María Callas

María Callas
*José Félix Patino Restrepo
* Cirujano Jefe Honorario del Departamento de Cirugía Fundación Santa Fe de Bogotá. Presidente de la Academia Nacional de Medicina.
*Correspondencia: acadmed@cable.net.co

María Callas, La Divina, Prima Donna Assoluta, la Voz de Oro del Siglo

El 16 de septiembre de 2001 se cumplirán veinticuatro años del deceso de María Callas, sin duda la figura operística más destacada de todos los tiempos. En realidad, Callas sigue viva, y hoy podemos apreciar plenamente la magia de su voz y de su magnética personalidad a través de las múltiples grabaciones comercialmente disponibles y de las numerosas biografías en varios idiomas.

Sus discos y los libros sobre su vida y su arte se venden más que los de los artistas contemporáneos. María Callas es inmortal.

Una de las más brillantes mujeres del siglo XX, su vida fue una mezcla de tragedia y de cuento de hadas, en palabras de una de sus mejores biógrafas, la economista griega de Cambridge, Arianna Stassinopoulos, quien a la edad de 10 años, en agosto de 1960, escuchó por primera vez a la diva inmortal cantando Norma, considerada por muchos como su máxima creación, en el antiguo teatro griego de Epidauro ante 20.000 espectadores.

Su época de máxima gloria, el decenio de 1950, fue de supremacía artística indisputada, con epicentro en el templo europeo de la ópera, el gran Teatro AUa Scala de Milán. Esta época es reconocida como una era de oro de la ópera, con Callas como reina suprema.

Junto con directores de escena como Luchino Visconti y Franco Zefíirelli, y directores artísticos como Tullio Serañn, Victor de Sabata y Carlo Maria Giulini, Callas propulsó el arte de la ópera y la colocó en primer plano. Con ella vino el renacimiento de las óperas del bel canto, muchas de las cuales se hallaban enterradas en las arenas del pasado por más de un siglo.

En efecto, 1949 a 1959 fueron los años de supremacía indisputada. De ella dijo, en la época, el legendario director de orquesta Leonard Bernstein que ” es la más grande artista del mundo”.

Callas, con su voz sin par y con un talento dramático nunca igualado en el universo del teatro lírico, revolucionó la ópera de nuestros tiempos, pero también revolucionó el arte de asistir a la ópera.

María Callas Interpreta axoletta (La Traviata)Figura 1. María Callas Interpreta axoletta (La Traviata) en la Producción de Visconti para el Teatro Alla Scalla de Milán

Antes de reparar la carrera artística de María Callas, tan íntimamente afectada por su vida personal, uno debe proceder a la audición, consciente y dedicada, de sus grabaciones. Sólo así se logra compenetrar con el arte de María Callas, la Divina.

La discografía de Callas es vasta y de gran calidad. Unas pocas grabaciones para Cetra y otras firmas, y las muy numerosas para la casa británica EMI otorgan el privilegio de oír sus interpretaciones de óperas completas y de muchos conciertos.

María Callas en 1958Figura 2. María Callas en 1958

Son profusas las historias y anécdotas sobre la vida y actuaciones de esta mujer extraordinaria, quien permanente mente fue objeto y sujeto de la prensa mundial. Varios libros sobre su vida y muchos artículos reposan en mi biblioteca, a los cuales regreso con frecuencia. Para escribir con algún grado de autoridad mi obra, María Callas.

La Divina, prima donna assoluta, La Voz de Oro del Siglo, ya en su segunda edición, consulté los archivos del New York Times y de la Metropolitan Ope ra, documentos de carácter biográfico en la Biblioteca Pública de Nueva York y en la Biblioteca del Yale Club de Nueva York, así como buena parte de las biografias publicadas en inglés, francés y español.

Debo advertir que con frecuencia los relatos son contradictorios y que, como lo afirman algunos de sus biógrafos, las exageraciones de su madre introducen elementos de difícil interpretación. La misma María contribuyó poco a establecer claridad sobre los sonados episodios de su brillante pero muy agitada vida.

Tal vez más cercana que ninguna otra obra a los aspectos humanos de la diva inmortal, “María Callas. La Mujer tras la Leyenda”, por Arianna Stassinopoulos, constituye un estupendo recuento histórico de la era y los tiempos de la más fulgurante estrella del be1 canto, de la gloria y la tragedia que fue la vida de María Callas.

