Homo Sapiens ¿Hacia donde Vas?, El Reto para El Futuro

Homo Sapiens

Homo Sapiens

El hombre, trasformado en el depredador más grande del mundo, que en el fugaz lapso de 50 años ha aumentado su número sobre la tierra de tres mil a seis mil quinientos millones de habitantes, en nuestra época, demandando elementos para su subsistencia en forma tal, que al contaminar su ambiente en forma exponencial, disminuye gradualmente su capacidad de subsistencia, agravada por la prolongación de su promedio de vida, que en ese mismo lapso ha alcanzado alrededor de los 80 años, haciendo prácticamente insostenible su espacio vital sobre este pequeño planeta en el que le tocó habitar.

El acelerado desarrollo del hombre lo llevó, a mediados del Siglo XVIII a iniciar la llamada “Revolución Industrial”, que, al mismo tiempo que producía inmensos adelantos en sus medios de movilización, comunicación, relaciones internacionales, los separaba cada vez más ostensiblemente de los llamados países subdesarrollados, o del tercer mundo, que no sólo no se equiparaban a los pueblos desarrollados, sino que se constituían en el origen de mayor incidencia de desnutrición, de enfermedad y de muerte.

Separación cada vez más notable, al extremo de llegar, en nuestro tiempo a programar reuniones de los representantes de los ocho o de los seis países más ricos del mundo como ha sucedido en los últimos tiempos, para equilibrar sus finanzas y para trazar sus metas de desarrollo y, como complemento, debatir las ayudas que puedan dar, misericordiosamente, a los indigentes de ese tercer mundo, para mejorar su desnutrición, sus epidemias, su ignorancia, su elevada morbimortalidad y su triste vida sin futuro ni esperanza.

Homosapiensnina

Homosapiensnina

Por otra parte su medio ambiente se contamina y se hace insoportable día a día, a consecuencia precisamente de lo que llamamos avances de la civilización, que ha llevado al hombre, a depender de los elementos más dañinos y tóxicos producidos para conseguir el confort que requiere la vida moderna tales como los derivados del petróleo, que en su refinación y en su gran poder de impulsión de los motores de combustión y en su incontrolada contaminación ambiental, hacen invivibles las grandes ciudades como México, Santiago, Bogotá y calientan el ambiente por su producción de gases de efecto invernadero (CEI), que habrán de llevar en largo o corto tiempo a la esterilización de las zonas verdes y los ríos y los lagos naturales por una parte y por el otro extremo al deshielo de los polos que ha llevado a la disminución calculada en 162 kilos cúbicos de hielo al año en este siglo XXI, lo que nos lleva a la disminución del agua potable, elemento esencial para la supervivencia del hombre, adicional al aumento de los niveles de los mares con las consiguientes catástrofes en las costas y en la productividad de las grandes ciudades.

Antes de la revolución industrial la concentración de CO2 en la atmósfera era de 280 partes por millón hoy el nivel es de 380 partes por millón, lo que representa un aumento cercano al 30% en menos de 300 años.

Homosapiensindustria

Homosapiensindustria

Nuevas epidemias producto de la contaminación de los humanos y la diseminación facilitada por las comunicaciones intercontinentales, de gérmenes y virus nuevos o desconocidos hasta el presente, nos atacan. Asistimos en la actualidad inermes al advenimiento de une nueva epidemia, la llamada AH1 N1 o gripa o influenza de los cerdos, que ha seguido a la del VIH, Virus de la Inmunodeficiencia Humana que en combinación con el Bacilo de Koch, resistente a los antibacterianos, debida a la pobre eficacia de los tratamientos hasta ahora existentes, ya que hace alrededor de 50 años que no se produce una droga verdaderamente bactericida contra el bacilo de la Tuberculosis, por la simple razón que su producción masiva haría de este un producto muy costoso para ser empleado en la población más pobre del planeta; epidemia ésta que nos ha de retraer a la época que creímos superada de los Sanatorios y los Pabellones de los tuberculosos en los grandes hospitales, mientras estos improductivos seres humanos mueren sin tratamiento alguno en pleno siglo XXI !

