Academia y Gremio en Neurocirugía
Programas de Posgrado
En la fecha existen 10 programas de neurocirugía, 58 residentes y 16 egresados-año. En 5 años se aumentará en 40% el número de especialistas y en 10 años, siempre y cuando no nazca un programa golondrino, el número total de neurocirujanos superará a los 500 especialistas.
Hay situaciones lamentables y sofismas de distracción que no justifican el número de egresados-año; en algunas escuelas egresan 3 especialistas año y hay que decirlo con claridad: no se cumple con los requisitos mínimos que exigen los estándares para el Residente de último año en cuanto a volumen de procedimientos que deben hacer.
Hay limitados escenarios de aprendizaje y los laboratorios de cirugía experimental actualizados están lejanos. La filosofía y justificación de enviar estos especialistas a ciudades intermedias no es válida y la realidad ha demostrado que estos egresados permanecen en las ciudades donde se formaron.
Colombia es de los países donde se debe pagar por el posgrado; en promedio la matrìcula por año cuesta US$10.000, y si se adicionan los costos complementarios de los 5 años de formación, podemos afirmar sin equívocos que es muy alta la inversión en este capital humano especializado. Calculamos que hoy cuesta US$120.000 la formación de un neurocirujano, sin incluir los costos que demandaría un Fellow en el exterior. (Vea también: Neurocirugía en Colombia)
En muchos países hay una gran preocupación por la apatía y el desánimo de los egresados por Neurocirugía como especialidad y oficio de vida. Se exponen estrategias para reclutar talentos valiosos en la secundaria: programas integrales que incluyen subespecialidades, horarios de trabajos flexibles, mentores y monitores durante la formación, comunicación y retroalimentación.
En fin, programas de posgrados que permitan esculpir con excelencia esta materia prima de altísimo valor social. Creemos que esta proporción de neurocirujanos 1/100.000 habitantes y teniendo en cuenta las variables mencionadas, es la adecuada en Colombia. (Fig. 4: Proyección Médicos por 1.000 habitantes)
Nos parece temerario aumentar las escuelas de formación de neurocirujanos en el país. Debe existir una rígida política sectorial en educación que impida la creación de un nuevo programa de posgrado. No cumplirían con los requisitos básicos.
Si aplaudimos y valoramos la bien intencionada Ley 30 de 1992 de la autonomía universitaria en Colombia, vemos con preocupación que esta disfrace y sea la estrategia en la cual se escudan intereses económicos para la creación de un nuevo programa o incrementar cupos.
Quizá el concepto de autonomía haya permitido que cada escuela de posgrado haga su propio curriculum y los intentos por un programa unificado que hemos planteado desde hace varios años han quedado solo en buenas intenciones.
Perfil profesional
Como carrera académica estructurada en Colombia no existe la Neurocirugía. Los especialistas que se vinculan a los centros universitarios gastan mucho tiempo en asistencia. La enseñanza y la investigación son actividades marginales; la formación docente del recién vinculado no está entre las prioridades de nuestros hospitales.
En la actualidad, se acude a los pares académicos para evaluar un programa de posgrado.
El Ministerio de Educación tiene solo tres neurocirujanos registrados. La actualización exigida para este propósito implica tiempo e interés para cumplir este requisito y hasta ahora no aparecen los inscritos.
Existe apatía para publicar artículos que muestren los quehaceres de la especialidad. Hay que hacer esfuerzos por cumplir con los artículos mínimos necesarios para la circulación de nuestra revista y mantenerla viva.
No hay los estímulos o compensaciones que retribuyan el tiempo invertido en actividades académicas. Menos del 1% de nuestros colegas están vinculados a proyectos de investigación y no existen –a la fecha– proyectos de salud, esos que buscan respuesta social a los problemas de salud pública, donde esté involucrado un neurocirujano colombiano.
Gremio y Neurocirugía
La Universidad confiere el Titulo al Neurocirujano y este después de certificado se lanza a la universidad de la vida. No existe una escuela que haga un seguimiento formal de sus egresados. No está registrado cómo es su desempeño laboral, su calidad de vida y no hay acompañamiento en las iniciativas o proyectos.
La educación del egresado se canaliza a través de las sociedades científicas de cada especialidad. Estas sobreviven por los cursos y congresos que organizan con el propósito de actualizar a sus asociados. Sin embargo, la fuente grande de sus ingresos, más que las cuotas o el valor de inscripción de los cursos, es el apoyo que la industria le hace a la respectiva Asociación. En otras palabras, la educación continuada del egresado depende de la industria que se vincula.