El esposo de María Callas, Giovanni Battista Meneghini, a quien ella afectuosamente llamaba ‘‘Titta”, en 1980 decidió escribir, con singular franqueza, sobre todos los aspectos de los diez años de su vida en común para corregir los que él consideraba errores de sus biógrafos, y, especialmente, de la profesora de Cambridge.

“Mi Mujer María Callas” es una descarnada historia, con la transcripción de muchas de las cartas de María para su esposo, por quien evidentemente profesó sincero afecto, hasta su fatídicos encuentros con Onassis en Venecia en septiembre de 1957 y luego en París en diciembre de 1958.

John Ardoin y Gerald Fitzgerald publicaron un bello libro ilustrado con magníficas fotografías, sobre el arte y la vida, y los grandes años de la artista excelsa, de quien dijo el más grande barítono del siglo XX, Tito Gobbi: “Fue genuina, auténtica, sin amaneramientos Nunca veremos a alguien superior”. Según Ardoin, “desconcertante” parece ser un término muy suave para describir el efecto que la Calles produce en sus oyentes. Es más exacto decir que asombra y enfurece a unos, al igual que conmueve e inspira a otros.

Una cosa es cierta: nadie permanece indiferente”. Ardoin cita al crítico italiano Teodoro Celli, quien afirmó que Callas fue “una estrella errante en un sistema planetario que no era el suyo”, y se pregunta, al igual que Celli, “si la misma Callas comprendió desde el primer momento que era una criatura musical exótica”.

Nadia Stancioff, una de sus biógrafas, la conoció muy de cerca y fue su amiga íntima de los últimos años, desde la filmación de Medea, la película de Pier Paolo Pasolini. María Callas ya había terminado su carrera como prima donna assoluta y estaba sumida en medio del tumulto doloroso de los últimos años. O sea, que Stancioff no la conoció en el apogeo de su gloria, cuando era la más cotizada artista, la mujer más importante del mundo.

El libro de Stancioff es de interés por la información que la autora consiguió a través de entrevistas con Jackie Callas, su hermana, y con Leonidas Lantzounis, el médico inmigrante griego que tanto apoyo dioa la familia y quien fue el bien amado padrino de bautismo de María Callas.

Pero la imagen que transmite Stancioff es la de una mujer al garete, de primida y melancólica que ha perdido el sentido y el propósito de vivir, y que dependía en forma lastimosa del hombre a quien amaba. Y esta no es Callas, la importante.

La importante, la que deja profunda huella en la historia del arte, es la mujer de voluntad firme, la profesional absoluta que no toleraba nada por debajo de la excelencia, la artista sublime que supo interpretar la ópera con una perfección vocal y un sentido dramático que nunca han sido igualados, la que dio glorioso éxtasis estético a quienes tuvimos el privilegio de verla y oírla en escena, la que sigue dándolo a través de sus grabaciones inmortales.

Otra biografía “Hermanas”, por Jackie Callas, su pariente más cercana, relata en forma por demás cruda la historia real de los primeros años de la familia Kalogeropoulos, de su inmigración a los Estados Unidos, donde nació María en un hogar que esperaba fervientemente la llegada de un hijo varón, después de la muerte del primogénito acaecida en Meligala, en el Peloponeso, donde el padre, George, era el boticario del pueblo.

Evangelia (“Litza”), la madre, fue una persona recia que vio frustrada su aspiración de ser actriz. Amargada y siempre agresiva, fue una crítica constante de todo lo que hacía o emprendía su marido, George Kalogeropoulos. Sulibro, ‘Maria Callas, My Daughter”, publicado en 1960 y reimpreso en 1977, contiene exageraciones y aparentes inexactitudes.

Por ejemplo, la dramática descripción de la tremenda tormenta de nieve en la noche del nacimiento de su hija, no parece corresponder a la realidad, por cuanto según los registros meteorológicos de la ciudad de Nueva York, no hubo tal tormenta en esa fecha ni en las fechas vecinas.

En el seno de la familia de inmigrantes griegos, a los pocos meses de su arribo en Nueva York, nació y creció en la gran ciudad María Callas, “La Divina”, cuya voz, considerada como un milagro, como algo sobrehumano, la llevó a ser reconocida como la más sublimp soprano de todos los tiempos.

