Pérdida auditiva mínima

Un nuevo concepto en umbrales de “normalidad”

María Patricia Rángel M.*

* Fonoaudióloga Universidad del Rosario, Audióloga Corporación
Universitaria Iberoamericana.
Presidente Asociación Colombiana de Audiología.

La pérdida auditiva mínima no se ha considerado como un problema a enfrentar en la valoración auditiva, más aún, se permite y se cree que no es importante, en palabras de muchos profesionales de la salud, “no pasa nada”. Pero sin embargo, numerosos estudios actuales ponen en duda lo que siempre con tanta seguridad se había pensado: la pérdida auditiva mínima SI es importante. Actualmente los interrogantes planteados son: ¿es verdad que la pérdida auditiva mínima no tiene ninguna implicación? ¿los niños que la padecen tienen un desarrollo eficiente comparado conun niño que no ha estado afectado por una pérdida auditiva?

El deber entonces, consiste en definir y determinar los factores de riesgo y lo que es más importante aún, el cómo manejarlos.

La pérdida auditiva mínima se define como un aumento en el umbral auditivo, mayor de 10 dBHL en niños o 20 dBHL en adultos (1). Hasta hace poco, se consideraba “dentro de los límites de normalidad” umbrales audiométricos hasta los 25 dBHL.

Desde este punto de vista, un niño con umbrales auditivos entre 11 y 25 dBHL (como los que encontramos habitualmente en procesos conductivos por otitis media serosa) debe considerarse con una pérdida auditiva mínima.

La determinación de estos nuevos umbrales ha cambiado considerablemente en los últimos años debido al estudio minucioso que se ha realizado sobre el procesamiento central auditivo, sobre su plasticidad y su maduración.

La pérdida puede ser conductiva, neurosensorial o mixta, puede ser unilateral,o bilateral y puede estar limitada a un grupo de frecuencias, ya sea pérdida de alta o baja frecuencia.

Las etiologías pueden ser múltiples e incluyen todos los procesos temporales o permanentes que de alguna manera puedan alterar los mecanismos auditivos.

Esta pérdida auditiva mínima puede ocasionar la no percepción de algunos fonemas, tales como /s/, /f/, /ch/ y en ambiente de alto ruido de fondo como colegios, casa y reuniones (más de cinco personas) y dependiendo de factores tales como la relación Señal/Ruido, reverberación y distancia, puede producir la pérdida hasta del 25% de la comunicación efectiva (2). Esta pérdida es preocupante si tenemos en cuenta que un niño en desarrollo de lenguaje y escolaridad necesita entradas de sonido al 100% y al presentar este 25% de pérdida, tendría la inadecuada entrada de siete fonemas o sonidos de lenguaje de los 29 existentes. Adicionalmente presentaría problemas en localización, atención y desarrollo psicosocial.

Cuando se habla de Señal/Ruido o S/R se refiere a la diferencia entre la voz emitida y el ruido del medio ambiente, esta relación debe ser de + 6 dB en una persona con audición normal, y de + 10dB a + 20dB en personas con pérdida auditiva, para que el mensaje emitido lleve a cabo un adecuado proceso de comunicación. No obstante en todos los ambientes de la vida diaria los sonidos siempre predominan a la voz, en las casas, la cocina, las zonas de música, los niños, etc., pueden tener niveles de ruido que enmascaran la voz. En los salones de clase el ruido interno y externo en promedio dependiendo del grupo de edad, es de alrededor de 54 dB y en general ambientes externos como centros comerciales y restaurantes tienen niveles de ruido aún mayores. Esto lleva a pensar que ni siquiera las personas con audición normal en umbral 0 dB pueden tener una efectiva comunicación en algunos ambientes ruidosos.

TABLA 1

Resumen de estudios sobre Señal/Ruido
Investigador Salón de Clase S/R
Sanders (1974)
Paul (1967)
Blair (1977) 
Finitzo-Hieber (1988)
+1 a + 5 dB
+ 3 dB
-7 a 0dB
+1 a + 4 dB

La reverberación se define como la persistencia o prolongación del sonido cuando se refleja con una superficie dura (3), en este punto lo más importante es el tiempo en el manejo de reverberación el cual no debe sobrepasar los 0.4 sgs., un tiempo mayor puede ocasionar un efecto de masking sobre los sonidos haciendo que se ocasionen retardos en la señal enviada lo cual degrada el entendimiento del lenguaje.

El siguiente factor que puede afectar la discriminación del lenguaje es la distancia.

Se ha determinado que la distancia ideal o campo de sonido directo es de alrededor de tres metros entre el emisor y el receptor. Esto significa que en un salón de clase sólo los niños ubicados en la primera fila, estarían dentro del campo de sonido directo. Los demás estarían en el campo indirecto (4).

Para entender el proceso de comunicación efectiva se debe hacer una diferenciación entre audibilidad y discriminación, la audibilidad permite detectar la presencia de sonidos mientras que la discriminación permite entender y procesar los sonidos de lenguaje de manera que los procesos periféricos y centrales están completamente unidos en la respuesta auditiva adecuada, uno no puede ser efectivo sin el buen funcionamiento del otro.

