El transporte es uno de los engranajes esenciales de cualquier operación logística. Por décadas, las empresas en Colombia han confiado en motores diésel para movilizar sus cargas, distribuir productos y garantizar entregas en tiempos ajustados. Sin embargo, los crecientes costos del combustible, el endurecimiento de las regulaciones ambientales y la necesidad de mayor eficiencia están impulsando una transformación inevitable: el paso hacia vehículos eléctricos (VE).
Más allá de las ventajas conocidas como la reducción de emisiones o los beneficios fiscales, la electrificación logística trae consigo una serie de beneficios poco evidentes pero profundamente estratégicos. Este artículo explora esos beneficios “ocultos”, que muchas veces no son parte de la conversación inicial pero que, a mediano y largo plazo, generan un impacto significativo en la operación y competitividad empresarial.
1. Menos mantenimiento, más tiempo operativo
Una de las diferencias más notables entre los motores de combustión interna y los eléctricos es su complejidad mecánica. Los vehículos eléctricos tienen un 60% menos de partes móviles, lo cual reduce drásticamente la frecuencia de mantenimiento preventivo y correctivo.
¿Qué significa esto en la práctica para tu flota logística?
- No hay necesidad de cambiar aceite, filtros de aire o correas.
- No existen piezas como el embrague, el sistema de escape ni la caja de cambios tradicional.
- La frenada regenerativa disminuye el desgaste de los frenos hasta en un 30%.
Esto se traduce en menos visitas al taller, menos tiempo fuera de operación y mayor confiabilidad de las entregas. Según el Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE), el costo de mantenimiento de un vehículo eléctrico es un 40% menor en comparación con uno de combustión. En el caso colombiano, este ahorro puede ser aún mayor si se consideran los costos asociados a la variabilidad del precio del diésel y la escasez de repuestos.
2. Costos energéticos más predecibles
El precio del diésel en Colombia ha sido históricamente subsidiado, pero esa realidad está cambiando. Desde 2023, el Gobierno Nacional ha comenzado un desmonte progresivo del subsidio, lo que ha generado aumentos sostenidos que afectan de forma directa los márgenes logísticos.
La energía eléctrica, en cambio, tiene una tarifa más estable y predecible. Además, muchas empresas pueden negociar tarifas especiales en horarios valle (por ejemplo, durante la noche), optimizando así el costo por kilómetro recorrido.
Comparación estimada de costos por 100 km recorridos:
- Vehículo diésel: $35.000 – $40.000
- Vehículo eléctrico: $12.000 – $18.000
Esto representa un ahorro cercano al 60%, especialmente relevante en flotas de alto kilometraje. Empresas que realizan 300 km diarios por unidad pueden recuperar la inversión en VE en menos de cinco años, solo con base en el ahorro energético.
3. Mejor desempeño en zonas urbanas restringidas
Las grandes ciudades colombianas están adoptando políticas de movilidad sostenible y zonas de bajas emisiones (ZBE) que incluyen prohibiciones o restricciones de circulación para vehículos de carga con motores de combustión. Este escenario representa un claro riesgo para las empresas logísticas que no se anticipen —y una oportunidad real para aquellas que migran a vehículos eléctricos (VE).
Bogotá: restricción a carga contaminante en el centro
En Bogotá, el Decreto Distrital 840 de 2019 define una Zona 1 (restricción pesada) que limita el tránsito de vehículos de carga con peso bruto mayor a 8 500 kg y modelos anteriores a 20 años También existe una zona especial en La Candelaria, donde aún los vehículos menores con más de 3 500 kg pueden quedar impedidos de circular en cualquier horario .
Adicionalmente, el proyecto distrital CONPES D.C. para movilidad de cero y bajas emisiones plantea fases hacia 2035, en las cuales solo se permitiría la circulación de vehículos eléctricos o de bajas emisiones en ciertas zonas urbanas, especialmente las más afectadas por contaminación.
Si tu flota opera en el perímetro definido por estas zonas (como en Bogotá comercial, centros de distribución o logística urbana), aplicar la electrificación no es solo una ventaja: es una condición de viabilidad operativa. Evitar sanciones, cobros por restricción y tiempos de espera innecesarios significa ganar eficiencia y reducir riesgos.
Medellín: primer paso hacia una flota sostenible
Medellín también está avanzando. El municipio, a través del Decreto 181 de 2022, establece restricciones como parte del control de emisiones en su sistema de “pico y placa ambiental”, aunque exime a vehículos eléctricos, híbridos y de gas natural .
