El Profesor Lopez de Mesa o la Fe en el Valor de las Ideas
Lectura del Presidente del Colegio Máximo de las Academias
JAIME POSADA
En estos meses, desde finales de 1997, los sectores cultos del país han venido pensando en conmemorar los treinta años del fallecimiento, en Medellín, del profesor Luis López de Mesa. Esta noche las Academias Colombianas se congregan para rendir homenaje a la memoria de quien fue miembro titular de la mayoría de ellas, en todas las cuales supo afianzar los rasgos de su personalidad sorprendente y respetada.
Analizar un sistema de pensamiento tan versátil y complejo como el del profesor Luis López de Mesa sería faena de largo tiempo. De ahí que prudente, en ocasión como la de esta noche, sea reparar en aspectos concretos.
En buena parte de las páginas que va a leer el Presidente del colegio Máximo usará los verbos en presente. Una manera de reconocer la vigencia, la actualidad, de las tesis del reconocido erudito.
El profesor legó sus archivos a la Universidad de Antioquia que ha publicado varios libros con parte de esos materiales. En uno de ellos se presenta, al comienzo, una interpretación que se acoge como portada a las palabras que van a escucharse . Es la siguiente :
“Cultor de las letras, científico, diplomático, expositor excepcional en el campo político y en de las disciplinas profesionales, orador majestuoso con un insigne dominio del don de la palabra, novelista, ensayista, investigador de las ciencias sociales, director universitario, fue el Profesor López de Mesa figura cimera de la inteligencia colombiana y rector admirable de su espíritu. Símbolo intelectual y moral de la generación del centenario, descolló en medio de figuras tan sobresalientes como las de Enrique Olaya Herrera, Alfonso López, Laureano Gómez, Aquilino Villegas, los hermanos Nieto Caballero, entre tantos varones ilustres”. (Lea también: Profesor Luis López de Mesa Reminiscencias)
… Hacia El Abismo
Los capítulos de la obra del profesor López de Mesa ya permite clasificarla como otra valiosa contribución suya al patrimonio intelectual del país, “Nosotros y la Esfinge” es un completo y agudo testimonio sobre la crisis de la cultura que durante siglos resumió las preocupaciones de la humanidad y, paralelamente, una desencantada disección que el autor abarca en este acápite inicial : “Conceptuo que la cultura euroasiática no ha resuelto ninguno de los problemas fundamentales del espíritu”.
Para López de Mesa los veneros que alimentaron la suerte de los hombres y de los pueblos marcan un proceso de desuetud. La religión, la filosofía, el arte, la política, se mueven en un desconcertante mundo de signos equívocos, de nociones vacías, de moldes ficticios.
Una generación angustiada inquiere por su destino, busca la luz, hundida en el “vacío interior y el vacío cósmico externo”. Generación náufraga, cercenada. Generación “kinobata”, como la califica el mismo López de Mesa, es decir, ¨ que marcha hacia el abismo ¨.
Se trata de un diagnóstico rígido y exigente, de la protocolización de que todo un contenido histórico ha perecido y de que, desde sus ruinas, el ser busca otros caminos de tránsito y de superación. Cuáles pudieran ser esos ambientes aptos para la perseverante empresa de la estirpe ? López de Mesa confía en las reservas vitales de América, habla deferentemente de sus posibilidades para el alumbramiento de la nueva cultura.
Nos decía alguna vez el Profesor que este libro cierra un ciclo de sus experiencias. Evidentemente él llega como remate de su periplo ejemplar y admirable por las rutas de saber. Antes de atreverse publicar sus confesiones sobre el derrumbe de las instituciones euroasiáticas, el distinguido escritor ha debido buscar con paciente devoción la verdad y revisar las complejas manifestaciones de la inteligencia.
Claro está que ya habían sido expuestas otras penetrantes y cabales tesis sobre la crisis del espíritu occidental. Spengler y Valery, trazaron sus criterios y dieron su anuncio desolado.
