Opera Prima: José Félix Patiño Restrepo

De la Academia

Opera Prima: José Félix Patiño Restrepo, el Más Grande Humanista de Nuestro País

Ana Paola Ríos1, Andrés M. Acevedo2, Samuel David Barbosa3, Vanessa Collazos4

Para ejercer la medicina, para ejercerla bien, se requiere una profunda base cultural y un sólido conocimiento intelectual, porque la medicina no es sólo destreza clínica. Es también la observación de valores, de comportamiento, de responsabilidad y especialmente, es vocación y compasión”.

José Félix Patiño R. Ceremonia de graduación de Medicina Universidad de los Andes. 2017-20

Elegante, pausado, con una sonrisa discreta pero profunda y con la chispa de la vida intacta, nos recibió en su casa José Felix Patiño Restrepo la mañana del 17 de junio de 2017. Estábamos allí para hacer la primera entrevista que haría andar la escritura de su biografía, un ambicioso proyecto editorial originado desde sus estudiantes y que recorrería de manera colaborativa e innovadora su manera de vivir la medicina.

En la sala, la luz del día entraba tímidamente por las ventanas para abrazar su rostro de sabio. Con un espíritu curioso, algo tímido pero determinado, reunidos en torno al Maestro y su obra, nos dispusimos a zarpar entre vívidas historias y su clarividente voz, sinfónica melodía para nuestras inquietas mentes.

Sabíamos que su salud era frágil por aquel entonces. Por eso nos sorprendió gratamente cuando nos recibió de pie, vestido elegante pero casual, con esa sonrisa discreta que lo caracterizaba. El Dr. Patiño una vez más nos manifestó la alegría de tener a sus estudiantes cerca y se llenó aún más de orgullo con la idea de contar su historia de una manera única, una obra que representara sus ideales por encima de los incontables logros de su vida.

Su mente se conservaba tan despierta, ágil y exacta como de costumbre, mientras sus historias eran como un portal a los hitos de la historia de la humanidad y de nuestro país. Tal y como si fuera un taller dispuesto al arte más sublime, nuestras libretas de aprendices se iban llenando apresuradamente de notas; mientras tanto, un lente fotográfico registraba al artista.

Queríamos capturarlo todo, cada gesto, cada anécdota, cada suspiro. Al escucharlo, el tiempo se volvía líquido y adquiría pesos distintos en cada uno de nosotros: la nostalgia de los momentos compartidos con el Maestro y sus enseñanzas nos invadió el corazón.

En la sala y justo detrás de donde se encontraba sentado el Dr. Patiño durante la primera parte de la entrevista, se podía ver una pequeña mesa redonda decorada con portarretratos familiares de diferentes tamaños.

Al instante, pudimos apreciar una infancia y juventud enmarcadas por profundos valores humanistas y científicos.

Por un lado, estaba su padre Luis Patiño Camargo, leyenda y eminencia médica de finales del siglo XIX en Colombia y recordado por su emblemática descripción de la Fiebre Petequial de Tobia o Tifo Exantemático como entidad independiente de la fiebre tifoidea.

También eran reconocidos sus aportes a los inicios de la salud pública en el país junto al Laboratorio Samper y Martínez (hoy día Instituto Nacional de Salud) y a la Fundación Rockefeller donde dirigió programas de crucial interés en salud pública para Sudamérica, en especial contra la Fiebre Amarilla.

A su madre, Ana Restrepo Gutiérrez de Piñeres, la describía como aquella persona quien lo llenó de amor, nutriendo su espíritu científico, curioso y determinado, ese mismo sentimiento que exhalaba al tiempo que se refería a sus hijas.

Esta no era la primera vez que lo acompañábamos en este espacio.

Al mejor estilo de Harvey Cushing, varias cohortes de estudiantes de medicina acudíamos a recorridos dirigidos por él mismo a su emblemática biblioteca personal; esa misma que en aquel momento ocupaba casi toda su casa con cerca de 13.500 ejemplares de libros, algunos incunables e invaluables, junto a 32 álbumes de fotografías médicas, colección que posteriormente donaría en su totalidad a la Universidad Nacional de Colombia y la Academia Nacional de Medicina con extraordinaria generosidad.

Posado sobre una mesa de trabajo, un objeto histórico, brillante y pulcro capturó nuestra atención: era uno de los primeros microscopios que llegaron a Colombia hacia finales del siglo XIX gracias al Doctor Nicolás Osorio, abuelo de su amada esposa Blanca Osorio de Patiño, hecho que introdujo el estudio de la patología en el país. Así, desde su nacimiento y durante su vida, el Dr. Patiño creció rodeado de ciencia, medicina y amor por el ser humano.