Sumado a esto, el programa Calles Verdes y Saludables —gestionado por EPM— se propuso que todos los buses nuevos de transporte público a partir de 2025 sean de cero emisiones, reafirmando el compromiso con la lógica logística eléctrica en todo el sistema urbano. (c40.org)
Con más de 3 200 vehículos eléctricos circulando en el Valle de Aburrá a mediados de 2022, la región ya cuenta con más de 8 000 unidades y la infraestructura se está adaptando. Sin embargo, no todas las redes eléctricas están preparadas para puntos de carga rápidos, lo que puede limitar las operaciones logísticas sin planificación previa.
Ventajas comparativas para operaciones urbanas
- Circulación sin restricciones: los VE pueden ingresar libremente a zonas donde vehículos de carga contaminante están prohibidos o sujetos a horarios limitados. Esto evita multas, cobros por acceso y tiempos muertos.
- Menos trámites y autorizaciones: muchas ciudades eximen de pico y placa, parquímetros o tarifas de congestión a vehículos eléctricos, facilitando la planificación.
- Mejor acceso a zonas centrales: se gana acceso prioritario en centros comerciales, zonas de distribución y corredores logísticos, elevando la eficiencia de última milla.
Impacto real para operadores logísticos
Un estudio de GiroZero (Uniandes, 2024) analizó la implementación de ZBE en Bogotá y determinó que una flota eléctrica urbana reduce los tiempos de entrega en un 15% en áreas centrales, comparado con vehículos diésel sujetos a restricciones y desvíos . Además, la mejor predictibilidad en horarios de entrega disminuye los costos por retrasos, penalizaciones y tiempos ociosos.
4. Imagen corporativa fortalecida
Migrar hacia una flota eléctrica no solo transforma la operación logística. También transforma la manera en que tu empresa es vista por clientes, inversionistas, entes gubernamentales y la comunidad. En un contexto donde las marcas compiten tanto por el valor funcional como por el valor simbólico que representan, una flota limpia y moderna envía un mensaje claro: estás construyendo futuro.
Una señal de compromiso real con la sostenibilidad
En Colombia, más del 80% de los consumidores valoran las prácticas sostenibles en empresas, y el 56% estarían dispuestos a pagar más por productos o servicios de compañías que reduzcan su impacto ambiental, según el estudio “El consumidor sostenible en América Latina” de Kantar (2023). Migrar a vehículos eléctricos se traduce en acciones tangibles —no solo en promesas— y eso genera confianza.
A diferencia de campañas verdes sin respaldo técnico, la electrificación logística tiene resultados medibles: toneladas de CO₂ evitadas, consumo energético eficiente, reducción de contaminación sonora. Esto permite construir narrativas potentes, creíbles y verificables, algo cada vez más exigido por los clientes y certificadoras de sostenibilidad.
Diferenciación en licitaciones y contratos públicos
Cada vez más licitaciones públicas y grandes contratos privados en Colombia incluyen criterios de sostenibilidad en sus matrices de evaluación. Tener una flota eléctrica puede marcar la diferencia entre ganar o perder un contrato, sobre todo en sectores como:
- Provisión de servicios logísticos para entidades públicas
- Transporte asociado a eventos gubernamentales o culturales
- Distribución para cadenas de retail con compromisos ESG
Por ejemplo, la plataforma Colombia Compra Eficiente incluye desde 2022 lineamientos para favorecer empresas con operaciones de bajo impacto ambiental. Asimismo, iniciativas como la del Distrito Capital para compras públicas sostenibles (acorde con el Decreto 456 de 2021) dan puntos adicionales a oferentes con vehículos eléctricos en operaciones logísticas o de distribución urbana.
Comunicación corporativa más poderosa
Una flota eléctrica puede ser el eje de una campaña de reputación, de cultura organizacional o de innovación empresarial. Empresas pioneras como Servientrega, Coordinadora y Alpina han utilizado la adopción de vehículos eléctricos como caso visible de transformación positiva, destacándolo en informes de sostenibilidad, redes sociales y ferias de innovación.
Estas acciones también impactan en:
- Relaciones públicas: mayor cobertura mediática positiva.
- Reputación ante inversionistas: mejora del perfil ESG.
- Relación con comunidades: reducción de emisiones y ruido en zonas urbanas densas.