Epidemias

Epidemias

Estas y otras epidemias habrán de suceder a otras por venir y contribuirán seguramente en forma no poco importante al aniquilamiento de la raza humana.

El planeta está en inconmensurable crisis ecológica. La demanda de recursos humanos supera en un 30% la capacidad de la tierra para generarlos, según el informe producido y divulgado por organizaciones conservacionistas. La raza humana consume más de lo que la tierra de manera natural puede producir. La especie humana es insostenible, como siga el ritmo actual de crecimiento.

Los desastres naturales costaron al mundo cerca de 145.000 millones de euros en 2008, convirtiéndolo en uno de los años más devastadores por costos derivados de las catástrofes climáticas, una cifra que duplica la de 2007 y pone de relieve la gravedad del cambio climático, según el programa de las Naciones Unidas para el medio ambiente- UNT.

Al mismo tiempo que el hombre evolucionaba y su mente adquiría cada vez mayores dimensiones y capacidades en el conocimiento de las matemáticas y de las leyes de la naturaleza e inclusive del cosmos, su temperamento lo ha llevado a las guerras, y a los enfrentamientos entre hermanos.

Guerra

Guerra

Colombia, país dotado de todos los atributos que la naturaleza pueda otorgar, con costas en los dos inmensos mares y con cordilleras que le dan todos los climas, haciendo sus tierras propicias para los cultivos de todo género de alimentos; con minerales como el oro y la plata; con combustibles como el petróleo y el gas natural; con inmensos llanos que, técnicamente manejados, podrían convertirse en el mayor emporio de riqueza agropecuaria y con los ríos mas caudalosos que la comunican con el mundo; pero habitada por personas, -inteligentes y trabajadoras si-, pero imbuidas de un carácter intransigente, batallador y susceptible de transformarse y generar un temperamento dominador, prepotente, ambicioso y propenso a la dominación de personas y territorios, al enriquecimiento, a la confrontación y a la guerra fraticida que nos ha llevado a hechos tan injustos, desgarradores y aún impunes, como los viles asesinatos de grandes líderes como Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos Galán y Álvaro Gómez Hurtado; que ha envenenado nuestro ambiente, ha retrasado nuestro desarrollo y nos ha llevado a la intranquilidad permanente que vivimos.

CosmoPero no somos solamente los colombianos los que nos debemos sentir culpables; es la raza humana cuyo desarrollo cerebral la llevó a extremos de inteligencia como la de Einstein y otros sabios cuyas teorías llevaron al ser humano a entender las materias y Bomba atómicalas leyes del cosmos, pero así mismo a la fisión nuclear y ésta a la bomba atómica que sirvió para detener la guerra mas infernal de toda la historia de la humanidad, por medio de una masacre inimaginada.

La producción actual de cabezas nucleares por parte de los países más desarrollados y antagónicos para procurar un equilibrio inestable, que al romperse, dada la condición guerrera y dominadora del ser humano, amenaza con llevarnos a la aniquilación de los seres vivientes y acelerar la finalización de éste período de existencia vital que nos ha tocado atestiguar.

Será tal vez, que el inmenso desarrollo del cerebro humano y el uso acertado de los grandes avances tecnológicos, podrán contrarrestar estos fenómenos ya iniciados y podran conducir a los seres vivientes a un futuro prospero y feliz en donde reine la paz y el orden?

Será tal vez, distinguida audiencia, que la reflexión sobre estos temas me inspiró la Alegoría que presenté en este recinto, cuando tenía el honor de presidir esta dignísima Institución, que dice:

ALEGORIA

En el principio reinaba la oscuridad y el caos.
Se hizo la luz y se conformó el
Universo.
Y en éste, como una parte
infinitesimal,
surgió nuestro Sol
y girando eternamente a su alrededor
nuestro planeta:

LA TIERRA.
Triste y pequeña esfera que rota
incesantemente,
en pequeños círculos de 24 horas
frente al Sol;
inhabitada, inhóspita, inútil…
Pero, por los procesos de
neoformación, aparecieron los Elementos:
el hidrógeno,
el nitrógeno,
el oxígeno,
el carbono,
y el calor
y el frío
y el fuego
y el viento
y el agua
y surgió la vida y con ella
la amiba
y el molusco
y el vegetal
y el pez
y el reptil
y el anfibio
y el mono
y el HOMBRE
y éste se reprodujo y pobló la Tierra
y se transformó en Homo Sapiens
y superpobló la Tierra
y arrasó la vegetación
y contaminó el ambiente
y secó los ríos
y aumentó la temperatura
y deshieló los polos.
Y MURIÓ.
Y la Tierra, pequeña, inhóspita, inhabitada,
siguió girando eterna e inúltilmente
alrededor de ese Sol,
que a su vez se apaga
lenta e inexorablemente.

He ahí, Señores Académicos, el reto para el futuro.


1 Expresidente de la Academia Nacional de Medicina. Discurso de posesión como Miembro Honorario de la Corporación. Sesión solemne de Agosto 13 de 2009

Comentario

Juan Mendoza-Vega, MD

Agradezco a la honorable Junta Directiva de la Academia la honrosa comisión que una vez más me trae a este podio, para dar en nombre de nuestra ilustre corporación la bienvenida a un colega, que recibe los honores más altos representados en la posición de Académico Honorario. Pero mi gratitud se multiplica porque, de nuevo, se me encarga exaltar la figura y mostrar los méritos de alguien que los tiene de sobra, que por esa razón ha desempeñado todos los cargos directivos y ha ganado en ellos justo renombre, de alguien a quien se puede llamar sin discusión alguna cirujano y maestro: el doctor Gilberto Rueda Pérez.

Aunque nació en una tierra de suave topografía y Aunque nació en una tierra de suave topografía y templado clima, la musical Ibagué, el 15 de Noviembrede 1972, as imponentes montañas santandereanas y nariñenses de donde salieron sus ancestros le imprimieron a este vástago de don Plutarco Rueda y doña Bertha Pérez de Rueda una reciedumbre singular, una especie de pétrea estructura –que, por cierto, él trata siempre de suavizar con fluidas cataratas de palabras, bien conocidas de sus amigos y compañeros- en la que se anclan el juicio equilibrado y certero, la decisión tomada con fundamentos sólidos para hacerla inquebrantable, la serenidad para enfrentar cuanto la vida en sus caprichos vaya planteando. Todo ello, acompañado por una visión especialmente amplia de los horizontes, desde la alta estatura física y sobre todo ética que lo caracteriza.

Después de terminar satisfactoriamente sus estudios secundarios y recibir a los 17 años de edadel título de Bachiller en el Colegio San Bartolomé “La Merced” de esta capital:

Entró a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional y entre enero de 1945 y noviembre de 1950 aprobó cada una de las materias del pensum, exigentes todas, como que iban desde la tremenda Anatomía hasta las Clínicas, Quirúrgica, Médica, Psiquiátrica, pasando por la bacteriología, la materia médica con todos los recovecos de las sustancias usadas para elaborar medicamentos, las delicadas sesiones de técnica quirúrgica en perros que se cuidaban con esmero.

Cumplido el internado en el Hospital de San Juan de Dios, nuestra inolvidable y nunca bien lamentada “Hortúa”, se graduó como Doctor en Medicina y Cirugía para iniciar con la Clínica de Marly un vínculo que dura ya cincuenta y siete años porque no se ha roto desde 1952, cuando entró a ejercer como residente.

Sin embargo él, cirujano de verdadera vocación, sentía la falta de más profundos conocimientos y y mayores habilidades y destrezas. Por eso decidió viajara los Estados Unidos, como empezaba a ser habitual tras la gran tragedia de la Segunda Guerra Mundial, y allí permaneció por cinco años en la ciudad de Chicago, especializándose en enfermedades de las vías respiratorias y cirugía del tórax en los hospitales Ravenswood y Oak Forest.

