Trastornos del Pensamiento, Caso C (Artritis Reumatoidea)

Mujer de 30 años, hija única, de profesión secretaria, casada sin hijos. Llegó a mi consulta enviada por un internista a causa de una depresión aparentemente desencadenada por una artritis reumatoidea severa, de presión que estaba repercutiendo en forma muy negativa en su desempeño laboral.

La artritis había sido tratada con múltiples fármacos, con un pronóstico bastante reservado dada la severidad y la evolución progresiva.

En el momento de la consulta está pasando por una crisis artrítica que prácticamente la tienen inmovilizada y el cuadro mental que se encuentra es de una depresión aparentemente reactiva a sus sentimientos de invalidez. (Lea también: Trastornos del Pensamiento, Material Clínico)

Aunque hace dos años contrajo matrimonio, sigue viviendo con sus padres, lo que le produce frecuentes enfrentamientos con el esposo.

La vida sexual es bastante pobre y se ha refugiado cuando su artritis se lo permite en una hiperactividad laboral con características obsesivas. Este relato lo hace con indiferencia y achaca toda su problemática psicológica a la enfermedad orgánica.

La dinámica inconsciente que se elucidó en la psicoterapia, giró principalmente alrededor de la necesidad de sobreprotección por parte de los padres con quienes ha tenido una conducta pueril y dependiente, hecho fomentado por no tener hermanos.

Después del matrimonio la artritis fue empeorando hasta el punto de llegar a la situación invalidante actual.

Este empeoramiento era una forma de aferrarse a los padres puesto que el independizarse de ellos le generaba sentimientos de abandono que no toleraba. Los conflictos con los padres y esposo también desencadenaban agudización de la artritis.

Así mismo la posibilidad de quedar embarazada le producía intensa angustia puesto que si asumía el rol de madre tenía que renunciar a su papel de hija sobreprotegida. Un detalle significativo del proceso terapéutico fue el que a medida que este progresó, puso expresar su tristeza durante las sesiones mediante el llanto, es decir, en lugar de que las articulaciones “lloraran” pudo realmente llorar.

La resolución paulatina de estos conflictos redundó en la desaparición progresiva del ánimo depresivo y los episodios artríticos disminuyeron en intensidad y frecuencia. Continuó el tratamiento farmacológico que le permitió tener controlada la enfermedad articular y posibilitarle una vida aceptable.

La terapia duró algo mas de un año, tiempo en el cual se logró moderada mejoría especialmente en relación con su vida afectiva, puesto que las relaciones conyugales mejoraron substancialmente, decidieron vivir en forma independiente y aceptó la posibilidad de quedar embarazada.

Caso D (dermatitis atópica)

Se trataba de una joven de 18 años quien me consultó hace varios años por una afección dérmica que había sido diagnosticada en aquella época como una “neurodermatitis” y que posteriormente fue calificada como “dermatitis atópica”.

Relata que desde los 6 meses de edad comenzó a presentar lesiones de tipo eczematoso en cara, cuello y miembros tantos superiores como inferiores especialmente en los pliegues.

Desde esa época los episodios se han presentado en forma intermitente y nunca desaparecieron por mas de 3 meses. Fue tratada por dermatólogos con diversos medicamentos y desde hacía 3 años recibía corticoesteroides en altas dosis, durante las crisis.

En vista del fracaso terapéutico, uno de los médicos tratantes, al sospechar problemas psicológicos, la remitió a un psiquiatra quien le practicó una “cura de sueño”. Durante este tratamiento, en algunos días la afección desapareció por completo, pero pocas semanas después volvió a aparecer.

El psiquiatra le recomendó un psicoanálisis pues fue muy sugestiva la psicogénesis dada esa rápida y fugaz mejoría, no lograda hasta ese entonces por ningún otro método terapéutico.

En la entrevista inicial pude apreciar una joven tímida pero agradable, que presentaba una afección dérmica en el lado derecho de la cara con enrojecimiento y exudación que le afectaba su aspecto estético y usaba una bufanda para taparse el “brote”.

Los padres trabajaban en una industria familiar y era la mayor de 5 hermanos. En la entrevista se pudo apreciar que existía un paralelismo entre la aparición de las lesiones dérmicas y los episodios conflictivos familiares.

