Nutrición Especial en Cáncer
Después de investigar los componentes de las manzanas frescas, tanto con piel como sin ella, se ha demostrado que la capacidad antioxidante de las manzanas es muy superior cuando conserva la piel.
100 gramos de esta fruta tienen un poder antioxidante equivalente a 1,5 g de vitamina C debido en gran parte a sus flavonoides y polifenoles. La capacidad antioxidante de estos polifenoles es superior a la vitamina C o al betacaroteno.
Para poder probar el poder antitumoral de las manzanas, se utilizaron extractos de la piel aplicados en cultivos celulares de cáncer de colon. Cuatro días después de haber aplicado estos flavonoides, se observó una inhibición media del 43%. Asímismo, el extracto de piel de manzanas puede inhibir un cultivo de células cancerosas hepáticas.
La formación de radicales libres en el proceso cancerígeno se ha localizado tanto en la iniciación como en la promoción y expansión tumoral. La producción acelerada de radicales libres se correlaciona con una disminución de los niveles de glutatión mitocondrial, existiendo un equilibrio entre la velocidad del daño oxidativo del ADN y la de su reparación.
Si los radicales libres interaccionan con el ADN en el núcleo, entonces algunos genes pueden codificar proteínas incorrectas y por consecuencia, la célula resulta alterada y mutada.
Los radicales libres también pueden deteriorar el sistema inmune, impidiendo que éste destruya las células mutadas antes de su multiplicación para convertirse en células cancerosas.
Las células tumorales presentan un metabolismo oxidativo muy diferente a las células sanas por un aumento en la producción de agua oxigenada, induciendo la formación de lesiones en el ADN atribuidas a un ataque de los radicales hidroxilo.
Estados muy deficientes en sistemas antioxidantes cursan con alteraciones neoplásicas muy importantes, como el síndrome de Bloom, la anemia de Fanconi o la ataxia-telangiectasia, consideradas enfermedades con una alta incidencia en tumores, observándose alteraciones muy importantes de los sistemas antioxidantes en la sangre y en los tejidos de los sujetos afectados.
En sentido contrario, distintos estudios epidemiológicos demuestran una reducción de la incidencia tumoral en sujetos alimentados con productos ricos en antioxidantes.
Las células cancerosas son mucho más débiles que las normales porque su metabolismo es ineficiente. Sólo pueden usar glucosa como alimento y obtienen 18 veces menos energía que una célula normal. Sólo viven en un medio ácido y con muy poco oxígeno.
Dada la acidificación del enfermo de cáncer, lo ideal es tener una dieta alcalinizante. Las carnes son alimentos acidificantes y empeoran el estado de acidez de estos pacientes.
Una dieta rica en carbohidratos, fritos, aceites hidrogenados, aditivos sin control, carnes y deficitaria en vitaminas C y E, complejo B, zinc, magnesio, manganeso, germanio, selenio y otros cationes minerales es causa del 70% de los cánceres.
El trastorno bioquímico fundamental está también en el aumento de la permeabilidad de las membranas celulares, que ocasiona un incremento del sodio dentro de la célula y una salida de potasio intracelular. Esto ocasiona una disminución del potencial de la membrana y su agotamiento.
Para corregir esta situación, se aconseja una dieta rica en potasio y sin sodio, con fruta y zumos vegetales frescos.
Las funciones preventivas y terapéuticas de la fruta se deben en parte a que regula el intestino, porque tiene acción laxante, suaviza la mucosa intestinal y facilita la evacuación.
También desintoxican el organismo y por su acción diurética elimina toxinas y desechos. Es una gran fuente de antioxidantes para prevenir el envejecimiento, la arteriosclerosis o el cáncer entre otras cosas.
Tomar fruta favorece la salud cardiovascular evitando accidentes cerebrovasculares y dolencias coronarias.
Muchas investigaciones demuestran que a mayor consumo de fruta, menor riesgo de contraer cáncer.
Otros alimentos ricos en ácido retinoico, como el aceite de hígado de bacalao y de tiburón, son buenos antioxidantes lipídicos de gran eficacia, como también la coenzima Q10.
Por último, citamos la N-Acetilcisteína y todos los aminoácidos antioxidantes contenidos sobre todo en la proteína de soja.
La inversión metabólica de la célula cancerosa supone el ataque selectivo de estas células por varios caminos:
1. El bloqueo de la única fuente de alimentación del tumor implica una reacción bioquímica entre un antioxidante activado con una potente capacidad reductora como es el extracto de alfalfa y la glucosa como único alimento de la célula.
2. Neutralización del ácido láctico excretado por las células cancerosas por medio de iones alcalinos para subir el pH exterior a la célula de 5,5 a más de 7, eliminando así el dolor en 24 horas.
3. Aumento del sistema inmunológico mediante el preparado VIUSID para reforzar los mecanismos de defensa y evitar posibles infecciones virales.
4. Activación de todos los mecanismos de inversión metabólica del tumor por medio de biocatalizadores específicos.
5. Ataque simultáneo a la membrana celular al subir el pH externo, y evitar el alimento de la célula para facilitar la desintegración del material celular, lográndose su apoptosis y degradación para llegar a convertirlo en ácido úrico, que finalmente se pueda eliminar por la orina.
6. Algunos iones alcalinos limitan de forma muy activa el factor limitante de la asimilación de la glucosa en la célula cancerosa.
7. Este mecanismo puede ser mejorado con biocatalizadores como el zinc, selenio y germanio para facilitar la asimilación.
8. La concentración de vitamina C está muy disminuida en los pacientes de cáncer; ya que los cambios tisulares alrededor del tumor son iguales a los observados en el escorbuto. El ácido ascórbico actúa sinérgicamente en el sistema inmunológico, creando más anticuerpos y moléculas antioxidantes necesarias para la destrucción de las moléculas malignas.
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