Fe en el Destino de las Ideas
La jerarquía que posee el libro de López de Mesa acerca el país al examen de problemas evidentes, plantea para la inteligencia nacional la urgencia de aprender la gran lección contemporánea y de prepararse para responder capazmente a los compromisos que, como parte de América, tiene frente a la cultura occidental.
Trabajado en ajustado estilo, “Nosotros y la Esfinge”, responde por las hermosas y cautivadoras virtudes mentales de quien ha sabido enriquecer el acerbo bibliográfico de Colombia con tratados tan veraces como “Disertación Sociológica” y “De cómo se ha Formado la Nación Colombiana”.
El ejercicio intelectual del profesor Luis López de Mesa, su fe en le destino perdurable de las ideas, su cotidiano y renovado examen de los problemas de la humanidad y de la civilización, Constituyen un espectáculo excepcional y por ello mismo admirable en sus diversas proyecciones.
Es la suya una devoción por los valores del espíritu, que le torna investigador concienzudo de los dramas de la sociedad y del individuo y le lleva a divagar serenamente sobre la mejor órbita para la bienaventuranza humana. Así, en su función de pensador y de alma el vela, elabora esquemas de servicio común y se adentra en los territorios de la historia para buscar similitudes, para verificar el juego de la especie.
Se quiere destacar la voluntad inquisitiva, el ánimo laborioso, la inquietud espiritual con que el profesor tomó su oficio en la Academia de la Lengua, de la cual fue Director. Se impuso él un absorbente trabajo de consulta y de investigación filológica, ejemplar y digno de todo encomio. Se sintió con una responsabilidad y un compromiso.
El de ahondar en los misterios y necesidades de la lengua, enseñando así que las Academias, lejos de ser inertes organismos pueden cumplir una diligente misión, esclarecer problemas, desatar situaciones improcedentes, ilustrar, esto es, dar lustre a su tarea.
Bien puede decirse que sus intenciones y sus preferencias lo tornan parte de la familia de los humanistas y gramáticos que engrandecieron el nombre de Colombia.
Espectáculo de la Inteligencia
Si algo suscita admiración en López de Mesa, incluso cuando se discrepa del eje de sus teorías, en su pasión por las cosas de la cultura y por los actos de la inteligencia. Es un ser a quien siempre atrae y deleite el espectáculo de las ideas.
Goza inquiriendo. Tratando de indagar las verdades últimas. Es la suya una fervorosa disposición espiritual, una alentadora expectativa. El grato empeño de elevar la mente, de escapar a la peripecia subalterna. Tiene su personalidad algo de tensión ascensional y edificante.
Nueva Edad en Armonía
López de Mesa confía, y lo escribe, en que “luzcan nueva edad de armonía eminente y esplendorosos triunfos espirituales “.
Y advierte : “Mientras ello no ocurre, defendámonos del grave aturdimiento que hoy vivimos. Digamos a la gente atolondrada por la crisis de los valores morales que el daño y el delito nunca pagan su precio de desorden ; que el que roba, sépase o no, avergüenza su propia alma ; que el que mata, ocúltelo o no, sigue llevando en su conciencia el sepulcro de los muertos”.
El Alma Nacional
En cierta oportunidad, en noble disertación en la casa de los Derechos de don Antonio Nariño, el profesor Luis López de Mesa, habló de la urgencia de salvar el Alma Nacional.
Esa suma de glorias y sufrimientos, de centurias de aciertos, yerros y satisfacciones que, generación tras generación, ha configurado el patrimonio común. Esa Alma Nacional es una laboriosa conquista de los momentos de ayer y de los momentos de hoy.
Representa las esperanzas, los sueños y los temores de las gentes en un lapso dado. Esa Alma tiene que ser preservada, amparada, individual y colectivamente. El compromiso no se extingue. No tiene límite de agotamiento.
