El suelo es el recurso más valioso para la agricultura, y conocer sus características permite tomar mejores decisiones de manejo. Entre los distintos tipos, los suelos compuestos son aquellos que combinan dos o más texturas o materiales en su composición, lo que les da propiedades variables. Entender cómo reconocerlos y gestionarlos en el campo es clave para mejorar la productividad y garantizar un manejo sostenible.
¿Qué son los suelos compuestos?
Un suelo compuesto es aquel que no es uniforme, sino que mezcla diferentes tipos de partículas como arena, limo y arcilla en proporciones distintas. Esta combinación le otorga propiedades intermedias que pueden ser una ventaja o una limitación, dependiendo del cultivo y de las prácticas agrícolas que se realicen.
Por ejemplo, un suelo arenoso-arcilloso puede ofrecer buen drenaje gracias a la arena, pero a la vez retener nutrientes gracias a la arcilla. Reconocer estas mezclas permite al agricultor planificar mejor sus labores.
Cómo identificar un suelo compuesto en campo
Aunque los análisis de laboratorio son la manera más precisa de conocer la composición del suelo, existen métodos prácticos para identificar un suelo compuesto directamente en el terreno:
Prueba táctil (o del frotado en la mano)
- Toma un puñado de tierra ligeramente húmeda.
- Si la tierra se siente áspera pero también forma una masa maleable, es probable que sea un suelo franco-arcilloso.
- Si predomina la aspereza y se deshace con facilidad, hay mayor proporción de arena.
Prueba de la cinta o cilindro
- Humedece la tierra hasta formar una masa.
- Intenta hacer una “cinta” o cilindro delgado.
- Si la cinta se rompe fácilmente, es un suelo con alto contenido de arena.
- Si forma una cinta larga y resistente, predomina la arcilla.
- Cuando logra cierta cohesión, pero sin ser demasiado plástica, hablamos de un suelo compuesto.
Observación de drenaje y color
- Los suelos con mezcla de texturas suelen tener zonas que drenan rápido y otras que retienen agua.
- El color también da pistas: tonos más oscuros indican presencia de materia orgánica, mientras que los más claros reflejan alta proporción de arena o carbonatos.
Manejo práctico de suelos compuestos
Una vez identificado el tipo de suelo compuesto, es fundamental aplicar prácticas de manejo que mejoren sus condiciones y aprovechen sus características.
Labranza adecuada
Evita la labranza excesiva, que puede provocar compactación en suelos arcillosos y pérdida de estructura en suelos con arena. Opta por labranzas mínimas y siembra directa cuando sea posible.
Incorporación de materia orgánica
Los suelos compuestos mejoran su fertilidad y capacidad de retención de agua con compost, estiércol o abonos verdes. La materia orgánica actúa como “puente” entre partículas arenosas y arcillosas, equilibrando sus propiedades.
Manejo del drenaje
En suelos con alta proporción de arcilla, puede ser necesario implementar sistemas de drenaje para evitar encharcamientos. En cambio, los suelos con más arena se benefician de coberturas vegetales que reducen la evaporación y retienen humedad.
Control de la erosión
Los suelos compuestos con alto contenido de arena pueden ser más vulnerables a la erosión. Se recomienda cubrirlos con cultivos de cobertura, barreras vivas o terrazas en zonas de pendiente.
Rotación y asociación de cultivos
Planifica rotaciones que incluyan leguminosas, pues estas mejoran la fertilidad y aportan nitrógeno. Asociar cultivos de raíces profundas con otros de raíces superficiales ayuda a aprovechar mejor los nutrientes del perfil del suelo.
Cultivos que se adaptan bien a los suelos compuestos
- Maíz y sorgo: toleran suelos arenoso-arcillosos con buen drenaje.
- Fríjol y soya: prosperan en suelos francos con retención moderada de agua.
- Hortalizas como tomate o cebolla: requieren suelos con mezcla equilibrada, buena aireación y aporte orgánico constante.
- Café y cacao: se desarrollan bien en suelos compuestos de textura media con buen manejo de la materia orgánica.
Conclusión
Identificar y manejar los suelos compuestos en el campo es una tarea clave para garantizar la productividad agrícola y la sostenibilidad a largo plazo. Con métodos prácticos, como la prueba táctil o la prueba de la cinta, los productores pueden reconocer las características de sus suelos y aplicar estrategias de manejo como el uso de materia orgánica, rotaciones de cultivo y control de drenaje.
Más que una limitación, los suelos compuestos representan una oportunidad: al combinar propiedades de diferentes texturas, pueden adaptarse a múltiples cultivos siempre que se gestionen con buenas prácticas agrícolas.