“Esos Terribles Dos Años”. Comportamientos Inadecuados de los Niños
Dr. Olga Francisca Salazar Blanco.
Pediatra y Puericultora Universidad de Antioquia.
Profesora del Departamento de
Pediatría de la Universidad de Antioquia.
Miembro del Grupo de Pediatría y Puericultura de la
Universidad de Antioquia.
Resumen
El niño de dos años, dentro de su proceso de desarrollo puede presentar comportamientos inadecuados para los padres— pataletas, morder todo, destruir todo, desobedecer y responder mal—, pero que son normales, transitorios y cuya resolución depende de la actitud firme y comprensiva de los adultos acompañantes. El pediatra, como buen puericultor que sebe ser, debe ayudar a los padres a aceptarlos, explicándoles su origen y dando herramientas para afrontarlos y evitar que se perpetúen y se conviertan en verdaderas conductas problema.
Palabras clave: Problemas de comportamiento, normas, pataletas.
Sumary
Children between eiteenth months and three years old, can present, in their normal development, attitudes and inadequate behaviors for parents, such as tantrums, bitting, destroying, disobeying and negatives answers; those are normal but transitories attitudes and their resolution need firm and comprehensive from their adult companions. The Pediatrician, as the good “puericultor” he/she must be, should help the parents to accept those behaviors, explain their origein, offer them tools to confront and to prevent that such behaviors become real problem behaviors.
Palabras clave: Problemas de comportamiento, normas, pataletas.
Introducción
Al pediatra, a menudo durante las consultas de control de niños sanos en edades entre los 18 meses y los 3 años, los padres y adultos acompañantes, les cuentan las dificultades que tienen en las relaciones con los niños, sobre su mal comportamiento, la “necedad”, la “terquedad” , el desorden, las pataletas, que casi en forma absoluta son desaprobadas por ellos, quienes acuden en busca de “tácticas, “consejos” y hasta “fórmulas o recetas”para “curarlos”, cuando en realidad muchos de ellos son comportamientos muy adecuados de la edad, que algunos han llamado “los terribles dos”.
El objetivo de este artículo es desmitificar esta concepción de problemas de comportamiento, con base en la discusión desde su origen para que el pediatra pueda ofrecer a los padres una explicación de los mismos y herramientas para tratar de que el proceso de crianza sea más tranquilo y formativo para los padres y los niños.
Cada etapa de desarrollo tiene sus conflictos, sus situaciones de estrés, propias de la edad; el reconocerlos como “normales” de la edad, pasajeras e incluso necesarias dentro del proceso de desarrollo, puede evitar en los padres actitudes y refuerzos positivos que arraigan estas conductas y las pueden convertir en verdaderas conductas problema. Los principales “conflictos por resolver” durante el segundo año son los trastornos con la alimentación, los relacionados con el control de esfínteres y los problemas de comportamiento1. Cada uno de ellos puede constituirse un verdadero tratado de puericultura. A continuación se analizarán los problemas de comportamiento normales del niño durante los dos años de edad.
Origen del Problema
Las pataletas , las negativas, el destruir todo, las malas contestaciones, el morder todo y otras actitudes, tan comunes después de los dieciocho meses de edad se presentan generalmente, según la teoría de desarrollo de Erickson , dentro de la etapa de autonomía vs. vergüenza y duda, en la cual el niño ya camina, se siente el dueño del mundo, quiere conocer todo, explorar todo, quiere hacer todo solo, vestirse solo, comer solo, pero tiene dudas, vergüenza de no poder hacerlo, lo que también le causa frustración2. En esta etapa escucha de los adultos acompañantes los “no” a todo: no toques, no cojas por ahí no, no. No. No, son las palabras que más va a oir y esto le ocasiona también frustración, porque le impide hacer y conseguir todo lo que quiere. Además, viene la confusión por lo que quiere hacer, y no puede o no debe hacer, la figura amada, la materna y paterna, se convierte en figura de autoridad, que impone normas y límites y eso es una situación que le genera angustia. Por ejemplo, el niño de dos años que quiere meter sus deditos en el tomacorriente, que disfrutará mucho de jugar y explorar este huequito, debe abstenerse de hacerlo “porque mami” lo dice.
La etapa de confianza básica, que precede la de vergüenza vs. duda, es fundamental, porque durante ella, gracias al amor de la madre, del padre y demás adultos que participan en su crianza, han satisfecho todas sus necesidades, le han hecho sentirse amado, y le han enseñado también a tener confianza en sí mismo y en los demás, así cuando el niño llega a esta etapa, puede más fácilmente aceptar los límites que se le imponen, que son necesarios, pero que deben ser adecuados para la edad del niño3.
Durante esta etapa al niño debe dársele la oportunidad de que haga todo lo que quiera, y pueda hacer en el momento y sitio en que quiera hacerlo, pero con unos límites claros y firmes, como parte de la formación para vivir en sociedad . Naturalmente, es posible, y también necesario, que tenga que saborear la frustración, porque aunque se debe favorecer en todo momento su autonomía, esta debe guardar equilibrio con la autoridad que deben ejercer los padres y que él debe respetar4.
¿Qué actitudes pueden generar estos comportamientos en los padres?
Estos comportamientos pueden evocar en los padres problemas del pasado, situaciones que ellos vivieron en su infancia, o conflictos que no resolvieron adecuadamente con sus progenitores.
Otras veces pueden desencadenar actitudes de hostilidad, de agresividad con el niño, generar maltrato físico, verbal o psicológico, porque desconocen el origen, la normalidad de estos comportamientos, y terminan por reforzar las actitudes negativas. Especialmente cuando optan por métodos inflexibles y muy rígidos.
