¿Qué es y qué Significa “Cuidado”?

Cuidado de Enfermería

Definir qué es y qué significa el cui­dado, implica aceptarlo como parte de la condición humana con dos com­ponentes: uno práctico y otro mágico.

Desde siempre, la especie humana ha construido refugio, ha generado fue­go. Pero a la vez ha desarrollado ri­tuales para comunicarse con aquello que es desconocido y percibido como superior.

Para Morse y col,(1) el Cuidado de enfermería puede ser entendido bajo diferentes perspec­tivas que incluyen la representación de:

  1. Una característica humana, es decir, mostrar y entregar la humani­dad a otro que es y se hace más hu­mano a través de ese cuidado.
  2. Un mandato moral, el cuidado como una forma de cumplir aquello que se es­pera debe hacer un cuidador, en este caso la enfermera, con lo cual cuali­fica su práctica.
  3. Una interacción afectiva, que implica generar un vín­culo, una relación sensible entre el cuidador y el receptor del cuidado.
  4. Una intervención personal, que reco­noce en el otro y en sí mismo a una persona capaz de intercambiar accio­nes de Cuidado de enfermería y
  5. Una acción tera­péutica, en donde además del víncu­lo se genera un cambio positivo.
El cuidado puede tener diferentes sig­nificados, como lo dicen Boykin y Shoenhofer,(2) se puede hablar de:
  1. Un cuidado ontológico, el que le da a la persona un lugar en el mundo, en cambio de estar en busca perma­nente de un lugar, a través del cuida­do la persona es.
  2. Un cuidado an­tropológico, asociado al rol de ser cuidador, más atado a lo femenino, a lo familiar y a la responsabilidad so­cial.
  3. El cuidado ético, atado al valor de cuidar, lo que se espera suceda entre personas que así lo requieren, es un Cuidado de enfermería con entendimiento de las relaciones que hace surgir la hu­manidad.

Definir el cuidado supone problemas que Smith,(3)resumió en forma deta­llada:

  1. Ambigüedad. El término “cui­dado” es confuso, puede significar mu­chas cosas, comprenderlo por tanto, es complejo.
  2. Limita la perspectiva de la enfermería. Gran parte de lo que la enfermería hace es cuidar pero no lo es todo, su actividad en la salud pública, no ha sido identificada por muchos como tal. De manera que al reconocer el cuidado como central y dominante, la enfermería podría per­der parte de su ámbito de actuación.
  3. La omnipresencia. Varios servicios no relacionados con la salud se hacen “con cuidado”, ¿por qué entonces se habla de cuidado como algo exclusi­vo de la enfermería?
  4. No ser sustan­tivo. El carácter de subjetividad en medio de las percepciones humanas hace del Cuidado de enfermería una cualidad difícil de medir.
  5. No ser generalizable. Para cuidar en condición similar, se desa­rrollan prácticas diferentes que se aso­cian en especial con la cultura, por ello algunas prácticas útiles para un medio pueden no resultar convenien­tes para otro.
  6. Asociarse con lo fe­menino. El Cuidado de enfermería refuerza las ca­racterísticas que la sociedad relaciona con el papel de la mujer e incluye mi­radas de debilidad o vulnerabilidad.

Con el tiempo, esa asociación ha co­menzado a verse como un aspecto po­sitivo y es desde lo femenino que se construye una alternativa al camino del poder y la dominación, una alter­nativa que se basa en el desarrollo humano.

Profundizar en la comprensión del cuidado de enfermería supone com­prender el arte de cuidar.

Para la en­fermería es arte, tal como lo señala­Chin,(4)
  1. Encontrar significado en los hallazgos,
  2. Establecer un vínculo sig­nificativo,
  3. Desarrollar actividades de manera estética,
  4. Encontrar el curso apropiado de la acción, y 5. conducir la práctica ajustada a la moral.

El encontrar significado en los hallaz­gos supone atender un “llamado de cuidado”, saber interpretar una mira­da, una expresión, aquello que para otro pasaría desapercibido.

Establecer un vínculo significativo, se da de manera casi espontánea para el cuidador experto. ¿Cuántas veces al ingresar a la habitación de un pacien­te con el ánimo simple de hacer una curación recibimos de su parte la his­toria de su vida?, ¿Cuántas veces nos han entregado aquellos secretos que por muchos años no pudieron entre­gar a nadie?, el vínculo es la capaci­dad de conectarse con la esencia del otro.

Las actividades en enfermería pueden tener hermosura estética, un vendaje bien hecho, un toque en el sitio per­fecto, con la presión exacta. A la hora indicada, una habitación dispuesta, algo que busca ser “perfecto” y que a pesar de aprenderlo necesita com­petencia para poder lograrlo.

Encontrar el curso apropiado de la ac­ción:

Es una competencia superior. ¿Cuántas veces frente a panoramas complejos como los que presenta una familia que afronta una enfermedad crónica, un ingreso de un paciente po­litraumatizado, o una disfunción de un grupo al que asistimos, nos pregun­tamos cómo proceder? Esa intuición que se desarrolla con el tiempo indi­ca con sabiduría qué hacer, y cuándo hacerlo.