Seguimos recorriendo algunos pasillos de la casa, pasando por un estudio donde aún permanecían algunas publicaciones preciadas, obras de arte de Obregón, Gómez Campuzano y Darío Morales, una bicicleta estática y una estación de trabajo con un computador de escritorio y varias carpetas; los retratos de su esposa seguían ocupando los diferentes espacios a pesar del inclemente paso del tiempo.

De pronto, tomó uno de ellos entre sus manos, una fotografía que él mismo le había tomado décadas atrás y se sonrió.

Llegaban a su mente otros recuerdos, como Ministro de Salud de tan solo 35 años cuando en 1962, luego de múltiples recorridos diagnósticos sobre la situación de salud, ideó el sistema de referencia-contrarreferencia y reglamentó la introducción del uso de medicamentos genéricos por primera vez en el país.

Estas iniciativas, actualmente vigentes, siguen aportando equidad y justicia a la población colombiana, ratificando así su profundo compromiso público y social al margen de cualquier interés particular.

(Lea También: Revista de Medicina: Miembros de la Academia Nacional de Medicina, Volumen 43 No. 1)

Luego, continuaría guiándonos hacia su cuarto donde la conversación tomaría el ritmo de otra de sus grandes pasiones: la Ópera.

Decenas de discos llenaban los estantes de una de las paredes del cuarto. Sin titubear, encendió el equipo de sonido y la voz de María Callas inundó el ambiente.

Mientras la música deleitaba una vez más sus efebos oídos, el autor de la biografía de la soprano griega y quizás el más fiel de sus seguidores nos confesaba una de sus grandes aflicciones: no había llegado a conocerla en persona. Y mientras sus dedos danzaban entre discos y libros, el Maestro nos iba narrando su paso por la vida académica.

Su memorable paso por Yale no sólo encendió eternamente su espíritu por la investigación y el conocimiento, sino que le permitió cristalizar su ideología sobre la formación universitaria moderna que más allá de enseñar conocimientos, concebía la misión principal de formar ciudadanos y personas íntegras.

Esa convicción vino a desarrollarla magnánimamente durante su ejercicio como Rector de la Universidad Nacional de Colombia entre 1964 y 1966 al ejecutar la Reforma Patiño bajo el lema “Integración como Mecanismo para el Desarrollo”. Manifiesto de lo que se erige hoy como la Ciudad Blanca, que en forma de búho encierra las grandes áreas del conocimiento humano en torno a las artes, a las ciencias humanas y la medicina como la más humana de las profesiones.

Con la misma claridad cristal roca, José Félix aplicó el mismo principio a la educación médica y la profesionalización de la medicina en América Latina, originando así un modelo curricular innovador vigente a la fecha en numerosas escuelas de Medicina de la región.

Para nosotros, su legado era totalmente familiar al ser cofundador no sólo de la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes, nuestra Alma Máter, sino también de la Fundación Santafé de Bogotá, otro modelo utópico del primer hospital moderno en Colombia.

Tras varias horas y mixturas de emociones y recuerdos, cerramos nuestra visita con una mirada a su ser más sublime.

Al tiempo que el Maestro desempolvaba ante nosotros su colección de cámaras fotográficas que guardaba en su closet personal. Su espíritu se rejuveneció al instante viajando en el tiempo mientras manipulaba y ostentaba orgulloso los equipos.

Así, quizás con la misma maravilla con la que José Félix Patiño inmortalizó en fotografías a su esposa y musa, con la admiración que tuvo por la voz de oro de la Prima Donna Assoluta. Así nosotros hoy contemplamos su vida, obra y legado: la Opera Prima del más grande humanista contemporáneo de Colombia.

Este es un modesto homenaje a su fé en nosotros, todos sus estudiantes, a la pasión por el acto médico que nos sigue transmitiendo hoy y siempre.

Agradecimientos

Los autores desean agradecer especialmente a Jenny Milena Machetá, Directora Técnica de la biblioteca de la Academia Nacional de Medicina. Por sus valiosos aportes sobre los hechos presentados en el presente artículo.

Recibido: Marzo 09,2021
Aceptado: Marzo 20,2021

Correspondencia:
Andrés M. Acevedo
andres_acevedo@hotmail.com

Autores

1 Ana Paola Ríos. MD MPH Universidad de los Andes. Ministerio de Salud y Protección Social.
2 Andrés M. Acevedo. MD, Universidad de Los Andes. MSc Epidemiología Universidad del Rosario.
3 Samuel David Barbosa. MD MPH Universidad de los Andes.
4 Vanessa Collazos. MD MPhotog Universidad de Los Andes. Médica de Enlace Científi co en Obesidad, Novo Nordisk Colombia SAS.

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