Ejercicio Mental y el Aprendizaje retrasan el inicio de la enfermedad de Alzheimer
El aprendizaje parece ralentizar el desarrollo de las dos lesiones cerebrales más características de la enfermedad de Alzheimer, las placas de beta amiloide y los ovillos neurofibrilares, según un estudio de la Universidad de California en Irvine (Estados Unidos) que se publica en la revista Journal of Neuroscience. Estos descubrimientos, sugieren que los mayores, manteniendo sus mentes activas, podrían ayudar a retrasar el inicio de esta enfermedad neurodegenerativa.
El estudio es el primero en mostrar que sesiones de aprendizaje cortas pero repetidas pueden ralentizar un proceso conocido por provocar que la proteína beta amiloide se acumule en el cerebro formando placas que alteran la comunicación entre las neuronas y que conduce a los síntomas de la enfermedad de Alzheimer. Los resultados muestran que el aprendizaje también ralentizó la acumulación de tau-hiperfosforilada, una proteína del cerebro que puede conducir al desarrollo de ovillos, la otra de las firmas características de la enfermedad.
Los autores del estudio señalan que estos descubrimientos tienen amplias implicaciones para la comprensión y el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, ya que se sabe que los individuos con un nivel educativo elevado son menos propensos a desarrollar la enfermedad que las personas con una menor educación.
Los investigadores estudiaron en un modelo experimental animal seleccionados para desarrollar las placas y ovillos característicos de la enfermedad de Alzheimer. A un grupo se les permitió “aprender” al nadar en un tanque circular de agua hasta que descubrieron una plataforma sumergida en la que apoyarse. Estos animales recibieron entrenamiento cuatro veces al día durante una semana a los seis, nueve, 12, 15 y 18 meses de edad y fueron evaluados en cada sesión sobre sus capacidades de aprendizaje y memoria.
Otros grupos no entrenados nadaron en la plataforma sólo una sesión antes de probar sus habilidades de aprendizaje y de memoria y su cerebro fue examinado en relación a las placas y los ovillos.
Los animales de hasta 12 meses de edad que aprendieron en ocasiones previas tenía menos placas y ovillos en sus cerebros y aprendieron y recordaron la localización de la plataforma de escape mucho mejor que los que no se les había permitido aprender; pero a los 15 meses de edad, los que habían aprendido estaban deteriorados y tanto física como cognitivamente eran idénticos a los que no habían aprendido.
“Estamos sorprendidos de que este leve aprendizaje haya tenido tan gran efecto en la reducción de la patología de la enfermedad de Alzheimer y en el declive cognitivo, pero los efectos no fueron lo suficientemente fuertes para superar la patología posterior más grave”, explica Kim Green, una de las investigadoras que tomaron parte en el estudio. En la actualidad los científicos se encuentran investigando si un aprendizaje más frecuente y activo puede tener efectos mayores y de más duración para la enfermedad de Alzheimer.
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