La formación especializada, aprovechada plenamente, lo llevó en 1957:

Tan pronto como regresó a Bogotá, al escalón inicial en la carrera docente, como profesor asistente de Tisiología en la Universidad Nacional y jefe del departamento de endoscopia del Hospital de San Juan de Dios, La Hortúa, cargos en los cuales se distinguió hasta 1965 para pasar a profesor asistente de Cirugía desde 1966. Dirigió el departamento de Cirugía del Hospital Santa Clara hasta 1975 y en los dos años siguientes pasó a ser Director del famoso Hospital San Carlos. Desde 1977 fue designado jefe de Cirugía del Tórax en la Clínica de Marly, donde atendía además creciente clientela en su consultorio particular, como aún lo hace con plena suficiencia científica.

Sucesivas jefaturas de servicios el Hospital de Santa Clara culminaron, en 1992, con la designación como Director General  de ese reputado centro asistencial por un período  de dos años.

Decenas de discípulos recibieron sus   clases y su ejemplo en las mencionadas instituciones;  y éste, confiesa el propio doctor Rueda, es uno de  sus timbres de orgullo, porque los mejores de esos  alumnos llevaron la cirugía del tórax a toda Colombia  y han sido a su vez distinguidos profesores de la  especialidad, que lo siguen saludando con el afecto  que merece un verdadero maestro.

Como era lógico:

El joven especialista participó muy pronto en la sociedad científica correspondiente, que se llamaba entonces Sociedad Colombiana de  Tisiología, Neumología y Enfermedades del Tòrax,  de la cual ha sido tres veces presidente, incluyendo  el período de 1966 que le significó el primer contacto con nuestra Academia Nacional de Medicina, porque  fue recibido como miembro asociado precisamente por ser presidente de su sociedad científica. El presidente de la Academia era el recordado y respetado  profesor Gonzalo Esguerra Gómez, quien sugirió al  doctor Rueda presentarse como candidato a a miembro correspondiente, al terminar el período como  asociado. Así lo hizo y fue recibido en 1967 por el  mismo profesor Esguerra.

En solo seis años se ganó  la postulación como miembro de número, calidad que alcanzó durante la presidencia del doctor Juan Pablo  Llinás, en 1973. Ese mismo año fue escogido como  secretario de las celebraciones del Centenario de la Academia, las que presidió el doctor César Augusto  Pantoja. Enseguida se lo eligió como secretario en la  Junta Directiva que presidió el doctor Santiago Triana  Cortés de 1973 a 1975. Con el presidente doctor Hernando Groot fue tesorero entre 1981 y 1983, luego  vicepresidente del doctor Pablo Gómez Martínez  en los dos períodos 1984-1986 y 1986-1988, para alcanzar la presidencia de 1994 a 1996, también con  reelección para 1996-1998.

La enumeración que antecede da alguna idea  de la importancia del doctor Gilberto Rueda en el  seno de la Academia.

Pero debe recalcarse el fuerte  y acertado rumbo que, como hábil timonel, imprimió a  la entidad a partir de 1994, llevándola a preocuparse  especialmente por las realidades que habían empezado a abrumar a nuestra profesión en el contexto de un  pretendido neoliberalismo que trató en hora mala de convertir el cuidado de la salud en un “bien de mercado” que cada ciudadano tenía que adquirir como  mejor pudiera y que los médicos al parecer debíamos  producir y vender como mercaderes a la fuerza.

El  presidente Rueda Pérez plantó cara a los panegiristas  del nuevo enfoque, promovió con la Academia los  primeros estudios del sistema implantado como Ley  100 de 1993, nos explicó a los médicos –empezando por un número no despreciable de académicos  que abogaban por mantenerse al margen de esos dolores de todos los días, encerrados en la “torre de  marfil”- la trascendencia de mantener la calidad de los servicios brindados a los colombianos enfermos y las  medidas de prevención llamadas “de salud pública”,  y la urgencia de defender a los profesionales para  que no se convirtieran en obreros de blusa blanca  mal pagados y peor mirados.