Es un pacto esencial y táctico de la sociedad civil. Renovado en diario plebiscito.
Escuchemos, para nuestra época, a López de Mesa, creador del Colegio Máximo de las Academias. Convoquemos energías y fervor para salvar el Alma Nacional. Tornémonos militantes sin fatiga de esa necesidad. Aceptemos que es renovada ilusión que obliga mentes y corazones. Y surge como razón de supervivencia para cuantos aún vivimos. Y para los colombianos del mañana.
Salvar el Alma Nacional es una obligación in solidum. Un menester solidario. Ha de ser el conjunto de actitudes y comportamientos que aseguren la cohesión y la continuidad de la acción colectiva de una sociedad (1).
El concepto de solidaridad es imprescindible para la salvación del Alma Nacional. La solidaridad entendida como el reconocimiento práctico de la obligación natural que tienen los individuos y los grupos humanos de contribuir al bienestar de los que tienen que ver con ellos, especialmente de los que tienen mayor necesidad.
Es decir, que estamos obligados a contribuir y a cooperar al bienestar de los demás. Un compromiso que se deriva de la condición Humana. De la circunstancia de pertenecer a la especie de los seres racionales. (2)
Resulta, entonces, claro percibir que tolerancia, convivencia, solidaridad son premisas sustantivas, razones claves, de la paz. Y que ésta, a su turno, es marco indispensable para la vigencia de las otras tres condiciones. Y que frente al culto del pesimismo, que ahoga sanas pretensiones, hay que afianzar una conciencia devota de valores positivos. Y extenderla persuasiva e indeclinablemente.
Un Derecho Síntesis
El articulo 22 de la constitución Nacional dice : “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento. Cuando la prédica del odio, las incitaciones a la violencia, la propaganda a la guerra, se han convertido en práctica habitual de muchas gentes, y se vive la subcultura de la egresión y la de la vindicta, el derecho y el deber de la paz, son, quizás, los primeros mandamientos del nuevo orden en defensa de la vida, y del conjunto de valores que la exaltan.
El derecho a la paz es una de las más importantes innovaciones de la nueva Constitución. Se cataloga dentro de la tercera generación de los derechos, y basta una mirada a las continuas alteraciones del orden público, para comprender que sin paz es imposible ejercer el resto de los derechos y libertades.
El derecho a la paz es condición de la vida civilizada y sustentáculo del orden jurídico y de las libertades públicas. El compromiso de mantenerla no corresponde sólo a los poderes públicos, sino que se torna en acción solidaria de todos los que conforman el tejido social. (3)
Bien se puede calificar el derecho a la paz como el ¨ derecho – síntesis ¨, sin el cual el resto de las prerrogativas individuales carecen de la posibilidad de realizarse. El derecho a la vida, a la integridad personal, el conjunto de libertades, que van desde la libertad de conciencia, de culto, de palabra, de reunión, de asociación quedan supeditados en la práctica a que la paz sea una realidad, no sólo en la esfera de cadaEstado, sino en el orden internacional. (4)
Gandhi confesaba una sencilla y trascendente lección de su madre : “Los derechos que pueden merecerse y conservarse proceden del deber bien cumplido”.
Y, para nuestro tiempo, Norberto Bobbio no vacila en advertir : ¨ La paz no es la simple ausencia de guerra sino que es definida con toda exactitud : obra de la justicia, opus justitiae Pax ¨.
Referencias
1. De la División de Trabajo Social. Emile Durkheim. Felix Alcan. París.
2. La Solidaridad. Luis de Sebastián. Ariel. España. 1996.
3. La Constitución de 1991. Diego Uribe Vargas. Imprenta de la Universidad Nacional. Santafé de Bogotá. 1995.
4. Ricardo Sánchez. En El Derecho a la Paz. Diego Uribe Vargas. Imprenta de la Universidad Nacional. Santafé de Bogotá. 1996.
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