En definitiva, migrar a eléctricos no solo te pone por delante en operación y normativa. También te pone por delante en la mente de tus clientes y aliados, como una empresa comprometida con el entorno, la eficiencia y el futuro. La imagen no se construye con discursos: se consolida con decisiones visibles.
5. Ventajas fiscales y regulatorias
Más allá de los beneficios operativos y reputacionales, migrar a vehículos eléctricos también brinda un marco de ventajas fiscales y regulatorias que pueden representar un ahorro sustancial para las empresas, además de otorgar condiciones preferenciales frente a sus competidores.
Exención del IVA y reducción de aranceles
Desde el año 2017, en Colombia los vehículos eléctricos están exentos del Impuesto al Valor Agregado (IVA), lo que significa una reducción inmediata del 19 % sobre el precio final de compra. Esta exención aplica tanto para vehículos particulares como para vehículos comerciales, incluyendo vans, camiones livianos y otros vehículos de uso empresarial.
Además, los aranceles de importación para vehículos eléctricos fueron reducidos del 35 % al 0 % en la mayoría de los casos, en virtud del Decreto 1116 de 2017 y las decisiones que lo han prorrogado. Esto ha permitido que el precio de entrada al mercado sea más competitivo, especialmente para flotas corporativas que requieren comprar varias unidades.
Menores impuestos vehiculares y beneficios en peajes
En muchas ciudades colombianas, los vehículos eléctricos tienen reducciones en el impuesto vehicular anual. En Bogotá, por ejemplo, estos vehículos pagan únicamente el 1 % sobre el valor comercial, mientras que los de combustión pueden llegar a pagar hasta un 3,5 %.
Además, desde la expedición de la Ley 1964 de 2019, se estableció que los vehículos eléctricos deben tener tarifas preferenciales en peajes a nivel nacional, un incentivo que puede tener un impacto significativo en operaciones de alto kilometraje o en rutas intermunicipales.
Exención del pico y placa
Una de las ventajas más estratégicas para la operación logística urbana es la exención del pico y placa, vigente en ciudades como Bogotá, Medellín, Cali y Bucaramanga. Esta exención permite que las flotas eléctricas operen sin restricciones horarias, lo que mejora la eficiencia de las entregas, reduce retrasos y elimina la necesidad de vehículos adicionales para sortear esta limitación.
Por ejemplo, en Medellín, la Resolución 202250037568 establece que los vehículos eléctricos registrados en el RUNT y con placas vigentes pueden circular sin restricciones en días de pico y placa. En Bogotá, la exención está regulada por el Acuerdo 790 de 2020, que también prioriza la movilidad eléctrica como parte de su Plan de Acción Climática.
Prioridad en compras y contrataciones públicas
De acuerdo con el Decreto 456 de 2021 del Distrito Capital y lineamientos de Colombia Compra Eficiente, las entidades estatales pueden priorizar proveedores con vehículos eléctricos en su operación, como parte de las políticas de compras sostenibles. Esto se traduce en mayores oportunidades comerciales para empresas que ya han realizado la transición o tienen una estrategia de movilidad limpia.
Además, algunas licitaciones del sector privado, especialmente en retail, logística y distribución urbana, también incluyen criterios de evaluación ESG (ambientales, sociales y de gobernanza), donde el uso de vehículos eléctricos suma puntos frente a empresas que aún operan con tecnologías contaminantes.
En conjunto, estos incentivos fiscales y regulatorios no solo facilitan el proceso de electrificación: también generan un entorno competitivo más favorable para quienes se adelantan al cambio. Para muchas empresas, estas ventajas marcan la diferencia entre una inversión con retorno a mediano plazo y una operación anclada en costos obsoletos. La normativa nacional y local no apunta a castigar a los que usan combustibles fósiles: apunta a premiar a quienes lideran la transición.
6. Integración con sistemas digitales: hacia la logística inteligente
Migrar a vehículos eléctricos no es solo un cambio tecnológico en el motor; es una puerta de entrada a la transformación digital de la logística. Los VE modernos están diseñados para interactuar con plataformas digitales, ofreciendo niveles de visibilidad, control y análisis de datos que superan por mucho lo que permite una flota convencional.
Monitoreo en tiempo real
Los vehículos eléctricos suelen estar equipados con sensores que permiten el seguimiento constante de variables clave: autonomía restante, consumo energético, temperatura de batería, patrones de conducción, tiempos de recarga, entre otros. Esta información puede integrarse con software de gestión de flotas (FMS, por sus siglas en inglés) y sistemas de planificación de rutas, como SAP, Oracle o plataformas de última milla.