Con razón, las sociedades científicas reclaman el derecho de certificar al profesional y su actualización mediante los puntajes de idoneidad.
Algo preocupante en la actividad gremial es la dejadez por participar en las propuestas colectivas por parte de los afiliados. En nuestra última reunión, donde se iban a discutir reglamentos y modificación de estatutos, además de elección de dignatarios, solo estaba presente el 20% (¡!) de los miembros activos. Débil la pertenencia gremial.
La democracia sentenciaba Churchill, “es la necesidad de doblegarse, de vez en cuando, ante la opinión de los demás”. Pero debe ser representativo, pues lo más importante en las decisiones colectivas es convencer, no vencer. Así, simplemente construimos el “querer social” de un gremio.
Epílogo
Como el sector salud en Colombia y espejo de este es la Neurocirugía que practicamos. Hemos avanzado, mejorado y madurado. Tenemos debilidades de décadas enquistadas y fortalezas aún no explotadas.
La mayor de estas es el talento humano pero este requiere con urgencia redistribuirse. No podemos concentrar los neurocirujanos del país en las cuatro grandes ciudades, condensarlos es despilfarrar un recurso valioso formado.
Hay que estimular el asentamiento del especialista en las ciudades intermedias y en una política sectorial facilitar su ejercicio brindándole los recursos que necesita para una Neurocirugía moderna. En las grandes ciudades estimular la creación del centro de referencia con bondades tributarias (zonas francas) e inversión en tecnología de punta.
Seguir trabajando para unificar el Programa de Posgrado de Neurocirugía y llevarle tranquilidad al estudiante mediante subsidios que permitan direccionar su tiempo en una sola actividad: aprender. Se debe replantear la costumbre, convertida hoy en norma, de cobrar al residente el valor de la matrícula, y explorar mecanismos para que el trabajo hospitalario compense su costo.
La creación de Comités de Idoneidad Profesional en las Sociedades Científicas, independientes y sin ataduras, motivados por elevar la calidad del profesional, es un propósito noble. No podemos permitir que se convierta en un instrumento selectivo o fiscalizador.
Más bien, la fuente de información para dirigir las pautas de actualización que cada gremio necesita. Un banco de datos que recoja lo que somos y lo que hacemos es la mayor riqueza de la especialidad.
Entiendo la neurocirugía como una disciplina exigente, flexible, que debe permitir al profesional que la practica, un desarrollo integral y un estatus de vida digno, para que desde su oficio se convierta en un vehículo de transformación social en su comunidad.
Referencias
1. Burgos R. Recursos Humanos en Salud. Universitas Médica. Volumen 6, Numero 1 pagina 61, Enero –Abril 1988
2. Burgos R .Instituto Neurológico de Colombia. Análisis y propuesta Trabajo de Grado. Especialización en Gerencia de Servicios De Salud. Convenio AUPHA-Ministerio de Salud. Universidad Jorge Tadeo Lozano. Bogotá, Enero 1993-Junio 1994.
3. Burgos R. La Salud en Colombia y sus Recursos Humanos. Tesis de Grado. Especialización en Gobierno, Finanzas y Asuntos Publicos.Universidad Externado de Colombia-Columbia University-New York. Bogotá, Octubre 95-Diciembre 96
4. Burgos R. Cuantos y que tipo de Neurocirujanos necesita Colombia. Medicina. Revista Academia Nacional de Medicina.Vol 32 2 (89).2006
5. Burgos R. Ahumada M: La Neurocirugía en Colombia. 50 años de Asociación. 1962-2012. Asociación Colombiana de Neurocirugia.Impresion Mohler Ltda.2012.
6. Burgos R . El neurocirujano como enfermo. Anexo 2. La Neurocirugía en Colombia. 50 años de Asociación.1962-2012. Asociación Colombiana de Neurocirugia.Impresion Mohler Ltda.2012. Pág. 171.
7. Burgos R. Cinco reflexiones sobre recertificación y comité de idoneidad profesional. Comunicaciones públicas a los asociados. Asociación Colombiana de Neurocirugía. Bogotá, Junio-Diciembre 2014- 2015 Global health care; Outlook.Common goals, competing priorities
Recibido: Mayo 25, 2015
Aceptado: Septiembre 11, 2015
Correspondencia:
Remberto Burgos de la Espriella
rembertoburgos@yahoo.com
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