En otras oportunidades los padres pueden sentir temor a enfrentar, a fijar límites, a corregir a los niños, por miedo a frustrarlos o coartar su libertad, así terminan educando a los niños en un ambiente de tal flexibilidad y desconocimiento de normas, que también entorpece el buen desarrollo y posterior desempeño social de los niños.
Por último, algunos padres pueden creer que fracasaron en la crianza de los niños, sentirse culpables por estos comportamientos, por no dedicarles todo el tiempo que quisieran, o aún con todo el tiempo para ellos ver este “desastre” que resulta el niño, que apenas tiene dos años, y sólo se está comportando como debe comportarse un niño sano a su edad.
Definitivamente, de la actitud , consistente, comprensiva y firme de los padres y demás adultos significativos para con los niños dependerá que estos comportamientos sean transitorios y contribuyan a su buen desarrollo personal y social.
¿Qué actitudes debe promover el buen puericultor?
El pediatra y puericultor debe propiciar en la familia un ambiente de calma, evitar las tensiones y ofrecer un acompañamiento efectivo. Palabras como “Tranquilos, eso se le va a pasar” ” Eso es normal”, probablemente no ayuden a los padres, por el contrario, los confunda y los deje sin herramientas para tratar la situación.
A los padres también se les debe explicar que el niño también sufre con eso, “él también se siente mal”. Estos comportamientos no los hace deliberadamente para ponerlos nerviosos, o enfurecerlos, o “medirles el aceite”, son comportamientos que tiene porque quiere probar ser él mismo, ver hasta donde puede llegar, que puede hacer. Naturalmente, que esto genera enfrentamientos por las normas que tiene que cumplir, pero que cuando son adecuadas para su edad y necesidades, terminan por darle la seguridad de que puede hacer todo lo que quiere y puede, en el momento y sitio adecuados.
Estos comportamientos también estimulan el logro de metas de desarrollo, especialmente la autonomía, porque le permiten aprender a comportarse como quiera, respetando límites, sin depender de otros, pero respetando a los otros.
La autoestima la fortalece cuando se le estimula por los comportamientos adecuados y se le validan sus sentimientos y frustraciones, pero se ofrecen alternativas de comportamiento.
A continuación se presentan algunos tópicos sobre cómo fijar los límites y recomendaciones para tratar cada uno de los principales comportamientos “problema normales” y qué se debe evitar. Se debe sin embargo recordar, que en el arte de la crianza no existen recetas, sino sugerencias que pueden aplicarse, o adaptarse a cada niño, que como ser único e irrepetible necesita un trato individualizado según sus características propias y las de su entorno5.
Los límites y normas
Las normas son necesarias en todo proceso de crianza. Pero estas deben ser apropiadas, para la edad del niño, deben ser concertadas con él, deben ser claras, útiles, al niño, para que él sepa lo que se se espera de él, y qué consecuencia tiene el no cumplir la norma.
Los límites se deben fijar para cumplirlos, en el momento preciso y por todos los que están acompañando al niño en el proceso de crianza.
Las normas se deben recordar al niño, porque a esta edad su memoria no es muy buena, y puede olvidarlas fácilmente.
Al niño se le deben advertir las consecuencias del incumplimiento de la norma, pero no se debe amenazar. La diferencia es que cuando se advierte se cumple y cuando se amenaza no. Por ejemplo: recuerda que si muerdes a tu hermano no vas al parque……. te advertí que si mordías a tu hermano no bajabas al parque. Así que no vas al parque.
Las normas se deben hacer cumplir con afecto, sin malos tratos ni malas palabras, deben ir acompañadas del lenguaje gestual, muy importante para el niño a esta edad: por ejemplo, decirle “no toques eso”, pero acompañarlo de una mirada o un gesto apropiados. Ponerse al nivel del niño, pensar en como se siente él y hablarle a su altura, en cunclillas, desde esta altura es más facil que escuche, comprenda y darle un beso o un abrazo, porque ” a pesar de que te comportaste mal, te quiero”.
Los niños aprenden con el ejemplo, los padres y acompañantes deben comportarse conforme a los límites que le fijan al niño, las inconsistencias y contrariedades entre lo que el niño oye y ve, lo confunden y no le permiten adquirir la seguridad de qué es lo que debe hacer o cómo debe comportarse.
El uso de adagios populares como “hijo de tigre sale pintado” y “la oveja por la lana y la hija por la mama”, no resulta adecuada para justificar o reprobar actitudes y comportamientos de los niños, porque lo más probable es que el niño actúa así porque lo ve, lo aprende con el ejemplo y lo imita y no lo adquirió por herencia o congénitamente.
Las normas deben ser pocas, atiborrar a un niño de dos años con muchas exigencias terminan por confundirlo e inmovilizarlo ya que puede llegar a sentir temor de hacer cualquier cosa, porque todo le está prohibido6. Por eso muchos “No..”pueden cambiarse por alternativas como “Mejor hagamos esto.”
El refuerzo de las conductas positivas , el estimularlo con palabras, con un beso, por haberse portado bien, por no haber hecho pataletas, el hacerle saber al niño, lo mucho que lo queremos y lo orgullosos que estamos de él son premios más valiosos y formativos, porque le afianzan la seguridad y confianza en esa autoridad amada7.
Se deben establecer prioridades de comportamientos inadecuados para corregir primero los que sean más frecuentes o persistente e inaceptables, así concertar con la pareja y el niño un plan de acción conjunta para eliminar esa conducta problema4.
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