Muy interesado en la ópera desde mis años de estudiante de medicina en Yale, yo seguí ávidamente los relatos de sus triunfos en Europa, Buenos Aires, México, Río de Janeiro y Sao Paulo, adquiría sus discos y esperaba verla en Nueva York. Ya como residente de cirugía, también en Yale, tuve el privilegio de oírla en Norma, Tosca y Lucia de Lammermoor en su primer año, 1956, en el viejo Metropolitan Opera House.

Años más tarde, cuando hacía tiempo que había regresado a Bogotá pero mantenía firme mi asistencia al Metropolitan, la volví a oír en su triunfo retorno a Nueva York con Tosca en 1965. Finalmente, la oí en el concierto I del Carnegie Hall, en el ocaso de su vida artística, cuando intentaba un retorno profesional, acompañada del gran Giuseppe di Stefano, el 15 de abril de 1974.

María Callas y Aristóteles Onassis

Figura 3. María Callas y Aristóteles Onassis en Montecarlo Año Nuevo de 1961

María Callas tuvo una personalidad recia, un propósito definido de superación y una meta indeclinable de excelencia profesional. Se ha dicho que su voz eran realmente tres voces, tal la gama maravillosa de timbres y tonalidades.

Nicola Rescigno, el distinguido director que tuvo tan cercana asociación con Callas, en el Prefacio de la obra de Ardoin Callas at Juiliard, escribe: “¡Absurdo! Eran trescientas. ” Con razón se ha dicho de ella, antes que nada, era un gran músico, con un maravilloso instrumento: su voz.

Pero también fue una actriz superlativa, tanto en el escenario de gran Ópera, como en Medea, la película que filmó ya al final de su vida.

Fue una verdadera figura internacional, quien al fin y al cabo nunca tuvo patria. De origen griego, nacida en Nueva York, residió en Estados Unidos cuando niña, luego en Grecia, donde se educó como cantante de ópera, más tarde en Italia, donde cosechó sus mayores triunfos, y pasó sus últimos años en París.

Por su nacimiento tuvo nacionalidad norteamericana, a la cual ella renunció para obtener la nacionalidad griega, como maniobra legal para conseguir el divorcio de la boda celebrada en Italia.

Con notoria aptitud lingüística, hablaba correctamente cuatro idiomas: inglés, griego, italiano y francés.

Luego de su milagrosa metamorfosis, cuando pasó de ser una persona obesa y burda que pesaba cerca de 100 kilogramos, para convertirse en la esbelta mujer de 58 kilos, de gran elegancia en el vestir, de diálogo inteligente, de exquisita feminidad, quien con sus refinadas maneras h e el gran atractivo y el motivo de adoración en los principales teatros del mundo, realmente la mujer más importante de su tiempo.

Obsesión por el Perfeccionismo y la Excelencia

Su obsesión por el perfeccionismo y la excelencia, su indomable espíritu de superación personal, su ejecución dramática, pero especialmente su voz de características únicas, llevaron a la ópera a niveles jamás superados de brillantez escénica y musical, para convertirla, más allá de una sublime expresión artística, en un fundamento estructural de la civilización, un indicador de la cultura, un componente de la misma organización social, un determinante del sentimiento y un modulador profundo del espíritu humano.

Portada del libro, Dibujo a Lápiz por J.F. Patino RestrepoFigura 4. Portada del libro, Dibujo a Lápiz por J.F. Patino Restrepo

Callas fue la revolucionaria, la gran transfomiadora, de la ópera universal. Su impacto fue enorme en la década gloriosa de los años 1950s, pero a través de sus grabaciones sigue siendo la más formidable influencia espiritual y artística en el campo del arte lírico.

Mi confesa idolatría por María Callas, por su voz sin igual, por su personalidad, por su belleza e incomparable talento dramático, por la profunda huella que dejó en el desarrollo de la ópera como exmesión sumema del sentimiento humano, unida al hecho de pseer una considerable bibliografia y documentación sobre su vida, así como una muy completa discografia, me llevaron a escribir el libro sobre la vida y obra de las más extraordinaria cantante que ha producido la humanidad: María Callas, La Divina, prima donna assoluta, La Voz de oro del Siglo, la soprano más brillante de todos los tiempos.

Bibliografía

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  • Rémy J-P Maria Callas. Atribute. St. Martin’s Press. NewYork, 1978
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  • Stassinopoulos A. Maria CallasThe Woman Behind the Legend. Simon and Shuster. New York, 1981.

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