Con estos datos, es posible optimizar rutas, predecir mantenimientos, reducir tiempos muertos e incluso redistribuir cargas según el estado energético de cada unidad.
Toma de decisiones basada en datos
La capacidad de analizar el desempeño operativo de cada vehículo no solo mejora la eficiencia: permite identificar tendencias, reducir costos ocultos y anticipar necesidades logísticas. Por ejemplo, una empresa puede detectar que una determinada ruta desgasta más la batería y rediseñarla, o que ciertos conductores logran mayor eficiencia energética y replicar sus hábitos en capacitaciones internas.
Interoperabilidad con plataformas IoT
El avance del Internet de las Cosas (IoT) permite conectar los vehículos eléctricos con otros elementos de la operación: almacenes, sensores de carga, centros de monitoreo, sistemas de climatización para productos sensibles, entre otros. En este contexto, el VE deja de ser un simple medio de transporte y se convierte en una unidad de datos móviles, integrada al ecosistema logístico.
Farizon, por ejemplo, ha desarrollado tecnologías que permiten el diagnóstico remoto del estado de cada componente del vehículo, y la integración con sistemas de mantenimiento predictivo. Aunque en Colombia estas soluciones apenas se están implementando, son parte esencial del camino hacia una logística inteligente y automatizada.
7. Menor exposición a riesgos regulatorios futuros
En un contexto global donde la regulación ambiental se intensifica progresivamente, operar con vehículos eléctricos representa una forma concreta de anticiparse a restricciones que afectarán a las flotas contaminantes en el corto y mediano plazo.
Prohibiciones al uso de combustibles fósiles
Países como Reino Unido, Francia, Canadá y Chile ya han establecido fechas para prohibir la venta de vehículos nuevos a gasolina y diésel. En Colombia, aunque no hay aún una fecha límite nacional, los gobiernos locales han comenzado a introducir políticas de restricción progresiva.
Medellín y Bogotá han anunciado la implementación de zonas de bajas emisiones (ZBE) que, en pocos años, restringirán el ingreso de vehículos contaminantes a ciertas zonas de alta densidad. En Bogotá, la Secretaría Distrital de Ambiente contempla incluir esta medida dentro del Plan de Acción Climática, alineado con el objetivo de reducir en un 50 % las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030.
Empresas que dependen del reparto urbano o de rutas fijas en estas ciudades deberán adaptarse, o corren el riesgo de quedar fuera del radio de operación o ver restringidas sus jornadas de entrega.
Cambios en licenciamiento y estándares
Los estándares ambientales para vehículos y flotas se están endureciendo. Ya existen iniciativas legislativas que buscan elevar los requisitos de emisiones y eficiencia energética para obtener licencias de operación, tanto en el transporte de carga como en el de pasajeros. Esto puede traducirse en:
- Mayores costos de inspección técnica vehicular (RTM)
- Restricciones en la circulación durante alertas ambientales
- Imposibilidad de acceder a incentivos si no se demuestra mejora tecnológica
En contraste, las empresas que adopten vehículos eléctricos se posicionan como líderes en cumplimiento regulatorio, y reducen significativamente su exposición al riesgo legal, tributario y reputacional.
Presión del entorno financiero y asegurador
Además de los entes regulatorios, el sector financiero también está comenzando a exigir compromisos ambientales. Algunas aseguradoras ya ofrecen pólizas con primas reducidas para vehículos eléctricos, mientras que bancos y fondos de inversión priorizan empresas con prácticas sostenibles. Operar con tecnologías limpias no será solo un diferencial; será una condición para acceder a mejores condiciones crediticias o a nuevos contratos.
En ese sentido, la transición energética no debe verse únicamente como un acto voluntario de responsabilidad ambiental. Es, ante todo, una estrategia para blindar la operación frente a un entorno regulatorio que cambia con rapidez y severidad.
Conclusión
Migrar a vehículos eléctricos no es solo una decisión ambiental. Es una estrategia integral que transforma la forma en que las empresas conciben, operan y optimizan su logística. Más allá del ahorro en combustible o los incentivos fiscales, la electrificación genera beneficios estructurales en mantenimiento, imagen corporativa, cumplimiento normativo y digitalización.
Las empresas que entienden estos beneficios ocultos y actúan con anticipación, no solo reducen costos: se posicionan como líderes de una nueva era en la logística empresarial colombiana.