con las otras tres, hace referencia a la influencia que la estructura jerárquica tradicional en medicina tiene sobre las publicaciones en los diferentes centros académicos.
No pretendemos en este editorial decir la última palabra sobre este tema, es más, ni siquiera estamos escribiendo algo nuevo4, 5. Sólo queremos llamar la atención sobre las implicaciones que tienen una autoría o coautoría de una publicación científica, y proporcionar algunos puntos de vista que ayuden a tratar este tema de una forma más abierta.
La falta de claridad sobre porqué y para qué investigamos, hace que con frecuencia, se realicen investigaciones innecesarias. La influencia extranjera en nuestra comunidad ortopédica, estimula la tendencia a publicar, no importa qué. Esta tendencia, generalmente involuntaria, de “publicar por publicar”, implica un fondo narcisista de figuración, de protagonismo. Esto explica en parte la tentación de los investigadores de aparecer de primeros en los estudios. Cuando existe un interés genuino de investigar responsablemente para producir conocimiento, para responder preguntas no formuladas anteriormente o para aclarar controversias, el protagonismo pasa a ser secundario y es más fácil escoger el orden de los autores.
Las hojas de vida constituyen una de las herramientas principales para seleccionar y promocionar a las personas en el proceso académico y las publicaciones son parte importante de los criterios de evaluación de la hoja de vida. Desafortunadamente, con frecuencia el criterio que más importa a los evaluadores es la “cantidad” y no la “calidad” de las publicaciones. Esto genera un fenómeno potenciador del primer punto, es decir, un afán de figuración. En este caso, más que de narcisismo, se trataría de un mecanismo de “supervivencia” dentro de un mundo académico cada vez más competitivo.
Aparecer como autor o coautor en una publicación biomédica, implica una clara e ineludible responsabilidad moral con lo que se escribe. Todos los autores, sin importar el orden, se hacen responsables de la veracidad de los datos que se incluyen en el trabajo, de la seriedad en la recolección y en el análisis de los mismos y de la honestidad de su interpretación, es decir, los autores son responsables de la totalidad del escrito. Lo anterior implica que si después de la publicación se identifican errores en el contenido del trabajo, todos los autores deben aceptarlos públicamente y explicar las posibles causas de estos. En la eventualidad de una denuncia por falsedad, todos deben defender su publicación y aceptar su responsabilidad en la investigación. No sería válida la excusa de “yo no participé directamente en el trabajo”, o “yo solo di la idea inicial”.
Aunque los puntos anteriores influyen de una u otra forma en el orden y en la cantidad de los autores de un trabajo, con frecuencia las jerarquías médicas juegan su propio papel. Así como casi siempre, una jerarquía bien ejercida, con jefes de servicio o departamento justos y ecuánimes, genera e impulsa la investigación por el camino correcto; ocasionalmente, esta jerarquía mal manejada, conlleva autorías o coautorías inmerecidas e injusticia en el orden de los autores, a la vez que limita o prohibe la discusión sobre el tema.
¿Qué debe entonces tenerse en cuenta para escoger los autores de determinada publicación y para definir su secuencia? Se recomiendan los siguientes requisitos como básicos para que alguien pueda ser considerado autor o coautor de una investigación:
1. Se debe haber participado lo suficiente en la investigación que produce la publicación como para hacerse personalmente responsable del contenido.
2. Esta participación debe incluir las siguientes etapas del proceso:
a. Concepción de la idea o diseño del protocolo de investigación.
b. Recolección de los datos.
c. Análisis de los resultados.
d. Escritura de los borradores y corrección de los mismos.
e. Aprobación de la versión final para publicación.
El orden de los autores debería discutirse de antemano en cualquier investigación. De esta forma se evitarán malentendidos al final. Los cinco pasos mencionados deberían servir para escoger este orden. Aquella persona que participe en los cinco, debería ser el primer autor, y así sucesivamente. Si todos participan en los cinco pasos, lo que es muy poco usual, aquel que más haya trabajado deberá ser el primer autor.
Cuando alguien haya participado sólo en uno o dos de los pasos anteriores, su colaboración deberá reconocerse en el punto de “agradecimientos” al final del artículo. Se recomienda incluso aclarar la forma exacta en que esta persona participó, por ejemplo: “consejero”, “generador de la idea”, “recolección de datos”, “análisis de los datos”, “revisión crítica del manuscrito”, etc. Esto también es cierto para dar crédito a los colegas que amablemente contribuyen con sus casos a una publicación. La ayuda o el soporte técnico deberán agradecerse por separado.
El último punto de esta discusión se centra sobre qué tantos autores debe tener una investigación. El número de investigadores es variable y depende de muchos factores. Las revistas más establecidas piden una justificación por escrito en la que se explique en qué forma participaron los autores cuando hay siete o más en un artículo. Si se está de acuerdo con las recomendaciones sobre quiénes deben ser parte de la publicación, se entenderá que es muy difícil que más de seis personas “clasifiquen” como autores de un trabajo. Es evidente, que entre más compleja sea la investigación, o entre más participación interdisciplinaria exista, más justificación habrá para un mayor número de autores. Igualmente, está claro que sería absurdo tener diez autores en el “reporte de un caso”.
En resumen, la escogencia y el orden de los autores de la investigación se inicia con la claridad de porqué y para qué se investiga, debe ser parte de una competencia académica sana, implica responsabilidad, y, tal vez lo más importante, deba ser justa y equitativa al valorar el esfuerzo y el trabajo de cada uno en la publicación.
Bibliografía
1. Navas, J.: ¿Por qué, para qué y cómo investigamos? Revista Colombiana de Ortopedia y Traumatología. 6(1): 9-10.1992.
2. Quintero, G. A.: Autoría y coautoría en publicaciones biomédicas. Anuario, Comité de Investigaciones y Publicaciones Biomédicas. Fundación Santa Fe de Bogotá. Págs.: 130-133.1992.
3. Berk, R. N.: Irresponsable coauthorship (editorial). AJR, 152: 719-720, 1989.
4. Huth, E.: Guidelines on authorsip of medical papers. Ann Itern. Med. 104: 269-274. 1986.
5. The publication commite, The council of the Endocrine Society: Ethical Guidance for publication of research. Endocrine Reviews. 13 (1): 1-2, 1992.
JUAN CARLOS GONZÁLEZ G., MD.
ADOLFO LLINÁS V., MD.
Departamento de Ortopedia.
Centro de Estudios Informáticos en Salud (CEIS).
Fundación Santafe de Bogotá.
Miembros del Comité Editorial de la Revista Colombiana de Ortopedia.
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