Donantes de Riñones Viven Vidas Largas
Donar un riñón conlleva pocos riesgos para la salud y los donantes viven tanto tiempo como los que no lo son, y a veces incluso más, según encuentra el mayor estudio hasta la fecha sobre el tema.
Con datos sobre más de 80,000 residentes de EE. UU. que donaron un riñón entre 1994 y 2009, los investigadores encontraron que los donantes vivían tanto tiempo como personas de edad, sexo, etnia y otros factores de salud y demográficos equivalentes que no habían donado un riñón.
El tiempo promedio de seguimiento fue de más de seis años, aunque los investigadores tenían más de doce años de datos sobre 10,000 donantes, según el análisis que aparece en la edición en línea del 10 de marzo de la revista Journal of the American Medical Association.
“En promedio, si se compara a alguien que ha donado y vive con un riñón con alguien similar que vive con dos riñones, no hay un aumento en el riesgo de mortalidad”, afirmó el autor del estudio, el Dr. Dorry Segev, cirujano de trasplantes y director de investigación clínica en cirugía de trasplantes de la Facultad de medicina de la Universidad de Johns Hopkins en Baltimore.
Cada año, unos 6,000 donantes vivos sufren la extirpación de un riñón para salvar a otra persona en EE. UU. Alrededor de la mitad lo hace para salvar a un pariente consanguíneo, señaló Segev. La otra mitad lo dona a un amigo o a un ser querido, como el cónyuge. Unos pocos, alrededor de cien al año, donan un riñón para salvar la vida de un desconocido, comentó Segev.
“Las personas que donan riñones son héroes”, enfatizó Segev. “Se arriesgan para beneficiar directamente a otra persona”.
En el estudio, los investigadores examinaron datos del registro nacional de la red United Network for Organ Sharing (UNOS), y los compararon con datos sobre más de 9,000 participantes de la tercera Encuesta nacional de examen de la salud y la nutrición.
Los investigadores señalaron que aunque la donación de un riñón es muy segura, no carece de riesgos por completo. Unos 25 donantes murieron en un plazo de 90 días tras la operación, lo que coloca el riesgo de muerte en 3.1 por 10,000 donantes, frente a 0.4 por 10,000 personas que no lo eran.
Aunque los investigadores no estudiaron específicamente las causas de muerte, las complicaciones por la extirpación de un riñón pueden incluir sangrado importante, reacciones a la anestesia o coágulos sanguíneos, más o menos los mismos que ocurren con cualquier cirugía, apuntó Segev.
Los hombres tuvieron una mayor mortalidad quirúrgica que las mujeres, y los negros eran más propensos a morir que los blancos o hispanos, al igual que los donantes hipertensos.
“Hay una oportunidad en 10,000 de que se morirá por la operación. Es un riesgo real”, apuntó Segev. “Aunque el riesgo no es cero, resulta que es una de las operaciones más seguras a las que alguien se puede someter”.
Para comparación, el riesgo de muerte tras la extirpación de la vesícula biliar, que también se considera entre las operaciones más seguras, es de 18 por 10,000.
Un año tras la donación, el riesgo de muerte entre los donantes era igual que el de los que no eran donantes. Y después, los donantes tenían un riesgo de muerte similar (o incluso ligeramente más bajo) que los que no donaron. A los cinco años, el riesgo de muerte era de 0.4 por 10,00 para los donantes, y de 0.9 por 10,000 para los no donantes. A los doce años, el riesgo de muerte era de 1.5 por 10,000 para los donantes, y de 2.9 por 10,000 para los que no habían donado, según el informe.
Hay dos posibles motivos de que algunas personas con un solo riñón podrían vivir más que la gente que cuenta con ambos, apuntó el Dr. Matthew Cooper, presidente del comité de donantes vivos de UNOS y director de trasplante de riñón e investigación clínica de la Facultad de medicina de la Universidad de Maryland.
Una explicación es que los donantes, al saber que sólo tienen un riñón, consulten al médico con más frecuencia y se cuiden mejor. Otra posibilidad es que los donantes se someten a un riguroso proceso de evaluación, lo que tal vez signifique que se seleccionan a personas más sanas desde el principio, explicó Cooper.
“Este estudio reafirma lo que muchos hemos leído en la literatura sobre trasplantes y reconocemos de nuestras prácticas”, aseguró Cooper. “La donación de riñón es un proceso seguro en manos de un centro de trasplante responsable que valore la salud a largo plazo de los donantes vivos”.
Aún así, los autores del estudio señalaron que es importante seguir monitorizando y recolectando datos sobre los donantes a largo plazo. El registro nacional incluye información de salud sólo hasta un año tras el trasplante. Los investigadores usaron el archivo maestro de mortalidad del Seguro Social para determinar quién había muerto, pero no pudieron analizar la calidad de vida ni ningún otro resultado de salud que pudiera haberse desarrollado.
“En ese gran periodo de tiempo entre un año y varias décadas tras la cirugía, no tenemos mucha información sobre lo que sucede con los donantes vivos”, lamentó Cooper.
Investigaciones anteriores también han mostrado que la donación de un riñón es muy segura. Un estudio publicado en 2009 en la revista New England Journal of Medicine dio seguimiento a casi 3,700 donantes de riñón desde 1963 y encontró que su esperanza de vida era igual a la de los que no eran donantes.
Si bien los donantes de ese estudio eran principalmente blancos, en el estudio actual el trece por ciento de los donantes eran negros y el doce por ciento hispanos, un reflejo más preciso de las personas que donan, anotó Segev.
FUENTES: Dorry Segev, M.D., Ph.D., transplant surgeon and director, clinical research in transplant surgery, Johns Hopkins University School of Medicine, Baltimore; Matthew Cooper, M.D., chairman, United Network for Organ Sharing living donor committee, and director, kidney transplant and clinical research, University of Maryland School of Medicine, Baltimore; March 10, 2010, Journal of the American Medical Association
HealthDay
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