El Pensamiento Cuántico, Las Neurociencias y el Psicoanálisis

Las neurociencias y el psicoanálisis comprenden que el cerebro es capaz de decodificar el significa­do, el significante, el símbolo y el sentido.

Como trabaja nuestro cerebro

Con estos postulados llega­mos a hablar de una “neuroimagine­ría cognitiva”, término utilizado en el hospital Pitié-Salpetriére, la cual tam­bién se refiere a la manera como el cerebro es capaz de integrar nociones abstractas dentro del campo semán­tico, el cual es descriptivo y tiene una base de funcionamiento neurodiná­mico.

Recuérdese que nuestro cerebro es capaz de procesar información sin pasar por la conciencia y la mayor par­te de los procesos mentales incons­cientes son conocidos por sus deriva­dos y representaciones cognitivas no abstractas, aun por conductas o por representaciones mentales aparecidas en los sueños o en los actos fallidos o imágenes no voluntarias o no inten­cionadas o por la intuición o precog­nición.

Naccache realizó la experien­cia con pacientes, al colocarles “flas­hes” con palabras, cuya duración no permitía su lectura consciente; los pa­cientes con lesiones cerebrales en la amígdala no eran capaces de recono­cer, pero si se les implantaba transi­toriamente electrodos en el cerebro el resultado era positivo; “con el fin de validar estos resultados los científicos incluyeron, en la experiencia, pala­bras conscientemente perceptibles lo que permitió demostrar que se activa­ba la misma región del cerebro de igual forma, tanto si la lectura era conscien­te como si no lo era”.

Otro aspecto por considerar sobre las funciones cere­brales en los neurorreceptores y en las neuronas es cómo el proceso mental ocurre a una velocidad que se reduce en forma global; proceso que ha ocu­rrido por miles de años atrás. Sin em­bargo, fue Freud quien nos trajo la ventana al conocimiento del incons­ciente con sus obras y entre ellas “La Interpretación de los Sueños”, 1900.

Sensopercepción, Pensa­miento y Conciencia.

Intercambio entre sistemas moleculares

Es evidente que nuestro cerebro lo po­demos denominar como un superor­denador orgánico, develador de múl­tiples fenómenos que participan en los procesos de sensopercepción, pensa­miento y conciencia.

Los mismos físi­cos matemáticos centran su interés en el proyecto de investigación de lo que denominan ahora “cerebro azul”. Des­de tiempos atrás consideramos que la mente humana se mueve en un con­tinuo.

Actualmente consideramos a la mente como un “ordenador cuántico”. Los sistemas dinámicos psíquicos como un fundamento para la comprensión de la teoría de sistemas, la teoría del caos y cómo el cerebro se comporta en forma aleatoria pero también den­tro del “sistema del azar determinista”.

Entendiendo así la mente como un sis­tema dinámico, las ciencias neurona­les y cognitivas pueden aportar gran­des conocimientos, lo mismo que el psicoanálisis lo está haciendo a través del análisis clínico en el que podemos estudiar los patrones de activación de fantasías inconscientes operantes que se generan de manera no lineal auto-organizada, como lo hace un organis­mo biológico.

El sistema inconsciente realmente per­tenece a este sistema dinámico con cambios no lineales. Esto nos hace en­tender los cambios bruscos inespera­dos, difíciles de prever y aun caóticos pero que a la luz del psicoanálisis los podemos comprender mejor.

Tenga­mos en cuenta que en el conocimien­to los procesos sensoriales son con­tinuos y complejos y aun podríamos llevarlos a ecuaciones matemáticas con unidades de información que repre­sentan la superposición de estados cuánticos que identifican a la memo­ria.

Por lo tanto, pensamiento y cogni­ción, la nueva teoría del pensamiento, la informática y el pensamiento cuán­tico son nuestro camino de investiga­ción.

¿Cómo podemos entender esta fron­tera entre materia, energía y mente o psiquis?

La respuesta está en que la energía o mejor los potenciales ener­géticos o qubits de los giros o espín traducidos en frecuencias eléctricas o resonancias o funciones de onda, se pueden “codificar con señales” o es­tímulos para integrar las múltiples fun­ciones del pensar desde la sensación, percepción para llegar a la imagen y representación mental y así a la fan­tasía con su significación, simboliza­ción, ideación, articulación y verbali­zación.

Lo que sí ocurre, es que no hemos podido todavía detectar con evidencias concretas cómo se realizan y cuáles son las moléculas y las célu­las específicas para las funciones ce­rebrales o cuáles son los estímulos, potenciales y señales organizados que nos llevan al pensamiento.

Sin em­bargo, conocemos todo lo “macro” (anatómico, biocelular y neurofisioló­gico) que participa en esas funciones y aún algo de lo “micro” como son los potenciales neuronales; es por esto por lo que en los textos existe el fin de plantear una propuesta teórica en la relación cerebro-mente; de ahí que estos planteamientos sólo son estima­ciones y deducciones e inferencias com­parativas, sin que por ello se llegue a equivalencias que puedan satisfacer ciento por ciento los requerimientos científicos.

Funciones Neuropsíquicas

A la vez, los comportamientos espe­cíficos de las conductas humanas como la agresión, el sexo, el lenguaje, las pulsiones orales, la ternura, las atrac­ciones, los rechazos, el miedo, la hui­da, la mimetización, el ataque, toda la experiencia subjetiva, las percepcio­nes, la imaginación, la emoción, los afectos de placer y displacer (satisfac­ción y dolor), los sueños y ensueños, así como todos los mecanismos de de­fensa (entre los más principales están la represión, negación, proyección, condensación, desplazamiento, iden­tificación y tantos otros más) perte­necen a funciones neuropsíquicas y por lo tanto a las funciones cerebrales y su relación con la mente y se extra­polan a los niveles cuánticos tomando al cerebro como un sistema emergen­te dinámico no lineal.

Esto implica que toda la red neuronal en el cerebro pre­senta un alto comportamiento de atrac­tor caótico fractal auto-organizado, mostrando bifurcaciones y turbulen­cias en el plano morfológico, fisioló­gico, químico y físico.

Aquí incluimos la energía (fractal) que se emplea y manifiesta y se expresa en diferentes formas, por ejemplo, disipación tér­mica, señales eléctricas, señales mag­néticas, ruido térmico, conformacio­nes ordenadas o caóticas del pensa­miento, fantasías, sueños y ensueños, etc., todos ellos como resultado de funciones cerebrales complejas neuro-físico-químicas propias de la materia a escalas cuánticas.

Entendiendo así toda esta maquinaria biológica y electromagnética cerebral, ésta debe ser analizada como un sis­tema termodinámico fuera del equi­librio, en la cual la información fluye y presenta un comportamiento de es­tructura disipativa, acoplándose al prin­cipio de incertidumbre que acompaña al ser en el mundo físico, mental y so­cial.

Sumado a lo anterior, la teoría del caos juega un papel fundamental en esta maquinaria, la cual se relaciona con la energía invertida en cada proceso y su conservación dentro de la red neu­ronal.

Cere­bro-red

Por lo tanto, la relación cere­bro-red neuronal se comportan como un sistema complejo auto-organizado con características escalares, en la que la representación mental, la concien­cia y el inconsciente son un derivado de este funcionamiento que no puede ser registrado por la organización de la conciencia, ya que pertenecen a un sistema cuántico, en donde las super­posiciones de estados relacionados con la memoria se hallan confinados, y se hacen visibles cuando dichos es­tados se rompen o colapsan; es decir, las densidades de las funciones de onda colapsan, evolucionando en el tiempo de acuerdo con la bien mencionada ecuación de Schrödinger.

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