Nuevos Miembros, La Unesco y su Papel en el Mundo Contemporáneo*
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Responsabilidades académicas y diplomáticas me ausentaron del país por tiempos prolongados en los últimos años y me impidieron asumir esta dignidad de Académico Honorario que me enaltece.
Hoy me presento ante ustedes con humildad para ingresar a un foro de hombres y mujeres de bien quienes combinan su trayectoria y experiencia con el conocimiento y la sapiencia con las cuales le han servido a la medicina y a las ciencias humanas en nuestro país.
En esta noche he querido hacer uso de la palabra ante ustedes con un tema que se encuentra un tanto alejado de nuestra atención diaria, inmersa en los asuntos de la salud pública, de la seguridad social en salud y sus posibles ajustes o futuros desarrollos.
Deseo hablarles de UNESCO y compartir con ustedes mi experiencia durante los años de 1999 al 2003 en esta Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia, la Cultura y las Comunicaciones.
La Delegación Permanente de Colombia ante UNESCO bajo mi responsabilidad, trabajó a lo largo de esos años de membresía en el Consejo Ejecutivo de la entidad, con el propósito de contribuir a que se avance en una reforma que modernice y le entregue a la Organización las herramientas para que pueda enfrentar de la manera más adecuada el reto que representa lo que muchos consideran el nacimiento de una Nueva Civilización.
La cual sin lugar a dudas se debe sostener sobre el establecimiento de una renovada relación entre los estados, ojala más justa y cimentada en el respeto a la diferencia y a la diversidad que enriquece a la humanidad.
Un gran desafío; que se ha hecho más evidente en nuestra historia reciente. Un reto que debe comprometer a todos los Estados del mundo y por supuesto a un organismo como UNESCO que trabaja en temas tan sensibles y delicados, ubicados en el centro de las transformaciones que tensionan nuestras relaciones mundiales. (Lea también: Nuevos Miembros, Palabras del Académico José Félix Patiño Restrepo)
La Declaración Universal del Genoma Humano, la Declaración Mundial de Ciencia, la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural, El Foro Mundial de Educación en Dakar y su seguimiento, el Proyecto de Convención para la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, el Acceso Equitativo a las Nuevas Tecnología de la Información, fueron algunos de los temas más relevantes sobre los que reflexionamos, debatimos y decidimos durante los cuatro años de permanencia al frente de la Embajada.
Y los menciono por dos razones: la primera, porque su estudio demuestra el crecimiento inmenso que ha tenido el conocimiento y la creatividad humanas, de tal manera que en lo personal, se resaltan mis limitaciones al ser evidente que mientras más estudio y aprendo, más comprendo la vastedad de mi ignorancia.
Pero de otro lado evoco esos temas, porque la profundidad con la que se debate sobre asuntos de tanta trascendencia para la humanidad, contrasta con el poco conocimiento que el ciudadano común tiene sobre lo que hace la entidad.
Parecería entonces que UNESCO, para muchos, es uno de los secretos mejor guardados que tiene el mundo. Para reafirmar esta observación, permítanme apelar a una anécdota personal.
A mediados del año 2002 viajamos con Yolanda y nuestros tres hijos a Ginebra. Queríamos que los jóvenes conocieran la hermosa Suiza y aprovecharan para aprender sobre la historia y algunos aspectos del devenir del Sistema de las Naciones Unidas.
Llegamos a su sede como cualquier turista y nos correspondió una guía muy amable que nos hizo el recorrido convencional. Inició este último ante una de esas grandes paredes en las que se encuentra el organigrama del Sistema de las Naciones Unidas.
Después de hablar sobre la Secretaría General y sus sedes en Nueva York y Ginebra pasó a presentar las agencias especializadas.
Sentí mucha satisfacción porque inició su descripción con UNESCO; pero les debo confesar que quedé muy sorprendido cuando se limitó a decir que UNESCO era la agencia de las NU que se dedica a proteger los sitios de Patrimonio Mundial.
Ninguna mención a la educación, tampoco a la ética en la ciencia, menos al diálogo entre civilizaciones, mucho menos a la libertad de expresión.
Después de aclararles las responsabilidades que tiene esta Organización, me dije a mí mismo: si en el seno de la Naciones Unidas no conocen con exactitud lo que hace UNESCO, no es solo visibilidad lo que necesita la entidad, es reconocimiento.
Y asegurar ese reconocimiento es un reto de todos, de la Secretaría y de los Estados Miembros y requiere una estrategia integral de trabajo.
¿Para qué existe UNESCO? se preguntarán algunos de ustedes y muchos de los ciudadanos de este planeta al oír su nombre. Esta pregunta nos traslada a la historia de la entidad, para buscar en ella el pensamiento que orientaba a los fundadores desde su creación.
El Instituto Internacional de Cooperación Intelectual, nació en 1926 por el convencimiento que tuvieron los gobiernos de entonces sobre la importancia de formar un instituto técnico dedicado al estudio de los asuntos internacionales de cooperación intelectual y educación.
Años después se adicionaron las ciencias, las letras y las artes, como áreas de influencia de la mencionada cooperación intelectual internacional.
A pesar de que el Instituto suspendió sus labores por el impacto de la Segunda Guerra Mundial, los Ministros de Educación de los países aliados no claudicaron en su empeño de trabajar por la cooperación intelectual.
En medio de los escombros de los bombardeos se reunieron en múltiples ocasiones durante la guerra, convencidos de la necesidad de crear una Organización Internacional para la Educación, tan pronto la confrontación finalizara.
La Conferencia inaugural de la Naciones Unidas en abril de 1945, no sólo aprobó la Carta de la ONU, sino también una recomendación de la delegación francesa para que se convocara a una Conferencia con el objeto de definir los estatutos de una Organización Internacional de Cooperación Cultural.
Esta reunión se realizó en Londres en noviembre de 1945. Su objetivo era la creación de una Organización para la Educación y la Cultura. En este escenario se fusionó el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual con la naciente UNESCO.
Con la corta referencia histórica, es claro que el propósito básico que tuvieron los fundadores de UNESCO no fue otro que velar por el desarrollo del conocimiento y por el intercambio del saber entre las naciones del orbe, de tal manera que se le diera un sentido de cooperación espiritual al naciente sistema de integración política entre los pueblos.
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