Desarrollo auditivo periférico y central

El desarrollo del procesamiento central auditivo se realiza hasta alrededor de los dos años de vida por eso se llama a este “el período crítico” en la evolución del lenguaje. El recién nacido posee un desarrollo completo en forma y función del oído interno al nacer. A partir de este momento la estimulación externa a través de sonidos empieza a dar madurez a la vía auditiva en toda su extensión.

La plasticidad del sistema auditivo es máxima durante los seis primeros años de vida (5). Fallas en la estimulación adecuada de la vía auditiva durante este primer período de la vida, podrían nunca ser corregidas o compensadas en su totalidad.

Cuatro funciones básicas dependen del buen funcionamiento de los oído en su parte periférica y central, ellas son la sensibilidad la cual es medida a través del umbral auditivo y depende básicamente de la integridad coclear. El tono, mediante el proceso de tonotopicidad, en el cual la cóclea transduce en forma óptima sonidos de alta frecuencia en su base y progresivamente sonidos de baja frecuencias hacia su ápice y siguiendo este orden especial también las neuronas se especializan en frecuencias específicas a lo largo de toda la vía auditiva hasta llegar a la corteza.

Los humanos procesan sonidos entre 20 y 20.000 Hz, y la habilidad neural de percibir ciertos tonos se conoce como “tuning” y es un proceso indispensable y precursor del procesamiento de los sonidos de lenguaje. El tono es maduro en la cóclea en el momento de nacer y su procesamiento central maduro se consigue alrededor de los seis meses de edad.

La tercera función se refiere a la localización. El sistema nervioso central en la corteza auditiva secundaria, compara los tiempos de arribo de los sonidos y en forma binaural usa la información para determinar la ubicación del sonido que oye, el cual llega primero a un oído y en forma retardada al otro y de esta manera se procesa la ubicación. Los humanos logran precisión en localización desde los cuatro meses de vida, ayudados por la integración visual. Este proceso de localización de sonidos, va madurando hasta los 2-3 años cuando el niño ya pude ubicar una fuente de sonido en todos los planos espaciales en forma precisa.

La discriminación del lenguaje es una habilidad propia de los humanos y es lo que nos diferencia de las demás especies animales. La habilidad de los neonatos para oír ha sido estudiada a través de respuestas cardíacas y condicionamientos para la localización de los sonidos. Se ha encontrado que los infantes detectan cambios a los sonidos del lenguaje desde los primeros meses de vida (6).

Por todo lo anterior no es difícil entender que en el proceso de maduración auditiva el sentido y la integración deben funcionar perfectamente para no tener problemas en su maduración y desarrollo. Es importante resaltar que patologías que producen audición fluctuante tales como la otitis media serosa, son presentadas por el 85% de toda la población infantil durante los primeros años de vida, período este importante en la fase madurativa y que estas alteraciones si se convierten en una condición crónica persistente (más de tres períodos de otitis en seis meses) traen consecuencias en los procesos auditivos tanto periféricos como centrales.

Es importante también, redefinir pautas de manejo en aquellos niños en quienes se encuentren pérdidas auditivas mínimas neurosensoriales ya sean unilaterales o bilaterales, ya que en ambos casos las funciones básicas auditiva nombradas anteriormente, también estarán alteradas.

El proceso de maduración auditiva es máximo durante los primeros seis años de vida y requiere de una integridad total de la vía auditiva. Las pérdidas auditivas mínimas tradicionalmente pasadas por alto, pueden producir efectos negativos en desarrollo de lenguaje, dificultad para entender lenguaje en ruido, déficit psicoeducacional y psicosocial pérdida de sonidos de alta frecuencia y dificultades en atención y aprendizajes (7), como ha sido demostrado por múltiples autores.

Nuestra función como profesionales en el campo de la audición debe estar encaminada a detectar y corregir estas pérdidas auditivas mínimas tanto en niños como en adultos.

Correspondencia:
María Patricia Rángel. Avenida 7 Nº 119 – 14 (211) – teléfono: 214 71 48/45
E-mail: rangel_patricia@hotmail.com

Referencias bibliográficas

1. Stach Brad. Clinical Audiology. Singular publishing group. San Diego. 1998.
2. Remensnyder Linda. Invisible pervasive handicap in the classroom. School Nurse News. 2002.
3. Crandell Carl, SmaldinoJoseph, Flexer, Carol. Sound field FM amplification. Singular Publishing group. San Diego. 1995.
4. Crandell Carl, SmaldinoJoseph, Flexer Carol. Sound field FM amplification. Singular Publishing group. San Diego. 1995.
5. Bertrán Daniel, Pujol Remy, Réclar Valerie. Promenade Round the cochlea. Universidad de Geneva. Italia. 2001.
6. Sinninger Ivonne, Doyle Karen, Moore Jean. The case for early identification of hearing loss in children. Pediatric Clinical Of North America, 1999; Vol 46 No. 1.
7. Crandell, Carl, Smaldino, Joseph, Flexer, Carol. Sound field FM amplification. Singular Publishing group. San Diego. 1995.

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