El Ejercicio no afecta la Osteoartritis de Rodilla
Una investigación reciente revela que, incluso para quienes tienen exceso de peso, el ejercicio moderado regular no acelera ni retrasa la aparición de la osteoartritis de rodilla en los adultos mayores.
El hallazgo menoscaba la noción de que el ejercicio podría tener efectos protectores contra la osteoartritis. Sin embargo, al mismo tiempo, sugiere que quienes ya están afectados por un riesgo elevado, como los adultos mayores que tienen exceso de peso, pueden mantenerse activos con seguridad.
“Existía el temor de que, entre las personas que tienen exceso de peso, los ejercicios en los que se soporta peso ponen a las personas que más necesitan de estos ejercicio en riesgo de artritis de rodilla y dolor de rodilla. Este estudio sugiere que no es así”, aseguró el Dr. David T. Felson, autor del estudio y jefe de la Unidad de entrenamiento en investigación sobre epidemiología clínica de la Universidad de Boston. “No debería haber ninguna preocupación”.
Los hallazgos aparecen en la edición de febrero de Arthritis Care & Research.
Según los National Institutes of Health, la osteoartritis es la forma más común de artritis en los EE.UU. y afecta a más del 12 por ciento de la población.
Esta dolorosa enfermedad degenerativa de las articulaciones se caracteriza por el deterioro del cartílago que absorbe impactos y protege a los huesos donde se unen en las articulaciones. La osteoartritis es más prevalente entre los ancianos, sobre todo las mujeres, aunque puede aparecer en hombres y mujeres más jóvenes.
En su estudio, Felson y sus colegas le dieron seguimiento a los hábitos de ejercicio y a la incidencia de osteoartritis de rodilla a cerca de 1,300 hombres y mujeres de Massachusetts. El estudio se estuvo desarrollando durante más de una década. Los pacientes tenían, en promedio, poco más de 53 años al comienzo del ensayo.
Las encuestas iniciales sobre actividad se completaron en 1991 y 1992 para evaluar los tipos e intensidad del ejercicio regular que se realizaba. En 1993 y 1994, y de nuevo entre 2002 y 2005, los investigadores tomaron radiografías de las rodillas y le pidieron a los participantes que llenaran cuestionarios sobre la función de sus rodillas. Poco más de la cuarta parte de los participantes ya había desarrollado alguna forma de dolor de rodilla para 1993 y 1994.
Los investigadores hallaron que la mayoría de los hombres y de las mujeres aseguró que caminaba regularmente para hacer ejercicio. Sin embargo, al medir la “pérdida del espacio entre las articulaciones”, un indicador aparente de pérdida de cartílago en las rodillas, hallaron que la aparición de la enfermedad no resultaba afectada ni positiva ni negativamente por la actividad física.
La falta de una relación entre la osteoartritis y el ejercicio se mantuvo independientemente de si el individuo caminaba más o menos de seis millas (9.7 km) a la semana o si habían hecho suficiente ejercicio como para sudar.
Pocos de los participantes (69) corrían o trotaban, pero ni siquiera esta forma de ejercicio pareció aumentar o reducir su riesgo de desarrollar osteoartritis. Los investigadores aseguraron que el riesgo de osteoartritis tampoco aumentó ni se redujo en relación con ningún otro nivel moderado de actividad.
Esto siguió siendo cierto incluso para los participantes que tenían exceso de peso. Aunque esos individuos tan relativamente fuera de forma ya estaban en mayor riesgo de desarrollar osteoartritis, el ejercicio de rutina ni contribuyó ni ayudó a reducir su riesgo general de la enfermedad.
Felson aseguró que su equipo se enfocó principalmente sobre los efectos del ejercicio moderado en lugar del agresivo. Aún así, el estudio demostró que este tipo de actividad física moderada es seguro para los estadounidenses mayores cuando se trata del riesgo de osteoartritis.
“Yo creo que este es uno de esos casos en los que el vaso está medio lleno o medio vacío”, aseguró Felson, quien también es profesor de medicina y salud pública de la Facultad de medicina y de la Facultad de salud pública de la Universidad de Boston. “Sí ha habido quienes han sugerido que el ejercicio regular podría proteger contra la osteoartritis de rodilla y este no parece ser el caso. Aún así, la buena noticia es que el ejercicio es seguro para las personas de mayor edad”.
Dorothy Dunlop, profesora asociada de investigación del Instituto de Investigación sobre el Cuidado de la Salud de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern de Chicago, también resaltó lo positivo.
“Yo veo el vaso lleno y rebosante porque la literatura está repleta de sugerencias de que la actividad física moderada es beneficiosa en cuanto al dolor y el mejoramiento de la función, además de que ofrece beneficios cardiovasculares para todas las personas con o sin artritis”, aseguró.
Dunlop dirigió un estudio dado a conocer hace algunas semanas, que mostró que las personas de mayor edad que ya se enfrentaban a la artritis y que evitaban el ejercicio eran el doble de propensas a perder su capacidad para realizar actividades básicas como vestirse, bañarse o cocinar, en comparación con los adultos más activos.
“Entonces, lo que este estudio nuevo me está diciendo es que se puede estimular a la gente a hacer ejercicio sin preocuparse de que esto aumente el riesgo de osteoartritis”, dijo. “Para mí, es un hallazgo muy importante y positivo que apoya firmemente que es necesario realizar actividad física”.
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