Innovación: la Creatividad en el Hilo del Tiempo
Oración Maestros de la Cirugía Colombiana 2012
Martiniano Jaime*
Palabras clave: innovación; historia de la medicina; cirugía asistida por video; cirugía asistida por computador; nanotecnología.
La innovación es tan antigua como el hombre, es parte de su naturaleza y de su evolución; gracias al desarrollo del cerebro y de la inteligencia, el hombre primitivo logró resolver los “problemas” desde su inicio en la tierra para el bienestar de él y de los de su especie. Usó su imaginación creativa por medio de la innovación, que le permitió adaptarse y fomentar cambios con el fin de sobrevivir y crear bienestar, y así, ser la especie prevalente del planeta hasta llegar a los niveles de desarrollo del presente.
En los inicios de la civilización era importante solucionar problemas con eficiencia. Hoy, en una sociedad capitalista, neoliberal y globalizada, el concepto empresarial de las organizaciones es que la creatividad y la innovación deben generar riqueza y deben sustentarse, sostenerse a lo largo del tiempo.
El concepto de innovación tiene su desarrollo, más que en la academia, en las empresas. En la era industrial se ha comprobado que las empresas tienen un ciclo de vida de 30 años (figura 1), que tiende a ser menor con los avances tecnológicos, por lo que los empresarios saben que si no innovan, sus productos desaparecerán del mercado. La historia de la vida empresarial está llena de ejemplos en tal sentido.
La creatividad tiene que ver con el arte, aunque este es solo un aspecto de la creatividad. Se suele confundir la innovación con lo diferente, pero eso no es suficiente. La innovación debe sustentarse con argumentos por el bienestar y el valor que origina, debe sostenerse en el tiempo, y el bienestar que provee debe ser aplicable por igual a todos los seres humanos. Es decir, debe ser universal y, por lo tanto, introducir modificaciones en los procesos sociales del mundo.
Es importante entender las diferencias entre invento, descubrimiento e innovación. El invento es algo artificial, algo que no se encuentra en la naturaleza, que se obtiene cuando el inventor, haciendo uso de las leyes de la naturaleza, construye un dispositivo o sistema que tiene utilidad para el hombre (la bombilla o el teléfono). El descubrimiento se da cuando el hombre encuentra alguna regularidad o algún elemento en la naturaleza (la electricidad, la gravedad).
La innovación ocurre cuando una nueva forma de hacer las cosas reemplaza una vieja manera de hacerlas, aprovechando las tecnologías existentes (el sistema de iluminación por red con bombillas reemplazó la iluminación en cada casa con lámparas de combustible).
El invento es un hecho científico y tecnológico, la innovación es un hecho económico porque implica un producto y servicio que ocasiona ganancias, y es un hecho social porque genera bienestar para la comunidad.
La innovación puede ser radical o de ruptura cuando rompe con un paradigma y genera un servicio completamente nuevo. Ella ofrece una ventaja competitiva muy grande a la empresa que la promueve, o incrementa, cuando a algo ya existente se le introducen cambios para que sea más efectiva y le proporcione valor agregado.
La historia de la humanidad es la historia de los descubrimientos, de los inventos y de las innovaciones con un único protagonista: el ser humano. Ellos son imponderables en su número y en los beneficios que le han proporcionado a la humanidad. A continuación vamos a hablar de algunas pocas innovaciones en el campo de la evolución, la medicina y la cirugía que han marcado avances insospechados.
Bipedalismo
Un paso bien importante en la evolución de la especie fue el bipedalismo, un logro que antecedió al desarrollo del cerebro y que se debió al cambio de hábitat de la vida en los árboles de la selva a las acechanzas de las grandes sabanas; al descargar la locomoción en las extremidades traseras, además de permitirle un desplazamiento más grande, a mayor velocidad y con menos gasto de energía (cacería de persistencia), le liberó las manos y las desarrolló para construir nuevas herramientas.
Con la fabricación sistemática de dichas herramientas se estableció verdaderamente la frontera divisoria de lo humano y lo animal, producto de una eficiencia biológica en un proceso evolutivo. Todo esto, que toma millones de años, es fácil de entender si se tiene presente la sentencia de Stephen Hawking: “En un tiempo que se asemeja a la eternidad, todo puede ocurrir, incluido el universo”.
Las manos
La innovación por medio de la fabricación de herramientas ha acompañado al hombre desde su inicio en la tierra, e incluso antes del Homo sapiens, corroborada por estudios paleontológicos de fósiles de una especie anterior conocida como Homo habilis, denominado así precisamente por su habilidad para diseñar instrumentos con piedras labradas rudimentariamente para abrir frutas y descuartizar animales para su alimentación. Al ser liberadas las manos de la tarea de la locomoción, el hombre quedó provisto de la herramienta por excelencia: las manos.
En la escalada evolutiva, las manos le tomaron la delantera al cerebro (Homo habilis) ante la imperiosa necesidad de instrumentar, porque las manos le servían para innumerables cosas, entre otras, de pinzas, martillo y vasija; y para agarrar, palpar, sostener, señalar, escribir, acariciar y construir otras herramientas.
En el cerebro humano existe una amplia zona destinada a gobernar los movimientos de la mano, fruto del desarrollo neuronal para los movimientos de precisión y la coordinación de estos, casi milimétrica, con la visión. El desarrollo de la habilidad manual aumentó la eficacia biológica de nuestros homínidos cercanos, y les sirvió para tantos usos como su inteligencia y su creatividad podían idear.