No pocos dolores de cabeza le costaron al académico Rueda Pérez esas valerosas posiciones.

Pero hoy le podemos repetir que tenía razón, que su rumbo era el adecuado y que si algo se va salvando en la  crisis reiterada del sistema de salud en Colombia, es  entre otras cosas por su liderazgo y previsión. Como  le podemos decir que tuvo razón cuando se empeñó,  por los años sesenta del siglo pasado, en implantar  aquí el tratamiento acortado para la tuberculosis, al  que se oponían especialistas destacados pero cuyo  éxito nadie se atreve ya a poner en duda. Esa lucha exitosa contra el azote tuberculoso es otro de sus legítimos timbres de orgullo

Elecciones como presidente de la Sociedad Bolivariana de Neumología, de la Sociedad Americana de Quimioterapia de la Tuberculosis, como miembro  del Comité de Honor de la Tisiología Latinoamericana,  Regente del American College of Chest Physicians  y varias más. Condecoraciones como la Cruz de Esculapio de la Federación Médica Colombiana, la  Medalla Cívica al Mérito Asistencial “Jorge Bejarano”,  el Escudo de Oro de la Orden de Santa Clara, la Medalla de Honor de la Liga Antituberculosa Colombiana,  han subrayado el aprecio que le tienen la sociedad  y sus colegas.

Tal vez me falta mencionar el papel que tuvo  nuestro nuevo académico honorario, al comenzar  este Siglo XXI, en el intento por unificar al cuerpo  médico colombiano en la Asociación Médica Colombiana. Él es uno de los convencidos del beneficio inmenso que nos traería la unión gremial, el esfuerzo  mancomunado, la firme dirección con sentido de profesionalidad. Por eso aceptó presidir la AMC y poner  su influencia y renombre en tan delicada tarea. Aún  no estamos maduros, según parece, para conseguir  tan deseable actitud por parte de todos los colegas, pero ello no opaca al personaje que sacrificó mucho  esfuerzo y muchas horas en ese intento.

Ante la frondosa hoja de vida que acabo de  resumir con la brevedad posible:

Ante los más de  doscientos trabajos científicos publicados, los millares  de horas de clase y de conferencias dictadas, tiene  uno que preguntarse en qué momento y por cual arte de magia logró el doctor Rueda formar la preciosa  familia que hoy lo acompaña.

Y sí, algo de magia hubo en las circunstancias  que, muy temprano, lo llevaron a conocer a esta reina de belleza barranquillera, Gladys Rosanía, a  enamorarla y llevarla al altar para un matrimonio  cuyo ejemplo dura ya medio siglo.

Ella había venido a la altiplanicie sabanera, un poco en plan de niña  de sociedad que visita a su hermana, esposa de un  distinguido médico, el doctor Guillermo Lara, y a  otras amigas. Para no estar desocupada y probar la  novedad de ser “trabajadora”, aceptó una posición en  una poderosa empresa petrolera; fue presentada al  joven cirujano Rueda cuando aceptó la invitación de  su excelente amiga Blanca Osorio para ir al antiguo aeropuerto de Techo a recibir a otro brillante joven profesional que retornaba de los Estados Unidos, el doctor José Félix Patiño. Rueda quedó prendado de ella, le planteó noviazgo al uso de la época y se casaron el 22 de Diciembre de 1960; dos niñas, Eleonora y Carolina. Les dieron la alegría de la paternidad y con Sebastián, el hijo de Eleonora, forman el ramillete de joyas de este hogar.

Quería usted:

Respetado académico y muy apreciado amigo, que yo dijera hoy por qué no debería estar usted recibiendo este homenaje: la tarea es  fácil. Si usted no hubiera realizado todo lo que dejo  mencionado a grandes rasgos y lo mucho que abrevié  en aras del lapso que me concedió la presidencia,  usted no habría llegado con los votos abundantes de  sus colegas a la honrosa silla de académico honora rio. Porque sí lo merece, mi voz es la de la Academia  y la del cuerpo médico colombiano, para aplaudirlo y decirle ¡¡Bienvenido!!

 

 

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