También se observó un velado ánimo depresivo aparentemente ocasionado por la afección dérmica que justificaba el impedimento para una vida social propia de su edad.

Ella y sus padres estaban muy interesados en el tratamiento psicoanalítico y dados los resultados terapéuticos negativos, decidieron suspender toda medicación e iniciar el psicoanálisis. A continuación haré un breve recuento del proceso psicoanalitico.

Durante los primeros meses se hizo evidente que las lesiones dérmicas tenían una clara relación con los viajes que los padres hacían por razones laborales, es decir, cuando se marchaban fuera de la ciudad ella iniciaba un nuevo “brote” y cuando regresaban la afección iba desapareciendo.

Poco a poco este tipo de reacción se empezó a observar también con las interrupciones del psicoanálisis, especialmente en los fines de semana prolongados (puentes) y las vacaciones, la afección se manifestaba durante esas épocas y mejoraba cuando se reanudaba el análisis.

De esta manera empezó a expresar las ansiedades de abandono mediante la relación transferencia en que el analista era experimentado como una figura abandonadora. (Ver también: Trastornos del Pensamiento, Discusión)

También pude apreciar otro factor desencadenante consistente en que cuando le invitaban a una reunión bailable, unos días antes se presentaban el “brote” y decidía no asistir a la fiesta por esa causa. Pasada la reunión la afección dérmica desparecía. Hasta ese entonces había rehuido tener cualquier tipo de relación de pareja.

Progresivamente fue haciendo consciente que su enfermedad estaba estrechamente relacionada con sentimientos depresivos latentes que se generaban ante cualquier amenaza de pérdida de las figuras paternas y que ahora también vivía con el analista.

Al cabo de un tiempo relató un antecedente que fue útil para comprender uno de los posibles orígenes de su enfermedad: a los 6 meses de edad la madre quedó embarazada de una segunda hija y destetó a la paciente bruscamente. Pocos días después apareció por primera vez la afección en la piel.

Algo que contribuyó durante el análisis para comprender más su conflictiva, fue la situación traumática que vivió a raíz de la separación de los padres, hecho que en su momento manejó con intelectualizaciones y sin mayor resonancia afectiva.

En esta época del análisis la dermatitis se expresó con mayor intensidad y permitió a su vez expresar transferencialmente las ansiedades edípicas. El proceso psicoanalítico se centró en que la paciente pudiera revivir y verbalizar en la relación analítica sus temores de pérdida que eran expresados mediante la dermatitis con un componente sadomasoquista evidente.

Ante la proximidad de sentirse abandonada reaccionaba con la dermatitis puesto que por medio de la enfermedad podía someter a su entorno y al mismo tiempo castigarlos haciendo que toda la familia girara alrededor de ella, situación que trasladó a la relación con el analista a quien también quería obligar, por ejemplo, con solicitudes para que la sesión analítica se llevara a cabo en su hogar pues no quería salir de su casa con la cara “brotada”.

Otro componente psicopatológico que incidía en su enfermedad fueron las ansiedades frente a su sexualidad y específicamente en aspectos exhibición istasvoyeuristas.

En este sentido pudo hacer consciente que la dermatitis también era un medio de llamar la atención; simultáneamente coexistían placer inconsciente y desagrado consciente de ser mirada. En este sentido también surgieron deseos de mirar desnudos que eran vividos con mucha culpa.

La piel se constituyó en un órgano que “lloraba” y precisamente el destete súbito y prematuro acompañado de un cambio de actitud de la madre ante el nuevo embarazo, repercutió en la piel, debido a que este órgano era el principal punto de contacto afectivo entre la madre y la niña.

En síntesis cuando fue tomando consciencia de sus conflictos emocionales, en decir cuando los pudo pensar y por tanto verbalizar, comenzó a manejarlo en forma mas adecuada y los episodios dérmicos fueron disminuyendo hasta el punto que a partir del último año de análisis no se volvieron a presentar. Continuó exitosamente los estudios universitarios y comenzó a tener relaciones de pareja.

Esta paciente se analizó cerca de tres años al cabo de los cuales suspendió el tratamiento pues era evidente la mejoría. Quince años después fue a visitarme y me comentó que su dermatitis había desaparecido por completo desde esa época, se había casado y teníatres niños, con una buena relación conyugal.

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