Técnicas Microbiológicas en Infecciones del Tracto Urinario
Aproximadamente de un 10 a un 15 por ciento de las mujeres mayores de 60 años padecen de frecuentes infecciones del tracto urinario 1. Se cree que los cambios de la flora vaginal ocasionado por las hormonas, y asociados a la menopausia. Juegan un papel importante en la patogenia de infecciones del tracto urinario en mujeres mayores.
En la mujer premenopáusica, los estrógenos circulantes favorecen la colonización de la vagina por lactobacilos que, a su vez. Producen ácido láctico a partir de glicógeno manteniendo así un pH vaginal ácido que inhibe el crecimiento de muchos uropatógenos 2,3.
Después de la menopausia, sin embargo, aumenta el pH vaginal, desaparecen los lactobacilos, y la vagina es colonizada de manera predominante por Enterobacterias, especialmente por E. Coli. Se cree que esta colonización pueda ser, en parte, la responsable del aumento de susceptibilidad de estas mujeres a infecciones de las vías urinarias.
Los estudios previos de Persons y Schmidt 5 y estrógenos mediante, ya sea, una crema vaginal de aplicación tópica. O un compuesto administrado por vía oral, restablece las mucosas vaginal, uretral y trigonal atrofiadas. Reduce el pH vaginal, y puede reducir la frecuencia de infecciones del tracto urinario.
Dichos estudios, no obstante, comprendieron sólo a un número reducido de mujeres, no fueron realizados al azar o con pruebas doble-ciego con el fin de determinar si la pomada vaginal de estriol, de aplicación tópica.
Era más efectiva que la crema placebo en la reducción de la incidencia de infecciones del tracto urinario de mujeres postmenopáusicas que padecían de infecciones recurrentes de las vías urinarias. Y para comprobar los efectos de estrógenos tópicos sobre la flora vaginal.
Métodos
Población de pacientes y reclutamiento:
Se incluyeron en el estudio mujeres postmenopáusicas que habían sido remitidas a la Clínica de Enfermedades Infecciosas del Hospital Central Emek, Afula, Isarel. Con una historia clínica de tres o más episodios de infecciones sintomáticas del tracto urinario, confirmadas microbiológicamente durante el año anterior.
Se excluyeron de este ensayo aquellas pacientes que padecían de afecciones tromboembólicas, enfermedades severas del hígado, tumores estrógenodependientes o lesiones anatómicas de la región urogenital. Pacientes que utilizaban catéter urinario fijo, y aquellas que presentaban una historia de tratamientos prolongados con agentes antimicrobianos.
Para la prevención de infecciones del tracto urinario, así como por alguna otra razón. De igual manera, se excluyeron mujeres que estaban bajo tratamiento de estrógenos por vía oral.
Contando con el consentimiento de las pacientes, éstas fueron evaluadas clínica y ginecológicamente; proporcionaron una muestra de orina para excluir la posibilidad de infecciones actuales. Una vez obtenidos los cultivos negativos, se les asignó al azar uno de los dos negativos, se les asignó al azar uno de los dos tratamientos:
Un grupo recibió una crema vaginal de 0.5 mg de estriol para ser utilizada una vez por la noche diariamente durante dos semanas, seguido de dos aplicaciones semanales por un período de ocho meses. El otro grupo recibió una crema placebo para ser utilizada de la misma forma.
Esquema de seguimiento e interpretación de resultados:
Al ingresar al estudio, las mujeres recibieron un tubo de crema que les fue asignada, un aplicador vaginal y un diario para registrar el uso de la crema. La presentación de efectos secundarios, los síntomas de infección de las vías urinarias y el tratamiento con antibióticos. Asistieron a la clínica como pacientes externos una vez al mes, durante el período de estudio. En cada visita se revisó el diario para poder evaluar la tolerancia al tratamiento.
Se midió el pH vaginal y se obtuvieron muestras vaginales para su cultivo al ingresar al estudio, y después de uno y ocho meses de tratamiento. Las muestras vaginales se tomaron por medio de un isopo, rotándolo sobre la pared lateral de la vagina justo dentro del introitus.
Dicho isopo se inoculó de inmediato en agar MacConkey para aislar bacilos aerocios gramm negativos, y en agar Rogosa Fresco para el aislamiento de lactobacilos. Las muestras de orina también al ingresar al estudio, y en cada visita mensual durante los ocho meses de seguimiento, o siempre que se presentaron síntomas de infección del tracto urinario.
(Lea También: Resultados en el Estudio Controlado del Estriol en Mujeres Post-Menopáusicas)
El diagnóstico de infecciones sintomáticas del tracto urinario:
Se basó en la presentación de síntomas clínicos típicos (disuria, frecuencia, urgencia e incontinencia). Aunada a la evidencia de piuria en el laboratorio (por lo menos 8 leucocitos por milímetro cúbico de orina con 310 5 unidades formadoras de colonias (UFC) por mililitro.
A las pacientes sintomáticas cuyos cultivos resultaron positivos, pero que no presentaron piuria, se les tomó una segunda muestra de orina por medio de un carácter fijo.
La bacteriuria asintomática se dio como positiva siempre que el cultivo de orina media de la paciente presentó 310 5 UFC por mililitro, en ausencia de síntomas clínicos.
Las mujeres con bacteriuria asintomática no fueron tratadas con antibióticos a menos que se presentaran síntomas.
Las infecciones sintomáticas del tracto urinario fueron tratadas con un régimen de tres días de trimetoprim-sulfametoxazol, o bien, con ciprofloxacina.
Técnicas microbiológicas:
Se tomaron muestras de orina y se cultivaron por el sistema Uritest (Hylab, Rehovot, Israel). Todos los aislamientos se identificaron por procedimientos estándar. La susceptibilidad a los fármacos antimicrobianos fue evaluada por el método de Kirby-Bauer.
Los lactobacilos fueron identificados de acuerdo con su reacción a la catalasa, a la beta hemólisis en agar humano. Tween de doble capa, y a sus características morfológicas a la tinción de Gram.
El pH vaginal se midió con papel indicador de pH (Indicador Universal, Merk Sharp & Dohme, West Point, Pa), directamente sobre la mucosa vaginal, justo dentro del introitus.
Análisis estadístico:
Se utilizó la prueba de Chi cuadrado para comparar las variables dicotómicas y la prueba de la t de Student para comprobar las variables continuas.
Las proporciones acumuladas de las mujeres tratadas con estrógenos y las receptoras de placebo que se mantuvieron libres de bacteriuria durante los ocho meses del estudio. Se compararon por medio del análisis de supervivencia de Kaplan y Meier y la prueba de registro-rango.
La probabilidad acumulada de permanecer libre de enfermedad a los cuatro meses, y los intervalos de confianza 95 por ciento a los cuatro meses, se calcularon por estimaciones producto-límite. Los rangos de incidencia por año en ambos grupos se compararon mediante la prueba de Wilcoxon.
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