La conducción moral de la práctica su­pone cumplir con aquello que se es­pera de la enfermería. Hacerlo en el tiempo, la forma y con el contenido adecuado, hacerlo de forma idónea sin que nadie más aparte de nosotros tenga que estar allí. No en vano seña­laba Florence Nightingale en 1873 a sus estudiantes:

“La enfermería es un llamado su­perior, un llamado honorable… El honor radica en el amor por la per­fección, la consistencia y en el tra­bajo duro para conseguirla…”.(5)

El cuidado es el objeto de estudio y el eje de desempeño profesional de la en­fermería, según lo establecen los ma­nuales de procedimientos, misiones y currículos de los diferentes estamentos que la gobiernan. Sin embargo, val­dría la pena preguntar si es en el cui­dar que la enfermería invierte su ma­yor calidad de tiempo y energía.(6)

El cuidado seguro

El cuidado implica una combinación compleja de procesos, interacciones humanas y tecnologías que tienen siem­pre la intención de beneficiar al otro (paciente o familia) pero también pue­den causar daño. En tal sentido, el cui­dado bien intencionado es bueno pero no suficiente, en el cuidado del otro (paciente o familia), la seguridad es un principio básico y debe ser un compo­nente fundamental, es por ello nece­sario garantizar un cuidado seguro, aquel que exigen la certificación y acre­ditación institucionales en el ambito mundial.

El cuidado seguro debe ser un cuida­do confiable desde subjetiva y obje­tivamente, y por ello exige un respal­do teórico y técnico adecuado y en permanente desarrollo. El “cuidado seguro” debe por una parte, evitar la ocurrencia de eventos adversos y por otra, mejorar en forma continua los resultados.

La pregunta obligada para cada ins­titución es si el cuidado que ofrece a través de cada uno de sus funciona­rios y con la suma de todos, es con­fiable.

La institución está obligada a demostrar que de una parte, disminu­ye y evita eventos adversos tales como la infección hospitalaria, las úlceras de decúbito, las caídas, los reingresos, los fallecimientos, la confusión de his­torias y los errores de medicación, en­tre otros, y de otra, que tiene meca­nismos para crecer en forma perma­nente en la capacidad de cuidar.

Por tratarse del cuidado, los mecanismos de crecimiento incluyen un compo­nente teórico y uno práctico.

Desde el punto de vista teórico, el de­sarrollo se comienza a dar cuando el cuidado se socializa y es sometido a la crítica.

Es necesario pasar de una in­vestigación descriptiva que aísla fenó­menos y permite comprenderlos e iden­tificar sus características, a una inves­tigación explicativa que relacione, pre­diga y prescriba el cuidado.

El componente práctico por su parte debe buscar competencias funciona­les de quienes lo realizan y el apoyo de instrumentos y equipos acordes con el desarrollo tecnológico dispo­nible, que permitan la sistematización y si es del caso automatización de pro­cesos.

El cuidado seguro tiene en su base de desarrollo tres elementos importan­tes: el personal, el interpersonal y el institucional.

Lea También: Dimensión Interpersonal del Cuidado Seguro

Dimensión personal del cuidado seguro

Desde el punto de vista personal, para el cuidado seguro cuenta en primera instancia, el compromiso de cada in­dividuo. Dentro de ello el auto cuida­do, no como una denominación que se enseña a otros sino como un com­portamiento ejemplificante, es necesa­rio.

La responsabilidad del cuidado es un compromiso personal, las actividades pueden ser delegadas pero el cuidado no lo es, la oportunidad de cuidar a otro, es única e intransferible.

Cada individuo debe mantener actua­lizados los diferentes conocimientos que requiere el cuidado para mejorar de manera persistente, eso implica lo personal, lo empírico, lo artístico y por supuesto, lo ético.(6) Es preciso recor­dar que los agentes externos de cam­bio pueden catalizar el proceso o crear un ambiente de apoyo, pero en últimas son las personas las únicas que se empoderan a sí mismas.

Gutiérrez de Reales (7) y Sánchez B(8):

señalan que el conocimiento personal hace referencia a saber cuáles son las propias fortalezas y cuáles las debili­dades, exige escucha, reflexión y de­cisión sobre el propio camino.

El co­nocimiento empírico implica el con­tacto con la ciencia, con la práctica, con aquello que logre demostrar qué­ se tiene, qué se hace y cómo se debe hacer. Es verificable ante el público, y debe permitir la descripción de los hechos con base en datos de natura­leza subjetiva u objetiva.

En el campo artístico cada individuo debe desarro­llar habilidades estéticas para expre­sar lo que se percibe en el cuidado y poder valorar lo que es significativo, en el acto de cuidar.

El conocimiento de lo ético, se ve reflejado en los es­tándares de práctica, los códigos de ética, la filosofía del cuidado, donde se describen las obligaciones y los fines deseados en el cuidado, lo cual exige a la persona una identificación, un análisis y una clarificación de creen­cias y valores propios.

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