Revista de Gastroenterología: Editorial XIII Nº 4 1997 – 1999

Hay poca claridad en la literatura mundial acerca de la entidad nosológica llamada dispepsia no ulcerosa con respecto a su epidemiología, mecanismos fisiopatológicos y tratamiento (1).

La palabra dispepsia se origina en el griego y significa mala digestión. Debido a sus múltiples definiciones, a las características de los pacientes y a los estudios realizados en cada caso, la interpretación de los datos no es clara.

Su prevalencia en diversos estudios se estima entre 26 y 41% de la población; sin embargo, sólo 20 a 25% de estos pacientes consultan al médico. El síndrome constituye de 2 a 5% de la consulta general en países como los Estados Unidos (2).

Podemos definir como síntomas principales los siguientes: dolor crónico o recurrente, postprandial, localizado en la región epigástrica, náuseas, vómito y llenura precoz (3).

Los criterios de Roma sirven de base para la descripción de los síntomas en la mayoría de los estudios publicados incluyen: dolor, molestia crónica o recurrente en la parte superior del abdomen de más de un mes de duración y presentes por más de 25% del tiempo, ausencia clínica, bioquímica, endoscópica y ecográfica de una enfermedad orgánica que puede explicar los síntomas (4). Del total de pacientes que consultan, en 50% no se encuentra una causa aparente (2).

En cuanto a la fisiopatología, actualmente se consideran tres factores etiológicamente importantes:

  1. Alteraciones en el vaciamiento gástrico, asociadas con disfunción eferente vagal y reflejos intestinales anormales.
  2. Alteración en el umbral de los síntomas, posiblemente asociada con factores psicológicos o de percepción sensorial.
  3. Posible papel de la infección por Helicobacter pylori.

En el presente número de la revista, el autor, del artículo sobre dispepsia funcional hace una descripción completa del síndrome.

En él describe su alta prevalencia y las diferentes causas asociadas, entre ellos, medicamentos, y los factores dietéticos capaces de desencadenar síntomas. El 50% de los pacientes con dispepsia no ulcerosa relaciona la sintomatología con cierto tipo de alimentos.

Sin embargo, al hacer una evaluación cuidadosa no siempre puede concluirse que los síntomas sean secundarios a ellos (5).

Uno de los alimentos que con mayor frecuencia se asocia con los síntomas es la leche y, menos frecuentemente, sus derivados. Los síntomas incluyen distensión, flatulencia y, en ocasiones, diarrea.

La experiencia nos ha demostrado que el retiro de estos alimentos de la dieta y la administración de un suplemento de lactasa mejora la sintomatología.

El autor menciona también la infección por Helicobacter pylori y hace referencia a su alta prevalencia. Debe subrayarse que 50% de los individuos infectados por esta bacteria son totalmente asintomáticos y un porcentaje menor desarrolla ulcera péptica en algún momento.

Menciona como factores importantes, la liberación de citocinas y otras sustancias químicas inflamatorias, el factor de necrosis tumoral, la sustancia P, los neuropéptidos y la somatostatina por su capacidad de aumentar la sensibilidad neural entérica.

Hace también referencia al hecho de que un proceso inflamatorio en la mucosa gástrica puede causar alteración de la función entérica neuromuscular.

Dentro del diagnóstico diferencial deben considerarse las siguientes entidades: la enfermedad acidopéptica, el carcinoma gástrico, la enfermedad por reflujo gastroesofágico, el síndrome de intestino irritable, la patología biliar, la pancreatitis crónica, los síntomas secundarios a la administración de medicamentos, la enfermedad psiquiátrica, la gastroparesia diabética, las alteraciones metabólicas (hipercalcemia) y la enfermedad isquémica cardíaca.

Es importante considerar la endoscopia digestiva alta dentro del estudio del paciente con dispepsia.

Aunque en países desarrollados ha sido fijada la edad de 55 años para realizar una endoscopia dentro de la evaluación inicial de un paciente, el autor enfatiza que en Colombia, por ser un país de alta prevalencia de cáncer gástrico, debe incluirse este método diagnóstico en forma más temprana.

El papel de Helicobacter pylori en el cuadro clínico del paciente con dispepsia está por definirse; por tanto, la utilidad de la terapia de erradicación de la bacteria está cuestionada y se debe individualizar en cada caso.

La recomendación en cuanto a terapéutica del paciente con síntomas dispépticos debe basarse en los síntomas predominantes, o sea, sugestivos de úlcera péptica, de reflujo gastroesofágico, dismotilidad o inespecíficos (2).

EDUARDO DE LIMA LE FRANC M.D.
Profesor Titular
Universidad del Valle

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