La posición erguida del hombre tuvo consecuencias y originó enfermedades del día a día de los cirujanos: várices, hernias inguinales, debilidades y defectos de la pared abdominal, partos difíciles y serios problemas de columna y de la cabeza del fémur, de tal manera que una parte de nuestra profesión como cirujanos nace de la imperiosa necesidad de corregir dolencias ancestrales, fruto de la evolución del ser humano en su lucha por la supervivencia y la supremacía como especie.
El desarrollo de la humanidad, desde la aparición del Homo sapiens hace aproximadamente 100.000 años, ha sido rápida, vertiginosa, con un crecimiento exponencial (tablas 1 y 2), con un inicio muy incipiente y con pocos cambios durante miles de años, pero de una velocidad asombrosa en los últimos 10.000 años.
Desde la primera gran innovación del ser humano: la agricultura y la domesticación de los animales que cambiaron para siempre la manera del hombre de relacionarse con su entorno, y le permitieron, entre otras cosas, dejar de ser un nómada recolector, asentarse y obtener, mediante el desarrollo de la agricultura, los alimentos necesarios y los necesidades energéticas en solo 256 m2, cuando como recolector lo debía hacer en 26 km2, innovación que le brinda eficiencia energética y, además, una respuesta inmunológica para las enfermedades que le transmitían los animales.
Aunque el ser humano no estaba aún preparado para entenderlo, en aquel momento se estaba produciendo un gran cambio de los procesos sociales; se originaron los asentamientos permanentes y las grandes poblaciones y ciudades como centro del poder y de innovación.
A partir de los primeros asentamientos se requirieron y se necesitaron registros, planeación para sembrar y cosechar, se requirió la política para administrar, un gobierno con jerarquía social y política para gobernar, y un ejército para proteger los bienes ya acumulables; es decir, es el comienzo de lo que hoy conocemos como civilización.
Cinco mil años después se crearía la escritura, lo que permitió preservar la memoria para las futuras generaciones, independientemente del tiempo y del espacio. Y esta posibilidad de registrar, guardar y aprender de las experiencias de otros, aceleró los cambios en la sociedad y se constituyó en el inicio de la historia.
Luego desarrollamos la tecnología necesaria para la construcción de las pirámides (4.500 a. C.), la filosofía y las ciencias griegas hace 2.500 millones de años, la revolución industrial hace 250 años y la World Wide Web (www) de internet hace 20 años.
La vacuna
Las vacunas (del latín vaccinus-a-um, “vacuno”; de vacca-ae, “vaca”) son un logro de la investigación biomédica y una de las principales causas de las mejoras de la salud y de la calidad de vida del ser humano.
La primera vacuna descubierta fue la usada por Edward Jenner en 1796 para combatir la viruela, y debe su nombre a la observación del hecho de que las ordeñadoras de la época que estaban en contacto con la viruela de la vaca (viruela “vacuna”), la cual era menos patógena, eran inmunes a la viruela humana.
La viruela fue la primera enfermedad que el ser humano intentó prevenir inoculándose a sí mismo con una enfermedad parecida; se cree que esta práctica data del 200 a. C. en China, pero fue introducida por Jenner en Occidente en un momento de una epidemia masiva en Europa, quien tomó líquido de una vesícula de la mano de una ordeñadora y la inyectó por vía subcutánea en el brazo de un niño de ocho años.
Este presentó leves síntomas parecidos a la enfermedad, que previno que contrajera el virus del humano proporcionándole inmunidad para esta enfermedad, constituyéndose en una innovación, aunque empírica, de un gran valor intuitivo y con resultados positivos en una época en la cual aún no se había promulgado la teoría microbiana.
Lavado de manos
Una gran innovación en la mitad del siglo XIX fue el lavado de las manos antes de practicar procedimientos médico-quirúrgicos, fruto de la observación metódica y la inteligencia intuitiva, y un método epidemiológico algo rudimentario del médico húngaro Ignacio Semmelweis, las bases para la formulación de la teoría microbiana y la asepsia y antisepsia de Pasteur y Lister, respectivamente, diez años después.
Semmelweis fue un médico con una gran vocación por su profesión y con un gran compromiso por el bienestar de sus pacientes; un ejemplo extraordinario de observación metódica del paciente que, sin conocimiento ni explicación de una etiología exacta, innovó la práctica médica con el lavado de las manos antes de cualquier procedimiento quirúrgico, y demostró con este método una disminución drástica de la fiebre puerperal en Viena, en la mitad del siglo XIX.
A pesar de la evidencia estadística que reflejaban los resultados clínicos, sufrió el rechazo de la comunidad médica de la época por la ausencia de una explicación científica que sustentara la necesidad de lavarse las manos antes de atender los partos.
Sólo diez años después, cuando Pasteur promulgó la teoría microbiana y Lister, con métodos antisépticos, logró que las intervenciones quirúrgicas fueran exitosas, se empezó a reconocer el valor de la propuesta de este médico húngaro conocido también como “el salvador de las madres”.
El rechazo a su nueva propuesta, sin un análisis y estudio serio, fue denominado con el tiempo el “factor Semmelweis” para denotar la resistencia al cambio de paradigmas, tan común en los seres humanos y de la que no se escapan los integrantes de las comunidades científicas del pasado y del presente.
Este factor de resistencia al cambio, aunque paradójico, es más común en las universidades para describir este fenómeno; se comparan las universidades con los genes en la medida en que estos dictan la herencia de los seres biológicos, pero ellos en sí no cambian.
Médico cirujano, expresidente, Asociación Colombiana de Cirugía.
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